Como parte de una campaña para concientizar sobre el racismo, en la República Dominicana se realizó un estudio con niños, en el que se evidenció que los menores desarrollan los mismos prejuicios raciales que les transmite la sociedad.
En el estudio, realizado por el programa de televisión dominicano ‘Con el Consumidor’, participaron varios niños de entre 4 y 13 años, a quienes les dieron a elegir entre un muñeco de color blanco y otro de color negro.
La mayoría de los pequeños asociaron características negativas como la maldad, fealdad, pobreza y delincuencia con el de color negro, a pesar de que muchos ni siquiera pudieron argumentar el porqué de su preferencia.
Las preguntas empleadas en este video, «realizado con el consentimiento de sus padres dentro de un ambiente sin presiones, libre y de total confianza«, revelaron que muchos niños prefieren el muñeco blanco, debido a que el negro, de acuerdo con sus respuestas, generaba temor y desconfianza por su color.
Sin embargo, «los blancos quieren tratar mal a las personas por su color, o sea son racistas«, dijo una de las menores señalando al muñeco blanco al ser preguntada sobre cuál de ellos era malo.
Los organizadores indicaron que para esta investigación se tomó como referencia otro estudio similar realizado en México en 2011, donde también se demostró que el racismo es el reflejo de una sociedad, ya que se transmite y reproduce culturalmente.
«Los niños encuestados no deben verse como casos aislados, ni tampoco juzgados, ya que solo son un reflejo de lo que vivimos como sociedad. Solicitamos respeto a su sinceridad«, destacaron.
Asimismo, señalaron que al igual que en México, en la República Dominicana «no pudimos encontrar un muñeco de color negro, por lo que tuvimos que pintar uno blanco«, e hicieron un llamado para construir una cultura de igualdad y respeto.
Los invito a ver el experimento que se realizó con niños de México y puedan notar cómo la iniquidad que comenzó con Caín y su generación ha prevalecido en las generaciones por milenios.
El enlace es: Los protocolos de Caín en la mente de nuestros niños