treintena de narcotraficantes se dieron cita en un rancho ubicado al sur
de la capital del país. Ahí estuvo presente «El Compayito», el recién
capturado líder de «La Mano con Ojos», así como otros huérfanos del
cártel de «Los Beltrán Leyva»: poderosos capos en ascenso que acordaron
la disputa por la plaza del Distrito Federal.
de la Ciudad de México, tuvo lugar un particular cónclave de narcos. Ahí acudió
gente del crimen organizado, entre los que se contó a sicarios, escoltas y
distribuidores de cocaína, así como presuntos policías federales.
Aconteció a principios de octubre de 2010. Esa madrugada los aprendices de capo
acordaron una estrategia de lucha por la plaza del Distrito Federal para la
distribución de estupefacientes.
La reunión la encabezó el recién capturado Óscar García Montoya, alias “El
Compayito”, líder de la organización “La Mano con Ojos” y gente de Eznel Cortés
Jiménez, “El Teniente”, Mario Pineda Villa, “El MP”, y Alberto Pineda Villa,
“El Borrado”, los huérfanos del otrora poderoso cártel de “Los Beltrán Leyva”.
Armados hasta los dientes su blindaje incluyó la protección de presuntos
elementos de la Policía Federal quienes llegaron hasta el rancho en El Ajusco
en camionetas tipo Pick up que portaban el escudo de tal corporación policial.
El relato sobre lo ocurrido en dicha reunión corresponde a Raúl Franco
Hernández, otro de los aprendices de capo que estuvo presente.
El pasado 26 de julio el delincuente detalló a la Policía de Investigación de
la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) los nombres y
rostros de los hombres que trafican cocaína y marihuana en la Ciudad de México.
Los responsables de la ola de ejecuciones que vienen teniendo lugar tanto en la
capital del país como en el Estado de México.
El martes 5 de octubre de 2010 –narró Franco Hernández– cada asistente a la
asamblea al sur de la Ciudad de México mostró sus cartas. Dijo de qué estaba
hecho y cuánta violencia podía generar.
Las tarjetas de presentación de todos los sicarios congregados iban desde ser
escoltas de Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”; o ahijados de Mario Pineda
Villa, “El MP”, hasta ser operadores de Édgar Valdez Villareal, “La Barbie”,
así como de Gerardo Álvarez, “El Indio”.
Esa madrugada la carretera Picacho-Ajusco se pobló de “halcones”: los
comisionados para dar aviso de cualquier presencia sospechosa, de enemigos o
autoridades que pudieran poner en riesgo la integridad de los “jefes” ahí
reunidos.
Reporte Índigo DF te presenta el testimonio de un hombre que un mes antes de la
detención del líder de “La Mano con Ojos”, dio información fundamental a la
Procuraduría de Justicia capitalina sobre los hombres cercanos a “El Compayito”
y sus áreas de operación. Tanto en El Ajusco, como en Tlalpan y la delegación
Magdalena Contreras.
‘La Nueva Administración’
A partir del relato de Raúl Franco Hernández, la PGJDF supo que “La Mano con
Ojos” la conformaba un grupo de delincuentes que tras la muerte de Arturo
Beltrán Leyva, “El Barbas”, se asentaron en las delegaciones Tlalpan y
Magdalena Contreras de la Ciudad de México donde comenzaron a consolidar “La
Nueva Administración”.
En su declaración del 26 de julio de 2011, Franco Hernández, alias “El Rulas”,
detalló ante la Procuraduría de justicia capitalina que la treintena de
criminales convocados a un rancho en El Ajusco planearon y ejecutaron el mismo
día la multiejecución de la familia apodada “Los Oaxacos”.
Lo hicieron para dar un escarmiento a los distribuidores que no estaban
dispuestos a subordinarse a la naciente organización delictiva apadrinada por
presuntos policías federales.
“Todos se reunieron en un rancho del Ajusco, propiedad de Eznel Cortés, “El
Teniente”, llegaron aproximadamente treinta personas… había carros de la
Policía Federal, me percaté de esto porque iban rotulados… como tenía hambre
fui al pueblo a comprar comida y cuando regresé ya habían efectuado el
quintuple homicidio de la familia Sánchez Pérez”.
