Por P.A. David Nesher
«Habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero. Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como el Señor lo mandó a Moisés. Y esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero.»
(Números 8:1-4).
Aharon y sus hijos los kohanim (sacerdotes), recibieron de parte de Moshé, el secreto de que la Menorah misma revela el obrar de la Luz de la Torah en el alma del ser humano redimido.
Lo primero que ellos captaron fue que la Torah es el plano cósmico elaborado por el diálogo privado del EinSof (Infinito) en Su gloriosa eternidad, antes de la creación, y contemplado por Él para concebir Su obra. Así, ellos recibieron la revelación que el término Torah (Instrucción) está estrechamente relacionado con la expresión Oraitah, traducida muchas veces Torah de Fuego, pero que en realidad significa Enseñanza de la Luz (de aquí es que a Torah también se la traduce como enseñanza).
Aharón y sus hijos descubrieron la relevante trascendencia que tenía el simbolismo de la Menorah por lo que ella se convertía en el instrumento que alumbra el trayecto conducente a la Torah, el plano de todo el Cosmos.
La primera Menorah fue detalladamente descripta por Yahvéh a Moshé, que debía encargarse de su producción en una sola pieza grande de oro, con un mástil principal y seis brazos salidos de cada lado, con un recipiente en cada una de esas siete puntas, que recibirían el aceite que sería encendido, con adornos de flores y almendros:
«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.»
(Shemot/Éxodo 25:31-40)
Hasta los utensilios para usar el candelabro debían ser de oro puro (el matacandela y la despabiladera). El oro, metal precioso por excelencia, nos habla de lo que es imperecedero, aquello que no se devalúa, que no se corrompe. El oro ha sido empleado desde tiempos inmemoriales como expresión de los más altos valores y prueba de ello es que en la ceremonia de casamiento se emplea un anillo de oro, denominado comúnmente alianza, para denotar la permanencia y trascendencia de las promesas que ese hombre y esa mujer están haciéndose. Así como el oro resiste las agresiones de agentes externos y hasta el mismo paso del tiempo, también el matrimonio quiere aspirar a perdurar a través de todas las pruebas y vicisitudes, siendo ese anillo la expresión de tal clase de amor.
La Menorah estaba formada por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían arder desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea diaria del sacerdote su encendido, su suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:20) y su limpieza (Levítico 24:4).
La llama del mástil central era llamada “auxiliar”, cuyo fuego servía para alimentar a los otros seis.
La Menorah tenía una característica sumamente particular, todas las lámparas estaban reclinadas hacia la del medio y alumbraban en dirección de esta vela central.
Aharón y los sacerdotes que lo sucedieron debían encender la menorah todos los días por la mañana, reemplazando el aceite y limpiando las lámparas.
La Torah: Ciencia Divina para el Alma Humana.
Con el conocimiento de este diseño, los kohanim disfrutaban de la ciencia celestial que revelaba que la Torah es el regalo divino que alumbra al mundo con sus enseñanzas. Esta es la causa por la que la Menorah estaba ubicada en el lugar central de la casa de Yahvéh, en el sitio más selecto. Así este sistema codificado nos lega un mensaje valiosísimo: «Para llegar a los secretos de la Torah, hace falta guiarse por la Luz de la Menorah, sin desviarse a diestra ni a siniestra.»
¿Cómo se logra esto?
Siguiendo las enseñanzas que emanan de la estructura de la Menorah misma.
En el rollo de Shemot, encontramos la descripción estructural de la Menorah (Éxodo 25: 31-38) con los siguientes datos:
- 7 brazos
- 11 flores,
- 9 botones,
- 22 cálices.
La altura de la Menorah, es un dato que los sabios dedujeron después de años de ardua investigación. Para lograrlo, ellos analizaron exhaustivamente el tema, reuniendo todos los testimonios posibles de quienes sabían las dimensiones de la Menorah realizada por Moshé en el desierto. Así, y luego de arduos debates, llegaron a la conclusión que la altura de la Menorah debía ser de 17 tefajim (puños).
Tomando estos cinco pormenores estructurales (es decir, cantidad de brazos, flores, botones, cálices y altura), podemos hacer una análisis escrupuloso de los códigos que se encuentran escondido en ellos, y señalan a la importancia de la Torah en el alma humana.
Los kohanim descubrieron que los siete brazos de la Menorah, aluden al Séfer Bereshit (Libro de Génesis), coinciden exactamente con la cantidad de palabras que contiene el primer versículo de este libro:
(1)Bereshit (2)Bará (3)Elohim (4)Et (5)Hashamáyim (6)Veet (7)Haáretz./
(«En el principio Creó Dios los cielos y la tierra.»)
Llegaron a la conclusión también que las once flores de la Menorah simbolizaban al Séfer Shemót (Libro de Éxodo) en sus primeras once palabras:
(1) Eleh (2) Shemot (3) Benei (4) Israel (5) Habaim (6) Mitzrayma (7) Et (8) Yaacov (9) Ish (10) Ubeitó (11) Bau./
(«Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Yaacov, cada uno con su casa vino.»)
