¿Por qué deben preocuparnos los ataques terroristas de derecha como el de Noruega en EE.UU.?
La policía noruega acusó el sábado a un hombre de 32 años, al que identificaron como fundamentalista cristiano con conexiones de derecha, del atentado contra un centro gubernamental y un ataque a tiros en una isla cercana que causó en total por lo menos 73 muertos.
En mi nuevo libro Sex, Mom and God [Sexo, mamá y Dios] predije precisamente una acción semejante. Predije que los cristianos derechistas desatarían el terror también aquí en EE.UU. Predije que copiarán a los extremistas islámicos, y que en última instancia incluso podrían hacer causa común con ellos.
Hay un movimiento creciente en EE.UU. que considera equivalente lo divino con el odio a nuestro gobierno, de hecho, odio a nuestro país como decadente y malo porque permitimos que las mujeres decidan sobre el aborto, que los gays se casen, que haya una red de seguridad social, y que se permita la inmigración de otras culturas y de razas no blancas.
Según el periódico
Guardian, el asesino escribió en un artículo en línea en 2009:
“La actual iglesia protestante es un chiste. Sacerdotes en vaqueros que marchan a favor de Palestina e iglesias que parecen centros comerciales minimalistas. Soy partidario de una conversión colectiva indirecta de la iglesia protestante de vuelta a la católica.”
Parece que Anders Behring Breivik ansiaba una religión “pura” y ultraconservadora. Era un hombre de convicción religiosa. ¡Liberales vestidos con sus jeans absténganse! ¡Cuidado, liberales!
Noruega sólo es un anticipo de lo que pasará en EE.UU. en mayor escala.
UNA HISTORIA DE ACCIÓN VIOLENTA.
Existe una historia de aumento del extremismo de extrema derecha en la derecha cristiana, un extremismo tan extremo que en su manifestación en el Congreso arriesga la buena fe y el crédito de EE.UU. en el fiasco del techo de la deuda. Los activistas del Tea Party también quieren pureza doctrinaria.
Mi familia formó parte del ascenso de la extrema derecha y de la derecha violenta en los años setenta y ochenta cuando ayudamos a crear la aparición del movimiento “pro vida” que finalmente generó a los asesinos de los profesionales que practicaban abortos. Esos asesinos hacían literalmente lo que habíamos pedido.
El terror desencadenado en Noruega –y el terror desencadenado ahora por el Tea Party a través del Congreso, al que mantiene a merced de teorías “económicas” extremistas que quieren destruir nuestra capacidad de funcionar– es una especie de terror blanco, cristiano, de extrema derecha que puede llegar a aumentar en EE.UU.
LA “HERMANDAD CRISTIANA”
Llamémosla la máxima “respuesta” del Tea Party al secularismo, la modernidad, y sobre todo a nuestro odiado gobierno. Llamémosla la Hermandad Cristiana.
De los congresistas de extrema derecha al terror pistolero de la extrema derecha en Noruega. Y aquí en casa, nuestra propia versión occidental de los talibanes está en ascenso.
Extranjeros, visitantes de otro planeta y estadounidenses que viven en una burbuja de gente razonable o educada podrán no saberlo, pero la realidad es que la confrontación del techo de la deuda se debe, beneficia y es el resultado del control cristiano evangélico de EE.UU. del Partido Republicano.
Es la máxima expresión de una realidad alternativa, que sostiene la desconfianza en el gobierno de EE.UU. como su “fe” fundamental que sólo tiene por delante la fe en Jesús.
Para comprender por qué una acción irracional contraproducente como destrucción del crédito de EE.UU. puede parecer correcta hay que comprender dos cosas: que el Partido Republicano es ahora el partido de fanáticos religiosos y que esos fanáticos –gente como Michele Bachmann– no quieren trabajar dentro de nuestro sistema, quieren derribarlo siguiendo las líneas de la llamada “reconstrucción” cristiana.” (Vea
mi libro para información completa sobre de qué se trata).
