Guerras Mundiales

Grita conmigo: ¡Nunca más! (en el Día Mundial de las Víctimas del Holocausto)

El 27 de enero fue establecido por la ONU, como «El Día Mundial de las Víctimas del Holocausto«, porque en esa fecha, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia). Varios países conmemoran ya este día para recordar a las víctimas del Holocausto.

Resulta imposible saber con exactitud el número de víctimas judías; no obstante, las estadísticas indican que el total superó las 5.860.000 personas. Las autoridades en general aceptan la cifra aproximada de seis millones. Los nazis también asesinaron a sintis y romaníes, presos políticos, homosexuales, personas con discapacidad, testigos de Jehová y prisioneros de guerra soviéticos.

El Holocausto fue un crimen de proporciones colosales y nadie puede negar la evidencia de que ocurrió. Todos los años recordamos a las víctimas y honramos el coraje de los supervivientes y de quienes los ayudaron y liberaron, reiterando así nuestra determinación de evitar que se repitan esas atrocidades y rechazar la odiosa mentalidad que las hace posibles.

Desde este espacio, he decidido dedicar un breve segmento a esta oscura etapa de la humanidad.

Las siguientes son las estadísticas de las víctimas de las comunidades judías en toda Europa.

Alemania 141.500 — 25,0%
Austria 50.000 — 27,0%
Bélgica 28.900 — 44,0%
Bohemia/Moravia 78.150 — 66,1%
Bulgaria 0 — 0 %
Dinamarca 60 — 0,7%
Eslovaquia 71.000 — 79,8%
Estonia 2.000 — 44,4%
Ex-Unión Soviética 1.100.000 — 36,4%
Ex-Yugoslavia 63.300 — 81,2%
Finlandia 7 — 0,3%
Francia 77.320 — 22,1%
Grecia 67.000 — 86,6%
Holanda 100.000 — 71,4%
Hungría 569.000 — 69,0%
Italia 7.680 — 17,3%
Letonia 71.500 — 78,1%
Lituania 143.000 — 85,1%
Luxemburgo 1.950 — 55,7%
Noruega 762 — 44,8%
Polonia 3.000.000 — 90,9%
Rumania 287.000 — 47,1%

(Fuente: Enciclopedia del Holocausto)

Aunque pueda parecer increíble hay gente que niega la existencia del holocausto. Como también no son muchos los que justifican que los judíos fueran discriminados y segregados. Por ello, hallo conveniente compartir la siguiente cita:

«Negar hechos históricos, especialmente en un tema tan importante como el Holocausto, es simplemente inaceptable. Como también es inaceptable pedir la eliminación de ningún Estado o pueblo. Me gustaría ver que este principio fundamental es respetado tanto en la teoría como en la práctica por todos los miembros de la comunidad internacional.»

Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas

Alguna vez el filósofo Jorge Santayana, explicaba a sus discípulos que … «quien olvida su historia está condenado a repetirla», por ello considero muy conveniente decirles que el Holocausto constituye un poderoso recordatorio de lo que puede ocurrir cuando dejamos de percibir nuestra humanidad común. En este día de recordación de sus víctimas, insto a todos a que denuncien las ideologías políticas y religiosas que enfrentan a las personas. Alcemos nuestras voces contra el antisemitismo y los ataques a grupos religiosos, étnicos o de cualquier otro tipo. Soy promotor de un mundo en el que se respete la dignidad, se celebre la diversidad y la paz sea permanente entre los hombres hasta del Gran Día del Señor.

¡Que nunca olvidemos el daño irreversible que se puede hacer cuando todo el mundo se queda en silencio frente al verdadero mal!

Seis millones… ¡Nunca más!

«Adonái será un baluarte para los oprimidos, un bastón en momentos de aflicción.

Aquellos que conocen Tu Nombre depositan su confianza en Ti, pues Tú, Adonái, no has abandonado a aquellos que te buscan.

Pues el Vengador del derramamiento de sangre los recuerda;

El no olvida el clamor …«

(Salmo 9)


holocausto-olvidar

El Precio de la Segunda Guerra Mundial

La guerra que fue desde 1939-1945 gastó 375.000 millones de dólares.
Con este dinero se habría podido ofrecer a cada familia de toda América y Europa una casa de 20.000 dólares, con un mobiliario de 6.000 dólares, más un regalo en metálico de 25.000 dólares. 
Si queremos ver en EQUIVALENCIAS, su destrucción se hace más dramática:
  • El precio de un tanque equivale al de 84 tractores.
  • El precio de un torpedo equivale al gasto de 15 días de vacaciones para 1.000 niños.
  • El precio de un submarino equivale al de la construcción de 35 sanatorios comunitarios.
  • El precio de un porta-aviones permitiría alimentar a 400.000 personas por un año.
  • El precio de un bombardero permitiría la construcción de 30 escuelas con 20 aulas cada una.
  • Con el gasto de una división blindada se construirían 32.000 casas de cuatro cómodas habitaciones.

Más aún: la construcción de un bombardero pesado supone unos cuatro millones y medio de dólares, y su manutención, sólo en piezas de repuesto, unos dos millones de dólares anuales: es decir, todo lo que Suecia presupuestó en el año 1949 para la protección de la infancia y la maternidad. 
Después de leer esto: ¿Tienes alguna reflexión para compartir?

Más de Cien Años de la Primera Guerra Mundial y las Naciones continúan sin amar la Paz

El conflicto inició el 28 de julio de 1914 cuando Viena declaró la guerra al Reino de Serbia tras el asesinato, un mes antes, en Sarajevo  del archiduque Francisco Fernando heredero al trono Austro-Húngaro, y su esposa Sofía Chotek. El autor de tal magnicidio fue un joven serbobosnio llamado Gavrilo Princip. El asesino era miembro de un comando serbio-bosnio comandado en las sombras por Dragutin Dimitrijevic, conocido como Apis y responsable del Servicio de Información servio, y por extremistas de la sociedad secreta Mano Negra. Este magnicidio pretendía golpear al Imperio Austro-Húngaro y facilitar la creación de la utopía denominada la Gran Serbia, una nación que reuniese a todas las poblaciones eslavas que que permanecían sometidas al poder de los Habsburgo. El adolescente Princip fue detenido de inmediato y no fue condenado a muerte debido a su edad, pero falleció en una cárcel checa en 1918.

 

 En pocas horas de aquel día de julio, las tinieblas y la muerte aceleraron los pasos humanos para que lo que hasta entonces nadie había visto en materia bélica se manifestara inmediatamente. Primero, fue un telegrama del Imperio Austro-Húngaro declarando la guerra a Serbia, seguido pocas horas después por los disparos de la armada fluvial austríaca contra Belgrado. Con estos dos hechos dio comienzo a un enfrentamiento bélico despiadado, criminal, inhumano, algo que nunca había presenciado la humanidad.
El escueto telegrama fue enviado desde Viena mediante el servicio común de correos imperiales de Austria-Hungría, a través de Budapest y Belgrado, para llegar finalmente a Nis, al sur de Serbia. Allí se encontraba refugiado el Gobierno de Serbia, anticipando un posible golpe militar de los austríacos y asumiendo que la capital serbia era indefendible.
El mensaje, de sólo tres frases, expresó el descontento del Imperio Austro-Húngaro por el rechazo serbio de un ultimátum del día 23, que de hecho responsabilizaba a Serbia del asesinato en Sarajevo del heredero al trono austro-húngaro un mes antes.
«A partir de este momento, Austria-Hungría se considera en guerra con Serbia«, concluye la nota.

 

Entre la medianoche del día 28 y las 02.00 de la madrugada del día 29 de julio se produjo un primer intercambio de fuego entre las dos partes y con ello las primeras bajas de esta guerra: dos del lado austríaco y dos del lado serbio.
En la guerra se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares de la época divididas en dos alianzas opuestas: Por un lado se encontraba la Triple Alianza conformada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán (Prusia) y Austria-Hungría. Italia que había sido miembro de la Triple Alianza no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto. Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso.

 

Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabaron ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón, el Reino Unido, y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio Otomano (Turquía) y Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales de la Triple Alianza. En total, más de 70 millones de militares, incluyendo 60 millones de europeos, se movilizaron y combatieron en la guerra más grande de la historia hasta ese momento. El Imperio Otomano luchó por sus intereses geoestratégicos hasta el final de la guerra, lo que aceleró su proceso interno de desmembramiento y decadencia. Sobre las ruinas de la sublime puerta, los jóvenes turcos –con Ataturk a la cabeza– construyeron la nueva, laica y moderna Turquía.

 

La Primera Guerra fue un acto donde se mezcló la locura humana y la competencia entre naciones poderosas. Alemania, en el centro del continente estaba en 1900 más desarrollada y más rica que Inglaterra y que Francia pero carecía de colonias que le proveyeran de insumos elementales, como si tenían los otros. Y los necesitaba. Inglaterra era el centro de un Imperio casi inabarcable y dueña y señora de todos los mares con una flota de combate nunca vista. Francia era más campesina. Pero desde hacía veinte años se presenciaba una carrera armamentista entre los poderosos.

