La pasividad frente al clima cuesta un billón de dólares
Con los presidentes y jefes de Estado desaparecidos, hoy empieza en un resort de lujo de Cancún el llamado tramo de alto nivel de la cumbre del clima de Naciones Unidas. Los ministros de Medio Ambiente de 194 países que llegan a la ciudad mexicana se van a encontrar con que, durante la primera semana de trabajo, sus negociadores han sido incapaces de acordar un documento base sobre el que trabajar, según reconoció el domingo la comisaria de Acción por el Clima de la UE, Connie Hedegaard. «Los textos que hay ahora mismo sobre la mesa no están listos para que los ministros los utilicen para llegar a un acuerdo», admitió.
Un fracaso en las negociaciones tendría un precio prohibitivo, como recordó ayer en Cancún la Agencia Internacional de la Energía (AIE). La pasividad de los 120 líderes mundiales reunidos el año pasado en la cumbre del clima de Copenhague que se cerró en falso con un acuerdo al margen de Naciones Unidas que condena al planeta a una subida de la temperatura de 3,5 grados este siglo ha costado un billón de dólares, según la agencia. Es el cheque que hay que pagar para limitar el calentamiento a dos grados, considerados el umbral del desastre por la comunidad científica. «Simplemente, no nos podemos permitir el lujo de seguir retrasando las actuaciones», declaró ayer el director ejecutivo de la AIE, Nobuo Tanaka. Si Cancún también fracasa, la factura aumentará otro billón de dólares.
La batalla diplomática en Cancún ahora se divide en dos frentes. Las conversaciones para llegar a un pacto global de lucha contra el cambio climático, que incluya a las 194 partes, parecen estar congeladas. Y la negociación para prorrogar el actual Protocolo de Kioto, el único mecanismo que obliga a los países industrializados a reducir sus emisiones de CO2, se tambalea.
Japón, Rusia y Canadá han denunciado en Cancún las contradicciones del protocolo, que sólo impone recortes a países responsables de menos de una cuarta parte de las emisiones mundiales. El principal culpable del calentamiento global, EEUU, rechazó sumarse al Protocolo de Kioto en 2001. Y China, primer emisor de CO2 en la actualidad, tampoco está sometido al protocolo porque su contaminación era mucho menor cuando se firmó, en 1997.
El año transcurrido entre Copenhague y Cancún, malgastado en unas negociaciones que se mueven a paso de dinosaurio, ha sido el más caluroso desde que existen registros. A falta de los datos finales, la Organización Meteorológica Mundial calcula que la temperatura en 2010 ha sido0,55 grados superior a la media del periodo de referencia, 1961-1990, cuando se registraron 14 grados.
Y, sin un acuerdo del clima, las emisiones responsables del calentamiento global siguen disparándose. Pese a las alarmas, los gases emitidos por la quema de carbón y petróleo aumentarán más de un 3% en 2010, según advirtió la Universidad británica de Exeter hace unas semanas. La organización Oxfam vincula esta pasividad de los líderes con las muertes en desastres climatológicos. Entre enero y septiembre, 21.000 personas perecieron en inundaciones, incendios y olas de calor en el mundo, el doble que en todo 2009.