Yeshúa

¡Jesús en Ti confío!

Para que no olvidemos que Él está día a día cumpliendo su promesa:

«He aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Amén!

(Mateo 18:20)

Les comparto este VIDEO muy oportuno para que nuestras conciencias esten en todo instante de cada día vibrando en la certeza de que nuestro Amado Mesías y Señor está a nuestro lado.

Les dejo aquí también la letra de la canción a fin de que puedan cantarla día a día:

Confío en Ti,
estoy seguro pues tú nunca me has fallado
Aunque camine a oscuras tú estas a mi lado.
Y ya no temo a nada, sé que estas aquí.
Confío en Ti,
ya no me apoyo en mi supuesta fortaleza
Ni me confunde Mi pecado, Mi tibieza
Eres amor, tan solo amor, Confío en Ti.

Confío en Ti pues siendo Dios, me tratas como a un buen amigo
De tu dulce amor recibo tu respiro
Eres mi todo, eres la fuerza que hay en mí.

Confío en Ti porque tu sangre ha lavado mi tristeza
Y no te asusta mi pecado, mi tibieza,
Eres tan grande, eres tan Dios, eres tan todo para mí.

Confío en Ti porque la vida que me has dado se renueva
Y me has sacado de lo oscuro de esta cueva
Y mendigando amores falsos vuelvo a ti,
Confío en Ti, Confío en Ti, Confío en Ti, Confío.

Confío en Ti mi vida entera está sujeta entre tus manos
Me has sostenido, soy tu hijo y soy tu hermano
Como temer si yo te tengo junto a mí.

¡El Nombre de Dios por fin Revelado!

 Por David Nesher

«Por eso, he aquí que en este tiempo les mostraré y les daré a conocer mi mano y mi poderío. Entonces sabrán que mi nombre es Yahvéh». 
(Jeremías 16:21 _ Versión de la Biblia “Peshitta en español”, traducción de los antiguos manuscritos arameos)

Es importante recordar que cada promesa profética era dada por el Eterno Dios refiriéndose, la mayoría de las veces, a la temporada que el Mesías inauguraría. El versículo citado arriba, testifica, según Jeremías, menciona un tiempo en el que el pueblo de Israel conocería el poderío completo de Yahvéh contemplando su mano. ¿Qué significaba proféticamente esto? ¿Qué relación tiene con la misión del Mesías de revelar plenamente al Eterno Dios?La palabra SEÑOR (LORD), representa toda en mayúscula en la mayoría de las Biblias en inglés, es conocido Como el “Tetragramaton”, y expresa la combinación de estas letras hebreas  Este nombre tiene incontables miles de años de antigüedad,  es nombre más sagrado del Eterno Dios dado a Moisés en el arbusto llameante, el que la mayoría de traducciones al inglés ponen como YO SOY,  las letras hebreas suenan así:  Yud, Heih, Vav y nuevamente Heih (YHVH)

Yud, Heih, Vav, Heih es además el Nombre olvidado de Dios, el cual los estudiosos judíos y los investigadores dicen, tiene un significado y una pronunciación que se perdió,  porque sus ancestros rechazaron pronunciarla en voz alta desde más o menos una generación antes de la destrucción romana del templo de Jerusalén.

Hoy, Yud, Heih, Vav, Heih es más a menudo pronunciado como Yahvéh cuando es dicho o escrito por cristianos y otros. Es interesante agregar que con todo este conocimiento actual y certero, todavía no es pronunciado en voz alta por los judíos ortodoxos.
Sepan que la pronunciación “Jehová” es una forma más antigua y totalmente incorrecta de estas letras, originada con los primeros traductores alemanes del idioma hebreo y sus sonidos, de ahí el sonido más dramático de “Jehová

Investiguemos el significado ideográfico de las letras hebreas YudHeihVavHeih. El ideograma es un símbolo que representa una idea, como los símbolos masculino y femenino que se pueden ver en las puertas de los baños públicos. Las letras hebreas han tenido significados ideográficos desde tiempos ancestrales.