 

La Gran Guerra, como también se llamó a este conflicto, se basó militarmente en una serie de inmensos frentes de guerra constituidos a lo largo y ancho de las tierras de Europa. Frentes en los cuales los soldados pasaban meses, en unas condiciones físicas e higiénicas denigrantes, salvo que los hirieran o murieran en combate, con lo que eran trasladados a la retaguardia. Hubo varios frentes.
Tras la invasión a Serbia por Viena, la Rusia del Zar comienza a movilizarse casi inmediatamente. Los serbios son eslavos del sur, forman parte de un mismo pueblo con los eslavos del norte. Alemania, por su parte, invade la neutral Bélgica para aprovisionarse de carbón y minerales. Esa violación de la soberanía belga llevó a Inglaterra a declarar la guerra a Alemania. Pero los alemanes avanzan por Francia y pueden ser detenidos recién en las afueras de París. Luego retrocedieron y se atrincheraron en distintas zonas conformando el Frente Occidental.
En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos en 1917.
El tercer Frente lo constituyó la lucha de los ingleses más los hombres de sus colonias, como los canadienses, australianos y neozelandeses contra el Imperio Otomano. Un daño muy importante fue organizado por Tomás Edward Lawrence, un intelectual políglota que logra que los árabes del desierto se rebelen contra los turcos, dinamiten sus vías férreas y destruyan, maten y roben lo que encuentran a su paso. Ese líder se convirtió en leyenda. Se lo conoce como «Lawence de Arabia«. Después de tantas peripecias y odiseas pocas veces vista se mató en un accidente de moto en 1935.

 

Cinco meses después de iniciada la guerra los aliados habían alcanzado a penetrar en terreno enemigo apenas 5 kilómetros dejando a un costado un total de 420.000 bajas británicas y 200.000 franceses, mientras los alemanes perdieron 450.000 hombres. Hubo batallas como la de Somme con millares de pérdidas inútiles. O la de Verdún donde fueron masacrados 600.000 hombres en avances y retrocesos a lo largo de un mes largo. Fue un asesinato masivo, una trampa, centenares de miles obedeciendo órdenes militares idiotas, cuanto más absurdas, desencajadas.
A medida que las hostilidades avanzaban se multiplicaron los mutilados, que llenaron las salas de los hospitales y conmovieron la conciencia de las sociedades europeas y mundiales.

 

La trinchera y la alambrada fueron dos de los elementos omnipresentes en el frente. Las trincheras marcaron un hito en la forma de hacer la guerra en Europa. Las alemanas eran mejores técnicamente que las aliadas, pero salvo algunas pequeñas diferencias relativas a la comodidad y la seguridad, la vida en ellas era igual de monótona y arriesgada para los soldados y los oficiales de ambos bandos, sobre todo para los primeros. Hay muchas historias que han sido rescatadas del olvido y que tienen que ver con las trincheras, lo que constituye una fértil memoria de guerra muy útil todavía hoy para los historiadores.

Los gases venenosos se emplearon por primera vez el 23 de abril de 1915. Los alemanes derramaron gas oximuriático -un gas clorado- contra las líneas francesas e ingleses en Yprés. Esta forma de matar ya había sido utilizada 431 años antes de Cristo cuando los espartanos saturaban la madera en el combate con pez y azufre, quemándola para asfixiar al enemigo. Un nuevo ataque tuvo lugar el 19 de diciembre de 1915, con un nuevo gas, el fosgeno, pero los aliados ya estaban preparados para esa ofensiva. Gracias a las medidas de protección que fueron desarrollándose durante la contienda, especialmente las máscaras antigás, la guerra tóxica, aunque temida, no causó tantas bajas como otras formas de combate.

 

Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917 con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y a la firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales tras la célebre Revolución de Octubre en marzo de 1918.
El 4 de noviembre de 1918, el Imperio Austro-Húngaro solicitó un Armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.

 

La Gran Guerra es considerada la primera mundial porque involucró a más de 30 países y se combatió en tres continentes. Las imágenes que perviven en la retina hoy aluden la gran mayoría de las veces a la guerra en las trincheras europeas, a los frentes inmóviles durante meses, pero hubo batallas y escaramuzas más allá del continente europeo. La Gran Guerra fue una guerra total, y en este sentido de totalidad que los propios contemporáneos ya percibieron, solo sería superada luego por la Segunda Guerra Mundial.
Esa guerra pulverizó el concepto de la piedad humana. Se combatía a bayoneta calada para conquistar algunos metros frente al enemigo. Desde las trincheras, donde los vivos no podían enterrar a los muertos por las descargas de artillería, invadidos por las ratas y el hambre los soldados se codearon con la crueldad absoluta.Se usaron gases venenosos que cegaban o mataban. Se usó armamento sofisticado con alta capacidad de destrucción.
Fue un desastre de tal magnitud que al terminar el enfrentamiento Inglaterra ya no era la potencia que había sido. Francia se sumergió en la miseria y la desesperanza y Alemania entró en un colapso donde participaron revolucionarios de izquierda diezmados por el Ejército retornado (los Espartaquistas de Rosa Luxemburgo) y donde finalmente asumió un gobierno socialdemócrata que fundó la República de Weimar (1918-1933). La vencida Alemania debió firmar indemnizaciones de rendición en el Tratado de Versailles que los Aliados vencedores tomaron como una venganza, pero que lo único que aportó fue vergüenza y odio, aprovechados más tarde por los nazis y los nacionalistas extremos.
La Primera Guerra Mundial puso fin a cuatro regímenes imperiales: la dinastía prusiana (Hohenzollern), la dinastía rusa (Romanov), la dinastía turca (osmanlí/otomana) y la dinastía austrohúngara (Habsburgo). La guerra causó millones de muertes y dejó un legado de revolución, bancarrota estatal, proteccionismo y un colapso financiero que creó el marco para el ascenso de Hitler, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron completamente y varias naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial también se fraguó la Revolución Rusa, que concluyó con la creación del primer Estado autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Se fundó la Sociedad de Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se volviera a repetir. Sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial.

 

El bando perdedor de la guerra, en especial Alemania, se tuvo que enfrentar a las duras exigencias territoriales, pero sobre todo económicas, de los vencedores. Unas reparaciones de guerra excesivas y casi imposibles de cumplir en la práctica y que durante la posguerra fueron usadas como argumento por los movimientos ultranacionalistas –el partido nazi, principalmente– para cargar contra aquellos que habían firmado una capitulación que consideraban como una puñalada en la espalda de sus propios compatriotas de la República de Weimar. Como dato curioso, Alemania terminó de pagar las deudas de guerra en el año 2010.
En medio de todo este evento histórico, las tinieblas moldeaban un futuro aún más macabro a través de un anónimo soldado, llamado Adolf Hitler. Él participó como cabo en la Primera Guerra Mundial, donde luchó intensamente en el frente, fue herido y obtuvo una condecoración por méritos de guerra, la prestigiosa Cruz de Hierro. Su experiencia bélica, combinada con la derrota final de Alemania, contribuyó a la formación y el desarrollo de los demonios interiores del futuro dictador, a su patológico resentimiento por la decadencia germana, que se materializarían posteriormente en su antisemitismo, su ultrapatriotismo y la supuesta superioridad de la raza aria. Satanás y sus huestes no se darían por vencidas sabiendo que sus días finales entraban en cuenta regresiva. ¡La simiente reptiliana continuaría haciéndole guerra a la Simiente de la mujer!

Los Eventos actuales y el cumplimiento de las Profecías Bíblicas

P.A. David Nesher
Hoy, mientras leía noticias de distintos periódicos on line experimenté que el mundo está viviendo los tiempos difíciles de llevar que anuncian los lineamientos proféticos de las Escrituras. Entonces, una serie de reflexiones comenzaron a fluir teniendo en cuenta que mañana, 28 de julio se cumplirán 100 años del inicio de la 1ª Guerra Mundial, diseño trazado por la élite Illuminati que pretende dominar las naciones a través del control de las masas.

Durante el cuarto mes lunar o tamuz (junio-julio) que pasó, los hombres, hemos sido testigos de como los acontecimientos políticos de las naciones entraron en un calentamiento especial que ha conducido nuestra historia a un peligros punto de ebullición. Hoy, iniciando el quinto mes o av entendemos que el afán de cada uno de sus 30 días tiende a la dicotomía de tragedia y consolación. Lo que significa que los distintos acontecimientos del sistema de cosas serán sacudidos por circunstancias negativas que afectarán a los distintos estratos de cada una de las sociedades del mundo actual.
Por ello, y al observar que el panorama mundial está que arde, podemos afirmar que el mundo se encuentra al borde de la tercera guerra mundial. De llegar a este punto histórico, sabemos, por la profecía bíblica, que ésta a su vez desencadenará
finalmente lo que conocemos como “el nuevo orden mundial”, lo cual se tendría
que dar en la llamada semana 70 de Daniel.
A esta altura no tengo la menor idea de cómo la Iglesia del Señor en el mundo está asimilando todos y cada uno de estos acontecimientos. No me imagino ni siquiera lo que se está predicando en los
púlpitos, lo que sí discierno es que en la mayoría de las congregaciones evangélicas los creyentes están adormecidos bajo los efectos de fábulas y huecas filosofías que no les permiten levantar sus cabezas con regocijo reconociendo que su tiempo está cerca.
Lo que sí puedo asegurar hoy aquí, frente al Eterno Dios y teniéndolos a Uds. por testigos, que no puedo dejar de hablar al respecto al ver el cumplimiento profético de aquello que
está escrito.
Por todo ello, hoy quiero concentrarme en señalar algunas cosas que les permitirá a Uds. discernir los tiempos y prepararse a nuevos y peores acontecimientos:
1) El avión derribado en terreno de los rebeldes ucranianos pro-rusos por un misil provisto por Rusia. 
De acuerdo a todos los informes las víctimas del mismo se reparten en 17
diferentes nacionalidades. Cada uno de los países representados en dichos fallecidos, hoy reclaman acceso al lugar del
siniestro, sin obtener respuesta positiva y que empujan para sancionar a Rusia. A pesar de tantos pedidos hechos por cada uno de los mandatarios de estas 17 naciones, el
presidente Putin siquiera se ha inmutado. Sumaremos a esto el detalle de que más del 75% del ejército ruso es musulmán. Desde todo esto podemos decir que hay una guerra mundial diseñada y establecida antes de este incidente y a partir de él. 
Según el Pentágono, Rusia está incrementando su respaldo a los rebeldes ucranianos, que para complicar aún más la situación son los principales sospechosos para Washington del derribo la semana pasada del vuelo MH17 de Malaysia Airlines con 298 pasajeros a bordo.
2) El Gobierno de Estados Unidos decidió clausurar este sábado su su embajada en Libia. 
El gobierno de Barak Obama ya retiró de allí a sus empleados estadounidenses a raíz del recrudecimiento en el enfrentamiento entre milicias rivales en  Trípoli, la capital libia. 
Trípoli, sufre desde hace semanas un recrudecimiento de la violencia entre milicias, que ha matado y herido a decenas de personas de todos los bandos. Los enfrentamientos han sido particularmente intensos en el aeropuerto de la ciudad.
Lo que sucede, y los medios no divulgan,
es que Trípoli sufre desde hace semanas un recrudecimiento de la violencia
entre milicias, que ha matado y herido a decenas de personas de todos los
bandos. Los enfrentamientos han sido particularmente intensos en el aeropuerto
de la ciudad. Lo que el gobierno estadounidense teme (o ya sabe) es que esta
guerra intestina hará caer el gobierno establecido por los Illuminatis hasta
que llegarán estos días.
Debemos tener en cuenta que Estados Unidos no es el único país que evacuó a su personal diplomático en Libia. Las Naciones Unidas ya retiraron a sus empleados, y Turquía, Argelia y Arabia Saudita suspendieron las operaciones de sus embajadas.
3) Siria sigue en su guerra civil. 