No era la primera ejecución ordenada por cuestiones vinculadas al narcotráfico;
pero sí la primera de tipo masivo que tenía lugar en el Distrito Federal.
La noche y madrugada del 5 de octubre de 2010, tras la masacre perpretada
contra “Los Oaxacos”, recordó el declarante, “había mucho desmadre”.
“Todavía estaban los carros de los policías federales de ‘muro’, esto es, cuidando
el acceso de algunos vehículos así como al patrón, que es el sujeto apodado ‘El
Compayito’, de entre 40 a 45 años, moreno claro, de entre 1.68 a 1.70 metros”.
Y agregó: “Ya no me pude acercar a la casa porque ya estaba lleno de
camionetas, se escuchaban balazos y después me percaté que se fueron, yo agarré
para arriba, rumbo a Cuernavaca, y me fui para mi casa”.
Al cuestionarlo respecto al hombre que llamaban “patrón”, mismo que presidió la
reunión en un rancho de El Ajusco, Raúl Franco Hernández aseguró que sabía que
“El Compayito” había trabajado para el Cártel de los Beltrán Leyva.
‘El Teniente’ de ‘La Barbie’
Raúl Franco Hernández proporcionó datos precisos de algunos de los principales
líderes que asistieron a la reunión del Ajusco.
Según el declarante de la PGJDF, a partir del año 2009 llegó al Pedregal de San
Nicolás y a una zona de la delegación Tlalpan, Eznel Cortés, “El Teniente”. Fue
descrito como un hombre de complexión robusta, cabello corto, bigote y barba
que emprendió en grande el negocio de las drogas y el secuestro al sur de la
capital mexicana.
“Secuestraba gente, tanto narcomenudista como inocente, a quien para poderla
liberar le tenían que pagar una multa. “El Teniente” venía trabajando para
Édgar Valdez Villareal “La Barbie” en la venta de la droga”, quedó asentado en
el expediente judicial.
Cortés había pertenecido a la extinta Policía Federal Preventiva (PFP): Ingresó
a ésta en 2001 y salió de la misma en 2008. Luego trabajó para “La
«Barbie» –quien se empoderó tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva,
ocurrida en diciembre de 2009, en Cuernavaca, Morelos– el peligroso capo que
presuntamente fue detenido por la Secretaría de Seguridad Pública federal a
mediados de 2010.
No fue sino hasta junio de 2010 que “El Teniente” fue capturado por la Policía
Federal. Se le señaló como el máximo distribuidor de droga en el sur de la
Ciudad de México y uno de los capos más buscados por la policía mexicana. Por
su cabeza las autoridades estadounidenses ofrecían una recompensa de hasta 2 millones
de dólares.
Eznel Cortés fue vinculada con el narcotraficante Gerardo Álvarez, «El
Indio», detenido el 21 de abril pasado, en Huixquilucan, Estado de México.
“El Indio” era quien le proporcionaba cocaína para su distribución al menudeo
en el sur de la Ciudad de México.
Cae ‘El Compayito’
La captura de Óscar García Montoya, “El Compayito”, ocurrida la madruga del 11
de agosto pasado, confirmó mucho de lo relatado por el declarante de la PGJDF.
El líder de “La Mano con Ojos” fue capturado de manera sorpresiva en una
vivienda de la delegación Tlalpan. La detención pesa a haber ocurrido en la
capital no estuvo a cargo de elementos de la Policía de Investigación del DF
sino del presunto grupo G-60 de la Procuraduría General de Justicia del Estado de
México (PGJEM).
En torno a la versión oficial sobre la captura de “El Compayito” prevalece una
interrogante: ¿fueron realmente agentes del Estado de México quienes lo
atraparaon o intervino la Policía Federal?
Esta duda resulta razonable al tomar en cuenta los datos que proporcionó el
poeta Efraín Bartolomé quien en tu texto de su propia autoría narró la forma en
que la policía habría allanado erróneamente su casa dicha madrugada en busca
del sicario.
