Por P.A. David Nesher
«… Mas él le respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo le ha ido a tu ganado conmigo. Porque tenías poco antes de que yo viniera, y ha aumentado hasta ser multitud; y el SEÑOR te ha bendecido en todo lo que he hecho. Y ahora, ¿cuándo proveeré yo también para mi propia casa?
(Génesis 30:29-33)
Y él respondió:
¿Qué te daré?
Y Jacob dijo: No me des nada. Volveré a pastorear y a cuidar tu rebaño si tan sólo haces esto por mí: déjame pasar por entre todo tu rebaño hoy, apartando de él toda oveja moteada o manchada y todos los corderos negros, y las manchadas o moteadas de entre las cabras, y ése será mi salario. Mi honradez responderá por mí el día de mañana, cuando vengas a ver acerca de mi salario. Todo lo que no sea moteado y manchado entre las cabras, y negro entre los corderos, si es hallado conmigo, se considerará robado.»
Al leer el libro de Bereshit, nos encontramos con un pacto comercial que plantea un problema genético de difícil interpretación científica. Es la alianza económica que hizo nuestro padre Jacob (en hebreo Yaakov) y Labán, su suegro.
Recordaremos que una vez finalizado el contrato de catorce años de trabajo a cambio de sus esposas, nuestro padre Yaakov estaba ansioso de regresar a su tierra natal. Pero al ver Labán cómo le había bendecido Yahvéh por causa de su yerno, insistió en que continuase supervisando sus rebaños; incluso le dijo a Yaakov que estipulase su propio salario.
«Vayomer elav Lavan im-na matsati jen be’eyneyja nijashti vayevarjeni Adonay biglaleja.» [«Mas Labán le respondió: ¡Si he hallado gracia en tus ojos!; he sabido por adivinación que el Eterno me ha bendecido por tu causa!«]
La traducción: «Sí he hallado gracia en tus ojos«, el sabio Soforno dice que debería ser así: “Si me amaras -como debe amar un familiar-, no me abandonarías”.
Labán continuo diciendo que, por medio del ocultismo, se había enterado de que, únicamente gracias a la presencia de Yaacov, se había vuelto un hombre acaudalado y que había sido bendecido con hijos (Rashí). En base a esto, los sabios dicen que es posible que Labán haya tratado de provocarle sentimiento de culpa a Yaacov, pues su partida redundaría en un desastroso decaimiento en las fortunas de la familia de sus mujeres e hijos.
Labán había albergado la esperanza de que el piadoso Yaakov se sintiera halagado con este reconocimiento de la intervención divina y declarara su disposición a quedarse sin goce de sueldo. Pero, apenas Labán se quedó en silencio, se dio cuenta de que iba a tener que ofrecerle un incentivo. Por eso le pidió a Yaakov que estipulara sus términos. Yaakov inició su respuesta reiterando que había servido a Labán con lealtad y en la forma debida, es decir, que no tenía motivos para sentirse culpable. Al contrario, fue Labán el que se había aprovechado de él todos esos años.
Importante es saber que en esa zona geográfica las ovejas y las cabras suelen ser de un solo color: las ovejas, blancas, y las cabras, negras. Por consiguiente, Yaakov se atrevió a hacer un pacto con el egoísta de su suegro, estableciendo su salario de una manera muy curiosa. Según lo pactado Yaakov propuso:
“los animales que desde ahora nazcan moteados y manchados entre las cabras, y además marrones entre las ovejas serán míos”.
Es decir, Jacob se llevaría a la descendencia salpicada o manchada, pero los separaría de los animales actualmente salpicados con manchas en el resto del rebaño, por lo que las probabilidades estaban totalmente en contra de él. Permitiendo que las ovejas y cabras salpicadas permanecieran en el rebaño, aumentaría la probabilidad de tener más descendientes salpicados del mismo rebaño.