El conflicto sirio, que se ha cobrado ya más de 170.000 vidas en 40 meses, no cesa. Por el contrario, en los últimos meses, el régimen sirio ha logrado recuperar —y ello con el apoyo de la milicia libanesa chií Hezbolá— todo el corredor oeste desde Kasab (localidad siria situada en el norte con la frontera turca) hasta el sur de la frontera con Líbano. No obstante, la lucha se reavivó la semana pasada al oeste de Siria donde unos 700 rebeldes replegados en las montañas que separan Líbano de Siria combaten simultáneamente contra Hezbolá y el Ejército sirio. Según la prensa local libanesa, en la última semana Hezbolá habría perdido a 10 de sus hombres y capturado a 14 rebeldes en la región de la Bekaa, al este del Líbano.
Al tiempo que Hezbolá combate en el terreno, la aviación Siria lo hace desde el aire intensificado los bombardeos en territorio libanés y dejando un muerto y 11 heridos. Los poblados chiíes de la Bekaa se hacían eco de los combates con un reguero de funerales anunciados durante el fin de semana. Se estima que Hezbolá, que también lucha en Alepo junto al régimen sirio, ha perdido a 500 de sus hombres en Siria.
El revés asestado a los rebeldes por el Ejército sirio en el último año ha invertido drásticamente el balance en el terreno. A finales de 2012 los insurgentes avanzaban hacia las puertas de Damasco y el régimen de Bachar el Asad se tambaleaba. La semana pasada, un desafiante el Asad pisaba de nuevo la alfombra roja para jurar sobre el Corán el cargo de presidente para un tercer mandato de siete años. «Pronto veremos a países árabes, regionales y occidentales, que respaldan el terrorismo, pagar un precio caro» aseguraba en su discurso.
Por si fuera poco, pese a las promesas de aumentar la ayuda militar a la oposición moderada en la guerra civil siria, la comunidad internacional asiste a una de las semanas más sangrientas del conflicto en ese país.
Lo lamentable de todo esto es que del precio pagado por el pueblo sirio con 170.000 vidas, 56.000 han sido civiles (de los cuales 9.000 niños), 65.000 soldados sirios y 46.000 combatientes rebeldes. A estos espeluznantes números se suma el desastre humanitario con la mitad de la población siria (12 millones de personas) obligada a abandonar su residencia habitual, seis millones de desplazados internos y tres de refugiados sirios desperdigados por los países vecinos. Tras el avance del Ejército sirio, los organismos internacionales comienzan a plantear el colosal desafío de la futura reconstrucción de una Siria marchita.
4) El fracaso de Irak.
En Irak, las milicias suníes del Estado Islámico siguen consolidando su territorio a las puertas de Bagdad, mientras que los partidos políticos iraquíes no se ponen de acuerdo sobre quién sustituirá al primer ministro, el chií Nuri al Maliki, para dejar de lado las divisiones sectarias que amenazan la unidad del país.
Grupos suníes han tomado amplias extensiones de territorio en el norte y oeste de Irak, mientras que las milicias chiíes se han movilizado para asistir a las abrumadas fuerzas armadas a contraatacar. El 1er. ministro, el chií Nuri al Maliki, quiere asegurarse un 3er. mandato de 4 años pese a las peticiones generalizadas de que se haga a un lado por la crisis.
Desde que el pasado 10 de junio el Estado islámico de Irak (EI) [antes llamado Estado islámico y el Levante (EIIL)] se hicieran con el control de Mosul, la segunda ciudad de Irak, el país se enfrenta a su mayor desafío tras el derribo de Sadam Husein en 2003. La estampida de las fuerzas armadas ante el avance de ese grupo yihadista y sus aliados locales hizo temer que éstos llegaran a sitiar Bagdad. Aunque finalmente los soldados parecen haber frenado la ofensiva, el incidente ha sacado a la luz la fragilidad de las estructuras nacionales justo en medio de un cambio de legislatura y de las laboriosas negociaciones para formar una nueva coalición de Gobierno.
Debemos también saber que Irak que contaba en 2003, en vísperas de la invasión norteamericana, con más de un millón de cristianos, en su mayoría católicos (caldeos), que utilizan en su liturgia el arameo. Desde entonces el drama de los cristianos ha conocido un crecimiento exponencial, que ahora ha explotado tras la ofensiva armada en el norte llevada a cabo por los yihadistas suníes. Mosul, una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, ha quedado sin cristianos; eran 130.000 antes de la invasión y apenas 10.000 cuando los islamistas capturaron la ciudad el pasado mes de junio. La persecución se vuelva cada día más fuerte y expansiva en todo el país.
No olvidemos que Irak es, en el diseño divino, una región super profética ya que allí se encuentra el gran río Eúfrates
del cual la Biblia dice que ahí se desatará los ángeles para la aniquilación de
la tercera parte de la humanidad, también en guerra civil promovida por el
mismo grupo que tiene a Siria en vilo, y habiéndose extendido hasta ahí el
llamado “califato”.
5) El conflicto
Israel. – Gaza.
Evento histórico que cada día se complica más, y que se ha convertido en piedra
pesada para todas las naciones tal como está escrito en Zacarías 12:3:
«Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella». 
Al ver, por medio a la luz de la profecía bíblica, lo que está sucediendo en Israel necesitamos especialmente considera lo que dice el profeta Jeremías entendiendo que han empezado a llegar los cazadores a aquella nación y desde ese lineamiento debemos meditar acerca de lo cercano que está el retorno de mi amado. 
«No obstante, he aquí vienen días, dice Yahwéh, en que no se dirá más: Vive Yahwéh, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive Yahwéh, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres. He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Yahwéh, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos». 
(Jeremías 16: 14-16)
Estos versículos nos muestran tres situaciones que están predestinadas en Israel por el Eterno Dios que usa a esta región como su reloj profético: 
  1. La Aliyah, es decir el final de la diáspora de los Israelitas. Un milagro que está sucediendo ante nuestros ojos ya hace varios años; los judíos están día a día regresando a la tierra de sus ancestros.
  2. Les enviará pescadores (evangelizadores)
  3. Al no atender a los pescadores, les enviará cazadores que buscarán exterminarlos.

Todo esto nos conduce a una sola conclusión: ¡nuestra redención
se acerca! (Lucas 21:28), por lo que necesitamos comprender que el tiempo que resta lo debemos aprovechar.

Hiroshima y Nagasaki: dos ciudades emblemas que activan la memoria de los pacificadores

Un jueves 9 de agosto de 1945, cuando el reloj marcaba las 11: 05 a.m., un bombardero de la fuerza aérea de Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki una bomba fabricada a base de plutonio 239 en laboratorios controlados por el Pentágono, que provocó 100.000 muertos (39.000 al momento de estallar). Solamente tres días antes, a las 8:15 a.m. del lunes 6, un piloto estadounidense había lanzado en Hiroshima otro artefacto nuclear construido a partir de uranio 235, que causó 260.000 muertos (50.000 por el impacto inicial). 
El presidente de los Estados Unidos en turno, Harry S. Truman, justificó el genocidio con el argumento inmaduro de que resultaba urgente y necesario concluir la guerra contra Japón de esta manera, para «traer los chicos a casa». Y en verdad lo logró ya que el 15 de agosto el emperador japonés Hirohito emitió alocución radial para todo el país, en la que anunció a sus cerca de ochenta y seis millones de súbditos la rendición incondicional. Un testigo presencial narró que los sobrevivientes de Hiroshima iban bajando la cabeza poco a poco, a medida que lo escuchaban. Muchos lloraban, pero todos en silencio, sin una voz, sin una protesta.
La diplomacia atómica ensayada en Hiroshima y Nagasaki por la Administración Truman causó un total de 360.000 víctimas en 1945, pero sus secuelas llegan hasta hoy y afectan a varias generaciones. 
Por ello, entiendo que todo ser humano sensible que lea esta bitácora debiera hacerse una pregunta: ¿cómo pudo ocurrir tal barbarie?
Según algunas fuentes, el presidente Harry S. Truman, alcanzó el grado 32° de la masonería cuando ordenó el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, escogiendo estas dos ciudades por hallarse cercanas al paralelo 33. Es bien sabido que el número 33 forma parte de la numerología ritual masónica y es una señal para sus adeptos. Así mismo, les resultará curioso saber que Truman fue electo para ser el trigésimo tercer Presidente de los Estados Unidos por el Partido Demócrata.