Existen varios significados ideográficos para cada una de las letras. Aleph, por ejemplo, la primera letra del alfabeto hebreo, puede significar “Buey o “Toro”. Bet, la segunda letra del alfabeto hebreo representa la palabra “Casa”o “Tienda”, pero en cada caso,  las ideas representadas por cada una de las letras, están íntimamente emparentadas,

Con todo esto en mente, usando los significados ideográficos de “YudHeihVavHeih”, aceptados más comúnmente por estudiosos judíos a través de los siglos, la traducción de las letras “YudHeihVavHeih”, (YHWH) del nombre sagrado del Eterno Dios, simbólicamente hablando pueden traducirse exactamente como:
  • Yud = la mano,
  • Heih =  una ventana o significa “contemplar o mirar«, y
  • Vav el clavo,

Teniendo esto en cuenta puede verse que simbólicamente hablando, la combinación de estas letras puede ser traducida exactamente y con toda seguridad como: “Contemple la mano, contempla el clavo” o “Mire la mano, mire el clavo”.

Cuando consideramos que Yeshúa o “Jesús”, en hebreo este nombre significa: “Yahvéh es nuestra salvación”, entonces el significado es incluso más rico, a través de Jesús,  pues Yahweh facilitó nuestra salvación,  si no lo creéis, “Contemple la mano, contemple el clavo” cuando crucificaron a Jesús de Nazaret el hijo de Dios, el Mesías prometido.

Por último, estudiaremos la señal que Poncio Pilato hizo colocar por encima de la cruz de Jesús:

 «poner sobre su cabeza su acusación escrita contra él «
(Mateo 27:37)

 El cartel se escribió en tres idiomas (hebreo, griego y latín) Lo escrito en hebreo era leído así: « Yeshua HaNatzerat VaMalech Hayehudim«, o «Yeshúa de Nazaret, Rey de los Judios«. Consideraremos la primera letra de cada estas cuatro palabras hebreas:

YODY – eshua,
HEIHH-aNatserat
VAVV-aMealech
HEIHH-aYehudim

Descubrimos en ellas a el Nombre de Dios (YHVH) y notamos que son parte de un acróstico escondido en la acusación en contra de Jesús son los mismos = YOD, HEY, VAV, HEY – YHWH, el nombre revelado de Dios a Su Pueblo Israel.

¡YHVH reveló su poderío en la obra mesiánica de la redención sobre la cruz del Gólgota!

A continuación los invito a ver un VIDEO que permitirá compartir esta enseñanza:

El Nombre Secreto de Dios revelado from Monte Santo on Vimeo.

¿Sumo Pontífice o Sumo Sacerdote?… That is the question!

