Por P.A. David Nesher
Vayatsev Ya’akov matsevah al-kvuratah hi matsevet kevurat Rachel ad-hayom.»
«Yaakov erigió un monumento sobre su sepultura, que es el monumento de la sepultura de Rajel hasta el día de hoy.»
(Bereshit/Génesis 35:20)
Muchas veces pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos. Es decir, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Debo decir que eso es sólo una parte de la verdad, ya que lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres, pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia en aquello que haces.
De acuerdo a lo revelado en la Instrucción (Torah) divina, lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.
El Eterno mismo nos dice en su palabra:
“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
(Mateo 12:37 – RVR-1960).
Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Yahvéh nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para destruir a alguien que nos lastimó, y lo más triste del caso, hemos estado declarando palabras que nos lazan a un destino con final trágico.
La muerte de Raquel (Rajel) es un ejemplo claro de lo dicho hasta aquí. La misma fue primeramente el cumplimiento trágico de la maldición que Jacob (Yaakov) mencionó que vendría sobre el que robó los ídolos de Laván (Génesis 31:32). Pero Rajel misma también provocó este final, al rogarle a Yaakov:
«¡Dame hijos, o si no, me muero!»
(Génesis 30:1)
¡Y así fue como sucedió, ambas declaraciones se convirtieron en realidad! Rajel tuvo hijos y murió como consecuencia de ello, y también, como consecuencia de lo que su esposo declaró vehementemente a aquel que había robado los terafim de su padre.
Lo cierto de esta historia de amor es que Rajel y su esposo no dormirán juntos el “sueño de la muerte”.
Entendemos que su vida fue un episodio corto, pero brillante dentro de esa brevedad, para el cumplimiento del propósito eterno de Yahvéh. Pero su forma de hablar, sumada a su manera sentimental de responder a algunos acontecimientos negativos referentes a su maternidad, la condujeron a transitar un camino de rigor innecesario. Los sabios explican que, por no querer dormir Rajel con su esposo una noche, fue la causa por la que El Eterno no permitió que Rajel “durmiera” junto a Yaakov el sueño permanente del sepulcro. La noche que Yaakov no durmió en la tienda de Rajel fue en la ocasión de las “dudaim” (mandrágoras). Ese día la Shekinah reposaba en la morada de Rajel y aun así, ella envió a Yaakov a dormir con su hermana Leah luego de una “negociación” –intercambio– de unas mandrágoras/dudaim, desvalorando de esa forma la compañía de su esposo así como la indicación de la Shekinah. Estas habían sido las palabras de Rajel:
“…Pero ella le respondió: “¿¡Es poco que hayas tomado a mi esposo que incluso pretendes tomar los dudaím de mi hijo!?”. Dijo Rajel: “Entonces se acostará contigo esta noche, a cambio de [que me entregues] los dudaím de tu hijo…”
(Gén 30:15. Torat Emet)
“…Puedes quedarte con mi esposo Yaakov…”
Delicadas palabras de Rajel, sin duda. Sin pretenderlo, la declaratoria de Rajel anuncia de manera profética lo que ocurrirá al final de sus vidas; Leah será enterrada a lado de su esposo Yaakov en Majpela con los demás patriarcas.
Rajel fue sepultada en Ramá, al norte de Jerusalén. Yaakov erigió una estela sobre su sepultura, y Moisés comentó que el pilar que marcaba la tumba de Rajel era visible incluso hasta sus días (35:20). A esto se refiere Samuel cuando envió a Saúl a su casa después de su unción (1Samuel 10:2). Podría haber estado visible durante los días de Jeremías cuando los judíos eran llevados a la cautividad babilónica. Sin embargo, ya no es visible hoy en día, por lo que la ubicación de la tumba se ha perdido y fuera de lugar en Beit-Lejem (Belén).
Rajel muere camino a Beth Lejem de Yehudá, y lo cierto de toda su historia es que el Eterno permitirá que ella sea considerada la “Matriarca principal” de los Benei Israel (Hijos de Israel), la cual vive en el corazón y mentes de sus hijos quienes han ido a visitarle en su lugar de descanso. Rajel es considerada como una misericordiosa madre que, como mujer y esposa sacrificó el eterno amor de su compañero para darse toda ella con amor a sus hijos. Sin embargo, su actitud mental vehemente la llevó a un final que podría haber evitado si hubiera controlado sus dichos y hechos.
Reflexionando en todo esto, y volviendo al mensaje con el que comencé esta bitácora, respecto a nuestras declaraciones orales, tengo que decirte que no es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida, y con las cuales te has trazado un triste futuro. Te aconsejo que tomes como estilo de vida la actitud del salmista:
“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.”
(Salmos 39:1 – RVR-1960)
Tal vez dijiste cosas que no querías. Quizás lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. Acepta que la lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.
De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.