Labán le respondió: ¡“Oh, que sea de acuerdo a tu palabra!” Este es un acuerdo aceptable para ambas partes. En primer lugar, se trataba de un método infalible para distinguir entre los rebaños de Labán y Yaakov, además, a Labán le gusto el trato debido a que las probabilidades estaban a su favor. Yaakov pudo haber propuesto el acuerdo, porque él estaba dispuesto a confiar en el Eterno. Y para mantener el salario tan bajo como fuese posible, Labán, por sugerencia de Yaakov mismo, separó de los rebaños todas las cabras rayadas, moteadas y con manchas de color y toda oveja morena oscura entre los carneros jóvenes, y se las entregó a sus propios hijos para que las cuidasen, e incluso fijó una distancia de tres jornadas entre ellos para evitar cruces entre los dos rebaños. Solo pertenecerían a Yaakov
las que a partir de entonces naciesen con un color anormal. (Génesis 30:25-36).
Entonces, Yaakov avinu (nuestro padre) situó una vara con manchas frente a las ovejas “para lograr el objetivo”. Tomó varas (ramitas verdes y todavía húmedas) de estoraques (otra versión dice álamo), almendros y castaños (otra versión dice plátanos), y las descortezó, para darles la apariencia de estar rayadas y moteadas. Colocó estas varas en los canales de los abrevaderos de los animales. Él tenía en su fe la idea de que si los animales miraban las rayas cuando estaban en celo, la prole que tuviesen sería moteada o de un color anormal. También procuró colocar los palos en los abrevaderos solo cuando los que estaban en celo eran los animales más fuertes y robustos. (Génesis 30:37-42).
Los antiguos contratos de pastoreo que se realizaban en estas regiones del Medio y Cercano Oriente, estipulaban una porción de entre el diez y doce por ciento del rebaño, junto con un porcentaje de la lana, y de los derivados de la leche. En los rebaños orientales, las ovejas tienen como color dominante el blanco, y las cabras poseen como color dominante el marrón oscuro o el negro. Por ende, las ovejas que eran de color oscuro (ya sea de color marrón oscuro o negro) o incluso moteado o manchado, y las cabras que eran manchadas o moteadas eran colores recesivos y eran escasos, probablemente no más de diez a veinte por ciento del total del rebaño.
Es decir que, como los animales ovinos oscuros y caprinos con manchas representaban una proporción más pequeña, era Labán quien claramente, desde una perspectiva humana, se llevara la mejor parte del negocio. Yaakov avinu estaba dispuesto a comenzar con el mínimo y, al hacerlo, aparentemente se ponía a sí mismo en una gran desventaja. Él ha elegido para su salario los animales «raros» o «anormales», pero él también tiene el secreto para cambiar esto. Yaakov conocía la creencia popular entre los pastores que aseguraban que la naturaleza de las crías depende, en parte, de las influencias externas que rodean a la madre en el momento de la concepción.
Con esto en su mente, más la emuná (fe) de las promesas divinas en su corazón elaboró una estrategia milagrosa. La misma estaba llena de la astucia que caracterizó siempre a Yaakov, pero impregnada de humildad y obediencia a los tiempos del Eterno. Este plan se reduce a las siguiente técnicas «genéticas» celestiales:
- En cuanto a las cabras (vv. 37 -39), las hace aparearse ante varitas listadas de blanco, cuya vista se suponía que influía en la formación del embrión (técnica del control de la concepción).
- En cuento a las ovejas (v. 40), hace que al aparearse estén mirando a las cabras negras del rebaño.
- Para estas operaciones se asegura de elegir los machos vigorosos, dejándole a Labán los animales débiles y sus crías (técnica la cría selectiva ).
¿Cuál fue el resultado de esto? Los animales con marcas o color anormal (el salario de Jacob) fueron más numerosos que los de un solo color de tono normal, que habrían de pertenecerle a Labán.
Hoy en día, muchos detractores de la fe, al leer este relato se mofan pues no saben exactamente cómo funcionó este método. Es posible que Jacob sabía más sobre la cría de animales que lo que la humanidad hoy en día conoce, pero lo más probable que Jacob hizo lo mejor que sabía y el Eterno, nuestro Dios, lo bendijo.
