Por P.A. David Nesher
«Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Yahvéh tu Dios en el lugar que Él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Yahvéh tu Dios todos los días.
Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que Yahvéh tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Yahvéh tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Yahvéh tu Dios escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Yahvéh tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo.
Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año y lo depositarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni herencia contigo, y el forastero, el huérfano y la viuda que habitan en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que el SEÑOR tu Dios te bendiga en toda obra que tu mano haga.»
(Devarim/Deuteronomio 14:22-29)
En la porción de esta semana, nos toca investigar y meditar en la ordenanza del maáser (el diezmo) que debía separar el campesino en en la tierra de Israel, durante el tiempo del Bet HaMikdash (Templo). El tema, en los espacios del cristianismo, es en verdad muy controversial y hostilizado como todo lo que tiene que ver con dinero, y a decir verdad, es muy difícil permanecer indiferente sin volcarse apasionadamente a uno de los bandos. En esta bitácora no pretendo sumar algo a dicha controversia, ya que considero que de acuerdo a la mal entendida «teología de la gracia» que la mayoría de las denominaciones cristianas profesan, el diezmo no debería ser practicado ya que pertenece al ámbito de lo que los dogmas llaman Antiguo Testamento.
En verdad, lo que quiero hacer en este estudio, es compartir con los que creemos que la Torah (y por consiguiente los Profetas y Escritos) sigue estando vigente como manual que conduce a los secretos de la Sabiduría de lo Alto, los beneficios que otorga la conciencia de Maaser (Diezmo).
Según la Torah divina cada terrateniente debía separar sus frutos y cereales en los siguientes tipos de ofrenda:
- Terumah,
- Maaser Rishón,
- Maaser Shení y
- Maaser Aní,
- además de los primeros frutos que se llevaban al Bet HaMikdash (bikurim, las primicias).
La Torah, en realidad, en su hebreo original dice en el versículo 22: “aser te`aser” (que puede traducirse: «diezmar diezmarás«); es decir: «irremisiblemente» o «indefectiblemente» diezmarás…. Y medio de un juego de palabras (los Sabios) las interpretan como: “aser bishbíl shetitasher”, que se traduce: «Da el diezmo para que te enriquezcas«, o «te hagas millonario» según otros traductores (Talmud SHABAT 119ª. TAANIT 9ª).
Para captar mejor lo arriba dicho, regresemos a la expresión ”עַשֵּׂר תְּעַשֵּׂר“ [“aser te`aser” («diezmar, diezmarás)], si observamos el original notamos que la raíz de ambas la componen las letras Áyin, Shin y Resh. Lo interesante de este dato es que la palabra riqueza posee la misma raíz; con solo cambiar la vocal ‘a’ por la ‘o’, se forma la palabra «osher» que significa riqueza. Así que con toda propiedad, los Sabios aseguran que se puede afirmar que el versículo dice: “Diezma y te enriquecerás”.
Por ende, cuando leemos la palabra indefectiblemente notamos que en la cosmovisión de los Cielos cumplir con este mandamiento es muy importante; ya que el diezmo describe dar el diez por ciento, el Eterno mandaba a que realmente fuera el diez por ciento. Se podría pensar que los israelitas podrían descubrir maneras de dar menos del diez por ciento a Dios, pero con esta palabra la pauta quedaba bien clara, el Eterno no puede ser burlado.
¿Por qué y para qué el Eterno mandó dar el diezmo?
Porque por medio de este instrumento cósmico Él lograba grabar en las mentes de los primogénitos que el es el Dueño absoluto de todo, y que nosotros solo somos administradores o mayordomos de todo lo creado (Deuteronomio 8:18; Salmo 50:10; Hageo 2:8). Así, al dar el diezmo, el pueblo de Israel reconoce que Yahvéh es el gobernante absoluto de todo los bienes que tenemos. El propósito de diezmar era edificar el honor y la reverencia al Nombre Bendito del Eterno. En la paráfrasis de la Living Bible se lo presenta de una manera simple:
«El propósito de diezmar es para enseñarte a siempre poner a Dios primero en tu vida»
(Deuteronomio 14:23b, Living Bible).
En la Torah se describe el diseño divino de dos tipos de diezmo, el primero y el segundo, los cuales suman el 20% de los ingresos totales de la producción anual.
El primer diezmo (en hebreo: Maaser Rishón) se entregaba enteramente a los levitas que lo pueden comer en cualquier lugar (cf. Números 18:26).
En cambio, el segundo (hebreo: Maaser Shení) se podía comer en Yerushalayim durante los años primero, segundo, cuarto y quinto del ciclo semanal de años. Cada hebreo debía separar en dichos años una décima parte de la producción anual del suelo, que incluía granos, vino y aceite.