Por P.A. David Nesher
El sonido de la expresión hoy retumbó tan fuerte en mis oídos que experimenté como se aturdía mi alma. Entonces entendí que eso mismo es lo que le pasa a la gran masa de gente que, ignorando las enseñanzas del Eterno a través de su revelación escritural, se dejan conducir por la tradición invalidante de la religión. Están sordos debido a la repetición constante de paradigmas extremadamente alejados de la Verdad. En este caso puntual estoy refiriéndome a la expresión sumo pontífice, la misma ha sido usada hasta el abuso durante una semana, pero en el día de hoy el abuso extralimitó los grados de la morbosidad psicológica, ya que los medios, usando la palabra como instrumento manipulador de emociones la repitieron sin descanso aplicándola a un hombre que, más allá de su cargo de liderazgo estatal, no se encuentra meritado por la Divinidad para tal posición y título.
Comenzaré enseñándoles que la palabra pontífice es de origen latino. Viene de ponspuente. Se sabe que en la antigua Roma había una sociedad sagrada cuyos miembros eran llamados pontífices, porque al principio eran ellos los encargados de velar por que cierto puente sobre el río Tíber estuviese siempre en buenas condiciones. Esta sociedad tenía la responsabilidad del culto a los
dioses. El jefe que lideraba este grupo era llamado con el nombre del Pontífice Máximo.
Si acudimos al Diccionario de la Real Academia Española veremos que nos indica que el pontífice era el “magistrado sacerdotal que presidía los ritos y ceremonias religiosas en la antigua Roma”. Este magistrado era como un puente entre los fieles y las deidades paganas. De allí el título pasó al uso eclesiástico y le fue conferido especialmente al obispo o arzobispo de una diócesis. El sumo pontífice, o pontífice máximo, es, naturalmente, el que ocupa la posición más elevada en la jerarquía episcopal. En los primeros años del siglo IV (comienzo de la religión llamada cristianismo) este era el título que se le confirió al obispo romano posteriormente Papa de la Iglesia Católica.
Ahora bien, yendo juntos hasta las Sagradas Escrituras, tenemos que saber que el título pontífice aparece en versiones castellanas antiguas del Nuevo Testamento (carta a los Hebreos, 2:17; 4:14; 5:5; 7:26; 8:1). Los autores de estas versiones fueron más bien influenciados por las traducciones latinas de las Sagradas Escrituras que regían las creencias de su época. Por ejemplo, en la versión latina llamada Vulgata se encuentran las expresiones “Pontíficem magnum” (gran Pontífice) y “habemus Pontificem”  que significa «tenemos un Pontífice» (Heb. 4:14-15. texto latino en la Versión de Felipe Scio de San Miguel).
Buscando siempre ser veraces debemos entender que en el idioma original del Nuevo Pacto (expresión correcta para Nuevo Testamento), o sea el griego koiné, el vocablo traducido por pontifex en la Vulgata, es arjiereús, que traducido correctamente significa sumo sacerdote, tal como se lee en las versiones modernas del Nuevo Testamento en nuestro idioma. Según los escritores neotestamentarios, el arjiereús, o sumo sacerdote, es Jesucristo, el Hijo de Dios. El es el sacerdote por excelencia y Pontífice Máximo.
El profeta Isaías dice:
“vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro para no  oír”
(59:2)
En este oráculo ya hacía observar que la presencia de varones que se hacían llamar sumos sacerdotes no alcanzaba para establecer la perfecta comunión con Yahvéh, nuestro Dios, y así alcanzar la plena Unidad con Su propósito eterno.
Solamente Yeshúa, el Mesías manifestando el Nuevo Pacto de Dios se convierte en nuestro puente o sumo pontífice. Él es quien verdaderamente nos ha llevado a participar de la vida de Dios. ¡Él es el mediador entre Dios y el hombre! Así lo afirma san Pablo en su Primera Carta a Timoteo (2:5).
En otros documentos bíblicos, especialmente en la Carta a los Hebreos, se explica de manera amplia por qué Yeshúa, el Mesías, es el mediador, o Sumo Pontífice, entre el Eterno y nosotros.
El único  sumo pontífice que el Eterno Dios dio se llama Yeshúa HaMashiaj el Señor.
 