Como Presidente de grado masón 33, Truman inició lo que la élite luciferina anhelaba: la era nuclear, el éxito supremo de la alquimia, la expresión pragmática de la doctrina de Caín. 
Lo más vergonzoso de todo es lo que el propio Truman escribió después de este ataque diabólico: “Sabía lo que estaba haciendo cuando detuve la guerra… no me arrepiento y, bajo las mismas circunstancias, lo volvería a hacer.” La propia Eleonor Roosevelt justificó el hecho como la única solución posible.
Un poco de la historia conspirativa previas al terror.
Cuentan los relatos históricos que en agosto de 1939, el conocido científico Albert Einstein había escrito al presidente de Estados Unidos, advirtiéndole de que la desintegración nuclear en cadena podía producir una bomba atómica más devastadora que cualquiera de las armas hasta entonces conocidas. En un esfuerzo secreto con Canadá y Gran Bretaña, Roosvelt, lleno de expectativas ante este dato, dio curso a un trabajo de investigación que cinco años más tarde culminaría con el lanzamiento de la bomba atómica sobre la población civil de Hiroshima. En realidad, una primera bomba atómica fue lanzada como prueba en el desierto de Nuevo México. 
El 26 de julio de 1945, el presidente Harry Truman lanzó una proclama al pueblo japonés, conocida luego como la Declaración de Potsdam, pidiendo la rendición incondicional del Japón so pena de sufrir una devastadora destrucción aunque sin hacer referencia a la bomba atómica. Según la proclama, Japón sería desposeído de sus conquistas y su soberanía quedaría reducida a las islas niponas. Además los dirigentes militares del Japón serían procesados y condenados restableciéndose la libertad de expresión, de cultos y de pensamientos. 
Ante todo esto, Japón quedaba sujeto a pagar indemnizaciones, sus ejércitos serían desmantelados y el país tendría que soportar la ocupación aliada. 
Es evidente que Truman, Conociendo la mentalidad de los japoneses, buscaba el efecto contrario al que manifestaba públicamente. Él sabía que los japoneses, humillados en su orgullo, no se rendirían y entonces podría lanzar su anhelada bomba atómica, más como un mensaje intimidatorio hacia Stalin que pensando en la derrota japonesa que ya era casi un hecho. 
El 29 de julio el premier japonés Suzuki como era previsible rechazó la propuesta de Truman. El 3 de agosto, Truman dio la orden de arrojar las bombas atómicas en Hiroshima, Kokura, Niigata o Nagasaki. El objetivo le era indistinto y la suerte de cientos de miles de almas inocentes parecieron no importarle demasiado. 

El 6 de agosto despegaba rumbo a Hiroshima la primera formación de bombarderos B-29. Uno de ellos, el Enola Gay, piloteado por el coronel Paul Tibbets, llevaba la bomba atómica; otros dos aviones lo acompañaban en calidad de observadores. 
Testigos del hecho cuentan cómo súbitamente apareció sobre el cielo de Hiroshima el resplandor de una luz blanquecina rosada, acompañado de una trepidación monstruosa que fue seguida inmediatamente por un viento abrasador que barría cuanto hallaba a su paso. Las personas quedaban calcinadas por una ola de calor abrazador. Muchas personas murieron en el acto, otras yacían retorciéndose en el suelo, clamando en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras. Quienes lograron escapar milagrosamente de las quemaduras de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta días como consecuencia de los mortales rayos gamma. Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad. Unas cien mil personas murieron en el acto y un número no determinado de víctimas se fue sumando con el paso de los días y de los años por los efectos duraderos de la radiactividad. 
El sacerdote católico Pedro Arrupe, rector de la orden jesuita en Nagatsuka, localidad ubicada a unos seis kilómetros del centro urbano, describió el efecto del impacto:

«En todas direcciones fueron disparadas llamas de color azul y rojo, seguidas de un espantoso trueno y de insoportables olas de calor que cayeron sobre la ciudad, arruinándolo todo: las materias combustibles se inflamaron, las partes metálicas se fundieron, todo en obra de un solo momento. Al siguiente, una gigantesca montaña de nubes se arremolinó en el cielo; en el centro mismo de la explosión apareció un globo de terrorífica cabeza. Además, una ola gaseosa a velocidad de quinientas millas por hora barrió una distancia de seis kilómetros de radio. Por fin, a los diez minutos de la primera explosión, una especie de lluvia negra y pesada cayó en el noroeste de la ciudad, un mar de fuego sobre una ciudad reducida a escombros» (Arrupe, 1952: 66-67).

El sacerdote narró en sus memorias que apenas se podía avanzar entre tanta ruina, de la que intentaban salir unas ciento cincuenta mil personas que huían a duras penas. No podían correr, como quisieran, para escapar cuanto antes de aquel infierno, a causa de las espantosas heridas que sufrían. Lo más impresionante eran los gritos de niños que corrían como locos pidiendo socorro o que sollozaban sin encontrar a sus padres. De repente, unas doscientas mil personas por auxiliar, pero de los 260 médicos que vivían en la ciudad, 200 murieron en el primer instante, y entre los que salvaron la vida, muchos estaban gravemente heridos. Todos estaban conmocionados, nadie comprendía lo sucedido. Solo al día siguiente, cuando llegaron personas de otras ciudades para socorrer, lo supieron: «¡Ha explotado la Bomba Atómica!». «¿Pero qué es la bomba atómica?»: «Una cosa terrible» (Arrupe, 1952: 90).

Poco después de esta atrocidad contra las ciudades japonesas saldrían a relucir otros hechos, que ponen de manifiesto las razones del genocidio: el 9 de octubre de 1945 la Junta de Jefes de Estados Mayores Conjuntos del Ejército de Estados Unidos aprobó la directiva 1518: «Concepción estratégica y plan de utilización de las fuerzas armadas de los Estados Unidos», que previó la posibilidad de asestar el primer golpe nuclear sorpresivo contra la Unión Soviética. Y en la directiva 432/d del Comité Unificado de Planificación Militar, emitida el 14 de diciembre de ese propio año, se afirmó: «La bomba atómica es la única arma que los Estados Unidos puede emplear eficientemente para el golpe decisivo contra los centros fundamentales de la URSS» (Gribkov et al., 1998: 48).

Debemos concluir que las dos bombas atómicas que se arrojaron sobre aquellas ciudades niponas fueron sendos actos de terrorismo a gran escala, en el sentido estricto de la definición de terrorismo. Por lo demás, nadie duda que éste tipo de bombardeos estén atribuidos en los actos tipificados como crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad. Cómo humanos agentes de cambio, no deberemos jamás olvidar esta atrocidad, cometida en nombre de la libertad y la paz. 
La siguiente ilustración toma el poder profético de la ironía y desde una caricatura expone la pregunta correcta que permitirá que todo ser humano justo elabore la respuesta correcta.

Pearl Harbor: documentando los verdaderos hechos

Nueva luz se ha arrojado sobre Pearl Harbor a través del reciente trabajo de Robert B. Stinnett, un veterano de la Armada de la II Guerra Mundial . 
Stinnett ha obtenido numerosos documentos relevantes a través de la Ley de Libertad de Información (FOIA). En Day of Deceit: The Truth about FDR and Pearl Harbor (2000), el libro bruscamente deshechado por el director Bruckheimer, Stinnett revela que el plan de Roosevelt para provocar a Japón comenzó con un memorando del Teniente Comandante Arthur H. McCollum, Jefe de la mesa de la oficina de inteligencia naval del extremo oriental . El memorando abogaba por ocho acciones previstas para llevar a Japón a atacar a los Estados Unidos. McCollum escribió: «Si por estos medios Japón pudiera ser llevado a cometer un acto abierto de guerra, tanto mejor». FDR decretó los ocho pasos de la provocación McCollum – y mucho más. 

Si bien no puede excusar a Japón por su beligerancia en aquellos días, también es cierto que nuestro gobierno provocó a ese país de diversas maneras – congelando sus activos en América; cerrando el Canal de Panamá a su transporte marítimo; detención progresiva de exportaciones vitales a Japón hasta que finalmente se unió a Gran Bretaña en un completo embargo, enviando una nota hostil al embajador japonés denotando amenazas militares si Tokio no modificaba su política en el Pacífico, y el 26 de noviembre – justo 11 días antes del ataque japonés – enviando un ultimátum que exigía, como requisitos previos a la reanudación del comercio, que Japón retirara todas las tropas de China e Indochina, y, en la práctica anular su Tratado tripartito con Alemania e Italia. 

Después de reunirse con el Presidente Roosevelt el 16 de octubre de 1941, el Secretario de Guerra Henry Stimson escribió en su diario: «Nos enfrentamos a la delicada cuestión de la esgrima diplomática para estar seguros de que Japón se equivoca y hace mal su primer movimiento – ostensible movimiento». El 25 de noviembre, el día antes de que el ultimátum fuera enviado a los embajadores de Japón, Stimson escribió en su diario: «La cuestión era cómo había que manejarlos [a los japoneses] para llevarlos a la posición de disparar el primer tiro ….»