Lo cierto es que detrás de este logro está el trabajo sacrificado y diligente y eficiente de Yaakov. Él mismo describe gráficamente todo el sacrificio y esfuerzo denodado que puso en el trabajo (31: 38-42) Seguramente como Yaakov obtuvo el resultado deseado, es probable que en un principio pensara que lo había conseguido con su estratagema de las varas rayadas. Sin embargo, en un sueño su Creador le explicó la verdadera razón. Jacob llegó a saber por medio de un sueño que fueron otros factores (en este caso, los genéticos), no las varas, los causantes de su éxito. Aunque Jacob estaba al cuidado de animales de un solo color, la visión le reveló que los machos cabríos eran rayados, moteados y manchados. ¿Cómo pudo ocurrir algo así? Al parecer, aunque tenían un color uniforme eran híbridos, debido a los cruces que se habían producido en el rebaño de Labán antes de que Jacob empezara a cobrar su salario. Por consiguiente, según las leyes de la herencia descubiertas por Gregor Mendel en el siglo pasado, algunos de estos animales llevaban en sus genes los factores hereditarios para producir animales manchados y moteados. (Génesis 31:10-13).
Un artículo publicado en la revista científica Nature hace un tiempo atrás relata como se comprobó en ratones, que progenitores homocigotas para “spotted tail” (cola manchada) tuvieron en la descendencia ratones con “white tail” (cola blanca), contradiciendo las leyes de Mendel. De igual manera, fue valida la prueba a la inversa – es decir, homocigotas de cola blanca, tuvieron descendencia con colas manchadas. Posteriormente lo aislaron y al inyectarlo en los ovocitos, obtuvieron crías con white tail, a pesar de provenir de progenitores sin genes “white tail” en su ADN (ya que eran homocigotas). Por otro lado, he tratado de buscar información acerca de la capacidad del estímulo visual per se, como generador de alguna respuesta genética (o sea, al igual que las varas que uso Yaakob para inducir a las ovejas a tener crías moteadas).
Siguiendo la linea de pensamiento del hallazgo científico descripto (vale decir que es posible transmitir rasgos aun en ausencia del gen en los progenitores, a través del RNA generado alguna vez por un estímulo y guardado en la “memoria”) deberíamos suponer que las varas tuvieron el objetivo de generar RNA. Este fenómeno descrito, se conoce como “paramutación”. Otro comentario del articulo dice que, los rasgos heredables pueden estar guardados en una memoria ajena al ADN. El mecanismo de paramutacion o “imprinted memories” se realiza a través del RNA, sin la participación del ADN. Es decir, “un estímulo” genera el síntesis del RNA, y este se acumula en todas las células, y en consecuencia se trasmite a la descendencia. En la experiencia publicada, obtuvieron grandes cantidades de RNA “white tail” en el sémen de los ratones. De esta manera se comprobó también que los estímulos visuales no sólo generarían una respuesta química, transitoria y reversible una vez desaparecido el estímulo, sino que “despertarían genes” y generarían RNA. Finalmente, los trabajos de los premios Nobel David Hubel y Torsten Wiesel demostraron que los estímulos visuales generan respuestas plásticas en el cerebro; en otras palabras moldean el cerebro. Esto es un descubrimiento muy poderoso, dado que confirmaría que todo lo que el niño (y los demás) observa, deja una marca indeleble en su cerebro, no sólo generando respuesta genética transmisible (a través del RNA) sino que hasta afecta el «shape (forma) cerebral».
¡Asombroso por cierto! ¡Esto es exactamente lo sucedido con las ovejas de Yaakov, y él no conocía de genética (pero Yahvéh sí)!
Durante los seis años que Yaakov trabajó en estas condiciones, y Yahvéh lo bendijo en gran manera y lo hizo prosperar no solo incrementando sus rebaños, sino también la cantidad de siervos, camellos y asnos, a pesar de que Labán seguía cambiando el salario que había acordado. Finalmente, el “Dios verdadero de Betel” le mandó a Yaakov que regresase a la Tierra Prometida. (Gén. 30:43; 31:1-13, 41).
Vemos así cómo Yahvéh, nuestro Abba, bendijo a Jacob y él enriqueciómucho, o se volvió muy próspero. El hebreo antiguo dice: “el hombre exclamo, extremadamente”, dando la idea de que hubo una explosión de prosperidad. El Eterno bendijo a Jacob, pero no fue porque Jacob era especialmente bueno. Fue a causa de las promesas que Él hizo a Jacob (Génesis 28:13-15) y el Pacto hecho a Abraham avinu. De la misma manera, la bendición viene del Señor para nosotros, no porque seamos grandes o buenos, pero debido a la alianza que Dios ha hecho con nosotros a través de Jesús, y las promesas que nos ha dado en su Palabra.
