Al peregrinar la fe en sus raíces hebreas, hemos llevado nuestra asombro al hecho que la Torah revela de que el ser humano, al ser creado a imagen de Dios, es un microcosmos del universo que recibe la energía y los arquetipos del Cielo. Esto es lo que genera la existencia de una relación de dependencia: «lo de abajo es como lo de arriba y lo de arriba es como lo de abajo, para obrar los milagros de una sola cosa».
Esté vínculo ubicuo, sólo puede existir a través de la unidad que el espíritu humano alcance en su comunión con el Eterno, su Fuente de origen.