El cebo ofrecido a Japón fue nuestra Flota del Pacífico. En 1940, el Almirante J.O. Richardson, comandante de la flota, voló a Washington para protestar contra la decisión de FDR de atracar la flota permanentemente en Hawai en lugar de su normal de punto de atraque en la Costa Oeste de los EE.UU.. El almirante tenía buenas razones: Pearl Harbor era vulnerable a los ataques, siendo accesible desde cualquier dirección, no podía ser equipada de manera eficaz con redes y deflectores de defensa contra aviones torpedo, y en Hawai sería difícil proveer y entrenar al personal a bordo de buques infratripulados. Pearl Harbor también carecía de suficientes suministros de combustible y diques secos, mantener a los hombres lejos de sus familias, crearía problemas de moral. La discusión se acaloró. Richardson dijo: «Me marché con la impresión de que, a pesar de haberlo dicho bien alto, el Presidente estaba plenamente decidido a poner a los Estados Unidos en la guerra si Gran Bretaña podía aguantar hasta que fuera reelecto.»

Richardson fue rápidamente relevado del mando. Su sustituto fue el Almirante Husband E. Kimmel. Kimmel también informó a Roosevelt de las deficiencias de Pearl Harbor, pero aceptó la colocación allí, confiando en que Washington le notificaría de cualquier información de inteligencia que indicara un ataque. Puso su confianza en lugar equivocado. Mientras Washington veía como Japón preparaba su asalto a Pearl Harbor, el almirante Kimmel, así como su homólogo del Ejército en Hawai, el General Walter C. Short, eran mantenidos completamente fuera de la línea de información.Conocimiento previo

Uno de los elementos más importantes del conocimiento de América de las intenciones de Japón fue el éxito de nuestro gobierno rompiendo el código secreto diplomático japonés conocido como «Purple». Tokio lo utilizaba para comunicarse con sus embajadas y consulados, incluidos los de Washington y Hawai. El código era tan complejo que era cifrado y descifrado a máquina. Un talentoso grupo de criptoanalistas americanos rompió el código en 1940 y diseñó un facsímil de la máquina japonesa. Estas, utilizadas por las secciones de inteligencia de la Marina y de la Guerra , pusieron de manifiesto rápidamente los mensajes diplomáticos japoneses. Los textos descifrados fueron apodados «Magic».

Copias de «Magic» eran siempre rápidamente entregadas en bolsas cerradas al Presidente Roosevelt, y los secretarios de Estado, Guerra, y de la Marina. También se dirigían al Jefe del Estado Mayor del ejército General George Marshall y al Jefe de Operaciones Navales, el almirante Harold Stark. Sin embargo, aunque tres máquinas Purple para la decodificación fueron asignadas a Gran Bretaña, no fueron enviadas a Pearl Harbor. Intercepciones de mensajes de radio cifrados entre Tokio y su consulado en Honolulu tenían que ser remitidos a Washington para su descodificación. Así Kimmel y Short, los comandantes hawaianos, estaban a merced de Washington para su retroalimentación. La petición de su propia máquina de decodificación fue rechazada basándose en que las comunicaciones diplomáticas no eran de suficiente interés para los soldados.

¡Que falso era eso! El 9 de octubre de 1941, el Departamento de Guerra decodificó un despacho de Tokio a Honolulu instruyendo al Cónsul General a dividir Pearl Harbor en cinco áreas específicas y para que informara de la ubicación exacta de los buques en ellas.

No hay nada inusual sobre espías vigilando movimientos de buques -, pero la presentación de informes precisos del paradero de los buques en los puertos sólo tiene una implicación. Charles Willoughby, jefe de inteligencia de Douglas MacArthur, más tarde escribió que los «informes del interior del puerto estaban en un sistema de cuadrículas con coordenadas de localización de los soldados americanos… La cuadrícula de coordenadas es el método clásico para determinar la asignación de blancos, nuestros acorazados se habían convertido de repente en objetivos». Esta información nunca fue enviada a Kimmel o Short.

Iintercepciones adicionales fueron decodificadas por Washington, todo en un día desde su transmisión original: 

  • 5 de noviembre: Tokyo notificó a sus embajadores en Washington que el 25 de noviembre era la fecha límite para un acuerdo con los EE.UU.     
  •  11 de noviembre: Se les advirtió, «La situación está llegando al clímax, y el tiempo se está acabando.»         
  • 16 de noviembre: La fecha límite fue postpuesta hasta el 29 de noviembre. «La fecha límite definitivamente no se puede cambiar», decía el envío. «Después de eso, las cosas automaticamente van a suceder».         
  • 29 de noviembre (el ultimátum de los EE.UU. ya se ha recibido): se les dijo a los embajadores que una ruptura de las negociaciones era «inevitable», pero que los líderes de Japón «no deseaban dar la impresión de que las negociaciones se habían roto».         
  •  30 de noviembre: Tokio ordenó a su embajada de Berlín informar a los alemanes de que «el estallido de la guerra puede venir más rápido de lo que nadie imagina «.         
  •  1º de diciembre: La fecha límite ha sido postpuesta de nuevo. «Para evitar que los Estados Unidos se vuelvan excesivamente sospechosos, hemos notificado a la prensa y otros … de que las negociaciones continúan.»         
  • 1º y 2º de diciembre: A las embajadas japonesas en las naciones no alineadas de todo el mundo les fue indicado deshacerse de sus documentos secretos, menos una copia de sus códigos. (Esto era por una razón fácil de entender – cuando estalla la guerra, las oficinas diplomáticas de un estado hostil pierden su inmunidad y normalmente son allanadas. Una copia del código se mantiene de modo que las instrucciones finales pueden ser recibidas, después, la última copia del código sería destruida.) 