En la era de tierras arrasadas de los “debates de la reforma del sistema de salud” de 2009 y después, los evangélicos parecían creer que Jesús exigía que todos los hospitales (y todo lo demás) debería estar dirigido por corporaciones con fines de lucro solo porque las corporaciones no eran el maligno gobierno. La derecha incluso decidió que era “normal” que el Estado entregara sus antiguos deberes públicos y patrióticos a compañías privadas, incluso para operaciones militares (“contratistas”), prisiones, atención médica, transporte público y todo lo demás.
“HECHOS” PRIVADOS.
La derecha religiosa/extrema derecha y compañía también prefieren “hechos” privados.
Afirmaron que el calentamiento global no era real. Lo afirmaron porque los científicos (esos mismos agentes de Satanás que insistían en que la evolución era real) fueron los que dijeron que las acciones humanas estaban cambiando el clima. Peor todavía, ¡el gobierno también lo dijo!
“¡El calentamiento global es un complot izquierdista para arrebatarnos nuestra libertad!”
“¡Amtrak tiene que obtener beneficios!”
Hay una conexión indirecta pero letal entre los proveedores/dirigentes “intelectuales” de hoja de parra como mi difunto padre y convulsiones periódicas, a veces violentas, como las de la demencial derecha estadounidense, ante la elección de Barack Obama, los asesinatos en Noruega y lo que el ala del Tea Party del Partido Republicano está a punto de hacer para imponer un default en nuestros pagos y destruir así la economía de EE.UU. de una manera que bin Laden solo podría haber soñado.
No, nuestro miembro promedio de alguna milicia armada idiota en Michigan no lee libros de mi difunto padre Francis Schaeffer en los que llamaba al derrocamiento del gobierno debido al Caso Roe contra Wade [en el que la Corte Suprema de EEUU. reconoció el derecho al aborto, [N. del T,] y la legalización del aborto]. Tampoco han oído hablar de gente como Robert George. Y el asesino de Noruega puede o no haber leído los libros de mi padre.
Pero Michele Bachmann lee los libros de mi padre. Y fue educada en la teoría reconstruccionista de extrema derecha en la escuela de derecho Oral Roberts por uno de los seguidores de mi padre.
Bachmann dice que entró a la política porque había leído las obras de mi padre. Y es una de sus seguidores extremistas.
Algunos no evangélicos con programas de extrema derecha como Robert George (lo presentaré en un momento) han sacado provecho de la disposición de los evangélicos como Bachmann a prestar su número y su influencia a una cruzada “moral” antiestadounidense tras otra o, yo diría, a una cruzada política tras la otra que se camuflan como cruzadas morales.
“INTELECTUALES RESPETABLES” DE EXTREMA DERECHA.
Por ejemplo el profesor conservador, católico romano, de Jurisprudencia en la Universidad Princeton, Robert George, es un activista antiaborto, anti-Obama, antiderechos de los gays, antiinvestigación con células madre y “pro familia”, y ha encontrado medios para promover eficazmente la agenda reconstruccionista de extrema derecha, mientras niega toda conexión con ella y se da aires intelectuales superiores.
Tomemos la obra genial de George: Manhattan Declaration: A Call of Christian Conscience [Declaración de Manhattan: Un llamado a la conciencia cristiana].
Se publicó en 2009 como manifiesto anti-Obama, y muchos dirigentes evangélicos de extrema derecha la suscribieron.
La “Declaración de Manhattan” dice:
“No cumpliremos ningún edicto que pretenda obligar a nuestras instituciones a participar en abortos, investigación destructora de embriones, suicidio asistido y eutanasia o cualquier otro acto contra la vida… ni cederemos ante cualquier regla que pretenda obligarnos a bendecir parejas sexuales inmorales, tratarlas como matrimonios o su equivalente, ni nos abstendremos de proclamar la verdad, como la conocemos, sobre la moralidad y la inmoralidad, el matrimonio y la familia. Daremos plenamente y de todo corazón al César lo que es del César. Pero bajo ninguna circunstancia daremos al César lo que es de Dios.”