En el escrito de Bartolomé se narra que observó a elementos que portaban
uniformes con las iniciales PFP (Policía Federal Preventiva, precursora de la
actual Policía Federal).
El poeta lo narró así:
“Justo aquí estos hombres de negro, con pasamontañas, con guantes, con rifles
de asalto, con chalecos o chamaras que tienen inscritas las siglas blancas PFP,
nos apuntan con sus armas a la cabeza.»
En su crónica titulada “¿De verdad estamos solos?”, Efraín Bartolomé cuestionó:
“¿Sabe el presidente Calderón esto que pasa en las casas de la ciudad? ¿Lo sabe
Marcelo Ebrard? ¿Lo sabe el procurador Mancera? ¿Ordenan Marisela Morales o
Genaro García Luna estos operativos? ¿Sabrán quién fue el encargado de este
acto en contra de inocentes?”
Desde la cuenta de twitter del presidente Felipe Calderón se aclaró que los hechos
en los que fue detenido Óscar Osvaldo García Montoya, presunto líder de “La
Mano con Ojos”, no contaron con la participación de las fuerzas federales.
Mediante un comunicado la SSPF se negó que elementos federales hayan formado
parte de ese irregular operativo “mexiquense”.
Las siglas que vio el poeta en los uniformados que allanaron su hogar referían
que ¿efectivamente eran policías del Estado de México o se trataba de policías
federales? ¿Quiéne eran esos elementos con uniformes de la extinta PFP?
Lo cierto es que el procurador del Estado de México, Alfredo Castillo
Cervantes, fue quien salió a ofrecer disculpas personales tanto al poeta como a
su esposa por la situación a la que fueron sometidos. Nada dijo en torno a los
elementos que, claramente, no portaban uniformes de la policía judicial
mexiquense.
El funcionario estatal declaró que el líder de “La Manos con Ojos” se había
desempeñado como guardaespaldas y jefe de sicarios de Édgar Váldez Villarreal,
“La Barbie”; de Gerardo Álvarez Vázquez, “El Indio”y de Arturo Beltrán Leyva,
“El Barbas”, principales líderes de organizaciones delictivas que operan en la
zona centro y norte del país.
Reaparece ‘La Mano con Ojos’
A la captura de Óscar García Montoya, “El Compayito”, sobrevive uno de sus más
sanguinarios lugartenientes. Su nombre es Juan Rodríguez Rodriguez, alias “El
Casas” o “El Juanjo”, quien era el encargado de las ejecuciones de todos
aquellos que no pagaban las deudas de la organización. Su nombre, su alias,
domicilio y señas particulares lo proporcionó el mismo declarante a la PGJDF.
De acuerdo con fuentes policiacas de la Procuraduría de justicia capitalina,
este hombre es quien presumiblemente llevó a cabo la ejecución de Israel Medina
Ruiz, un hombre que fue decapitado y abandonado el pasado viernes 26 de agosto
en la avenida Vasco de Quiroga, en Santa Fe, zona poniente de la capital.
Junto al cadáver se encontró un mensaje en una cartulina:
“Me llamo Israel Medina Ruiz, esto me pasó por meterme en el terreno de La Mano
con Ojos y pensé que la plaza no estaba cuidada y esto les va a pasar a todos
los chapulines, violadores, secuestrados y extorsionistas para que sepa que la
plaza sigue cuidada, eso les va a pasar a todos lo que se metan en mi plaza.
Atte. La Mano con ojos”.
Este hallazgo tuvo lugar quince días después de la captura de “El Compayito”.
El hecho desconcertó a las autoridades capitalinas pues el mensaje en la
cartulina fue atribuido a la organización que se consideraba desmantelada tras
la detención de su líder.
Juan Rodríguez Rodríguez, “El Casas”, vive y opera en la delegación Magdalena
Contreras del Distirito Federal. Se le ubica como el autor de diversas muertes
atribuidas a “La Mano con Ojos”.
