Monarquías del dragón

Más de Cien Años de la Primera Guerra Mundial y las Naciones continúan sin amar la Paz

El conflicto inició el 28 de julio de 1914 cuando Viena declaró la guerra al Reino de Serbia tras el asesinato, un mes antes, en Sarajevo  del archiduque Francisco Fernando heredero al trono Austro-Húngaro, y su esposa Sofía Chotek. El autor de tal magnicidio fue un joven serbobosnio llamado Gavrilo Princip. El asesino era miembro de un comando serbio-bosnio comandado en las sombras por Dragutin Dimitrijevic, conocido como Apis y responsable del Servicio de Información servio, y por extremistas de la sociedad secreta Mano Negra. Este magnicidio pretendía golpear al Imperio Austro-Húngaro y facilitar la creación de la utopía denominada la Gran Serbia, una nación que reuniese a todas las poblaciones eslavas que que permanecían sometidas al poder de los Habsburgo. El adolescente Princip fue detenido de inmediato y no fue condenado a muerte debido a su edad, pero falleció en una cárcel checa en 1918.

 

 En pocas horas de aquel día de julio, las tinieblas y la muerte aceleraron los pasos humanos para que lo que hasta entonces nadie había visto en materia bélica se manifestara inmediatamente. Primero, fue un telegrama del Imperio Austro-Húngaro declarando la guerra a Serbia, seguido pocas horas después por los disparos de la armada fluvial austríaca contra Belgrado. Con estos dos hechos dio comienzo a un enfrentamiento bélico despiadado, criminal, inhumano, algo que nunca había presenciado la humanidad.
El escueto telegrama fue enviado desde Viena mediante el servicio común de correos imperiales de Austria-Hungría, a través de Budapest y Belgrado, para llegar finalmente a Nis, al sur de Serbia. Allí se encontraba refugiado el Gobierno de Serbia, anticipando un posible golpe militar de los austríacos y asumiendo que la capital serbia era indefendible.
El mensaje, de sólo tres frases, expresó el descontento del Imperio Austro-Húngaro por el rechazo serbio de un ultimátum del día 23, que de hecho responsabilizaba a Serbia del asesinato en Sarajevo del heredero al trono austro-húngaro un mes antes.
«A partir de este momento, Austria-Hungría se considera en guerra con Serbia«, concluye la nota.

 

Entre la medianoche del día 28 y las 02.00 de la madrugada del día 29 de julio se produjo un primer intercambio de fuego entre las dos partes y con ello las primeras bajas de esta guerra: dos del lado austríaco y dos del lado serbio.
En la guerra se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares de la época divididas en dos alianzas opuestas: Por un lado se encontraba la Triple Alianza conformada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán (Prusia) y Austria-Hungría. Italia que había sido miembro de la Triple Alianza no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto. Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso.

 

Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabaron ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón, el Reino Unido, y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio Otomano (Turquía) y Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales de la Triple Alianza. En total, más de 70 millones de militares, incluyendo 60 millones de europeos, se movilizaron y combatieron en la guerra más grande de la historia hasta ese momento. El Imperio Otomano luchó por sus intereses geoestratégicos hasta el final de la guerra, lo que aceleró su proceso interno de desmembramiento y decadencia. Sobre las ruinas de la sublime puerta, los jóvenes turcos –con Ataturk a la cabeza– construyeron la nueva, laica y moderna Turquía.

 

La Primera Guerra fue un acto donde se mezcló la locura humana y la competencia entre naciones poderosas. Alemania, en el centro del continente estaba en 1900 más desarrollada y más rica que Inglaterra y que Francia pero carecía de colonias que le proveyeran de insumos elementales, como si tenían los otros. Y los necesitaba. Inglaterra era el centro de un Imperio casi inabarcable y dueña y señora de todos los mares con una flota de combate nunca vista. Francia era más campesina. Pero desde hacía veinte años se presenciaba una carrera armamentista entre los poderosos.

