Por P.A. David Nesher
En los años que llevo sirviendo al alma de muchos santos, he descubierto que la mayoría de ellos, han evitado por mucho tiempo la lectura de este Libro. La razón: ellos aseguran que sus líneas están llenas de cosas algo extrañas para la vida cotidiana de un redimido en estos días. Seguramente, alguno de mis lectores mantiene aún esta posición, por lo que hallo oportuno solicitarles que se detengan unos momentos y consideren lo que en esta bitácora he escrito a fin de romper todo falso paradigma que evite el estudio de un libro tan lleno de códigos lumínicos para la fe.
El título Levítico procede de la versión Septuaginta o De Los Setenta, la antigua traducción griega de la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) que lo tituló «Levitikon» que quiere decir «relativo a los levitas» o «destinado a los levitas«, y que se convirtió en la palabra castellana Levítico.
Como ya se los he enseañado, el patrón para nombrar los libros en la Torah, es con la primera palabra del mismo; en este caso, nuestro libro se llama «Vayikra«, que traducido es «Y llamó«. La palabra «Vayikrá» implica que Yahvéh llamó a Moshé con afecto, así como los ángeles se llaman unos a otros. El Eterno lo llamó y Moshé fue. Así mismo, Yahvéh llama a sus escogidos, con el anhelo, que acudan incondicionalmente a su vocación.
El tema principal de Vayikrá es la Santidad del Eterno:
«Se santo porque yo, Yahvéh tu Dios, soy santo»(19:2)
La palabra santidad (hebreo kedushá) se menciona 152 veces. Mucho más que en cualquier otro libro de las Sagradas Escrituras.
Pero, ¿cómo podría un pueblo con tendencia al pecado acercarse a un Dios santo?
Tengamos en cuenta que no ha pasado un año desde que los israelitas fueron liberados de la esclavitud en Egipto. Convertidos ahora en una nueva nación, se dirigen a la tierra de Canaán. El propósito del Eterno es que una nación santa more allí. Sin embargo, la forma de vida y las costumbres religiosas de los cananeos son muy degradadas. Por eso, el Dios verdadero establece normas para la congregación de Israel que la separarán para Su servicio.
Así pues, el libro nos provee de leyes rituales, sacrificios, expansión de temas y obligaciones éticas de los hijos de Israel, y al final, las bendiciones y maldiciones del pacto entre Israel y Yahvéh. Es decir, el rollo está llenos de una asombrosa codificación que permite a cada hebreo tratar con el yetzer hará o tendencia al mal a fin de tratar con el asunto del pecado (jet) en forma correcta y de ese modo echar fuera de sus vidas al HaSatán y su influencia. Por esta razón, , los primeros capítulos de Vayikrá dan instrucciones detalladas (y por lo tanto llena de códigos lumínicos) acerca de cómo ofrecer los sacrificios, los cuales servían para ser leídos en el Mundo de Arriba como símbolos de arrepentimiento (teshuvá) y obediencia.
Desde estos métodos de sacrificios o acercamientos (korbanot) a la Luz Infinita, el Eterno se aseguró presentar a Israel principios generales de la sanidad integral (espiritual, psíquica y física-social) que permiten una conexión correcta con el Mundo de Arriba y el Mundo de Abajo, generando el poder de «anudar» los dos planos existenciales, y lograr así la armonía (Shalom) que evita la manifestación del caos.
Se anuncian así en las líneas de Vayikrá las características y prácticas que llevarán a Israel a vivir el sacerdocio universal de todo creyente y realizar el propósito del Eterno: «Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (cf. 1Pedro 2:9). Esto permitirá que todos los seres humanos sean servidos con las enseñanzas de los secretos de la Instrucción (Torah) divina.
Entonces, aceptemos que este libro se escribió principalmente para que el Pueblo de Dios comprendiera plenamente qué significa vivir santamente. Así es como da un bosquejo de las leyes que rigen la vida santa , y da instrucciones al sacerdocio representado por la tribu de Leví, que había sido escogida por su fidelidad incondicional (Ex.32:28).
Entendiendo esto que les he explicado, lograrán que el espíritu de las letras de este rollo los impregne, y de ese modo se contagien de la propuesta que Vayikrá tiene: Celebrar. Así pues podrán vivir cotidianamente el lema que Yahvéh nos dio como ministerio desde que comenzamos: ¡LA VIDA ES UNA FIESTA!
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