¡Que maravilloso es conocer los mensajes revelados en los códigos bíblicos! ¡Que bueno es ser guiados por el Consolador enviado a nuestras vidas: el Santo Espíritu de Yahvéh! Él es el mismo que inspiró a aquellos. Por lo tanto, solamente Él es quien puede guiarnos a toda verdad.
Fundamentados en estas certezas entendemos que el Eterno creó la Tierra para que fuera el hogar perfecto de la humanidad. Su Palabra asegura: “Los cielos le pertenecen al Señor, pero a la humanidad le ha dado la tierra” (Salmo 115:16 – NBD). Desde pasajes semejantes, toda la Escritura revela cuál es el propósito que Yahvéh tuvo para este planeta y que queda bien sintetizado en este oráculo de Isaías:
“El creador del cielo, el que es Dios y Señor, el que hizo la tierra y la formó, el que la afirmó, el que la creó, no para que estuviera vacía sino para que tuviera habitantes, dice: «Yo soy el Señor, y no hay otro.”
(Isaías 45:18)
Por lo tanto, ante tanta ignorancia, apoyada en las teorías conspirativas, que aseguran que mañana, 30 de setiembre, posiblemente se acabe nuestro planeta, debemos levantar nuestros ánimos y continuar esperando la Venida de nuestro Mesías que ocurrirá en el tiempo y forma del Padre Eterno. Entendiendo además que él regresa para acabar con un sistema de cosas que esclaviza a la humanidad y no con este hermosísimo habitáculo sideral que habitamos como hogar de propósito celestial.
Para aquellos que aún no entienden lo que estoy exponiendo, porque todavía no se han enterado, les informo que mañana viernes, desde el hemisferio occidental se podrá ver un extraño fenómeno astronómico conocido como “Luna negra”. Lo que sucede ante esto es que muchos obsesivos con la destrucción final planetaria lo asocian con el apocalipsis para nuestro planeta.
De acuerdo con los astrónomos, la espectacular luna negra se produce cuando la parte iluminada de la Luna se ve atrapada en la sombra de la Tierra, lo que hace prácticamente imposible verla. Los científicos han explicado que el fenómeno de la ‘Luna negra‘ es un evento que ocurre cada 32 meses aproximadamente, generado por el hecho de que el ciclo lunar de 29,5 días no coincide con los meses del calendario gregoriano. Por esta razón, cada cierto tiempo se pueden observar dos lunas nuevas en un solo mes, y esa segunda aparición ha recibido el nombre de ‘Luna negra‘. Lo curioso es que el fenómeno de mañana ha tomado un significado especial para los amantes de teorías conspirativas debido a otra actividad celestial que ocurrió dentro de este mes.
Resulta interesante señalar que el primer día de septiembre trajo consigo el eclipse solar ‘anillo de fuego‘, también conocido como eclipse anular del sol, donde la Luna se alinea con la Tierra y el Sol por encima de África, haciendo que parezca como si el sol se hubiera oscurecido. Este fenómeno, por su parte, junto con la luna negra, hace que muchos hoy lo asocien con lo peor.
Así, los distintos teóricos de la conspiración, llenaron sus muros de Facebook con frases como esta: «Esas señales nos hacen saber que Jesús viene pronto. Nos aproximamos al final de nuestro mundo y el fin de la vida en la Tierra para todos los seres humanos. Todos los días, tenemos que acercarnos más a nuestro Salvador Jesucristo. Porque nadie puede escapar de lo que le espera a la Tierra«.
Este tipo de mensajes «intérpretes» de las dos señales han movilizados a incontables creyentes obsesivos por lo escatológico a descontextulizar pasajes de la Biblia para poder fundamentar estas interpretaciones con las Sagradas Escrituras. Lo más fuerte es que han tomado las profecías dadas por el mismo Mesías Yeshúa refiriéndose a su parusía para demostrar esta proclamación apocalíptica conspirativa.
Un ejemplo de estas exageraciones interpretativas lo encontramos en el sitio web ‘Signs Of The End Times‘ (Los signos del final de los tiempos), que cita al libro de Mateo en el capítulo 24, verso 29, y al evangelio de Lucas (21:25-26) aduciendo que estas son las evidencias proféticas de lo que mañana ocurrirá.
Los invito pues a considerar dichos pasajes dentro del contexto citado por nuestro Dueño y Maestro.
«Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, EL SOL SE OSCURECERÁ, LA LUNA NO DARÁ SU LUZ, LAS ESTRELLAS CAERÁN del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas».
(Mateo 24: 29)
«Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas.
En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar.
Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos«.
(Lucas 21: 25-26)
Lo primero que vamos a considerar es que la única manera de entender la profecía bíblica, es abandonando lo dogmático y dejando de ser tan exageradamente fantasioso en lo referente a la escatología mesiánica. Luego, se debe aceptar que el lenguaje profético de la Biblia está perfectamente entrelazado, y que no hay razón suficiente para pensar que el significado que le dieron sus primeros destinatarios deba ser diferente al que nosotros queremos darle hoy, eso es simplemente inaudito. Pero, como es obvio que la tradición es mucho más fuerte que la Palabra misma de Dios, seguramente a algunos de ustedes les será muy difícil aceptar que hemos estado equivocados con respecto a la interpretación del mensaje escatológico de la Biblia, a no ser que tengamos la voluntad y valentía suficiente para despojarnos de esa teología futurista tan dañina que hemos heredado.
Necesitamos comprender que la manera tan espectacular como los evangelios sinópticos describen los sucesos inmediatos a la tribulación de aquellos días, llama la atención: “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”. Aun cuando existen documentos históricos que narran ciertos fenómenos espectaculares vistos en el cielo alrededor del año 70 d. C., lo más “razonable” podría ser que este tipo de descripción pictórica, obedezca sencillamente a la forma peculiar del idioma bíblico de querer expresar la grandeza de un acontecimiento por medio de figuras hiperbólicas: “las estrellas caerán del cielo”.
Marcos (13:24, 25) y el médico Lucas (21:25, 26) describen, de un modo muy similar, los sucesos descritos por Mateo, y remarcan lo mismo: estos fenómenos tienen lugar inmediatamente después de la tribulación de aquellos días. Ahora bien, si por “tribulación de aquellos días” ellos se estaban refiriendo a los indescriptibles estragos provocados por la desolación de la ciudad de Jerusalén en el año 70, entonces estamos estableciendo en la correcta interpretación que los eventos narrados a partir del verso 29 de Mateo, y confirmados por Marcos (cap. 13 y Lucas cap. 21), tuvieron su cumplimiento inmediatamente después de dicho desastre.
Por lo tanto, mientras que los religiosos más fervientes del fanatismo conspirativo están rezando con ahínco a fin de estar preparados para esta hecatombe apocalíptica, nuestras mentes y corazones reposan tranquilas en la fe de que mañana no será el fin del mundo.