Cierto día, un capitán de barco y su rudo jefe de ingenieros
conversaban.
conversaban.
Empezaron a discutir sobre quién era más importante de los
dos para que el barco navegara.
dos para que el barco navegara.
Como la discusión se tornó acalorada, el capitán decidió que
por un día cambiarían de trabajo. El jefe de ingenieros estaría en el puente de
mando y el capitán en la sala de máquinas.
por un día cambiarían de trabajo. El jefe de ingenieros estaría en el puente de
mando y el capitán en la sala de máquinas.
A sólo unas pocas horas de haber iniciado el experimento, el
capitán salió de la sala de máquinas. Venía sudado y sus manos, su cara y su
uniforme estaban llenos de grasa y aceite.
capitán salió de la sala de máquinas. Venía sudado y sus manos, su cara y su
uniforme estaban llenos de grasa y aceite.
_ «Jefe», le dijo, «creo que tiene que venir a la sala de
máquinas. No puedo hacer que los motores anden».
máquinas. No puedo hacer que los motores anden».
_«Por supuesto que no puede»,
le dijo el jefe de ingenieros. «Acabo de encallar el barco».
le dijo el jefe de ingenieros. «Acabo de encallar el barco».
Que tontería en la vida es cuando comenzamos a creer que
somos los únicos y que el mundo depende solo de nosotros. En la vida estamos
rodeados de personas y cada uno tiene un papel vital que desarrollar.
Necesitamos aprender a considerar al otro y saber que cada uno es experto en
algo y cuando nos unimos el barco de la vida puede marchar. Dios nos ha dado
dones y capacidades a cada uno, pero siempre dejemos que Él sea el capitán del
barco.
somos los únicos y que el mundo depende solo de nosotros. En la vida estamos
rodeados de personas y cada uno tiene un papel vital que desarrollar.
Necesitamos aprender a considerar al otro y saber que cada uno es experto en
algo y cuando nos unimos el barco de la vida puede marchar. Dios nos ha dado
dones y capacidades a cada uno, pero siempre dejemos que Él sea el capitán del
barco.
1 Corintios 1:10
«Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer».
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer».
Colosenses 2:2
«Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor,
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el
misterio de Dios el Padre, y de Cristo».
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el
misterio de Dios el Padre, y de Cristo».