 

La Gran Guerra, como también se llamó a este conflicto, se basó militarmente en una serie de inmensos frentes de guerra constituidos a lo largo y ancho de las tierras de Europa. Frentes en los cuales los soldados pasaban meses, en unas condiciones físicas e higiénicas denigrantes, salvo que los hirieran o murieran en combate, con lo que eran trasladados a la retaguardia. Hubo varios frentes.
Tras la invasión a Serbia por Viena, la Rusia del Zar comienza a movilizarse casi inmediatamente. Los serbios son eslavos del sur, forman parte de un mismo pueblo con los eslavos del norte. Alemania, por su parte, invade la neutral Bélgica para aprovisionarse de carbón y minerales. Esa violación de la soberanía belga llevó a Inglaterra a declarar la guerra a Alemania. Pero los alemanes avanzan por Francia y pueden ser detenidos recién en las afueras de París. Luego retrocedieron y se atrincheraron en distintas zonas conformando el Frente Occidental.
En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos en 1917.
El tercer Frente lo constituyó la lucha de los ingleses más los hombres de sus colonias, como los canadienses, australianos y neozelandeses contra el Imperio Otomano. Un daño muy importante fue organizado por Tomás Edward Lawrence, un intelectual políglota que logra que los árabes del desierto se rebelen contra los turcos, dinamiten sus vías férreas y destruyan, maten y roben lo que encuentran a su paso. Ese líder se convirtió en leyenda. Se lo conoce como «Lawence de Arabia«. Después de tantas peripecias y odiseas pocas veces vista se mató en un accidente de moto en 1935.

 

Cinco meses después de iniciada la guerra los aliados habían alcanzado a penetrar en terreno enemigo apenas 5 kilómetros dejando a un costado un total de 420.000 bajas británicas y 200.000 franceses, mientras los alemanes perdieron 450.000 hombres. Hubo batallas como la de Somme con millares de pérdidas inútiles. O la de Verdún donde fueron masacrados 600.000 hombres en avances y retrocesos a lo largo de un mes largo. Fue un asesinato masivo, una trampa, centenares de miles obedeciendo órdenes militares idiotas, cuanto más absurdas, desencajadas.
A medida que las hostilidades avanzaban se multiplicaron los mutilados, que llenaron las salas de los hospitales y conmovieron la conciencia de las sociedades europeas y mundiales.

 

La trinchera y la alambrada fueron dos de los elementos omnipresentes en el frente. Las trincheras marcaron un hito en la forma de hacer la guerra en Europa. Las alemanas eran mejores técnicamente que las aliadas, pero salvo algunas pequeñas diferencias relativas a la comodidad y la seguridad, la vida en ellas era igual de monótona y arriesgada para los soldados y los oficiales de ambos bandos, sobre todo para los primeros. Hay muchas historias que han sido rescatadas del olvido y que tienen que ver con las trincheras, lo que constituye una fértil memoria de guerra muy útil todavía hoy para los historiadores.

Los gases venenosos se emplearon por primera vez el 23 de abril de 1915. Los alemanes derramaron gas oximuriático -un gas clorado- contra las líneas francesas e ingleses en Yprés. Esta forma de matar ya había sido utilizada 431 años antes de Cristo cuando los espartanos saturaban la madera en el combate con pez y azufre, quemándola para asfixiar al enemigo. Un nuevo ataque tuvo lugar el 19 de diciembre de 1915, con un nuevo gas, el fosgeno, pero los aliados ya estaban preparados para esa ofensiva. Gracias a las medidas de protección que fueron desarrollándose durante la contienda, especialmente las máscaras antigás, la guerra tóxica, aunque temida, no causó tantas bajas como otras formas de combate.

 

Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917 con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y a la firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales tras la célebre Revolución de Octubre en marzo de 1918.
El 4 de noviembre de 1918, el Imperio Austro-Húngaro solicitó un Armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.

