El relato puede llegar a convertirse en un caos mental, si no estás atento a los detalles del mismo. Un hombre desea tener una relación con un hombre. Los dos quieren “casarse”. Hasta allí, todo simple y sencillo de entender, tal y como la mente «Open Mind» post-moderna hoy lo plantea. Pero, esta pareja de “cónyuges” conoce a un tercero y sienten entonces unas ganas locas de ampliar la “familia”. Pero como el dicho popular asegura que «donde comen dos comen tres si hay comida para cuatro», los tres conocen a una pareja de lesbianas y el deseo de ampliar más la “familia” los posesiona. La pareja de lesbianas quieren también “casarse” y después quiere un hijo. Los cinco desean apasionadamente criar al niño.
Alguno de Uds., mientras lee está a esta altura pensando que yo no me siento bien, o algo que comí anoche me debe tener mal de salud, pues el relato ronda lo absurdo. Sin embargo, debe saber que en Holanda ya se está trabajando para que legalmente se reconozca lo que se conoce como la multiparentalidad gay, o también llamadas las plurifamilias homosexuales. El relato que inició mi bitácora es real y contiene nombres que lo protagonizan. Se trata de Jaco y Sjoerd, la pareja de homosexuales “casados”. Ellos tienen un amigo homosexual (muy íntimo) de nombre Sean. Jaco y Sjoerd quisieran casarse con Sean pero, desgraciadamente, dicen ellos, la poligamia, ya sea heterosexual u homosexual, no es legal en Holanda: “Jaco y yo estamos casados desde hace ocho años. Desgraciadamente no podemos casarnos con Sean a causa de la leyes injusta y discriminatorias de este país, si no ya lo habríamos hecho”.
Pero prosigamos, Daantje y Dewi son una pareja de lesbianas. También ellas “casadas”. Los cinco se conocen desde hace años. La pareja lésbica tendrá un hijo a través de una sexta persona. Pero ahora quieren que este hijo sea educado por todos, los cinco homosexuales (Jaco, Sjoerd, Sean, Daantje y Dewi).
Por tanto, los cinco, han ido al notario de su ciudad, para suscribir un contrato regular de educación multiparental gay. Por medio de él se estipula que “los cinco son padres del bebé que nacerá, con iguales derechos y deberes, divididos en dos familias«.
Necesito aclarar que para los Países Bajos este tipo de contrato no tiene aún valor legal. Pero dado que cinco cabezas homosexuales piensan mejor que una hetero, sobre todo cuando es la del político reptiliano-luciferino, las “dos familias” han encontrado una escapatoria que consideran creará el precedente para que muchos amigos suyos, que anhelan conformar plurifamilias, puedan presionar para que finalmente las leyes sean conducidas al reconocimientos de sus «deseos sacrosantos»
En Holanda hay la posibilidad de que la madre biológica nombre, en sustitución del padre biológico o del cónyuge (también gay) a otro tutor legal. Así Jaco fue nombrado tutor legal en lugar de Dewi. “Lo hemos hecho de forma que hubiese un “padre” legal en las dos familias, para poder dividir también la educación”, dijo esta última.
Este relato solamente contribuye a confirmar el anuncio profético que vengo haciendo desde hace más de 10 años. Desde las bambalinas reptilianas se venía tejiendo una estrategia que atravesó todo el siglo XX para de repente manifestarse y así atacar el diseño divino clave para la salvación humana: la familia. Estamos viendo las consecuencias de la llamada revolución gender (teoría de los géneros sexuales). La misma ha provocado en la antropología y en el tejido familiar una confusión perfectamente pautada por la élite que está conduciendo a nuestras generaciones al caos ontológico. Detrás de todo esto, subyace una lógica tan demente como férrea que, aceptada, nos llevará en años más a la multi-homo-parentalidad.
Soy consciente que los medios de comunicación se prestarán a este juego diabólico elaborando las preguntas sofisticas de siempre, entre las cuales estarán: ¿por qué limitar el matrimonio a dos personas si el punto cardinal es el afecto? ¿Tres amigos que se quieren mucho no pueden desear contraer matrimonio?; si dos gays, son muy capaces de educar a un bebé, ¿por qué deben estar presentes en una misma familia?; si “familia” es también la compuesta por una pareja gay, ¿por qué no puede ser también la compuesta por cinco gays?; ¿si un hijo puede venir al mundo con la participación de cuatro o cinco personas, entre el padre y la madre biológicos, mujeres que ofrecen su útero y otros que “donan” el ADN mitocondrial ¿por qué razón entonces no puede ser educado por más personas? Cuánta más gente mejor, ¿no? Y así, con este tipo de planteos, manipularán las mentes de nuestros jóvenes y niños para que se apropien de estas premisas, elaboren las conclusiones que la élite reptiliana desea, y puedan así activar estos paradigmas anti-Mesías en los distintos países.
La historia que les he contado, ocurrida en Holanda, encuentra su razón de ser una sola palabra: “deseo ilimitado”. Debes entender que el deseo por naturaleza se expande hacia el infinito. Si lo dejas correr libremente, ten por seguro que no volverá a casa, sino que cada vez irá más lejos, y te tirará con él a un destino anunciado por las Escrituras: la condenación eterna (Ap. 21:27).
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