Desde un nivel superficial, leer el horóscopo parece ser algo que se puede hacer por diversión y para reírse un rato, para ver qué tienen que decir las “estrellas” sobre tu día. Abres un periódico local y encuentras el horóscopo diario colocado junto a los cómics o los crucigramas. Si no lees el periódico en papel, lo puedes encontrar en la sección de “entretenimiento” de muchos sitios web.
Sin embargo, la Iglesia no cree que la astrología sea todo “risas y juegos”. De hecho, la Iglesia considera firmemente que hay algo mucho más siniestro en ello que puede invitar a una presencia maligna a la vida de una persona.
La astrología es una práctica antigua que ahonda sus raíces antes del nacimiento de Cristo en varias religiones paganas y que tiene como objetivo primario la predicción del futuro basada en el movimiento de los cuerpos celestes. Esto coloca a la astrología en la categoría de “adivinación” y viene con la esperanza subyacente de que si una persona puede conocer cómo transcurrirá un día en particular, entonces posee cierto tipo de “poder” sobre el tiempo. Aquí es donde la lectura del horóscopo cae directamente en el plan del diablo.
Solamente Dios conoce el futuro, mientras que Satán y sus subalternos no. No obstante, dado que son espíritus que tienen un intelecto increíble, pueden observar lo que sucede en la tierra y ofrecer a los individuos una predicción de lo que podría suceder. Es algo más evidente en la “lectura de la mano” o con los “médiums”, cuando se busca activamente la ayuda de un espíritu (un demonio) para predecir lo que ocurrirá en la vida de una persona.
La Iglesia siempre se ha opuesto firmemente a la práctica de la astrología y la lectura de los horóscopos, según establece el Catecismo de la Iglesia Católica: “Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘médiums’ encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”. (CIC 2116).
Hace varios años, el obispo Donald W. Montrose, obispo por entonces de Stockton, California, escribió una carta pastoral condenando vehementemente la lectura del horóscopo:
Por más que millones de personas sigan el horóscopo con mayor o menor interés, no deja de tratarse de un tipo de adivinación. Por más que se alegue no creer en horóscopos y leer el propio solo por diversión, esa práctica debe ser abandonada. El horóscopo diario puede fácilmente influenciarnos de vez en cuando. Es una forma de abrirnos al ocultismo.
Los exorcistas también avalan la influencia demoniaca del horóscopo, ya que algunas personas que fueron poseídas o cayeron bajo la influencia de un demonio a menudo empezaron con la lectura del horóscopo.
El papa Francisco dijo en una homilía el año pasado: “El cristiano no tiene horóscopo para ver el futuro; no va al nigromante que tiene la bola de cristal, ni quiere que le lean la mano (…). Nosotros somos hombres y mujeres que caminamos hacia una promesa, hacia un encuentro, hacia algo – una tierra, dice a Abraham – que debemos recibir en herencia”. Dios está a nuestro lado y quiere guiarnos hasta la Tierra Prometida. Simplemente hemos de permitírselo hacerlo y confiar en Sus modos.