 

La Gran Guerra es considerada la primera mundial porque involucró a más de 30 países y se combatió en tres continentes. Las imágenes que perviven en la retina hoy aluden la gran mayoría de las veces a la guerra en las trincheras europeas, a los frentes inmóviles durante meses, pero hubo batallas y escaramuzas más allá del continente europeo. La Gran Guerra fue una guerra total, y en este sentido de totalidad que los propios contemporáneos ya percibieron, solo sería superada luego por la Segunda Guerra Mundial.
Esa guerra pulverizó el concepto de la piedad humana. Se combatía a bayoneta calada para conquistar algunos metros frente al enemigo. Desde las trincheras, donde los vivos no podían enterrar a los muertos por las descargas de artillería, invadidos por las ratas y el hambre los soldados se codearon con la crueldad absoluta.Se usaron gases venenosos que cegaban o mataban. Se usó armamento sofisticado con alta capacidad de destrucción.
Fue un desastre de tal magnitud que al terminar el enfrentamiento Inglaterra ya no era la potencia que había sido. Francia se sumergió en la miseria y la desesperanza y Alemania entró en un colapso donde participaron revolucionarios de izquierda diezmados por el Ejército retornado (los Espartaquistas de Rosa Luxemburgo) y donde finalmente asumió un gobierno socialdemócrata que fundó la República de Weimar (1918-1933). La vencida Alemania debió firmar indemnizaciones de rendición en el Tratado de Versailles que los Aliados vencedores tomaron como una venganza, pero que lo único que aportó fue vergüenza y odio, aprovechados más tarde por los nazis y los nacionalistas extremos.
La Primera Guerra Mundial puso fin a cuatro regímenes imperiales: la dinastía prusiana (Hohenzollern), la dinastía rusa (Romanov), la dinastía turca (osmanlí/otomana) y la dinastía austrohúngara (Habsburgo). La guerra causó millones de muertes y dejó un legado de revolución, bancarrota estatal, proteccionismo y un colapso financiero que creó el marco para el ascenso de Hitler, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron completamente y varias naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial también se fraguó la Revolución Rusa, que concluyó con la creación del primer Estado autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Se fundó la Sociedad de Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se volviera a repetir. Sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial.

 

El bando perdedor de la guerra, en especial Alemania, se tuvo que enfrentar a las duras exigencias territoriales, pero sobre todo económicas, de los vencedores. Unas reparaciones de guerra excesivas y casi imposibles de cumplir en la práctica y que durante la posguerra fueron usadas como argumento por los movimientos ultranacionalistas –el partido nazi, principalmente– para cargar contra aquellos que habían firmado una capitulación que consideraban como una puñalada en la espalda de sus propios compatriotas de la República de Weimar. Como dato curioso, Alemania terminó de pagar las deudas de guerra en el año 2010.
En medio de todo este evento histórico, las tinieblas moldeaban un futuro aún más macabro a través de un anónimo soldado, llamado Adolf Hitler. Él participó como cabo en la Primera Guerra Mundial, donde luchó intensamente en el frente, fue herido y obtuvo una condecoración por méritos de guerra, la prestigiosa Cruz de Hierro. Su experiencia bélica, combinada con la derrota final de Alemania, contribuyó a la formación y el desarrollo de los demonios interiores del futuro dictador, a su patológico resentimiento por la decadencia germana, que se materializarían posteriormente en su antisemitismo, su ultrapatriotismo y la supuesta superioridad de la raza aria. Satanás y sus huestes no se darían por vencidas sabiendo que sus días finales entraban en cuenta regresiva. ¡La simiente reptiliana continuaría haciéndole guerra a la Simiente de la mujer!

La historia negra que se esconde en la memoria del rey Juan Carlos I de España

Lo que sucedió aquel 29 de marzo de 1956 sacudiría a Juan Carlos por el resto de su vida. En ese entonces, tenía 18 años. Estaba con su familia, los condes de Barcelona Juan y María de Borbón, en Estoril, la localidad portuguesa donde la familia real vivió durante la dictadura de Francisco Franco. Juan Carlos estaba con su hermano menor, Alfonso. Jugaban a gatillar una pistola aparentemente descargada, pero en su interior quedaba una bala. El tiro fue directo hacia el rostro de Alfonso, de 15 años, quien murió en el acto. «Aquel día se me paró la vida», relató la madre. El episodio es conocido como «la leyenda negra de la monarquía».
El comunicado oficial de la monarquía dio otra explicación. «Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y lo mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la santa comunión», decía.
Los intentos de los reyes de esconder el homicidio accidental de su hijo en manos de su hermano mayor para protegerlo de la opinión pública y evitar problemas en la sucesión monárquica fueron vanos. Poco después, se daría a conocer la verdad. «Apretó el gatillo sin saber que el arma estaba cargada», fue una frase repetida una y otra vez por los allegados de la familia real. Se cuenta que la culpa persiguió a Juan Carlos, aunque siempre evitó romper el silencio sobre ese día fatal. Su madre fue quien más sufrió, quien les había dado la pistola para que se entretuvieran un rato durante ese día de lluvia.
«Don Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais, al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Don Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado allí con un avión militar español en el que el Príncipe fue devuelto a Zaragoza», recoge el historiador inglés Paul Preston, autor de diversas obras de historia contemporánea de España y miembro de la Academia Británica de Historia.

