El culto a la Santa Muerte, o Nuestra Señora Santa Muerte, como prefieren sus devotos, se considera ahora la secta de más rápido crecimiento en el mundo. Los eruditos creen que ya reúnen entre 10 y 12 millones de seguidores; seis millones sólo en México.
Andrew Chesnut, profesor en la Universidad Commonwealth de Virginia e investigador de la religión en el continente americano, explica que a pesar de seguir una antigua tradición, este movimiento religioso tiene oficialmente sólo 12 años.
Chesnut acaba de publicar el libro “Devoted to Death” («Consagrado a la Muerte» –en traducción libre–), uno de los primeros trabajos académicos sobre la adoración de esta secta.
Antes de 2001, el culto a la Santa Muerte era algo clandestino. Sus devotos construían santuarios personales ocultos en sus casas. Cuando Enriqueta Romero abrió el primer santuario público a la Santa Muerte en el barrio de Tepito en la Ciudad de México, se inició una rápida expansión de los nuevos templos para la Santa Muerte en México, América Central, y varias ciudades de Estados Unidos con grandes comunidades latinas.
Existen registros de que la secta ha llegado a Japón, Australia y Filipinas. “No hay otro nuevo movimiento religioso que pueda competir con la velocidad de ese crecimiento”, dice Chesnut. Lo más curioso es que el crecimiento es espontáneo. A diferencia de la mayoría de los demás cultos, no existe un sistema organizado, ni los líderes mundiales carismáticos. Poco a poco ha ganado visibilidad en la cultura pop, como parte de la secuencia del programa de televisión Breaking Bad – Corrompiéndose o Volviéndose malo- o el personaje en la película de animación infantil “El Libro de la Vida”.
El origen de la Santa Muerte no es totalmente claro. Lo más probable es una combinación de creencias del catolicismo español con la deidad azteca Mictecacihuatl, la reina del inframundo. La figura sombría no deja ninguna duda de que es la muerte, pero nadie sabe exactamente cuándo comenzó a ser llamada “Nuestra Señora”. Ella tiene diferentes representaciones, siempre con la cara y las manos de un esqueleto, siendo el ser más común que aparece vestida de novia.
Para los devotos, la Santa Muerte tiene un claro papel sincrético: además de ser una santa devoción como las otras también hace el trabajo espiritual. Steven Bragg, devoto desde 2010, lidera una iglesia de la Santa Muerte en Nueva Orleans dice que uno puede rezarle a ella y pedirle orientación, al igual que los otros santos católicos. Sin embargo, Bragg, señala que aquellos que quieren la ayuda y el favor de las “fuerzas oscuras”, hay rituales específicos, donde se pueden utilizar velas, regalos de comida o incluso sangre.
Según Chesnut, su aspecto oscuro hace que “la gente se sienta más cómoda pidiéndole favores a ella que probablemente no le pedirían a otros santos católicos”.
Tal vez por eso se convirtió en la santa patrona de los traficantes de drogas y todo tipo de delincuentes. Como personifica a la muerte, para muchos representa la protección, la justicia y un paso seguro de esta vida a la otra vida.
Otro grupo que encontró un terreno fértil en la Santa Muerte es la comunidad LGBT. A menudo rechazados por los grupos religiosos, encontraron apoyo en la figura de la muerte. Bragg dice: “Yo diría que entre sus devotos, el porcentaje de LGBT es un poco más grande”. La razón de esta popularidad entre los grupos más excluidos es que “la muerte llega a todos”, afirma Bragg agregando que “la muerte no discrimina a nadie”.
La Iglesia Católica no la reconoce oficialmente como santa sino lo contrario. En mayo de 2013, el cardenal Ravasi, presidente del Consejo Pontificio del Vaticano para la Cultura condenó el culto a la Santa Muerte, y lo calificó de “blasfemia contra la religión cristiana”.
Los líderes cristianos de todo México han utilizado varias veces el adjetivo “satánico” cuando hablan de esta secta.
A cambio de protección contra la policía, los traficantes ofrecen sacrificios humanos a la Santa Muerte, lo que hace que la situación de la población mexicana sea más vulnerable.
“Hay una plaga de demonios en México porque abrimos la puerta a este tipo de creencia”, se lamenta el sacerdote exorcista Francisco Bautista.
Su explosión en popularidad en México ciertamente siguió el crecimiento de los carteles del narcotráfico mexicano al cual se enfrenta el gobierno desde 2006. La violencia en el país, que llega a casi 80 mil muertes al año, terminó siendo un factor de identificación para la población en general.
Nota: Importante será leer la bitácora en la que proféticamente advertí acerca de esto y llamé a los intercesores proféticos de este continente a estar firmes en la lucha contra esta potestad de tinieblas. Por favor vayan a: La muerte pretende expandirse por Latinoamérica
Gracias por ser la voz profética que nos lleva a no estar distraídos. Bendiciones!!!