La descomunal devaluación de 2002, había reducido los ingresos a 1/3 de lo que había sido a finales de 2001, mientras el desempleo y el subempleo sumados, superaban el 40% de la población activa trabajadora. A pesar de la recuperación del salario, los niveles de rentabilidad corporativa han sido más altos durante la era “K”, que durante la vigencia del plan de convertibilidad.
No obstante hablando de remuneraciones, el caso más destacable de equilibrio, ha sido el del sector público, donde los salarios han crecido por debajo de la inflación de los cálculos de las “consultoras privadas”. En este sector, la estrategia oficial fue moderar los aumentos salariales, para destinar recursos a la contratación de personal nuevo. Recuerde el implacable sumidero de los noventa que estableció “la cultura del desempleado”, había diezmado la administración pública, con el objeto de sostener un modelo de convertibilidad, que luego nos legara: primero “maxi kiosqueros y remiseros”; y luego, el “piquetero full time” mas “los cartoneros profesionales”. Desde 2007 se crearon 250.000 puestos de trabajo en el sector público, a la vez que se reducían drásticamente los planes trabajar y otros similares.
Con vistas a las elecciones, parece que 2012 será un año mejor para atender los ajustes necesarios que demande la competitividad. No existen riesgos, gane quien gane, la competitividad sigue siendo saludable, no se registran problemas de magnitud. Aun transitamos un buen espacio de competitividad salarial respecto de otros países como Brasil, donde los salarios industriales en dólares aumentaron 226% desde el año 2000.
Es cierto que la dinámica salarial de los sindicatos es difícil de contener, pero recuerde que se da durante un gobierno peronista que podría decidir la moderación sindical que no logró Alfonsín y De la Rua.
Los temores que proyecta la experiencia salarial 2010, no tienen en cuenta el aumento del precio de la carne (95%), que arrastró al resto de los alimentos y, acoplándose a una inflación del 17% anual, trepo hasta 22% anualizado-según promedio de consultores privados-, tanto por su influencia directa como indirecta. Esta situación fue la que en parte disparo las demandas salariales, pero no es realista conjeturar que en esta fase se siga espiralizando sin solución de continuidad. Tampoco los precios de los commodities subirán a las tasas de 2010-aspecto poco mencionado en Argentina cuando se habla de una inflación que afecta a casi todo el mundo emergente-. Nunca podría el precio de la carne, volver a sumar 5 puntos porcentuales a la inflación, y tal vez por el contrario, esta vez ese componente contribuya a contraer los precios en 2011.
Dado que la inflación núcleo-que rescata las tendencias subyacentes de la inflación-del consenso de las consultoras tuvo un aumento de 1.4% mensual en Enero-18% anualizado-y, en los dos meses anteriores, creció debajo del promedio del segundo semestre de 2010, podemos vislumbrar una suerte de estabilización coyuntural del proceso inflacionario. Sigo siendo optimista, creo que 2011 volverá a sorprender a quienes esperen identificar nuevas vulnerabilidades inabordables.