Durante el tercero y el sexto año se entregaba el segundo diezmo a los necesitados en cada ciudad, ese diezmo es llamado el diezmo de los pobres. El séptimo año es el año sabático cuando no se podía dar el diezmo de los productos agrícolas porque durante ese año todo lo que crecía en el campo era de todos.
Ya que el diezmo se tenía que transportar a un solo lugar para toda la nación, unos se encontraban mas lejos que otros. Si alguien estaba muy lejos, se les dificultaba transportar el diezmo requerido de grano y ganado. Entonces, quien vivía demasiado lejos del Santuario para llevar a cabo el Maaser Shení, podía llevar a cabo su equivalente en dinero y disfrutar de una comida festiva con su familia y los leviím (levitas). Al final del tercero y sexto años de cada ciclo de siete, ese era el deber ser entregado a los pobres (Maaser Aní) en casa antes de ser llevado al Santuario.
El levita recibe el primer diezmo, y los pobres reciben el segundo diezmo, en los años tercero y sexto del ciclo shemitah. El comentario “Torá con Rashí”,dice al respecto:
“El diezmo (maaser) es la porción del producto agrícola que debe separarse cada año y entregarse a sus respectivos destinatarios. Los diezmos se dividen en tres partes: primer diezmo (maaser rishón), segundo diezmo (maaser shení) y diezmo del pobre (maaser aní). Su orden de separación es el siguiente: primero se separa la trumá (“porción separada”) y es entregada directamente al kohen. Luego se separa el maaser rishón, el cual es entregado al leví; de aquí el leví separa la parte llamada trumat maaser y se la entrega al kohén (ver Núm 18:26). Tercero, se separa el maaser shení y es llevado a Yerushalayim para ser ingerido allí; esto es realizado el primero, segundo y cuarto y quinto años del ciclo agrícola de siete años (ver. Deuteronomio 14:22-26). En el tercero y sexto años, en lugar del maaser shení se separa el maaser aní, el cual es entregado a los pobres (Deuteronomio 14:28-29). En el séptimo año no se separan los diezmos.”
Dar el Diezmo Garantiza Protección en los Malos Tiempos Económicos.
Cuenta la historia hebrea que existió un hombre que era muy escrupuloso al ver sus maaserot (diezmos). Poseía un campo, del cual usaba la mitad para las plantas y en la otra mitad había un estanque con agua. Cierto año hubo una sequía terrible; todo el país sufría de hambre. La comida era escasa y el agua aún más. El trigo se vendió por una moneda, que era un precio altísimo. Y se vendió la misma cantidad de agua por tres selaim. Todo el año el buen hombre se vendió a la gente del agua de su cisterna. «¡Vengan a comprar un saá de agua!», Proclamaba. «¡Rieguen los campos con esa agua y produzcan tres veces de trigo!» Este hombre fue bendecido con suficiente agua para sus propios años en un año de sequía, y también lo sobró para vender los demás, por ser muy cuidadoso con el maaser.
En en el Talmud se encuentra esta cita:
«Da el diezmo (maaser ) para que enriquezcas (titasher )». Mientras más, más va a proporcionar el Dueño de las riquezas ...»
La Torah da una promesa especial a los que entregan el diezmo fielmente. La misma consiste en que el Eterno va a bendecirlos en toda la obra de sus manos. Yahvéh bendecirá a un corazón que da alegremente. Nuestro Abba, sabe que nuestros ingresos no siempre llegan a los gastos y que es fácil preocuparse y dudar de cómo el dinero podrá llegar. Por eso Él ha dado una bendición especial al que es fiel en la entrega del diezmo. Esa bendición hace que obtengamos sabiduría de lo alto a la hora de administrar el resto para que no la malgastemos en cosas innecesarias y caras sino que encontremos artículos y comida más baratos. La bendición también hace que el dinero no se pierda ni que se rompan y se gasten las cosas innecesariamente para que los gastos sean grandemente reducidos. La bendición que está sobre la obra del que es fiel en el diezmo tiene mil maneras de manifestarse.
Según entiendo, el primer diezmo es obligatorio para los escogidos de entre las naciones, y el segundo diezmo es optativo, pero conlleva una gran bendición para toda la obra de las manos del que lo entrega.
Alguien me preguntará:
«¿Cómo te atreves a dar el diezmo? ¿Qué pasa si no puedes financiar tu economía?«
Yo le contesto:
«¿Cómo te atreves a no dar el diezmo? ¿Qué pasa si pierdes la bendición del Eterno sobre tu economía?»
Si nuestra pregunta es: “¿Qué tan poco puedo dar y aun complacer a Dios?”, entonces nuestro corazón no esta en el lugar correcto, para nada.
Por todo esto, me atrevo a decir que si tienes problemas con tu economía es porque probablemente has sido negligente con el diezmo.