La historia de Estados Unidos cuenta que en las elecciones del 6 de noviembre de 1860 Abraham Lincoln obtuvo el 39,82% de los votos populares (1.865.908 votos) y fue electo presidente, aunque no por mayoría de votos, debido al sistema electoral norteamericano.
Poco después de su elección, el Sur dejó claro que la secesión era inevitable. Eso aumentó enormemente la tensión en toda la nación. Ya como presidente electo, sobrevivió a una tentativa de asesinato en Baltimore, Maryland y el 23 de febrero de 1861 llegó en secreto y disfrazado a Washington.
Para llevar a cabo su programa, el «Sistema estadounidense», necesitaba que se mantuviera la unión. Un país dividido daría al traste con ese esquema. Por eso Lincoln siempre antepuso la unión a cualquier otra consideración, incluida la esclavitud.
Durante su presidencia (1861-1865) firmó la Ley de Emancipación de Esclavos, ciertamente; pero, primero, lo hizo por conveniencia política y estrategia de combate durante la Guerra de Secesión (el Norte estaba al borde de la derrota) y no por razones estrictamente humanitarias; segundo, se trata de una libertad erizada de condiciones y limitaciones, y, tercero, actúa bajo la presión de Wendell Phillips, Thaddeus Stevens, Frederick Douglass y otros liberales, que llevaban años preconizando la igualdad de blancos y negros y promoviendo leyes antiesclavistas. Si buscan próceres de la causa, son estos personajes, no Lincoln. Leamos con atención esta frase de uno de sus discursos y, reflexionando, despertemos de otra ilusión histórica que este sistema inyecta.
«No estoy ni he estado nunca a favor de la igualdad social y política de blancos y negros, ni de otorgar el voto a los negros, ni permitirles ocupar cargos públicos o casarse con blancos«. Esta frase, tomada de un discurso de Lincoln, pinta sus ideas racistas. También son racistas muchas de sus conversaciones privadas (los llamaba ‘niggers‘, término profundamente peyorativo), de sus peroratas públicas («Existe una diferencia física entre las dos razas que prohíbe para siempre que convivan en términos de igualdad«) y de sus actuaciones como gobernante (apoyó las llamadas Leyes Negras, que negaban a los afroamericanos los derechos ciudadanos y castigaba a los esclavos cimarrones).
La propuesta inicial de Lincoln consistía en liberar a los esclavos, pero como parte de un plan que los deportaría al África, «de donde vinieron«, aseguraba él. De este modo, ciertos estados de la Unión Americana se convertirían en un santuario «para los blancos libres del mundo entero«. No lo llegó a poner en práctica porque fue asesinado antes.
Imagen tomada de:http://wallpaperest.com/abraham-lincoln-wallpaper-595849