Consideren este documental: 

Las claves para entender la figura (y la abdicación) del Rey de España

Juan Carlos I ha decidido ceder el trono a su hijo Felipe en los peores momentos de popularidad de la monarquía. Pero eso no siempre fue así. A continuación, algunos antecedentes para comprender el rol del monarca en la historia reciente de su país.
– Sucesor de Franco: cuando el 20 de noviembre de 1975, muere Francisco Franco, todo los ojos se volcaron hacia el príncipe Juan Carlos. Seis años antes, el dictador español había dispuesto que su sucesor en la jefatura del Estado, fuera el joven e inexperto Borbón, Cuando dos días después, el Congreso español lo proclama, las voces discordantes no se acallaron. Desde los sectores opositores al régimen, lo veían como un títere del franquismo. Desde los sectores monárquicos, no lo reconocían como digno sucesor. En ese sentido, fue clave el rol de su padre, Juan de Borbón, conde de Barcelona, quien rápidamente decidió renunciar a sus derechos a la Corona para no entorpecer el camino de su hijo y seguir la línea natural de sucesión. Entonces, no eran pocos los que en privado hablaban de «Juan Carlos, el breve», anticipando, lo que creían, sería un corto y poco prometedor reinado.
– Golpe de 1981: es imposible entender la figura del Rey sin conocer el rol que jugó en la jornada del 23 de febrero de 1981. Ese día, sectores de las fuerzas armadas, nostálgicos del antiguo régimen, irrumpieron en el Congreso español con la idea de concretar un golpe de Estado. Largas horas de tensión hicieron temer el fin de la delicada transición española. Pero a las 1.14 de la mañana del día siguiente, una intervención televisada de Juan Carlos desde el Palacio de la Zarzuela selló la suerte de los sublevados. No sólo dejó en evidencia que la intentona no contaba con su apoyo, sino que se transformó -a ojos de los españoles- en uno de los principaples baluartes de la democracia que comenzaba a fraguar.
– Alza de popularidad: tras el papel jugado por el monarca aquel día de febrero de 1981, la popularidad del Rey y de su familia subió como la espuma. Incluso sectores de la izquierda, tradicionalmente favorables a la restauración de la República, no tardaron en reconocer la muñeca política y favorable al consenso de Juan Carlos. De hombre pusilánime para algunos, se transformó en un estadista que se llevaba incluso mejor con los «ajenos» que con los «propios». Conocida fue, por ejemplo, su buena sintonía con el socialista y ex presidente del Gobierno, Felipe González. Bueno para las bromas y de talante campechano, su carácter extrovertido se compensaba con la tranquilidad y temple que a su lado representaba Sofía, una princesa griega que rápidamente se ganó el aprecio de los españoles.
– Protección de la prensa: la popularidad de la que gozaba Juan Carlos y su familia -que llevaba a que muchos se declararan «juancarlistas» antes que «monarquistas»- se vio rápidamente plasmada en la prensa. Mientras las familias reales de otros rincones de Europa eran constantemente acosadas por los periodistas que no dudan en escudriñar en sus vidas privadas como en la de cualquier figura pública, en España, las reglas eran muy diferentes. El periodismo ibérico, de las más agresivos en temas del corazón, trataba con guante blanco a los borbones. De hecho, cada vez que algún periódico dedicaba páginas de investigación a asuntos de la familia real -como las circunstancias en torno al accidente vascular de uno de los yernos del Rey a principios de los 2000- surgían las voces que destacaban la osadía del medio.
– El peor de los momentos: sin embargo, aquella popularidad, respaldo y protección hoy pasan por sus horas más oscuras. Con el telón de fondo de la peor crisis económica e institucional por la que puede atravesar España, el Rey Juan Carlos ha sufrido su propio declive. A su mal manejo de imagen -representado por aquellas fotos en una jornada de caza en Botsuana que lo obligaron a pedir disculpas públicas- hay que sumar los gravísimos escándalos financieros que rodean a su familia. Tanto es así que incluso hay quienes han querido ver en la sorpresiva abdicación del rey, una suerte de anuncio de que la Infanta Cristina -segunda hija del monarca- podría ser procesada por el escándalo de corrupción que involucra a su marido, Iñaki Urdangarín. Este caso -calificado como un verdadero «martirio» por la Casa Real- no solo echó por la borda la imagen de probidad y sencillez de familia, sino que puso en entredicho la capacidad de controlar a su entorno por parte del Rey.
– ¿Regreso a la República?: hace 10 años, cuando aún la popularidad de la monarquía gozaba de buena salud, se publicó en España un libro titulado, «¿Reinará Felipe VI?». Era la víspera del matrimonio del príncipe Felipe con la plebeya Letizia y quedaban así plasmadas las dudas sobre el futuro de la Corona después de Juan Carlos. Nadie dudaba que Felipe era la persona mejor preparada para suceder a su padre, pero tampoco se ponía en tela de juicio que la España del siglo XXI, era muy distinta a la de la Transición que había vivido su padre. Sectores favorables a la restauración de la República aseguraban que la Monarquía ya había cumplido su papel como garante y que hoy se necesitaba un nuevo marco institucional. Cuando nació la primera hija de la pareja de herederos, Leonor, quedó en evidencia que todavía regía la norma que daba prevalencia a los hombres por sobre las mujeres al momento de acceder al trono. Hacer la reforma legal, podía implicar, entonces, abrir la puerta para cambios y debates más profundos que muchos no estaban dispuestos a asumir. Aquella norma aún está vigente.

