Presunto Violador en Serie era Pastor de una Iglesia Evangélica.
Amén-Amén! Noticias – San Salvador_ Chirvin Antonio Lee Romero, de 28 años de edad, quien se ha desempeñado como motorista, vendedor ambulante y pastor de la iglesia evangélica Ministerio Cristiano Vino Nuevo, en San Jacinto, El Salvador, fue detenido por ser el principal acusado de haber violado a nueve niñas, de edades entre 8 y 12 años.
Según dijo el investigador del caso, la División de Investigaciones estaba tras la pista del sujeto desde enero de 2009, fecha en que se registró una de las primeras denuncias en su contra por privación de libertad y violación.
El supuesto violador y al mismo tiempo pastor evangélico tiene una cicatriz en el lado derecho del rostro, cerca de la boca y otra en la mano izquierda. Además tiene dos tatuajes, uno en forma de iguana en la espalda y otro en forma de sol alrededor del ombligo; señales que han sido claves en la investigación, ya que las víctimas las describieron en sus declaraciones.
El imputado posee su documento único de identidad número 01946048-7, y al parecer tenía residencia en cuatro lugares distintos: una en la calle Lara, casa 126, del Barrio San Jacinto; otra en len la avenida Barberena, casa 709, siempre en San Jacinto; la tercera en la comunidad Vista Hermosa, casa 4, en Soyapango y la cuarta es donde vive su padre, en La Rábida, pje. Rodríguez, casa 116, San Salvador.
El sujeto fue capturado gracias a una llamada falsa que recibió por parte de los investigadores.
Según el investigador, el sujeto no tiene ningún trastorno psicológico que lo haga evitar enfrentar un juicio, pero sí presenta el perfil de un pedófilo de los evitadotes-desvalorizadores, ya que golpeaba salvajemente a sus víctimas en el abdomen para hacerlas desmayar y evitar resistencia.
Este sujeto también está en la categoría de evitadotes temerosos, el cual se caracteriza por su gran deseo de contacto sexual con adultos, pero al miedo del rechazo de ellos, tiende a centrar su práctica sexual con menores de edad, echos en los que no presenta ningún tipo de empatía, al contrario usaba la fuerza para conseguir sus crímenes.
El modus operandi – El imputado examinaba lugares públicos, entre estos el centro de la capital; supermercados o centros comerciales.
Escogía a sus víctimas, niñas hijas de vendedoras o comerciantes del lugar; con quién permanecían, en qué momentos se quedaban solas o si las mandaban solas a hacer alguna diligencia.
Estudiaba la manera de engañarlas y un día determinado se les acercaba. Las engañaba diciéndoles “tu mamá me manda a traer unas cajas y unas bolsas con ropa”.
Si las víctimas eran vendedoras ambulantes fingía ser un comprador y en otras situaciones les decía que mareros querían matar a su familia, pero que si ella iba, podría aclarar y decir que era un error, informa el investigador.
El sujeto se las llevaba a un lugar; al parecer en todos los casos sedó a las menores con pastillas para desubicarlas del lugar geográfico al que las conducía y disminuir el dolor para que no gritaran al ser violadas.
Luego de cometer sus vejaciones y antes de soltarlas las amenazaba con matar a sus familiares si lo delataban.
No bastando con eso, el infame obligó a dos de sus víctimas a que le realizaran sexo oral, cuando las llevaba en el transporte colectivo, después de que las había violado.
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