Los nueve botones de la Menorah coinciden exactamente con las primeras nueve palabras del libro de Vayikrá:
(1) Vayikrá (2) El (3) Moshé (4) Vaydaber (5) A. Elav (6) (7) Meohel (8) Moed (9) Lemor.
Llamó a Moshé y Le Habló El Eterno desde el tabernáculo de reunión diciendo.
Asimismo la altura de la Menorah (17 puños) coincide exactamente con las primeras diecisiete palabras del libro de Bamidbar:
(1) Vaydaber (2) A. (3) El (4) Moshé (5) Bamidbar (6) Sinaí (7) Meohel (8) Moed (9) Beejad (10) Lejódesh (11) Bashení (12) Hashaná (13) Hashenit (14) Letzetam (15) Meéretz (16) Mitzráyim (17) Lemor.
(Habló El Eterno a Moshé en el desierto de Sinaí desde el tabernáculo de reunión, en el primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo.)
Por último, los veintidós cálices de la Menorah simbolizan a los primeras veintidós palabras del Séfer Devarim:
(1) Eleh (2) Hadevarim (3) Asher (4) Diver (5) Moshé (6) El (7) Kol (8) Israel (9) Veever (10) Hayardén (11)Bamidbar (12) Baaravá (13) Mol (14) Suf (15) Bein (16) Parán (17) Ubein (18) Tofel (19) Belaván (20) Vajatzerót (21) Vedi (22) Zaháv.
(Estas son las palabras que Moshé habló a todo Israel en el otro lado del Yardén, en el desierto, en la llanura frente a Suf entre Parán y entre Tofel y Laván, Jatzerót y Di Zaháv.)
Al abrir nuestra conciencia a este conocimiento, logramos entonces realizar una relectura de lo que está escrito en Tehilah (Salmo) capítulo 119, vers. 130: «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» Es decir, que en las primeras expresiones de cada rollo de la Torah se evidencia que la voluntad del Eterno es conducir al alma humana al pleno desarrollo de su diseño original.
Atendiendo a esta cosmovisión yahvista, vale la pena realizar una lectura al siguiente versículo de los Salmos:
«¡La Suma de Tu Palabra es Verdad!«
(Salmo 119:160)
Ahora, conociendo que en la Menorah hay una codificación llena de certezas que permiten valorar el origen divino de la Torah (Instrucción), también podemos aceptar, sin duda alguna, el origen inspiracional divino que tienen el resto de los escritos de las Sagradas Escrituras (mal llamadas Biblia). Esto se demuestra realizando la siguiente contabilidad:
Contando los adornos de los 3 primeros brazos hasta el brazo central obtenemos:
9 + 9 + 9 + 12 = 39 (treinta y nueve)
¡Los 39 (treinta y nueve) Libros que conforman el denominado Antiguo Pacto!
Y si contamos los adornos de los 3 últimos brazos que nos que nos quedan obtenemos:
9 + 9 + 9 = 27
¡ Todos los 27 Libros del Pacto Renovado!
Aún queda un dato más para compartir y así mostrar como la menorah era en verdad un mecanismo de gran entrenamiento profético para los kohanim, y desde estos, para todos los integrantes de Israel. En el libro de Shemot (Éxodo) vemos que cada brazo de la Menorah debía tener 9 cosas (devarim, que se traduce «cosas», es la misma palabra hebrea para “palabras profeticas”) o adornos, es decir, cada brazo tendría 3 cálices con su bulbo y una flor (Éxodo 25:31-40).Pero vemos que el brazo del medio que le llama “Lámpara” (Ex 25:34) tendría 4 cálices con sus bulbos y flores, en total 12 devarim (cosas).
Pues bien, la Lámpara o Menorah era una herramienta que permitía entender el cuándo, cómo, por qué y para qué de las Fiestas del Eterno. Por ello, el brazo central representa la Fiesta de Shavuot (mal llamada Pentecostés) que fue allí donde vino el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) sobre Israel, sellando sus almas en matrimonio con el Eterno. Más tardes, en medio de esta celebración, los apóstoles y una comunidad de 120 talmidim (discípulos) de Yeshúa, recibieron en ese bendito Espíritu del Señor la impartición de autoridad para predicar las Besorot (Buenas Nuevas, el Evangelio).
En el Yugo de Yeshúa se alude a los discípulos como luz del mundo (Mateo 5:14), cuyas lámparas han de estar siempre encendidas (Lucas 12:35). Y de la misma manera que el ministro del santuario era el encargado de encender las lámparas del candelabro, así es tarea de los ministros del evangelio encender la luz de la Palabra, al exponerla y aplicarla rectamente. Las lámparas alumbraban hacia delante (Números 8:2), a fin de iluminar los otros objetos del Mishkán (Tabernáculo); no era, pues, su propósito que su luz quedara restringida para sí, sino para alumbrar a otros (Mateo 5:15; Juan 8:12).
Entonces, considerando la maravillosa posición del sacerdocio que se nos ha entregado en el Mesías, te animo a que estés iluminando con tu conocimiento de las Sagradas Escrituras a todos aquellos que aún duermen en la ignorancia.