Una advertencia adicional llegó a través de los llamados mensajes «wind». Una intercepción del 18 de noviembre indicó que, en caso de una próxima ruptura en las relaciones con los EE.UU., Tokio emitiría una advertencia especial por radio. Esta no sería en el código Purple, ya que se tenía la intención de llegar a los consulados y organismos menores japoneses que no estaban equipados con el código o una de sus máquinas. El mensaje, que sería repetido tres veces durante un informe del tiempo, era «Higashi Kaze no ame», que significa «Viento del Este, lluvia». «East Wind» significaba los Estados Unidos; «lluvia» significaba ruptura diplomática – por tanto, la guerra.
Este futuro mensaje se consideró tan importante que los radio monitores de los EE.UU. estuvieron buscándolo,constantemente y el Departamento de la Marina lo escribió en tarjetas especiales de recordatorio. El 4 de diciembre, «Higashi Kaze no ame» fue emitido y recogido por la inteligencia de Washington.
En tres ocasiones diferentes desde 1894, Japón había realizado ataques por sorpresa coincidiendo con rupturas en las relaciones diplomáticas. Esta historia no se pierde con el Presidente Roosevelt. El Secretario Stimson, describiendo la Conferencia de la Casa Blanca de FDR del 25 de noviembre, señaló: «El Presidente dijo que los japoneses eran conocidos por hacer ataques sin previo aviso y dijo que podrían ser atacados, pongamos, el próximo lunes, por ejemplo.» Tampoco se perdía en Washington con los altos oficiales militares, todos ellos licenciados en la academia militar.
Como ha revelado Robert Stinnett, Washington no solamente estaba descifrando los mensajes diplomáticos japoneses, sino también despachos navales. El Presidente Roosevelt tenía acceso a estas intercepciones a través de su oficial, el Teniente Comandante McCollum, quien había escrito el original de ocho puntos del plan de provocación a Japón. Tanto secretismo han rodeado a estos despachos navales que su existencia no fue revelada durante cualquiera de las diez investigaciones de Pearl Harbor, incluso en la mini-investigación dirigida por el Congreso en 1995. La mayoría de las solicitudes de documentos relativos a Pearl Harbor de Stinnett le han sido denegadas por ser aún clasificados, incluso en virtud de la Ley de Libertad de Información.
Se ha dado por hecho durante mucho tiempo que la flota japonesa cuando se aproximaba a Pearl Harbor, mantuvo completo silencio de radio. Esto es falso. La flota apenas tuvo discreción, y mucho menos silencio. La inteligencia inteligencia naval interceptó y tradujo numerosos despachos, algunos claramente reveladores del hecho de que Pearl Harbor había sido señalado como objetivo. El más significativo fue el siguiente, enviado por el almirante japonés Yamamoto a la primera escuadrilla el 26 de noviembre de 1941:
El grupo especial de operaciones, manteniendo sus movimientos estrictamente secretos y manteniendo una estrecha vigilancia contra submarinos y aviones, se adentrará en aguas de Hawai, y en la primera ruptura de las hostilidades atacará a la fuerza principal de la flota de los EE.UU. y le asestará un golpe mortal. El primer ataque aéreo está previsto para el amanecer del día-x. Fecha exacta determinada más tarde por orden.
Tanto secreto oficial sigue en torno a las traducciones de las intercepciones de despachos navales japoneses que no se sabe si el anterior mensaje fue enviado a McCollum o visto por FDR. Ni siquiera se sabe quién en un principio tradujo el mensaje. Sin embargo, una cosa es cierta: la importancia del mensaje no se ha perdido con el traductor.
1941 también fue testigo de lo siguiente:
El 27 de enero, nuestro embajador en Japón, Joseph Grew, envió un mensaje a Washington, declarando: «El ministro peruano ha informado a un miembro de mi personal que ha escuchado de muchas fuentes, entre ellas una de origen japonés, que, en caso de ruptura entre los Estados Unidos y Japón, los japoneses tienen la intención de llevar a cabo un ataque sorpresa contra Pearl Harbor con toda su fuerza ….»
El 3 de noviembre, todavía confiando en informantes, Grew notificó al Secretario de Estado Cordell Hull: «La guerra con los Estados Unidos puede venir con dramática y repentina peligrosidad». Grew envió una advertencia aún más fuerte el 17 de noviembre.
El congresista Martin Dies escribiría:
     A principios de 1941 el Comité Dies se hizo con un mapa estratégico que daba una prueba clara de las intenciones de los japoneses de llevar a cabo un asalto a Pearl Harbor. El mapa estratégico fue preparado por el Departamento Imperial de Inteligencia Militar japonés. Tan pronto como recibí el documento llamé por teléfono al Secretario de Estado Cordell Hull y le dije lo que tenía. El Secretario Hull me indicó que no dejara que nadie supiera del mapa y dijo que me llamaría tan pronto como hablara con el Presidente Roosevelt. En cosa de una hora telefoneó para decirme que había hablado con Roosevelt y que estuvieron de acuerdo en que sería muy grave si toda la información relativa a este mapa llegara a los servicios de noticias …. Le dije que era una grave responsabilidad abstenerse retener información vital para el público. El Secretario me aseguró que él y Roosevelt lo consideraban esencial para la defensa nacional.
Dusko Popov era un yugoslavo que trabajó como agente doble para Alemania y Gran Bretaña. Su verdadera lealtad era hacia los Aliados. En el verano de 1941, los nazis ordenaron a Popov ir a Hawaii para hacer un estudio detallado de Pearl Harbor y sus aeropuertos cercanos. El agente dedujo que la misión presagiaba un ataque sorpresa japonés. En agosto, Popov informó completamente al FBI en Nueva York. J. Edgar Hoover más tarde recordó amargamente que había dado advertencias a FDR acerca de Pearl Harbor, pero que Roosevelt, le dijo que no pasara la información y que lo dejara en sus manos.
Kilsoo Haan, del Foro de Cooperación Popular de la liga chino-coreana, recibió clara información de resistencia coreana de que los japoneses estaban planeando un asalto a Hawai «antes de Navidad». En noviembre, tras no llegar a ningún lado con el Departamento de Estado, Haan convenció al senador de Iowa Guy Gillettede del valor de su afirmación. Gillette informó al presidente, quien lacónicamente se lo agradeció y dijo que sería examinado.
En Java, a principios de diciembre, el Ejército holandés decodificó un despacho de Tokio a su embajada de Bangkok, prediciendo ataques en cuatro sitios, incluidos Hawai. Los holandeses pasaron la información al General de Brigada Elliot Thorpe, observador militar de los EE.UU.. Thorpe envió un total de cuatro advertencias a Washington. La última le fue al jefe de inteligencia del General Marshall. Thorpe se vio obligado a no enviar más mensajes relativos a la cuestión. Los holandeses también tuvieron a su agregado militar en Washington, el coronel Weijerman, que advirtió personalmente al General Marshall.
El capitán Johann Ranneft , agregado naval holandés en Washington, que fue galardonado con la Legión de Mérito por sus servicios a los Estados Unidos, anotó detalles reveladores en su diario. El 2 de diciembre, visitó la Oficina de Inteligencia Naval (ONI). Ranneft preguntó sobre el Pacífico. Un oficial norteamericano, lo que apunta a un mapa mural, dice, «Esta es cuerpo de operaciones japonésviniendo del Este». Se trata de un punto a mitad de camino entre Hawai y Japón. El 6 de diciembre, Ranneft regresó y preguntó donde se encontraban los portaaviones japoneses. Le fue mostrada una posición en el mapa a unas 300-400 millas al noroeste de Pearl Harbor. Ranneft escribió: «Pregunto cuál es el significado de estos portaaviones en esta ubicación, con lo cual recibo la respuesta de que es, probablemente, en relación con los informes japoneses de una posible acción americana…. yo mismo no pienso sobre ello porque creo que todo el mundo en Honolulu está cien por cien alerta, al igual que todos aquí en la ONI «
El 29 de noviembre, el Secretario de Estado Cordell Hull se reunió en secreto con el periodista independiente Joseph Leib. Leib anteriormente había ocupado varios puestos en la administración Roosevelt. Hull lo conocía y sentía que era un periodista en quien podía confiar. El secretario de Estado le entregó copias de algunas de las intercepciones de Tokio relativas a Pearl Harbor. Decía que los japoneses estaban planeando atacar la base de Pearl Harbor y que FDR tenía previsto dejar que ocurriera. Hull hizo que Leib se comprometiera a mantener su nombre fuera del artículo, pero confiaba en que éste podía llevar la historia muy alto en los periódicos.
Leib corrió a la oficina de su amigo Lyle Wilson, Jefe de la Oficina de Washington de United Press. Manteniendo su promesa a Hull, Wilson le contó los detalles y le mostró los mensajes interceptados. Wilson respondió que la historia era ridícula y se negó a trabajarla. A través de sus conexiones, Leib logró obtener una versión apresurada de UP en el extranjero por cable, pero sólo un periódico transitió una parte de éste.
Después de Pearl Harbor, Lyle Wilson llamó a Leib a su oficina. Le entregó una copia del dicurso recién emitido de FDR «día de la infamia». Los dos hombres lloraron. Leib relató su historia en el reciente documental de History Channel, «Sacrificio en Pearl Harbor.»
Lo anterior representa sólo una muestra de las pruebas de que Washington conocía de antemano el ataque a Pearl Harbor. Para obtener pruebas adicionales, véase Infamy: Pearl Harbor and Its Aftermath y Day of Deceit: The Truth about FDR and Pearl Harbor by Robert Stinnett (Infamia: Pearl Harbor y sus secuelas por el ganador del Premio Pulitzer, el historiador John Toland, y el El día del engaño: la verdad sobre FDR y Pearl Harbor por Robert Stinnett . Tan correctos eran los datos que, en una rueda de prensa privada en noviembre de 1941, el General George Marshall predijo con confianza que la guerra americano-nipona estallaría durante los «diez primeros días del mes de diciembre.»
Sin embargo, ninguna de estas informaciones fue transmitida a nuestros comandantes en Hawai, Kimmel y Short, con la excepción de la alerta de enero del embajador Grew, una copia de la cual llegó a Kimmel el 1 de febrero. Para disipar cualquier duda, el Teniente Comandante McCollum – que originó el plan para incitar a Japón a la guerra – escribió a Kimmel: «La Inteligencia Naval no da ninguna credibilidad a estos rumores. Por otra parte, sobre los datos conocidos en relación con la actual disposición y despliegue naval de los japoneses y sus fuerzas armadas, ningún movimiento contra Pearl Harbor parece inminente o previsto en un futuro predecible. «
Blancos 

