El Pontífice hizo esas afirmaciones ante unas 30.000 personas que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, en la que analizó la figura de santo Tomás de Aquino, la relación entre la razón y la fe y la moral.
El Obispo de Roma manifestó, echando mano de Tomás de Aquino, que todos los hombres, creyentes o no creyentes, están llamados a reconocer «las exigencias de la naturaleza humana» expresadas en la ley natural y a inspirarse en ella para formular leyes positivas, las emanadas por las autoridades civiles y políticas para regular la convivencia humana.
«Cuando la ley natural y la responsabilidad que ella implica son negadas se abre dramáticamente el camino al relativismo ético en el plano individual y al totalitarismo del Estado en el plan político», afirmó el Papa teólogo.
Benedicto XVI agregó que es «urgente» para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una «sana democracia» volver a descubrir los valores humanos y morales esenciales «que manan de la verdad misma del ser humano y exprimen y tutelan la dignidad de la persona».
El Papa destacó que se trata de valores «que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado jamás podrán crear, modificar o destruir y que sólo pueden reconocer, respetar y promover».
El Pontífice dijo también, siguiendo a Tomás de Aquino, que la verdad es accesible a la razón humana y que la fe protege la razón de cualquier tentación de desconfianza en su propia capacidad, la estimula a abrirse a horizontes cada vez más vastos, mantiene viva en ella la búsqueda de lo fundamental y cuando se aplica en la relación entre Dios y el hombre «enriquece su trabajo».
El Papa Ratzinger agregó que a través de la razón se puede alcanzar la afirmación de la existencia de Dios y que sólo la fe puede llegar a alcanzar el misterio del amor de Dios Uno y Trino.
A la audiencia asistieron varios centenares de españoles, colombianos, nicaragüenses, costarricenses y mexicanos, a los que, hablando en español, invitó a pedir a Dios por los que cultivan las ciencias sagradas, para que tras la huella de santo Tomás de Aquino, «las estudien con constancia y las enseñen con fidelidad».