Solamente ocho días para salvar la unión. Ése el tiempo de que disponen los tres grandes partidos británicos para evitar la debacle anticipada por la encuestas en el referéndum del 18 de septiembre en Escocia. Por primera vez desde que arrancó la campaña hace un año, el ‘sí’ a la independencia ha adelantado al ‘no’ y ha abierto una ventaja de dos puntos (51% a 49%), mientras sigue ganando tracción entre los indecisos.
El volantazo en las encuestas del ‘sí’, que hace apenas mes y medio iba 22 puntos por detrás en la madre de todas las encuestas (las de YouGov para ‘The Sunday Times’), ha desencadenado todo tipo de escenarios apocalípticos y ha hecho sonar las alarmas no sólo en Westminster sino también en el Palacio de Buckingham.
«¿Debería Escocia ser un país independiente?»: a los escoceses les quedan pocos días para responder esa crucial pregunta para su historia. El 18 de septiembre acudirán a las urnas para decidir en un referéndum si quieren separarse del resto de Reino Unido.
Las últimas encuestas divulgadas el fin de semana dieron por primera vez por delante al «Sí». Y el avance independentista generó nerviosismo en la campaña del «No», apoyada por los principales partidos políticos en Inglaterra.
El referéndum ha generado intensos debates en Escocia y en el resto de Reino Unido.
¿Por qué importa esta contienda? ¿Cuáles son los principales temas de debate? BBC Mundo responde ésta y otras preguntas clave para entender el referéndum.
Intención de voto sobre la independencia escocesa.
El momento de pánico llegó hasta el mismísimo
castillo de Balmoral, donde el primer ministro británico, David Cameron, despachó este domingo con Isabel II. El encuentro anual en tierras escocesas entre el premier y la Reina, con el reciente sondeo sobre la mesa, tuvo un carácter algo más que simbólico y estuvo rubricado con una misa, como testimonio de la ‘sagrada’ unión.
Cesión de nuevos poderes económicos.
Mientras corre el whisky escocés en las filas independentistas, los unionistas prometieron cerrar filas en un último esfuerzo. El secretario del Tesoro, George Osborne, anunció la cesión de nuevos poderes económicos a Escocia, en una maniobra calcada a la que usó el Gobierno canadiense para conjurar por un pírrico punto la secesión de Quebec en 1995.
«En los próximos días veremos un plan de acción para dar más poderes a Escocia para recaudar sus impuestos, para gestionar su presupuesto y para poner en marcha su política de bienestar«, recalcó Osborne. «Todos esos poderes entrarán en efecto si vence el ‘no’ en el referéndum«.
El ministro principal escocés, Alex Salmond, rechazó la oferta del Gobierno británico y de los tras grandes partidos como «el chantaje del pánico«. Salmond pidió a sus paisanos que no escuchen el «canto de sirenas» de última hora de los unionistas y que mantengan el impulso de la campaña ‘Yes Scotland’, que ha conseguido sorprendentemente fulminar las distancias en dos semanas que han hecho historia.
El punto de inflexión fue el segundo debate televisivo del 25 de agosto, en el que Alex Salmond machacó prácticamente a Alistair Darling, director de la campaña unionista ‘Better Together’ (Mejor Juntos), considerado por muchos como el principal responsable de la debacle.
Los conservadores achacan a los laboristas no haber hecho nada por evitar la fuga preocupante de votos de sus filas hacia el ‘sí’. Los laboristas se defienden alegando que los conservadores han provocado el rechazo de los escoceses con sus políticas de austeridad y privatizaciones sin fin.
Los tres grandes partidos (incluido el Liberaldemócrata) han estado enzarzados de principio a fin en una guerra interna y han sido incapaces de articular un mensaje claro en torno al ‘No, gracias’, invisible para la mayoría de los escoceses frente a la ubicuidad del ‘Yes Scotland’.
