Los animo a que forjemos nuestras ideas, nuestra conducta, y nuestros valores, a partir de las ideas, la conducta, y los valores que, acerca de nuestro Creador, modela para nosotros la Torah (Instrucción).
Esta es la finalidad de la fe verdadera o emuná: que el ser humano refleje la “imagen” de Creador asemejándose cada día más a su Padre Celestial. De este modo, así como Yahvéh vistió a Adán y a Eva, cuando se hallaron desnudos en el Huerto del Edén, así también nosotros vistamos al desnudo en el huerto oscuro del materialismo.
Así como el Creador dio de comer y de beber a los hebreos que deambulaban por el desierto, así también nosotros demos de comer y beber al que deambula por nuestras calles.
Así como el Eterno fue (en un torbellino) a visitar al enfermo (Job), así también nosotros nos apresuremos (como torbellino) a visitar al enfermo.
Así como el Eterno juzgo como perversa la inmoralidad, el materialismo, y falta de humanidad de los hombres de Sodoma, así también nosotros juzguemos como perversa la inmoralidad, el materialismo hedonista, y la falta de humanidad de nuestra perversa sociedad.
Así como el Eterno se opuso a la opresión que el injusto Faraón ejercía contra de los débiles e inocentes esclavos hebreos, de ese mismo modo nos opongamos nosotros a la opresión e injusticia que, aquellos que son lujuriosamente ricos, ejercen contra los que son irremediablemente pobres y débiles en nuestra sociedad.
Quien rehúsa vivir por esta regla, y hacer las obras de justicia que caracterizan al Eterno, se burla del Creador. Se hace su enemigo del Eterno, pues llama mentiroso al Dios verdadero que afirma haber creado al hombre “a Su imagen, para que se conforme a Su semejanza”, es decir, para que se parezca moralmente a su Creador.
Este hombre perverso, y hacedor de maldad, sera castigado con “fuego”, sin importar la fama que posea, los milagros que realice, o la religión que asegure sinceramente profesar.