Un temporal podría provocar nuevas destrucciones este domingo en la ciudad neozelandesa de Christchurch, tras el terremoto del sábado y unas 30 réplicas que volvieron a amenazar a habitantes y construcciones ya dañadas.
El violento sismo, el más fuerte registrado en este país en los últimos 80 años, causó enormes daños materiales en la madrugada del sábado en Christchurch, cuyas casas «se bamboleaban como si fueran de gelatina», según testigos, pero no causó ninguna víctima mortal.
A pesar de la magnitud de los destrozos, sólo dos personas sufrieron heridas graves en esta ciudad de unos 340.000 habitantes.
Si bien para el ministro de Defensa Civil, «tuvimos muchísima suerte de que no hubiera muertos», expertos consideran que el estricto cumplimiento de las normas de prevención en materia de construcciones, tanto al construirse nuevos edificios como al renovarse los más antiguos, permitió evitar que hubiera numerosas víctimas.
Tras el terremoto, los vientos de hasta 130 kilómetros por hora pronosticados para la noche del domingo y las fuertes lluvias previstas para el lunes, podrían «causar nuevos daños en construcciones ya deterioradas», indicó en la mañana del domingo la seguridad civil.
«La lluvia probablemente provoque inundaciones», puntualizó.
En las últimas 24 horas, unas 30 réplicas tuvieron lugar en Christchurch y su región, incluso una de magnitud 5,4. Estas réplicas se repetirán durante varias semanas, estimó la seguridad civil, para quien la situación seguirá siendo peligrosa para habitantes y construcciones.
Más de 200 personas pasaron la noche en centros especiales y cientos más durmieron en casas de amigos, mientras que el Ejército de Salvación afirmó haber dado de comer a unas mil personas.
El centro de la ciudad permanecía cerrado el domingo y equipos de inspectores recorrían las calles llenas de escombros para evaluar el estado de los edificios y decidir si debían ser evacuados o no.
Las autoridades declararon el estado de emergencia en la ciudad y advirtieron a los habitantes que no se acerquen a los edificios que sufrieron daños por temor a nuevos derrumbes.
Un toque de queda fue decretado de 19H00 a 7H00 locales en la parte más céntrica de Christchurch y el ejército se desplegó para ayudar a la policía en tareas de socorro y tendientes a evitar posibles saqueos.
El movimiento telúrico, que se sintió en la Isla del Sur y la Isla del Norte, fue el más destructor registrado en Nueva Zelanda desde el sismo de 1931 en la Bahía de Hawke, que mató a 256 personas.
Nueva Zelanda se encuentra en el «Cinturón de fuego», en el límite de las placas tectónicas de Australia y el Pacífico, y sufre unos 15.000 temblores anuales. Casi todos los días se produce un movimiento telúrico de una magnitud de 4,0 o superior.