En la filas de los ‘tories’ va tomando incluso cuerpo un plan B para forzar la dimisión fulminante del primer ministro, David Cameron, en el que caso de que venciera el ‘sí’. «Rodarán cabezas si vence la independencia«, vaticina en declaraciones a ‘The Sunday Times’ un diputado conservador que prefiere no revelar su nombre.
Efectos colaterales del ‘sí’
Pese a las recientes declaraciones de David Cameron, asegurando que no piensa dimitir si pierde el referéndum, sus correligionarios le tienen ya preparado un entierro e incluso un posible sustituto: el alcalde de Londres Boris Johnson (que antes tendría que reconquistar su escaño en la Cámara de los Comunes. Johnson podría dar de paso alas a los eurófobos y allanar el camino a la salida del resto del Reino Unido de la Unión Europea, uno de los posibles efectos colaterales del referéndum de Escocia.
Downing Street quiso dar, sin embargo, este domingo la apariencia de calma y prudencia, a la espera de «la encuesta que realmente cuenta», la que tendrá lugar el 18 de septiembre y en la que participarán previsiblemente el 80% de los votantes escoceses. David Cameron anunció que su última palabra la tendrán los escoceses en un discurso que planea dar el 15 de septiembre, en un lugar aún no especificado.
El líder de la oposición laborista, Ed Miliband, ha recibido también la crítica unánime por su falta de implicación en la cuestión escocesa. Miliband replicó este domingo aireando a destiempo el factor miedo y recordando a los escoceses que una de las primeras e indeseables consecuencias del ‘sí’ sería la implantación de controles en la nueva frontera.
Miliband se ha desmarcado a última hora enviando a un centenar de diputados laboristas sobre el terreno, y eso sin contar con el ‘general’ Gordon Brown, natural de Glasgow, que lleva dos meses haciendo campaña en solitario con su libro bajo el brazo (‘Mi Escocia, nuestra Gran Bretaña’).
El ex primer ministro laborista no ha ahorrado críticas contra Cameron por no tener el valor de medirse personalmente ante Alex Salmond en un debate televisivo. Brown ha culpado también a los conservadores por su política de recortes sociales y privatizaciones que han convertido el referéndum de Escocia es poco menos que una consulta sobre las políticas de austeridad de los últimos años.
Mientras tanto, sigue el goteo incesante de laboristas a las filas del ‘sí’. El 17% de sus votantes de izquierdas se mostraba a favor de la independencia hace dos meses, y la proporción ha subido al 35%. Los independentistas siguen ganando enteros en el voto femenino y en todos los segmentos de la población, menos en el de los mayores de 60 años, que es la última esperanza unionista.
Los partidarios del ‘sí’, con un campaña mucho más efectiva para llegar a los votantes hasta el último rincón de Escocia, han ido conquistando el favor de los indecisos. Contando con ellos, y también por primera vez desde hace un año, el ‘sí’ se impondría al ‘no’ también por dos puntos: 49% a 47%.
Quien tenga más de 16 años y viva en Escocia tiene derecho a votar, siempre y cuando esté en el registro electoral.
Pero en todo caso deben tratarse de ciudadanos británicos, de la Unión Europea o ciudadanos de la Mancomunidad Británica que tengan permiso de residencia en Reino Unido.
Esto significa que los 800.000 escoceses que viven en el resto de Reino Unido no tienen derecho al voto, mientras que las más de 400.000 personas del resto de Reino Unido que viven en Escocia sí pueden votar.
Un día después del referéndum, si el campo del «Sí» gana, es probable que el gobierno escocés realice una gran fiesta, y luego iniciará el proceso de negociación con el resto de Reino Unido.
El ministro principal de Escocia, Alex Salmond, quiere declarar el «Día de la Independencia» en marzo de 2016 con las primeras elecciones para elegir a un Parlamento independiente escocés.
Pero antes de eso debe alcanzarse un acuerdo con el resto de Reino Unido sobre temas tales como la parte de la deuda pública que debe asumir Escocia.