Por si nunca habéis oído hablar de George: ha sido un “grupo de asesores” de una sola persona de la derecha religiosa, Glenn Beck, y la extrema derecha del Partido Republicano así como para el ala ultraconservadora de la iglesia católica romana. El New York Times lo presentó como sigue a sus lectores:
“[Robert George] ha convertido una filosofía católica del Siglo XIII [la teoría de la ley natural] en una verdadera influencia política. A Glenn Beck, el presentador de Fox News y gran admirador de George, le gusta presentarlo como “uno los mayores cerebros de EE.UU.” o en un programa, como “Superhombre de la Tierra”. Karl Rove me dijo que considera a George una estrella en ascenso en la derecha y una voz destacada al persuadir al presidente George W. Bush de que restrinja la investigación con células madre de embriones… Newt Gingrich lo calificó de “importante y creciente influencia” en el movimiento conservador, especialmente en temas como el aborto y el matrimonio. “Si hay realmente una vasta conspiración derechista, “sus dirigentes probablemente se reúnen en la cocina de George” concluyó la revista católica conservadora Crisis hace algunos años.”
EL GOBIERNO ES EL ENEMIGO.
Es cuestión de legitimidad e ilegitimidad.
Lo que hizo la derecha religiosa, incluidos los facilitadores católicos romanos y protestantes de la derecha religiosa, fue contribuir a un clima en el cual se cuestiona la legitimidad misma de nuestro gobierno como parte de la fe religiosa en sí.
La “Declaración de Manhattan” calificó de “edictos” a las leyes con las que estaban en desacuerdo sus firmantes, evocando imágenes de dictadores que emitían reglas opresoras, en lugar de organismos democráticamente elegidos que aprueban la legislación. En otras palabras, cuando la derecha perdía en el proceso democrático, se alentaban “otros medios” para socavar la ley. Es el lenguaje de la revolución, no de la democracia.
Los facilitadores intelectuales de la extrema derecha empezaron cuestionando los derechos al aborto, los derechos de los gays, las reglas de oración en las escuelas, etc. Lo que terminaron haciendo fue ayudar a fomentar un clima en el cual –a los ojos de una minoría peligrosa y creciente (en su mayoría de clase baja blanca, no educada y amiga de las armas)– la legitimidad misma del gobierno de EE.UU. se cuestionaba, a veces en generalizaciones paranoicas, pero a menudo con una especificidad ridícula: por ejemplo, en la mentira persistente de que el presidente Obama no era ciudadano o era musulmán o que la Reserva Federal y/o las Naciones Unidas estaban de alguna manera involucradas en una conspiración para “arrebatarnos nuestras libertades” o que un control sensato de las armas era lo mismo que “tiranía”.
TERROR POR CRISTO.
Llegaron a ser concebibles acciones de terroristas internos como Timothy McVeigh en el contexto de la deslegitimización de nuestro gobierno. En 1993 McVeigh dijo a un periodista: “El gobierno crece y se hace más poderoso continuamente y la gente tiene que prepararse para defenderse del control del el gobierno.”
Si se cambiaran una o dos, sus palabras podrían haberse sacado del libro de mi padre de 1981 A Christian Manifesto [Un manifiesto cristiano], o igualmente, unas pocas décadas después, de
declaraciones del llamado Tea Party o de las de Michele Bachmann, Robert George o su seguidor Glenn Beck.
En su libro, mi padre llamaba a derrocar el gobierno de EE.UU. a menos que se encontraran caminos no violentos para revocar Roe contra Wade. Comparó a EE.UU. con la Alemania
nazi.
Nótese la siniestra sombra retórica que el libro de mi padre proyectó sobre un futuro estadounidense ignorante y dividido, un futuro que produjo el clima de odio que terminó generando el asesinato de practicantes de abortos como el doctor George Tiller en Wichita y la amenaza de destruir el crédito de EE.UU. en un esfuerzo por destruir literalmente las finanzas de EE.UU.