¿Quién es Felipe de Borbón y Grecia, el próximo rey de España?

Luego de que
el rey de España, Juan Carlos de Borbón, abdicara este lunes en favor de su
hijo comienzan los preparativos para la coronación de su hijo Felipe.
Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias y heredero
de la Corona, es el primer hijo varón de los Reyes, Juan Carlos y Sofía y será
a los 46 años nuevo rey de España tras la abdicación de su padre.
Nacido en Madrid el 30 de enero de 1968 y casado con Letizia
Ortiz Rocasolano
desde el 22 de mayo de 2004, tienen dos hijas, las infantas
Leonor, nacida el 31 de octubre de 2005 y Sofía, el 29 de abril de 2007.
Es Príncipe de Asturias, título que recibe el heredero de la
Corona española, desde 1977.
Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid,
realizó un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad Georgetown de
Washington (EEUU).
Desde julio de 2009, es teniente coronel de los ejércitos de
Tierra y Aire y capitán de fragata en la Armada.
Sus primeras apariciones oficiales se produjeron en
noviembre de 1975, tras la proclamación como rey de Juan Carlos de Borbón.
Desde que terminó sus estudios universitarios y su formación militar, ha
realizado una intensa actividad pública.
En 1981 presidió su primer acto oficial y pronunció su
primer discurso en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias.
En 1986, al alcanzar la mayoría de edad, prestó juramento
ante las Cortes de desempeñar fielmente sus funciones y de guardar y hacer guardar
la Constitución, según el artículo 61 de la Carta Magna.
Ha visitado oficialmente 14 de las 17 comunidades autónomas
de España y, desde 1996, es el representante de España en las tomas de posesión
de los jefes de Estado iberoamericanos.
Ha viajado a numerosos países europeos y americanos, así
como del mundo árabe, Extremo Oriente y Oceanía. El príncipe muestra un
especial interés por todos asuntos relacionados con la UE, Oriente Medio, Norte
de África e Iberoamérica.