Para asegurar el éxito del ataque japonés – uno que enfureciera a América para unirse a la guerra – era vital mantener a Kimmel y a Short fuera del círculo de inteligencia. Sin embargo, Washington hizo mucho más que esto para facilitar el asalto japonés. 
El 25 de noviembre, aproximadamente una hora después de que la fuerza de ataque japonés partiera hacia el puerto de Hawai, la Armada de los EE.UU. emitió una orden prohibiendo a los barcos de transporte americanos y del mando aliado viajar por el Pacífico Norte. Todo el transporte marítimo transpacífico fue desviado a través del Pacífico Sur. Esta orden se aplicó incluso a los buques rusos atracados en la costa oeste de América. El objetivo es fácil de entender. Si cualquier buque comercial accidentalmente tropezara con el cuerpo de operaciones japonés, podría alertar a Pearl Harbor. Como el Almirante Richmond K. Turner, Oficial de Planes de Guerra de la Marina en 1941, declaró con franqueza: «Estuvimos preparados para desviar el tráfico cuando creímos que la guerra era inminente. Enviamos el tráfico hacia abajo a través del Estrecho de Torres, a fin de que la ruta del cuerpo de operaciones japonés quedara despejado de todo el tráfico «.
Los comandantes hawaianos han sido tradicionalmente censurados por no detectar la proximidad de las compañías aéreas japonesas. Lo que no se dice es que Washington les negó los medios para hacerlo. Un ejército marchando por tierra hacia un objetivo se puede divisar fácilmente. Sin embargo, Hawai se encuentra en medio del océano. Sus vías de entrada son ilimitadas y deshabitadas. Durante la semana antes del 7 de diciembre, aviones de la marina realizaron búsquedas en más de dos millones de kilómetros cuadrados del Pacífico -, pero nunca divisaron a la fuerza japonesa. Esto se debe a que Kimmel y Short sólo tenían suficientes aviones para sondear un tercio de los 360 grados de arco en torno a ellos, y a que la inteligencia les había informado (incorrectamente) de que debían concentrarse en el Suroeste.
El radar, también fue insuficiente. No había suficientes pilotos de reconocimiento capacitados. Muchas de las naves de reconocimiento tenían muchos años y carecían de piezas de repuesto. «Las reiteradas peticiones a Washington de los comandantes para obtener más aviones de patrulla fueron rechazadas. El Almirante Edward T. Layton, quien actuó en Pearl Harbor, lo resumió en su libro «And I was there» (Y yo estaba allí): «Nunca hubo un indicio en ningún mensaje de inteligencia recibido por el mando local de ninguna amenaza japonesa a Hawai. Nuestras defensas aéreas fueron desprotegidas por orden del propio Jefe del ejército . De los doce B-17s de la isla, sólo seis podrían mantenerse en el aire al usar como repuesto las piezas de los otros».
La Armada ha seguido la norma de que, cuando las relaciones internacionales son críticas, pone la flota en el mar. Eso es exactamente lo que hizo el almirante Kimmel. Consciente de que las relaciones entre Estados Unidos y Japón se estaban deteriorandos, envió 46 buques de guerra a lugar seguro en el Pacífico Norte a finales de noviembre de 1941 – sin notificarlo a Washington. Incluso ordenó a la flota llevar a cabo un simulacro de ataque aéreo a Pearl Harbor, de forma clarividente, escogiendo el mismo lugar para lanzar el ataque que el almirante Yamamoto eligiría dos semanas más tarde.
Cuando la Casa Blanca se enteró del movimiento de Kimmel, contravino sus órdenes y ordenó a todos los buques que regresaran al muelle, con la dudosa excusa de que la acción de Kimmel podría provocar a los japoneses. Washington sabía que si las dos flotas se encontraban en el mar, y se enzarzaban, podía haber preguntas acerca de quién disparó primero.
Kimmel, sin embargo, no se dio por vencido. Con el ejercicio cancelado, su jefe de potaaviones, el Vice Almirante William «Bull» Halsey, emitió planes para un grupo de operaciones de 25 buques para protegerse contra un «ataque enemigo aéreo y submarino» en Pearl Harbor. El plan nunca entró en vigor. El 26 de noviembre, el Almirante Stark, Jefe de Operaciones Navales de Washington, ordenó a Halsey usar su portaaviones para el transporte de aviones de combate a las islas Wake y Midway – desgastando aún más las defensas aéreas de Pearl Harbor.
Es evidente, por supuesto, que una vez que el desastre golpeara Pearl Harbor, se exigirían responsabilidades. Washington ingeniosamente parecía tenerlo en cuenta mediante el envío de una ambigua «alerta de guerra» a Kimmel, y otra similar a Short, el 27 de noviembre. Esto ha sido utilizado durante años por los defensores de Washington que afirman que los comandantes deberían haber estado preparados para los japoneses.
De hecho, el mensaje comenzaba de forma notoria: «Este despacho se considera una alerta de guerra». Sin embargo, proseguía: «El número y equipamiento de las tropas japonesas y la organización de las fuerzas navales indican una expedición anfibia contra las Filipinas, Tailandia o la Península Kra, o posiblemente Borneo». ¡Ninguna de estas áreas están más cerca de 5000 millas de Hawai! No había indicio de amenazas a Pearl Harbor. Concluía con las palabras: » Distritos continentales, Guam, Samoa tomen medidas contra el sabotaje.» El mensaje señalaba además que «las medidas debían llevarse a cabo sin alarmar a la población civil». Ambos comandantes informaron de las medidas adoptadas a Washington. Terminando en breve con precauciones contra el sabotaje, agrupando aviones (lo que detenía a los saboteadores, pero que lo hacía un ideal objetivo para bombarderos), y Kimmel intensificó la vigilancia aérea y submarina. Si su respuesta a la «alerta de guerra» fue insuficiente, Washington no dijo nada. Al día siguiente, un mensaje reiterado del asistente del comandante Marshall , a Short sólo advertía: «Iniciar de inmediato todas las medidas adicionales necesarias para proporcionar la protección de sus emplazamientos, bienes y equipos contra el sabotaje, la protección de su personal contra la propaganda subversiva y la protección de todas las actividades contra el espionaje «.
Así estaban las cosas cuando Japón se disponía a atacar. Utilizando el código Purple, Tokio envió una declaración formal a sus embajadores en Washington. Se transmitió al Secretario de Estado norteamericano el domingo, 7 de diciembre. La declaración terminaba las relaciones y equivalía a una declaración de guerra. El 6 de diciembre, en Washington, los departamentos de la Marina y de la Guerra ya habían descifrado las primeras 13 partes de las 14 del mensaje. Aunque el paso final hacia la ruptura oficial de los vínculos aún no había llegado, la fogosa redacción hacía su significado obvio. Más tarde ese día, cuando el teniente Lester Schulz entregó al Presidente Roosevelt su copia del mensaje interceptado, Schulz escuchó a FDR decir a su asesor, Harry Hopkins, «Esto significa la guerra».
En posteriores investigaciones Pearl Harbor, tanto General Marshall, jefe del Ejército, y el Almirante Stark, jefe de operaciones navales, negaron cualquier recuerdo de donde habían estado en la noche del 6 de diciembre – Marshall, a pesar de la reputación de tener una memoria fotográfica. Sin embargo, James G. Stahlman, un amigo cercano del Secretario de Marina Frank Knox, dijo que Knox le dijo que FDR convocó una reunión de alto nivel en la Casa Blanca esa noche. Knox, Marshall, Stark, y el Secretario de Guerra Stimson asistieron. De hecho, con la nación en el umbral de la guerra, solo una conferencia tal tenía sentido. Esa misma noche, el Departamento de Marina recibió una solicitud de Stimson para obtener una lista de el paradero de todos los buques en el Pacífico.
En la mañana del 7 de diciembre, la última parte del largo mensaje de Japón para el gobierno de los EE.UU. fue decodificado. Tokio añadió dos directivas a sus embajadores. La primera directiva, con el mensaje denominado como «muy importante», era a entregar la declaración a la 1 pm. La segunda directiva ordenaba que la última copia de código, y la máquina que iba con él, fueran destruidos. La gravedad de esto fue inmediatamente reconocida en el Departamento de la Marina de Guerra: Japón tenía una larga historia de sincronización de los ataques con rupturas de las relaciones; el domingo era un día anormal para entregar mensajes diplomáticos – pero la mejor para tratar de atrapar a las fuerzas sarmadas de EE.UU. con poca vigilancia, y la 1:00 pm en Washington ¡era poco después del amanecer en Hawai!
El Almirante Stark llegó a su oficina a las 9:25 am. Le fue mostrado el mensaje y el importante tiempo de entrega. Un oficial subalterno señaló la posibilidad de un ataque a Hawai, y otro insistió en que se notificara a Kimmel. Sin embargo, Stark se negó, no hizo nada durante toda la mañana. Años más tarde, contó a la prensa que su conciencia estaba tranquila en cuanto a Pearl Harbor, porque todas sus acciones habían sido dictadas por una «autoridad superior». Como Jefe de Operaciones Navales, Stark sólo tenía una autoridad superior: Roosevelt.
En el Departamento de Guerra, donde la declaración de 14 partes también había sido decodificada, el coronel Rufus Bratton, jefe del Ejército de la sección del Lejano Este, percibió la importancia del mensaje. Sin embargo, el jefe de inteligencia le dijo que nada podría hacerse hasta que llegara Marshall. Bratton intentó dar con Marshall en su casa, pero le fue dicho en repetidas ocasiones que el general se encontraba fuera montando a caballo. El paseo a caballo resultó ser uno largo. Cuando Marshall habló finalmente con Bratton por teléfono y éste le dijo de la situación de emergencia, Marshall dijo que vendría al Departamento de Guerra. Marshall tuvo 75 minutos para hacer los 10 minutos en coche. No vino a su oficina hasta 11:25 am – una hora muy avanzada con la nación al borde de la guerra. Leyó detenidamente el mensaje japonés y le fue señalado el tiempo de la entrega. Todos los oficiales de la oficina del Marshall estaban de acuerdo en que indicaba un ataque en el Pacífico alrededor de la 1 pm (hora de la costa atlántica). El general finalmente estuvo de acuerdo en que Hawai debía ser alertado, pero el tiempo se estaba acabando.
Marshall sólo tenía que descolgar su teléfono para llegar a Pearl Harbor por la línea transpacífica. Si lo hacía, no habría evitado el ataque, pero al menos nuestros hombres habrían estado en sus puestos de combate. En cambio, el general escribió un despacho. Después de haber sido codificado fue dirigido a la oficina de Western Union de Washington. Desde allí se transmitió a San Francisco. Desde San Francisco fue transmitido a través de emisoras de radio comerciales RCA a Honolulu. El General Short lo recibió seis horas después del ataque. Dos horas más tarde llegó a Kimmel. Uno puede imaginar su exasperación al leerlo.
A pesar de todas las pruebas acumuladas a través de «magic» y de otras fuentes durante los meses previos, Marshall nunca advirtió a Hawai. Para los historiadores – desconocedores de las pruebas clasificadas – al parecer el general había tratado de salvar Pearl Harbor «, pero por desgracia, demasiado tarde». Del mismo modo, FDR envió una súplica por la paz de última instancia al emperador Hirohito. Aunque escrito una semana antes, no lo enviaría hasta la noche del 6 de diciembre. Tenía que ser enviado por el embajador Grew, quien no podría ser recibido en audiencia por el emperador antes del 8 de diciembre. Así pues, el mensaje no podía imaginablemente haber anticipado el ataque — pero para la quedaría que FDR, también, hizo un «valeroso, último esfuerzo.»
El golpe japonés hundió o dañó severamente 18 buques de guerra (incluidos los ocho acorazados), destruyó 188 aviones, y dejó más de 2000 muertos. La Comisión Roberts, asignada para investigar el ataque, estaba compuesta de amigos personales de Roosevelt y Marshall. La Comisión eximió totalmente a Washington y declaró que los EE.UU. fueron cogidos con la guardia baja debido al «incumplimiento del deber» por Kimmel y Short. La ira de América para con estos dos sólo fue superada por su ira hacia Tokio. Hasta el día de hoy, muchos creen que fue la negligencia por parte de los comandantes de Hawai la que hizo posible el desastre de Pearl Harbor. (Véase «chivos expiatorios Kimmel y Short», página 20.)
* Aunque uno de las principales presentadores de la conspiración de Pearl Harbor, Robert Stinnett es comprensivo con respecto a los motivos de FDR. Escribe en su libro: «Como veterano de la Guerra del Pacífico, tuve un sentimiento de indignación al destapar secretos que se habían ocultado a los estadounidenses por más de cincuenta años. Pero he entendido el angustioso dilema al que se enfrentaba el Presidente Roosevelt. Fue obligado a encontrar tortuosos medios para persuadir a una América aislacionista a unirse en una lucha por la libertad «. A nuestro modo de ver, un gobierno que puede operar en tal manera es un gobierno que se ha embarcado en una peligrosa, resbaladiza pendiente hacia la dictadura. No obstante, la postura de Stinnett respecto a los motivos de FDR hacen su exposición de todas las acciones de éste más convincente.


