Las Sagradas Escrituras revela que al Eterno Dios le ha placido establecer Pactos con los hombres.
Si consultamos una concordancia bíblica, se verá que la palabra pacto ocurre con frecuencia tanto en los libros de la Antiguo Alianza como en el Nuevo Pacto. Se usa para indicar las relaciones entre el Eterno Dios y el hombre, entre el hombre y hombre, entre nación y nación. Algunos ejemplos los hallamos en los siguientes pasajes: (Gén. 21:31-32; Gén. 26:28;1 Sam. 18:3-4; Oseas 12:1).
Existe un modelo con respecto a los Pactos hallados en la Biblia. Básicamente, tal modelo es como sigue:
- La parte que toma la iniciativa se describe a sí misma y lo que ha hecho.
- Posteriormente viene una lista de obligaciones mutuas entre las partes que intervienen.
- Finalmente, está la sección que trata de las recompensas y castigos relacionados con el cumplimiento o el quebrantamiento del Pacto.
Los pactos son la forma como Dios se comunica con nosotros, nos redime y garantiza la vida eterna en el Mesías.
Naturaleza de los pactos.
Hay ciertos hechos que deben observarse en relación con los pactos en los cuales Dios ha participado.
1. Primero que todo, estos pactos son pactos literales y deben interpretarse literalmente.
2. En segundo lugar estos pactos son eternos. Todos los pactos de Israel son llamados eternos, excepto el pacto Mosaico que se declara temporal, esto es, que continuaría sólo hasta la venida de la simiente prometida (Gál. 3:19, 23-26).
El Pacto Abrahámico se llama «eterno» en Génesis 17:7,13,19; 1 Cró. 16:16-17; Sal. 105:8-11; el Pacto Davídico se llama «eterno» en 2 Sam. 23:5; Isaías 55:3; y Ezeq. 37:25; y el Nuevo Pacto se llama «eterno» en Jer. 32:40; 50:5; y Heb. 13:20. Estos pactos fueron hechos con un pueblo de pactos, Israel. En Romanos 9:4, Pablo declara que la nación de Israel había recibido pactos del Señor. En Efesios 2:11-13, él declara, a la inversa, que los gentiles no han recibido ninguno de tales pactos y por consiguiente no gozan de las relaciones de esos pactos con Dios. Estos dos pasajes nos muestran negativamente que los gentiles no gozaban de las relaciones de esos pactos y, positivamente, que el Eterno Dios había entrado en relaciones de pactos con Israel. Pero en Cristo, los gentiles han llegado a ser participantes del Nuevo Pacto (Pacto Renovado), y por consiguiente; de las bendiciones del mismo.
La palabra Pacto se traduce en los libros de la Antigua Alianza del término hebreo Berit comparable al del vocablo legal moderno de «Contrato»y «Alianza» o bien un compromiso, un acuerdo.
Dicha palabra hebrea para pacto proviene de una raíz que significa «él cortó». Al parecer Berit viene de la costumbre antigua del cercano oriente de cortar o dividir un animal en sacrificio para ratificar un pacto. Era costumbre cortar al animal en dos o tres partes. Una parte se quemaba en honor del dios, y otra parte se consumía en una comida en celebración del pacto. El libro de Génesis (Bereshit), en su capítulo 15, describe un rito de este tipo. También se menciona el mismo rito en el capítulo 24 del libro de Éxodo (Shemot). En este caso se describe con toda claridad el sacrificio y la comida celebratoria. En ciertos tratados celebrados con vasallos en el antiguo Cercano Oriente se establece que el vasallo está obligado a visitar al gran Rey anualmente con el fin de renovar el pacto. Aunque las Escrituras Hebreas no son claras en cuanto a esto, es muy probable que la misma costumbre prevaleciera en Israel. Es posible que los israelitas se juntaran en ocasión de cierta fiesta (de año nuevo) para renovar el pacto.
La práctica de cortar el animal en trozos se menciona en Jeremías 34:18 y 19 en estas palabras: «Haré que los hombres que traspasaron mi alianza y que no han cumplido las palabras del convenio que hicieron en mi presencia, [sean] como el becerro que cortaron en dos partes para pasar en medio de las mitades: A los oficiales de Judá y de Jerusalén, a los funcionarios, a los sacerdotes y a todo el pueblo del país que pasaron entre las partes del becerro».
El Diccionario de Vine dice sobre «Pacto»: El verbo más común es «cortar» [hebreo karat] un pacto, que siempre se traduce como en Gn. 15:18 «YHWH hizo un pacto (una alianza) con Abraham». Este uso parece derivarse de la ceremonia descrita en Gn. 15:9-17 (cf. Jer. 34:18), en la que YHWH se aparece como «una antorcha de fuego que pasaba por entre las mitades» (Gn. 15:17). Todos estos verbos aclaran que en todos los casos la iniciativa es de YHWH; Él es quien establece y cumple los pactos. «Pacto/alianza» es un término paralelo o equivalente a los vocablos hebreos dabar («palabra»), joq («estatuto»), piqqud («preceptos», Sal. 103:18 lba), edah («testimonios» Sal. 25:10), torah («ley» Sal. 78:10) y jesed («misericordia» Dt. 7:9). Estos términos enfatizan la autoridad y la gracia de YHWH en establecer y cumplir con el «pacto», a la vez que señalan la responsabilidad humana bajo el.
Clasificación de los Pactos.
Los Pactos de Dios contenidos en la Biblia se clasifican en dos clases: aquellos que son condicionales y los que son incondicionales.
Un Pacto Condicional es uno en el cual la acción de Dios es en respuesta a alguna acción de parte de aquellos a quienes va dirigido el Pacto, lo cual garantiza que Dios hará su parte con absoluta certeza cuando se satisfacen los requisitos humanos. Pero si el hombre fracasa, Dios no está obligado a cumplir con su parte del Pacto.
Un Pacto Incondicional, mientras que no puede incluir ciertas contingencias humanas, es una declaración de cierto propósito del Eterno Dios, y las promesas de un Pacto Incondicional serán ciertamente cumplidas en el tiempo y a la manera de Dios. Un Pacto Incondicional se distingue de uno condicional por el hecho de que su cumplimiento esencial es prometido por Dios y depende del poder y la soberanía del propio Dios.
Desde todo esto podemos estar seguros y convencidos de que todo lo que el Eterno Dios se ha comprometido a hacer por medio de dichos Pactos, Él lo hará con toda la perfección de su infinito Ser.
En todos los casos Yahvéh toma la iniciativa: no se trata de un acuerdo entre partes iguales; el Eterno establece los términos. Los da a conocer y sólo Él garantiza su cumplimiento. Los seres humanos disfrutan de las bendiciones del Pacto en tanto obedezcan y cumplan los mandatos del Eterno Dios.
«Tú, que eres bueno y bienhechor, enséñame tus preceptos»
(Salmo 119:173)