Felipe de Borbón asiste con regularidad a las exposiciones
económicas y comerciales organizadas por España en el extranjero; y presta una
especial atención a la difusión de la cultura española, sobre todo, a través
del Instituto Cervantes.
Mantiene regulares encuentros y reuniones con los órganos
constitucionales y con las principales instituciones del Estado para estar al
corriente de sus actividades. También asiste a reuniones de distintos
organismos de la Administración del Estado y de las Comunidades Autónomas
(regiones).
Periódicamente visita instituciones extranjeras para conocer
sus actividades y, entre otros, ha viajado a las sedes de la ONU, la Unión
Europea, la OTAN o la OCDE.
Hay determinados actos institucionales en los que acompaña
al Rey, como la Pascua Militar o la recepción al Cuerpo Diplomático. El 12 de
junio de 2010 acompañó a los Reyes en la conmemoración del 25 aniversario de la
firma del Tratado de Adhesión a la CEE por parte de España.
Durante la convalecencia del Rey, tras ser intervenido de un
nódulo pulmonar el 8 de mayo de 2010, sustituyó al monarca en los actos de su
agenda, como la cena a los jefes de Estado y de gobierno participantes en la
Cumbre UE-América Latina (17 de mayo) y la entrega de la Copa del Rey (19 de
mayo).
Desde el 18 de noviembre de ese año se incorporaron a sus
actividades oficiales las audiencias militares, cometido que hasta entonces
ejercía exclusivamente el Rey.
En 2011 y debido a la los problemas de salud del rey Juan
Carlos, Felipe de Borbón, por primera vez desde que cuenta con agenda oficial,
tuvo más actos que su padre.
Tras el nuevo accidente sufrido por el rey el 14 de abril de
2012, volvió a retomar parte de su agenda, con actividades como la entrega del
Premio Cervantes, el 23 de abril, o la final de la Copa del Rey, el 25 de mayo.
El 17 de noviembre el Príncipe participó en el almuerzo de
trabajo ofrecido por el rey a los jefes de Estado y de Gobierno participantes
en la XXII Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz, en la jornada de clausura,
lo que consolida su presencia en las cumbres que tienen lugar en España como
ocurrió en Salamanca en 2005.
Es presidente de honor de varias asociaciones y fundaciones,
destacando por su especial vinculación la Fundación Principado de Asturias.
Desde 2009, año de su constitución, es también presidente de honor de la
Fundación Príncipe de Girona.
Tras su matrimonio con la princesa de Asturias el 22 de mayo
de 2004, ambos mantienen una apretada agenda tanto en el interior como en el
exterior de España.
El primer viaje de la pareja al extranjero tuvo lugar el 28
de junio de 2004, con una visita al Papa Juan Pablo II en el Vaticano. Su
primera visita oficial fuera de Europa fue a México entre el 17 y 20 de julio siguiente.

Aficionado al deporte, fue miembro del equipo olímpico de
vela en clase Soling en los Juegos de Barcelona de 1992, en cuya inauguración
desfiló como abanderado del equipo español.

FuenteEl País

Felipe VI será Rey de España… la abdicación y la funciones de un rey español

Como consecuencia de la abdicación del rey Juan Carlos de Borbón y Borbón al trono de España, entendemos que en un muy corto espacio de tiempo – unos pocos días – Felipe de Borbón y Grecia tomará posesión como Jefe de Estado y lo hará con el nombre regio de Felipe VI.

Pero, ¿cómo es el proceso legal que hay que seguir para aceptar la abdicación y coronar al nuevo monarca?

El reglamento del Congreso de los Diputados ofrece vías rápidas para la aprobación de las leyes, incluidas las orgánicas y, la abdicación del primer monarca de la España constitucional debe ordenarse mediante un texto de este tipo, tal y como estipula la propia Constitución española.
Mañana martes se reunirá el Consejo de Ministros en sesión extraordinaria para dar su aprobación al necesario proyecto de ley. Un proyecto que, tanto el Gobierno de Mariano Rajoy como el de José Luis Rodríguez Zapatero, negaron tener en mente pese a que el título II de la Carta Magna permanecía en un buen número de sus aspectos sin desarrollar.
El proyecto de ley que apruebe mañana el Gabinete será remitido de manera inmediata al Congreso de los Diputados que podría, reunido en pleno, dar el visto bueno a su aprobación mediante el procedimiento de lectura única.
Sería posible incluso que en la misma sesión plenaria se procediera a dicha aprobación para lo cual es necesario el voto a favor de la mayoría absoluta de la Cámara, es decir, 176 diputados.
Una vez aprobado en el Congreso, el proyecto de ley orgánica pasa al Senado que lo aprobaría también en una sola sesión y por mayoría absoluta de sus miembros. De esta forma apurando al máximo el procedimiento exprés, la proclamación del Heredero como Rey de España podría quedar resuelta esta misma semana.
Mariano Rajoy ha recalcado en su comparecencia urgente esta misma mañana que todo el proceso se desarrollará “con normalidad” tal y como estipula el artículo 57.5 de la Constitución española.
¿CÓMO ES EL PROCESO DE ABDICACIÓN?