Más información en la página del autor del libro Pearl Harbor – Mother of all conspiracies, Mark Emerson Willey. 

*False flag: Es un término que usan los angloparlantes para definir acciones (pueden ser terroristas) llevadas a cabo por uno mismo que luego se achacan al enemigo. Un ejemplo de esto es el hundimiento del “Maine”, que dio origen a la guerra entre EE.UU y España.

Franklin D. Roosevelt sabía del ataque a Pearl Harbor y lo ocultó

El 7 de diciembre de 1941 la Marina Imperial japonesa atacó Pearl Harbor (Hawai), causando cerca de 2500 muertos y un daño importantísimo a la flota estadounidense del Pacífico, sus 3 portaviones de la flota de la zona en cambio no sufrieron daño alguno al no estar en puerto en el momento del ataque.
Hasta esa fecha, 2 años después del comienzo de la guerra en Europa, la ciudadanía americana y el congreso se mostraban en contra del deseo de su presidente Franklin Delano Roosevelt (FDR) de participar en la guerra contra la Alemania nazi, Italia y Japón. Como consecuencia del ataque EE.UU apoyado ahora por su ciudadanía declaró la guerra a Japón y el 11 de diciembre Alemania e Italia hicieron su declaración contra los EE.UU. 


Durante más de 70 años, muchos han creído que el presidente
estadounidense Franklin D. Roosevelt tenía información de inteligencia
sobre un inminente ataque japonés en 1941 a la base naval de Pearl
Harbor, pero voluntariamente optó por no actuar en consecuencia.
Según esa teoría, Roosevelt lo hizo pensando que el impacto del
ataque convencería a los estadounidenses de la necesidad de entrar en la
Segunda Guerra Mundial.
«Es una leyenda«, dice el historiador militar Daniel Martínez, quien
trabaja para el Monumento Nacional Pearl Harbor en Hawai. «Este es el
tipo de teoría conspirativa inventada para vender libros
«, dijo.
De hecho, Roosevelt se afanaba en convencer a los estadounidenses de
que ir a la guerra era una necesidad, pero antes del ataque a Pearl
Harbor el 7 de diciembre de 1941, el mandatario tenía los ojos puestos
en la batalla que se libraba en la Europa ocupada por los nazis, no en
el Pacífico.
«Él quería ir a la guerra contra Alemania», explicó Martínez. «Lo último que necesitaba era una guerra en dos frentes».
Los estadounidenses tienden a olvidar que en 1941 Estados Unidos estaba lejos de ser la superpotencia militar que es hoy.
«Teníamos un pequeño ejército, una marina pequeña, una fuerza aérea muy pequeña«, dijo Martínez.
En la víspera del ataque a Pearl Harbor, Roosevelt le escribió al
emperador Hirohito de Japón en un intento desesperado por evitar un
conflicto militar con Tokio, contó el historiador.
Aunque los servicios de inteligencia en Washington sabían que un
conflicto con Tokio era inminente, no había indicios de que la base
naval de Hawai se convertiría en el primer objetivo, según Martínez.
Muchos estadounidenses creían que las bases militares estadounidenses
en Filipinas eran un objetivo mucho más probable para los japoneses.
Los militares estadounidenses tenían sistemas de radar, pero aún así
no detectaron la aproximación de seis portaaviones japoneses, con 400
aviones a bordo, que se detuvieron a unos 350 kilómetros de su objetivo.
«Nuestra vigilancia era rudimentaria«, dijo Martínez, al explicar que
Estados Unidos estaba cegado por su sentido de superioridad.
«Había una sensación de que los japoneses no eran capaces de eso»,
señaló. «Veíamos a los japoneses como inferiores militar y racialmente,
incluso
«.
El día después de Pearl Harbor, el Congreso de Estados Unidos declaró
oficialmente la guerra a Japón. Tres días más tarde, Alemania declaró
la guerra a Estados Unidos. Washington comenzó así a pelear en dos
frentes.
Más de 2.400 estadounidenses murieron en el ataque a Pearl Harbor.

Hoy
día, en EE.UU hay quien cree que el ataque fue permitido por el
presidente para conseguir su objetivo. ¿Pero, permitió realmente Roosevelt que ocurriera la catástrofe?

La respuesta
podría estar en los siguientes puntos:

• El bloqueo energético (petróleo) llevado a cabo por EE.UU. ahogaba a
Japón por lo que una respuesta japonesa era predecible.
• Antes del ataque, FDR se había mostrado partidario de hundir navíos
americanos (false flag) o provocar un ataque contra estos para así
tomar parte en la guerra a lo cual los mandos militares se habían
negado rotundamente.
• FDR desinformó a los militares y a la ciudadanía haciéndoles creer
que las negociaciones con Japón seguían su curso cuando la realidad era
que ya estaban en guerra.
• La inteligencia americana tenía descifrados códigos secretos de la
armada japonesa y solamente fue cuestión de ocultar esta información al
servicio de inteligencia de Hawai.
• En 1940, FDR en una decisión controvertida ordenó trasladar y atracar
la flota del oeste a Hawai, lo que desató las protestas de su máximo
responsable “almirante Richardson”. Según el almirante, la flota no
tenía la adecuada protección contra un ataque aéreo y ninguna contra un
ataque por medio de torpedos. Richardson en octubre planteó su queja
directamente a FDR y fue seguidamente relevado del puesto.
• Se dice también que la marina británica avistó la flota nipona
dirigiéndose hacia la zona del ataque y que avisó al alto mando
americano, por lo que estaba en manos de Roosevelt prevenir el ataque.

Se cumplió medio siglo de la construcción del muro de Berlín

Durante 28 años dividió a Alemania y puso en peligro la paz mundial. 

Hoy se cumplen 50 años
desde que el 13 de agosto de 1961 apareciera de improvisto, en medio de la capital alemana, el recordado “Muro de Berlín”, aquel gran muro que
separaría un pueblo, un país, un continente y luego al mundo en dos ideologías. Símbolo de la
llamada “Cortina de Hierro” del comunismo.

Después de la segunda
guerra mundial, un lado de la ciudad estaba dominado por los
soviéticos y el otro por Estados Unidos, Francia e Inglaterra.

Lidiando con un comunismo cada vez más lejos de las
ideologías occidentales, muchos berlineses se movilizaban por trabajo
entre un lado y otro, hasta que un día, el 13 de agosto d 1961, quedaron
aislados y las calles se
cerraron con alambres de púa; los militares del Este ocuparon el lugar. 
Miles de familias fueron separadas y miles murieron en el intento de
reencontrarse. Hoy, en una franja virtual, reposan las memorias de cientos de mártires de la llamada «cortina de la vergüenza».

En un lado quedaba, el
Berlín comunista del Este, con la nueva “República Democrática Alemana, y en el otro, el Berlín occidental.

El 29 de octubre de dicho año, bulldozer
y tanques occidentales intentaron romper el muro, pero llegaron los
tanques
soviéticos del otro lado, y en medio de una crisis, ambos lados se
miraron frente a frente durante toda la noche a través de las
gigantescas
caras de hierro.
En 1975 se construyó el
muro de cemento.

En agosto de 1989, miles de
alemanes del Este intentaron llegar al occidente a través de
Hungría, que había abierto las fronteras, pero solo a sus compatriotas.

El 9 de noviembre de 1989, después de semanas de
desórdenes, el Gobierno de Alemania del Este permitió las visitas.

Tras un anuncio en
televisión, miles de personas corrieron en forma espontánea al muro y lo sobrepasaron para
alcanzar a sus familias y parientes. Uno y otro lado se unieron nuevamente.

En los siguientes días, el
ambiente se transformó en fiesta, y las personas empezaron a sacar
trozos del muro para llevarlo de souvenir, un muro que luego fue
completamente removido.
La caída del muro de
Berlín concluyó el 3 de octubre de 1990.

Irena Sendler y la evidencia de que el premio no se lo lleva siempre quien lo merece

Irena Sendler 
una apasionada por la Paz
Una señora de 98 años llamada Irena Sendler acaba de fallecer.

Durante la 2ª Guerra Mundial, Irena consiguió un permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia como especialista de alcantarillado y tuberías.

Pero sus planes iban más allá… Sabía cuales eran los planes de los nazis para los judíos (siendo alemana)

Irena sacaba niños escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta (para niños de mayor tamaño). También tenía un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba del Ghetto. Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños.

Mientras estuvo haciendo esto consiguió sacar de allí y salvar 2500 niños. 

 
Pero lamentablemente Irena fue descubierta un día, mientras llevaba a cabo su misión salvadora. Los nazis la atraparon y la sometieron a tortura para que revelara sus actividades, contactos y adónde había llevado a los niños: le rompieron ambas piernas, los brazos y le pegaron brutalmente.Irena mantenía un registro de los nombres de todos los niños que sacó y lo guardaba en un tarro de cristal enterrado bajo un árbol en su jardín, pero a pesar de las atroces torturas, se mantuvo firme y no reveló nada a sus verdugos (y a los de tantas otras personas).

Después de la guerra, intentó localizar a los padres que pudieran haber sobrevivido y reunir a la familia. La mayoría habían sido llevados a la cámara de gas. Aquellos niños a los que ayudó encontraron casas de acogida o fueron adoptados.

El año pasado Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz… Pero no fue seleccionada.

Se lo llevó Al Gore, por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global y en 2009, Obama sólo por buenas intenciones.

¡Gran mensaje! … ¡No permitamos que se olvide nunca!