Lo que sigue es un trozo del Manifiesto sobre la forma en que el gobierno está “arrebatando” nuestro país y entregándolo a los liberales, a los que mi padre dio el nombre de código de “esa forma totalmente humanista de pensar”:
“La ley, y especialmente los tribunales, es el vehículo para imponer esta forma totalmente humanista de pensar a toda la población…”
Y esto:
“Dicho simplemente, la Declaración de Independencia declara que el pueblo, si considera que el Estado ataca sistemáticamente sus derechos básicos,
tiene el deber de tratar de cambiar ese gobierno, y si no puede hacerlo, abolirlo”.
Luego esto:
“Llega un momento en que la fuerza, incluso la fuerza física, es apropiada… Un verdadero cristiano en la Alemania de Hitler y en los países ocupados debería haber desafiado al falaz y falso Estado. Esto nos lleva a un tema actual que es crucial para el futuro de la iglesia en EE.UU., el tema del aborto… Es hora de que comprendamos conscientemente que cuando alguna oficina ordena algo que es contrario a la ley de Dios, abroga su autoridad. Y nuestra lealtad a Dios, quien otorgó esa ley, requiere entonces que emprendamos la reacción apropiada a esa situación.”
En otras palabras, a los seguidores de mi padre se les dijo que (1) la fuerza es un arma legítima para utilizarla contra un gobierno maligno; (2) EE.UU. era como la Alemania de Hitler –por el aborto legal y por imponer el “Humanismo” a la población– y por lo tanto intrínsecamente maligno; y (3) cualquiera que hubiera sido la “reacción apropiada” para detener a Hitler era ahora apropiada para aplicarla aquí en EE.UU. para detener a nuestro gobierno, al que mi padre acababa de calificar de “Estado falso”.
EL EXTREMISMO SE APROXIMA A LO DIVINO
Para comprender el extremismo proveniente de la derecha, el hecho de que haya miembros del Congreso que parecen estar auténticamente desquiciados, encabezando el ataque contra el techo de la deuda, hay que comprender que ese odio contra todo lo que tenga que ver con el gobierno tiene raíces teológicas que no tienen nada que ver con los hechos.
La teología no tiene que ver –por naturaleza– con la razón, sino con la fe. ¡Si se sirve la voluntad de Dios, así sea, aunque EE.UU. se precipite al caos! Este fiasco del techo de la deuda no es más que otro capítulo de las guerras “culturales”.
El lenguaje extremo de la rebelión evangélica/“pro vida” se vuelto a diseñar ahora en el enfrentamiento por el techo de la deuda. Es el lenguaje de la religión enfrentada a los hechos.
Y el ataque antigubernamental está dirigido por personas que son, o auténticos creyentes, y por lo tanto incapaces de razonar, o gente que quiere satisfacer a los verdaderos creyentes para mantener sus buenas relaciones con el Tea Party, que no es otra cosa que la extrema derecha evangélica reciclada y con otro nombre.
Algunos tomaron el paso siguiente. En la noche del 14 de diciembre de 2008, Bruce Turnidge estaba esposado y sentado junto a un agente del FBI en la granja de Turnidge en Oregón. Vociferaba
sobre la “necesidad” de milicias y maldecía la elección de un presidente afro-estadounidense. Horas antes su hijo Joshua, había sido arrestado porque presuntamente hizo explotar una bomba letal.
“Bruce comenzó a hablar sobre la Segunda Enmienda y los derechos de los ciudadanos a portar armas de fuego”, dijo George Chamberlin, el agente del FBI. “Bruce siguió hablando de que el gobierno debería temer al pueblo y que el pueblo no debe temer al gobierno”.
En febrero de 2010, un poco más de un año después de la toma de posesión de Obama, Joseph Stack, un ingeniero informático de cincuenta y tres años, pilotó un avión contra un edificio del IRS [Servicio de Impuestos Internos] en Austin, Texas, mató a un hombre e hirió a varios más.
Antes de matarse Stack envió una nota de suicidio en línea despotricando contra el gobierno federal y expresando quejas similares a las que había enumerado mi padre.
Un grupo de Facebook de celebración de Stack obtuvo casi instantáneamente miles de miembros después que fue “un mártir por nuestras libertades,” como dijo uno de los adherentes. El sitio mostraba la bandera Gadsden (la bandera con la consigna “No me pisotees”) y las siguientes palabras: “Por fin un estadounidense adoptó una postura firme contra nuestro tiránico gobierno que ya no respeta la Constitución y que volvió la espalda a nuestros padres fundadores y a las creencias en las que se basó este país”.
