LAS COSTOSAS MEDIDAS ANTITERRORISTAS DE EE. UU. ENDURECEN LA PRESIÓN SOBRE LOS INMIGRANTES
«…cuando estén diciendo: Paz y seguridad, entonces la destrucción vendrá sobre ellos repentinamente, como dolores de parto a una mujer que está encinta, y no escaparán.»
(1Tesalonisences 5:3)
Las medidas de seguridad en EE. UU. tras el ataque del 11 de septiembre de 2001 son ineficaces a pesar de su alto costo.
Además, no eliminan la verdadera causa de sus temores sino que llevan al endurecimiento del control sobre los inmigrantes, según los expertos.
En 2010 el costo estimado del sistema nacional de seguridad para la información clasificada de EE. UU. creció un 15% y por primera vez en su historia superó los 10.000 millones de dólares, según un informe de la Oficina de Supervisión de Seguridad de la Información. Los costos estimados incluyen la seguridad personal física y de la información, así como la gestión del sistema.
Sin embargo, los ciudadanos estadounidenses no se sienten más protegidos, según José Gabilondo, profesor de Derecho Económico de la Universidad de Florida, EE. UU. “No nos sentimos más seguros en el día a día, sino que nos sentimos menos seguros. Lo que pasó el 11 de septiembre fue tan significativo porque de alguna manera rompió esa ilusión de seguridad que teníamos”, explica el experto.
El horror vivido tras los atentados del 11-S ha generado “pánico” en la sociedad norteamericana y en las autoridades que ven que “el mundo está cambiando, pero no saben cómo controlar la situación y a quién culpar. Y en este contexto es fácil culpabilizar al otro, a alguien que parece distinto a uno”, continúa Gabilondo. Por eso la “ansiedad” por la seguridad se puede convertir en austeridad contra el inmigrante, lo que crea un ambiente social poco amigable y justifica los cambios de normas legales “en materia de derechos cívicos”, como las leyes anti inmigrantes.
Ante la gran cantidad de información secreta protegida por el Estado, crece la importancia de fuentes como Internet y WikiLeaks, opina Gabilondo, ya que “actúan como un contrapeso”. De la misma manera son necesarios “los activistas y las voces minoritarias” que dan otra versión de lo que está pasando.
(Ver este video)
Al parecer ni siquiera la muerte del ‘terrorista número uno’, Osama bin Laden, en una operación especial de EE. UU. en Pakistán, puede cambiar rápidamente la situación. La decisión de la Administración de guardar en secreto las imágenes del cuerpo del terrorista abatido (para evitar que se conviertan en una provocación) y la falta de pruebas de su muerte sólo generan más polémicas.
El presidente Barack Obama que se reunió con los marines que participaron en la eliminación de Bin Laden, presunto responsable del 11-S, también reconoce que el terrorismo aún no está vencido. Lo mismo dice Al Qaeda, que tras confirmar la muerte de su líder, amenaza con vengarse de EE. UU. y sus aliados.
Mientras tanto, los militares estadounidenses realizaron el pasado 6 de mayo un ataque por medio de un avión no tripulado en Yemen contra el jefe de Al Qaeda en la Península Arábiga, Anwar al Awlaki, aunque el terrorista consiguió escapar.