Autor: Pastor Moisés Franco
“Moshé convocó a toda la comunidad israelita…”
(Éxodo/Shemot 35:1)
Lo que el Espíritu Santo me mostró en esta primera ascensión de la porción Vayakhel es muy simple, pero a su vez es poderosísimo si lo creemos y aplicamos en nuestras vidas.
Algunas porciones atrás vimos en Terumá los materiales necesarios para la edificación del Mishkán, en las porciones posteriores se hacen descripciones adicionales en cuanto a ubicación, funciones sacerdotales y demás.
En esta porción el Eterno le habla a Moshé y le menciona nuevamente los materiales a utilizar, pero además le pide que le diga a los israelitas:
“Y todo sabio de corazón de entre vosotros, vendrá y hará todas las cosas que el SEÑOR ha mandado”
(Shemot 35:10|JBS).
El primer mensaje para considerar aquí es que para el Eterno no existen llaneros solitarios de la fe. Él habita en medio de su pueblo y hace habitar a sus hijos en Pueblo, en Comunidad.
¿Por qué? La razón es el segundo punto: porque es en la comunidad donde se reúnen los talentos y capacidades de cada individuo para lograr cumplir con la voluntad del Eterno.
Dicho de otra manera: todo lo que necesitas para cumplir el propósito del Señor en tu vida ya te fue dado en las personas que Él ha puesto a tu alrededor.
El punto está en saber reconocerlo. Esto está muy bien plasmado en el libro “La ley del reconocimiento” de Mike Murdok.
Cuando lo pensamos así entendemos por qué debemos amar a nuestro prójimo, porque detrás de cada persona (sea creyente o no) hay contactos, recursos, talentos, ideas, conocimientos, etc. que el Eterno pone para el cumplimiento de su intención para nuestras vidas.
Tal vez la puerta laboral por la que tanto has estado orando estaba en la persona que se sentó a tu lado en el bus y que en lugar de predicarle decidiste hundirte en la pantalla de tu teléfono.
¡Todo lo que necesitamos ya nos ha sido dado!
Si lo creemos entonces no hay carencia ni pobreza.
Pero, ¿por qué no lo vemos materializado aún?
Muy simple: por falta de sabiduría y discernimiento. Por distracción en lugar de apertura para escuchar la voz del Espíritu Santo (algo que Murdok destaca al inicio de su libro).
“Hijo mío, si recibes mis palabras
y en tu mente guardas mis mandamientos,
2 si tu oído está atento a la sabiduría
e inclinas tu corazón a la prudencia,
3 si pides la ayuda de la inteligencia
y llamas a gritos a la prudencia,
4 si la buscas como a la plata,
y la rebuscas como a un tesoro,
5 entonces sabrás lo que es temer al Señor,
y hallarás el conocimiento de Dios”.
(Prov. 2:1-5| RVC)
“Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
(Mt. 6:33|RVC)
Tal vez todas las cosas que necesitamos (no las que caprichosamente deseamos) ya nos han sido añadidas en las personas a nuestro alrededor, pero no nos demos dado cuenta por distracción.
Te pido que ores conmigo:
“Abba, quiero darte gracias porque en Yeshúa tu Ungido ya nos has dado todas las cosas. Gracias por cada vida que has puesto en mis conexiones, porque son regalos de tu amor. Te pido perdón por mi distracción y ceguera. Te pido también, te clamo, por tu sabiduría y porque abras mis ojos y oídos espirituales para escuchar la voz de tu Espíritu, a fin de poder reconocer lo que has puesto en cada persona y saber cómo conducirlo a tu propósito. En Yeshúa el Mesías, amén”.