Debo dejarles bien en claro que aquí las tiras blancas de Jacob funcionaron al igual que las mandrágoras de Raquel (30: 14-18). No fueron las mandrágoras lo que la hacía fértil, y no fueron las tiras blancas las que produjeron los animales de colores recesivos. Fue el SEÑOR quien abrió el vientre de Raquel, y Ya’akov finalmente reconoció que era Dios, quien aumentó su rebaño (31:10-12).
Concluyendo nuestro peregrinar por los códigos de este relato de la Torah, necesito insistirles en los principios de liderazgo que Yaakov avinu aplicó para obtener una explosión de prosperidad:
- No hagas que la riqueza sea tu meta (Génesis 30:25-26)
- No tengas miedo de trabajar por los demás y tratar de aumentar su riqueza de ellos, antes o mientras trabajas para aumentar tu propia riqueza (Génesis 30:27)
- Trabaja duro, dedicándote al éxito de tu empleador (Génesis 30:26, 31:38-42)
- Confía en el Eterno en todo tiempo (Génesis 30:31-33).
- Visualiza las metas y objetivos para que se hagan una realidad (Génesis 31: 10-13).
La única razón del enriquecimiento milagroso de nuestro padre (avinu) Yaakov fue su confianza en el Eterno y su trabajo diligente y astuto.
Yakoov confió en Yahvéh porque aceptó Su propósito eterno, y decidió obedientemente regresar a Canaán para el perfecto cumplimiento del mismo. Por lo tanto, no fue el engaño, ni tampoco ciertas acciones mágicas lo que lo prosperó, sino Yahvéh, quien guió las circunstancias en la vida de alguien que confió en Él y estuvo dispuesto en todo momento a cumplir Su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
Las ovejas y las cabras obtenidas milagrosamente indicaban que Yaakov obtuvo lo mejor de Labán en una manera muy visible y llena de honestidad. De este modo Yaakov avinu se tomó honradamente su desquite de Labán. Lo que demuestra que las bendiciones de nuestro Dios y Abba siempre excederán a todo fraude humano.
Condiciones yahvistas para hacer milagros.
En esta historia patriarcal la Instrucción (Torah) divina nos da una lección de cómo lo sobrenatural siempre se introduce en lo natural mediante la colaboración entre el ser humano y el Eterno. El hombre hace un acto natural y Yahvéh responde con un acto sobrenatural. Este principio se encuentra en todas las Sagradas Escrituras. Yaakov actuó según una visión celestial que un ángel le había dado. Para poder desatar el poder sobrenatural del Eterno dentro de un marco legítimo hay que tener una revelación, tal como el mismo Mesías lo demostró en su vida:
“Por eso Yeshúa, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.”
(Juan 5:19)
Para hacer milagros lícitos hay que tener una íntima relación con Yahvéh manifestado como Padre. Además contar con una revelación de lo que Él está haciendo en la historia por medio del hijo o hija que quiere producir el milagro. El que colabora con Él tiene éxito en todo. El que hace milagros sin tener una relación con Él será reprobado, tal como lo dejó bien establecido Yeshúa:
“Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» Y entonces les declararé:
«Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD»
(Mateo 7:22-23)
Este texto nos revela dos verdades muy importantes. Para no ser reprobado en el día del juicio hay que practicar lo sobrenatural a base de dos cosas, una relación íntima con el Mesías Yeshúa y obediencia a la Torá de Moshé. La palabra griega que fue traducida como “iniquidad” es anomia, y significa “sin ley” («sin Torah») o “violación de la ley”. Por lo tanto los que profetizan y hacen milagros en el nombre del Mesías sin tener una relación íntima con Él y sin practicar los mandamientos de la Torah serán finalmente expulsados de su presencia. Lamentablemente serán muchos de los varones y mujeres que oficias como líderes en las congregaciones de la Gran Ramera.