La joven que ves en la foto es Brandi Walton, que vivió en el sur de Oklahoma (USA) en un hogar de lesbianas, declara que también ella ha «salido del armario». Su voz -según explica- estuvo cautiva por casi dos décadas y hoy se alza desde el blog “The Lesbians Daughter” (La hija de lesbianas) para testimoniar cómo es la vida para una “descendiente” de lesbianas.
Esta joven representa a muchos otros miembros de toda una generación de niños y niñas criados en las nuevas formas de familia constituidas por dos padres o dos madres del mismo sexo.
El 21 de abril pasado, con una carta titulada “Los niños no están bien”, publicada en The Federalist, Brandi dio nuevo impulso a su activismo, manifestando una verdad que las leyes de muchos países silencian: “Algunos hijos de padres homosexuales -dice Brandi-, al igual que algunas personas homosexuales, no apoyan la paternidad gay o el matrimonio gay. El hombre y la mujer juntos aportan algo que cada niño y niña necesita”.
«Creo que mi mamá tenía derecho a ser feliz y vivir su vida de la mejor forma posible. Y creo que yo tenía también derecho a ser feliz y vivir la vida de la mejor forma posible. Finalmente su decisión fue una auténtica trampa durante 22 años. Alguien iba a salir lastimado de cualquier manera, y da la casualidad de que fui yo…«.
Este 11 de junio, tras la decisión impuesta por la Corte Suprema de Estados Unidos que valida en todo ese país el matrimonio para personas del mismo sexo, Brandi comenta desde su Blog que lo considera como la ola de un “maremoto que hoy está descendiendo hacia la sociedad. La embestida sofocante para imponer la homosexualidad y los estilos de vida alternativos en cada rincón… Desde banderas del orgullo gay en las celebraciones militares a revistas llenas de obscenidades en las tiendas de comestible… Aunque estoy de acuerdo que nadie debe ser tratado mal por su estilo de vida, sobre todo a no sufrir ningún tipo de violencia, ¿es ésta realmente la única manera? ¿No hemos traspasado desde la tolerancia a forzar ahora la aceptación?… ¿Cómo una aceptación forzada podrá cambiar algo?”
LOS NIÑOS “NO ESTÁN BIEN”
Su activismo nació un día del año 2010 cuando vio en la vía pública el anuncio de una nueva película cuyo título era: «The Kids Are Alright» («Los niños están bien»).
Se puso tensa, reconoce, al punto que se le revolvió el estómago pues podía intuir de qué se trataba ese filme. Después de mirar la sinopsis de la película estaba lívida, cuenta en su Blog. “Sentí como si Hollywood estuviera tratando de decirle a la sociedad algo de mí, y de hecho lo hacían, pero decían mentiras. Al menos no ocurría en mi caso. No me sentía «bien» de la forma en que yo crecí… Esta película y su título fueron la chispa que encendió la activista en mí. Supe entonces que en algún momento yo quería hablar acerca de lo que significa crecer en un hogar homosexual, y aquí estoy”. Así comenzó un camino que alcanzó el apogeo con la carta publicada en Abril de este año 2015 donde esta joven se dirige a la comunidad de Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales (LGBT)… que expresaba lo siguiente:
“DEAR LGTB:
Nunca llevé una bandera en sus desfiles del orgullo gay. Nunca escribí una carta en vuestro nombre a un miembro del Congreso o cualquier otra persona, y nunca sentí la necesidad de hacer que la gente acepte el hecho de que soy la hija de una lesbiana. Tal vez porque ella nunca sintió la necesidad de obligar a la gente a aceptarla por serlo… No, nunca me alinearía con una comunidad tan intolerante y egoísta como la comunidad LGBT, una comunidad que exige tolerancia con fervor y pasión, sin embargo, no la da a cambio, incluso en ocasiones a sus propios miembros…
Yo soy un producto de la Revolución Lésbica de los años 80. Mi madre siempre sabía que le gustaban las chicas, pero se esforzó por ser una buena, recta, chica bautista del Sur.
Cuando yo tenía un año de edad, dejó a mi padre por otro hombre, con quien vivimos hasta mis cuatro años de edad… entonces lo dejó por otra mujer”.
Luego, Brandi a su modo narra lo que sufría al compartir con sus amigos que tenían una mamá y un papá: “Pasaba todo el tiempo que me era posible con esos amigos. Yo anhelaba el afecto que mis amigos recibían de sus papás. Quería saber cómo era ser celebrada y acariciada como hija por un padre…
En lo que a mí respecta, yo ya tenía una madre; no necesitaba otra…
Crecer sin la presencia de un hombre en mi casa me dañó. Todo lo que quería desde niña era una familia normal…
Siempre estuve aterrorizada de que alguien descubriera que mi madre era lesbiana…
Sólo recién cuando conocí a mi marido, todo hizo clic. Por primera vez, me sentí viva y completa. Tener hijos y contemplar a un hombre padre… fue hermoso e imponente. Esto sólo reforzó mi creencia de que un niño necesita un padre y una madre, y que la paternidad del mismo sexo o las familias monoparentales son muy inferiores a una sana paternidad heterosexual”.
EL DERECHO Y DEBER DE TENER VOZ.
Es la lógica del amor, dice Brandi, lo que le llevó al activismo. Así como nadie se escandaliza porque los hijos de padres divorciados manifiesten sus heridas, nadie debería calificar de irrespetuoso, egoísta u homofóbico, dice, el testimonio de los niños y niñas que han sufrido siendo criados por parejas del mismo sexo. Así lo argumenta, en otra de sus publicaciones del Blog:
“…Estoy aquí para decir que el hecho de que dos personas se amen no es suficiente. Y a veces, dependiendo de las circunstancias, es perjudicial. Los niños están en una etapa de aprendizaje en sus vidas y cierto «amor» no enseña a los niños todo lo que necesitan saber acerca de cómo navegar en este mundo».
Es interesante que sólo haya dos sexos, masculino y femenino, y que se requieren esos dos sexos para procrear un niño. Por lo tanto ¿no tiene acaso sentido afirmar que los descendientes de esos dos sexos, necesitan que ambos sexos que los procrearon sean parte de la crianza? La gente siente simpatía por los niños que son criados sin padres -ya sea porque tenían papás que de golpe fallecieron o porque uno de los progenitores falleció-, porque es obvio que esos niños perdieron algo importante. Pero cuando se involucra la homosexualidad, no hay simpatía por los niños a quienes se impone el ser huérfano de padre o madre, y eso es trágico. El ataque a la identidad sexual femenina y masculina está en pleno apogeo y, a menos que más personas se levanten para defender los elementos más básicos de nuestra existencia humana, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad humana”, sostiene desde su certera lucha.
Fuente: Protestante Digital
BITÁCORA RELACIONADA: Mujer criada por homosexual pide al Gobierno proteger al verdadero matrimonio