Con la abdicación de Juan Carlos I de España, la nación ibérica comienza un nuevo capítulo de su monarquía constitucional. Pero, ¿qué significa esto y cómo será el proceso político hasta la coronación del nuevo rey?

La abdicación es el supuesto más normal, aunque sea poco frecuente, y se produce por voluntad del Rey, quien mediante este acto transmite anticipadamente los derechos, prerrogativas y funciones propias de la Corona a su legítimo heredero.

No se produce necesariamente por una crisis institucional ni por pérdida de legitimidad política. Basta la voluntad de poner fin al ejercicio de las funciones regias por cualquier motivo. Tampoco afecta al estatuto de la Corona.

Las previsiones constitucionales en relación con este evento son escasas y el hecho de que se produzca por primera vez desde la aprobación de la Constitución impide hacer pronósticos sobre el desarrollo del proceso.

Según el artículo 57.5 de la Constitución Española, «las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica”. Corresponde a las Cortes Generales (Congreso y Senado) decidir en sesión conjunta a tenor de lo establecido en art. 74.1 de la carta magna. La Ley orgánica a la que alude la Constitución es, en este caso, la manera de formalizar el acto constitucional en que la abdicación consiste, pero esta Ley Orgánica no tiene significado normativo, si se puede hablar así.

Los pasos resumidos de todo este protocolo político son los siguientes:

– El escrito de abdicación debe ir refrendado por el presidente del Gobierno a los efectos formales de conocimiento.
– El presidente del Congreso, que a estos efectos ejerce como presidente de las Cortes, convoca a las dos juntas de portavoces, reunión a la que asisten el presidente del Senado y el ministro encargado de las relaciones del Gobierno con las Cortes, para acordar el orden del día, que debe tener ese solo punto. En dicha reunión se explicita si algún grupo tiene dudas sobre la validez jurídica del escrito de abdicación.
– Si no las hay, la reunión conjunta de las Cámaras sería muy corta. El presidente del Congreso, que encabeza la reunión, da lectura a un escrito muy breve, que se referirá exclusivamente a la aceptación de la referida validez jurídica. Nada de discutir su conveniencia, ni de convertir la sesión en un debate sobre la monarquía ni sobre su titular.
– Si en las intervenciones no ha habido discrepancias, el presidente, de conformidad con los artículos 82.1 y 83 del Reglamento del Congreso, propone la aprobación por asentimiento.
– Si hay discrepancia, habrá que votar. Como lo conveniente es que la votación sea secreta, basta con que lo pidan dos grupos parlamentarios o la quinta parte de los diputados y senadores presentes. Si nadie la pide, puede decidirlo el presidente.
– El presidente del Congreso dará cuenta del resultado al rey y ordenará la publicación oficial.
– La abdicación surtirá efecto el mismo día de dicha publicación oficial.

¿Cuáles son las funciones del rey de España? 

El Rey es el Jefe del Estado y representa a España de forma permanente. Todas las figuras políticas son transitorias y a veces desconocidas en el exterior, pero todo el mundo conoce al Rey de España a causa de su permanencia, lo que puede ser un factor de promoción para todo lo español. Esta permanencia es un factor decisivo en todo lo que se refiere a la política exterior, convirtiéndose así el Rey en un superministro de Asuntos Exteriores por encima de los partidos.