En marzo de 2010 se afirmó que la llamada Milicia Hutaree, un grupo derechista de inspiración bíblica fundamentalista, había urdido un complot para matar policías. Los miembros de ese grupo habían planeado ataques contra agentes de policía como una manera de expresar su odio hacia el gobierno así como para mostrar un camino para lanzar el caos civil “predicho” en las llamadas profecías bíblicas del Fin de los Tiempos. El día que los conspiradores fueron arrestados miré su sitio en la web. Encontré lo siguiente como declaración de su misión (hay errores de ortografía en el texto original, que ha sido eliminado, así como el sitio):
“Como cristianos todos formamos partes de las Almas del Cuerpo de Cristo, la única verdadera iglesia de Cristo… Es el credo del soldado Hutaree, como
debería ser el credo de todos los seguidores de Cristo.”
UN PRESIDENTE NEGRO ENLOQUECE A LA DERECHA
Después de la elección de nuestro primer presidente negro, la “política” de la extrema derecha evangélica, judía, católica romana, y mormónica no fue una política de oposición leal, sino más bien la instigación a la revolución, que fue primero y mejor expresada por Rush Limbaugh cuando incluso antes de que el presidente Obama tomara posesión del mando dijo: “Espero que Obama fracase”.
Rush Limbaugh
Al anticuado mantra conservador “El gran gobierno no funciona”, los recién radicalizados evangélicos (y sus cobeligerantes católicos romanos y mormones) agregaron “¡El gobierno de EE.UU. es perverso!”
Y la mismísima comunidad –evangélicos protestantes estadounidenses– que había sido otrora partidaria sólida de la educación pública, y que votó por hombres tan moderados y razonables
como el presidente Dwight Eisenhower, se convirtió en enemiga no solo de las escuelas públicas sino también de cualquier cosa de la esfera pública (no militar) “dirigida por el gobierno”.
Mientras abrían nuevas instituciones (orgullosamente fuera de la tendencia dominante), las Víctimas de Jesús que realizaban esa “recuperación” se presentaron en el papel de exiliados perseguidos.
Lo que nunca admitieron fue que se habían autoexcluido de las instituciones de la tendencia dominante, no solo porque los puntos de vista de los evangélicos sobre temas sociales estaban en conflicto con los de la mayoría de la gente, sino también porque los evangélicos (y otros fanáticos religiosos conservadores) se vieron como los más débiles desde el punto de vista intelectual.
Y a pesar de haberse “retirado” los evangélicos siguieron exigiendo que la sociedad a la que habían renunciado tenía que ajustarse a sus creencias en cuando a asuntos de “moral” y “familia”.
YIHAD CRISTIANA
Otro ideólogo católico romano de extrema derecha (y también académico) incluso escribió un libro llamando a cristianos, judíos y musulmanes a unirse en una yihad contra el Occidente secular. En Ecumenical Jihad: Ecumenism and the Culture War [Yihad ecuménica: ecumenismo y la guerra de la cultura] un antiguo amigo mío, Peter Kreeft (profesor de filosofía en Boston College), llamó a una “yihad ecuménica”.
Estuve varias veces con Kreeft en mi casa en los años ochenta y principios de los noventa cuando estaba desarrollando sus ideas “yihadistas”.
La idea de Kreeft no era un llamado a hacer volar en pedazos a la gente, y su libro se imprimió antes del 11-S.
Su libro se basaba en el hecho de que muchos creyentes en el catolicismo romano, en el protestantismo evangélico y en el Islam (por lo menos en sus formas fundamentalistas) rechazaban la revolución sexual de los años sesenta: Rechazo a la homosexualidad, la educación sexual es perversa, etc. Kreeft llamaba a todos los creyentes a unirse para derrocar el “secularismo” con el mismo espíritu antisecular que Robert George
canalizó unos pocos años después, cuando trató de debilitar al gobierno de Obama con su obra maestra: la “Declaración de Manhattan”.
