El Eterno particularmente ha activado su Justicia sobre todas las mansiones que llamándose «iglesias» han ofrecido altar de adoración a Mamon y se olvidaron de capacitar a los santos para la obra del ministerio que esa nación necesita para combatir la corrupción que la invade en los distintos sustratos sociales, económicos y políticos que la conducen. Lo primero que se verá es el movimiento de la justicia divina sobre cada congregación venezolana que ha mantenido en alto la mentalidad de Laodicea. El Espíritu de la profecía llevará todo a la sujeción del testimonio de Jesús activando concretamente lo expresado por Juan en Patmos:
Tú piensas: «Soy rico, tengo de todo, nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un infeliz, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.
Te aconsejo que me compres oro refinado para que te hagas rico, ropas blancas para que te cubras y no tengas que avergonzarte de tu
desnudez; por último pídeme un colirio que te pondrás en los ojos para ver.
Yo reprendo y corrijo a los que amo. Vamos, anímate y conviértete.
Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo.
Al vencedor lo sentaré junto a mí en mi trono, del mismo modo que yo, después de vencer, me senté junto a mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga este mensaje del Espíritu a las Iglesias.
Una vez que los días de este reino terminen, la ineptitud de sus sucesores, conducirán a Venezuela a un clamor de sus habitantes que conducirá a la manifestación de los hijos de Dios. La corrupción y la violencia no podrán ser soportadas en su opresión. Terremotos sociales, incitados por fuerzas extranjeras pretenderán acabar con el futuro de esta nación.
Está en la autoridad espiritual de los escogidos que el destino sea de bendición y los juicios divinos sean así detenidos. Entonces la tierra vibrará agradecida por su liberación.