No es un delincuente menor. A decir del declarante Franco Hernández, “El Casas”
trabajó para Mario Pineda Villa, “El MP”, y para el hermano de éste, Alberto
Pineda Villa, “El Borrado”.
Los hermanos Villa, presuntos operadores del cártel de los Beltrán Leyva,
fueron asesinados en 2009 en Cuernavaca, Morelos. Por sus cabezas la
Procuraduría General de la República (PGR) ofreció, en su momento, una
recompensa de 30 millones de pesos a quien diera información que llevara a su
captura.
De estas filas proviene Juan Rodríguez Rodríguaz. Ello de acuerdo con el
testimonio proporcionado a la PGJDF, dependencia que obtuvo detalles puntuales
sobre los integrantes de “La Mano con Ojos” en la capital y quien habría
servido de soplón para dicha organización.
¿Y los federales ‘apá’?
El testimonio de Raúl Franco Hernández, alias “El Rulas”, abre muchos frentes
de investigación que apuntan a la forma en que se vinculan el negocio de las
drogas y el secuestro en la capital.
Pero sobre todo, aborda un tema mucho más delicado al que, al parecer, ninguna
autoridad quiere entrarle: el hecho de que el tráfico de drogas en el DF
estaría presuntamente protegido por policías federales.
Los federales salen a relucir en más de una investigación de la Procuraduría de
Justicia capitalina. Quedan muy mal parados.
En la edición 71 de Reporte Indigo DF, “Los padrinos de la droga”, Gabriel
López Aguilar, alias “El ET”, un delincuente detenido por esta dependencia
local, refirió a la Policía de Investigación que el negocio de la venta de
drogas y el secuestro presuntamente es protegido por policías federales de la
Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo (UMAN) de la delegación Álvaro
Obregón, dependiente de la PGR.
Así, los supuestos policías federales y el grupo criminal “La Mano con Ojos”
estarían al frente del tráfico de drogas en la zona sur de la capital mexicana.
También ambos se vincularían con la masacre de la familia apodada “Los
Oaxacos”, que tuvo lugar en la delegación Tlalpan en octubre del año pasado.
Además, en la edición 42, “El reparto del territorio”, dimos cuenta del
testimonio de un sobreviviente de la matanza de la familia de “Los Oaxacos” en
donde se refiere la participación de uniformados federales:
“Eran más de 15 sujetos armados, algunos tenían el rostro cubierto con máscaras
de luchador y otros con pasamontañas. Traían puestos uniformes de la Policía
Federal Preventiva y al mismo tiempo que golpeaban con fuerza el zaguán
gritaban: “¡Chingaron a su madre, es la federal!”.
El gobierno del Distrito Federal tiene claro que en la zona sur de la Ciudad de
México hay una intensa actividad del crimen organizado y que, a partir de las
declaraciones ministeriales de distintos testigos, queda de relieve que algunos
elementos de las fuerzas federales estarían protegiendo a grupos de
narcotraficantes.
Por no enfrentar lo hechos y evitar roces incómodos con las autoridades
federales, muchos se cuestionan ¿hasta cuándo la autoridad seguirá fingiendo
demencia?
Otra pregunta en el aire es ¿por qué no hizo nada el procurador Miguel Ángel
Mancera? Con antelación la dependencia que encabeza tuvo en sus manos
información puntual sobre “La Mano con Ojos”. Pero no fue sino la Procuraduría
General de Justicia del Estado de México (PGJEM) la que incursionó hasta el
Distrito Federal y le arrebató a “El Compayito”.
¿Tendrá que seguir interviniendo el gobierno de Enrique Peña Nieto en
territorio de Marcelo Ebrard para colgarse las medallas sobre los narcos que no
obstante sus presuntas capturas sus organizaciones criminales no terminan por
desaparecer?
La reunión del Ajusco apunta hacia muchas direcciones. Hay mucho que investigar
aún. Luego de obtener información nodal hay que ir más lejos. Hasta esos
presuntos funcionarios federales que estarían dando protección a la delicuencia
organizada en la capital. ¿Qué espera la autoridad local?
Por Icela Lagunas (Reporte Índigo)