Kreeft llamó a una alianza de protestantes, católicos, judíos y musulmanes fundamentalistas para lanzar una guerra cultural contra lo que veía como la elite cultural occidental. La yihad ecuménica estaba dedicada a Richard John Neuhaus, el difunto sacerdote católico converso,
y a Charles Colson (quien después de asoció a George para escribir la “Declaración de Manhattan”).
Los grupos que pensaban “juntar” a Kreeft, Colson, y Neuhaus en una yihad ecuménica eran evangélicos alienados, judíos ortodoxos y católicos romanos conservadores, a los cuales Kreeft agregó a los musulmanes (lo que no significa que alguno haya apoyado realmente su programa, que yo sepa). Estos grupos no compartían sus ideologías, pero tenían un vínculo más profundo: la cólera de la “victimización” que les era impuesta por la modernidad.
Kreeft y Neuhaus decían que el aborto es asesinato. Por lo tanto, la lógica de su argumento era también la de mi padre: El gobierno de EE.UU. posibilita el asesinato y por lo tanto está
descalificado como “régimen”, incluso un “Estado falso”, que había que derrocar.
DISPUESTOS A DESTRUIR EE.UU. PARA SALVARLO
George y Colson y otros que escribieron y luego firmaron la “Declaración de Manhattan” (como Kreeft antes que ellos), también llamaron a que los fundamentalistas se unieran si era necesario para ejercer la desobediencia cívica con el fin de impedir que el gobierno de EE.UU. aprobara leyes que no cumplían con sus “valores” religiosos y/o para
debilitar esas leyes si se promulgaban.
Por lo tanto si el gobierno de EE.UU. legalizara el matrimonio gay y así “obligase” a todos los estadounidenses (incluyendo grupos eclesiásticos) a reconocer los derechos civiles de hombres y mujeres gays, ya no habría necesidad de obedecer al gobierno cuando esas leyes afectaran a gente religiosa que no está de acuerdo con ellas. La “Declaración de Manhattan” llama a los creyentes a “no obedecer”. Y exactamente como Neuhaus desestimó al gobierno como “régimen” –mi padre hizo lo mismo cuando dijo que el gobierno era un “Estado falso”– George y sus cosignatarios también utilizaron lenguaje desdeñoso y degradante respecto al gobierno de EE.UU.
En un país repleto de armas y que se regocija con la retórica de la rebelión contra un gobierno “perverso”, los estallidos esporádicos de asesinatos teñidos de alusiones políticas parecen tan
inevitables como horriblemente “normales”.
No me parece descabellado prever un día en el cual un grupo “secesionista” y/o miembros de alguna “milicia” –y menos aún un individuo solo– utilicen sus pasaportes estadounidenses, sus pieles blancas, y su posición de ciudadanos sólidos como cobertura para importar un arma de destrucción masiva para “liberar” al resto de sus conciudadanos de la “tiranía” de nuestro gobierno federal y/o para “castigar” a alguna ciudad como Nueva York, conocida como la “capital del aborto” de EE.UU. o a San Francisco “ocupada por esos gays”. Y la posibilidad de un asesinato del mismo estilo es una amenaza interminable.
Lo que más tememos de los terroristas islamistas se desencadenará aquí como ha pasado en Noruega.
El terror está en camino por parte de nuestros propios activistas cristianos y/o libertarios del tipo “Tea Party” inspirados por intelectuales “cristianos” y dirigentes políticos como Bachmann, quienes –después de que comience la matanza– la repudiarán y expresarán horror ante sus acciones, acciones que en los hechos son la extensión lógica de su retórica antigubernamental que emana del Congreso y de la derecha religiosa.
Frank Schaeffer es escritor. Su nuevo libro es Sex, Mom, and God: How the Bible’s Strange Take on Sex Led to Crazy Politics–and How I Learned to Love Women (and Jesus) Anyway y Crazy
for God: How I Grew Up As One Of The Elect, Helped Found The Religious
Right, And Lived To Take All (Or Almost All) Of It Back.
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Fuente: Alternet