Nuestro Sumo Pontífice es tan humano, tan semejante a nosotros, que no se avergüenza de llamarnos sus hermanos (Heb. 2:10-18; Jn. 1:14).
Durante su ministerio terrenal Él experimentó muchas de nuestras miserias y angustias. Padeció siendo “tentado en todo según nuestra semejanza”,
aunque sin rendirse al mal (Heb. 2:18; 4:15), y en su estado de humillación aprendió, por medio de los sufrimientos, lo que significa la obediencia al Padre Celestial (Heb. 5:8-10). Él puede, por lo tanto, “ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere” (Heb. 2:17), socorrernos en la tentación (Heb. 2:18) y compadecerse de nuestras debilidades (Heb. 4:15).
Yeshúa, nuestro sumo sacerdote, es “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26). Él no tiene necesidad, como los sumos sacerdotes en Israel, “de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados” (Heb. 7:27; 5:3), porque
no tiene en sí mismo ningún pecado que expiar.
Siendo Yeshúa el sacerdote de carácter inmaculado, y el autor de nuestra salvación, la única conclusión aceptable es la que las Escrituras nos revelan; es decir, que no hay otro Sumo Sacerdote, o Sumo Pontífice, entre Yahvéh y el ser humano, sino Yeshúa, el Mesías, hombre (1 Tim. 2:5). El dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y a vida, nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14:6).
Es muy importante dejar establecido que en la Biblia el adjetivo «sumo» es excluyente. Esto quier decir que sólo puede haber un sumo pontífice en el plano de la redención.
La lógica de la Escritura es irrebatible. Se enseña en la Nueva Alianza que en contraste con el sistema mosaico, todos los creyentes en Jesucristo somos sacerdotes (1 Pedro 2:9). Todos, sin excepción, somos llamados a ofrecerle sacrificios a Dios (1 Pedro 2:4-5; Fil. 4:18; Heb. 13:15-16), comenzando por la ofrenda de nosotros mismos sobre el altar de la dedicación a Él (Rom. 12:1-2). Todos somos llamados a interceder los unos por los otros (Stg. 5:16), y a proclamar las excelencias de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9-10). Todos tenemos libre acceso a Dios (Ef. 2:18; Heb. 4:16; 10:19-23).
Por supuesto, se dice también en las páginas neotestamentarias que hay personas especialmente dotadas por el Espíritu Santo para la enseñanza y la administración de la Iglesia; pero no se menciona más que un Sumo Sacerdote, o sumo pontífice: Yeshúa HaMashiaj. Él es el pastor y obispo de nuestra alma (1 Pedro 2:25), y el Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:1-4). Solamente a Él debemos adorar, amar, servir, y esperar con singular devoción, recordando siempre que el amor a Dios tiene que traducirse en amor a todos nuestros semejantes, a quienes somos deudores del Evangelio de Su gracia. El amor incomparable de Yeshúa, nuestro sumo sacerdote, debe constreñirnos a entregarnos totalmente, en humildad, al servicio de los demás.

Un Cristo para cada gusto

Algunos cristianos tanto han jugado en crear un Jesucristo enlatado y en colores para todos los gustos que habría que preguntarse de vez en cuando si creer en Jesucristo es un lujo, un  capricho o un compromiso para toda la vida.
 
Ciertas personas “adoran”, pero no quieren ni saber lo que dijo.
 
Ciertos jóvenes lo “adoran”, pero no están de acuerdo con todo lo que Él dijo, porque Jesús no pudo haber sido tan retrógrado en algunos temas…
 
Otros adoran al “líder”, pero… bueno… ¡no es posible hacer todo lo que Él hacía! ¡Después de todo, uno es hombre!
 
Y, así, de reticencia en reticencia, vamos despojando a Jesús de todos sus atributos, o coronándolo con lindos nombres y títulos, mientras seguimos haciéndole hacer papelones y a tenerlo de adorno sobre viejas Biblias, sobre paredes vacías como las cabezas de sus dueños, como adornos en los edificios públicos, en los tribunales, en las escuelas, en las Iglesias…
 
Y todos somos culpables.
 
Algunos por causa de sexo.
Otros, por dinero.
Otros, por calumnias.
Otros, por mentiras.
Otros todavía, por concubinato.
Por una separación,
Por un divorcio,
Por una traición,
Por un negociado,
Por drogas,
Por un impuesto a las rentas,
Por un cheque sin fondos,
Por una deuda sin pagar,
Por un desfalco,
Por un asalto,
Por un salario de hambre,
Por un excesivo y casi nunca merecido salario,
Por un rencor jamás contenido…
 
No. No es fácil creer en Jesucristo. ¡Hay que cambiar de vida! Y son pocos los que aceptan hacerlo. El radicalismo de Jesucristo crea muchos admiradores y pocos, muy pocos adeptos…
 
Casi siempre, la razón de que no quieran seguir a Jesucristo no es Jesús ni su doctrina: son los cristianos y la deshonestidad con que se comportan ante el Dios en quien dicen creer…
 
Y si Jesús no nos lleva al compromiso, entonces somos de aquellos que lo admiran pero no lo aceptan. Es posible que no tengamos nada en su contra. Pero no tener nada en contra no es lo mismo que gustar de alguien.
 
¡En el fondo, en el fondo, tal vez no nos guste…El Dios que tanto gusta de nosotros!

 Autor: P. Zezinho