En segundo lugar, tiene funciones arbitrales y moderadoras, que vienen expuestas en el artículo 62 de la Constitución Española y que debe realizarlas con el refrendo correspondiente del Presidente del Gobierno, de un ministro o del Presidente del Congreso de los Diputados. Consisten en coadyuvar de forma solemne con su firma o presencia en los actos de Estado generalmente decididos por otros.

En cualquier caso, estas funciones arbitrales y moderadoras no ofrecen ningún problema, puesto que están reguladas al detalle, aunque dentro de ellas cabría distinguir la función de reserva que el Rey puede adoptar, como ocurrió el 23 de febrero de 1981 con el fallido golpe de Estado en España.

En tercer lugar, el Rey posee también unas funciones mediadoras que derivan no tanto de su posición de Jefe del Estado, como sobre todo de ser la cabeza de la Nación; es decir, la de poseer una magistratura no política, en tanto que representante de toda la sociedad. En tal sentido, no puede ser un hombre de partido o incluso un mero gobernante, sino que debe ser un referente de la sociedad.

De esta manera, el Rey debe escuchar, aconsejar y recibir a miembros de todos los estamentos para poder así estar informado de lo que sucede en su país. Y ello con la salvedad de que, siendo inviolable, tiene una libertad de expresión limitada, porque no puede decir lo que verdaderamente piensa, sino lo que crea que se debe escuchar.

Fuente consultada: El Mundo

El Rey Juan Carlos renunció al trono de España en favor de su hijo Felipe y de lo establecido por el Club Bilderberg

Justo y «casualmente» después de que el Club Bilderberg terminara las sesiones de su encuentro anual número 61, las noticias se ven conmovidas con las reformas que el gobierno español (representada por la reina Sofía y el ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo) aceptó instalar en esa nación frente a los 140 asistentes de esta sociedad secreta tan perversa.

Así pues, iniciando los pasos luciferinos de cambios favorables a la élite, el rey Juan Carlos de España sorprendió hoy al mundo con el anuncio de su abdicación a la corona de España. El anciano monarca justificó ante los ciudadanos su decisión de abdicar en su hijo, el príncipe Felipe, asegurando que «una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista» en el país.

El monarca español, de 76 años, dijo en su retirada: «Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura está demandando«.
Lo hizo en un mensaje a la nación emitido por televisión dos horas y media después de que el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, comunicara en La Moncloa la decisión del monarca de dar un paso atrás en favor de su hijo, de 46 años.

En este mensaje, el monarca aseguró que esta decisión la tomó en enero, al cumplir 76 años, y una vez recuperado ya de su última operación. 
«Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera«, manifestó el rey, al que se vio emocionado en su despacho del Palacio de La Zarzuela, en el que se grabó el mensaje.
Su hijo, que reinará como Felipe VI, «encarna la estabilidad«, dijo. «Tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesario para asumir la jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza«.

El rey Juan Carlos está aparentando una solidaridad compasiva con el querer de la mayoría de los españoles. Según una encuesta publicada en enero, mientras cumplía sus actuales 76 años, el 62% de los españoles creía que el Rey Juan Carlos de Borbón y Borbón debía renunciar a la
corona. Asimismo, dicha encuesta dio a luz que sólo un 49,9% de españoles apoya la monarquía como forma de gobierno.

Las cargas políticas que lo han obligado a esta abdicación son innumerables. El escándalo del accidente del monarca mientras cazaba en Botsuana, la construcción de un pabellón de caza a cuenta de Patrimonio Nacional y, sobre todo, los casos de corrupción que implican a miembros de la Casa Real han desgastado enormemente la imagen de la monarquía.

Hoy, desde un discurso manipulador nada creíble, el monarca que carga una mochila enorme con sospechas de tapa corrupción en la casa real, presenta su noble voluntad sujeta a un falso deseo de anhelar tiempos nuevos y mejores cosas para la nación española.

Pero estoy convencido que la verdad que se esconde detrás de esto va más allá de lo asegurado por el septuagenario monarca. Estoy convencido que el Club Bilderberg pretende que el príncipe Felipe, al heredar el trono de España, se rodee de los poderes económicos de su controvertida institución, por lo cual Juan Carlos I ha sido presionado a abdicar. Justamente, no es mera casualidad que la reunión de la controvertida organización fue celebrada un día antes de la declaración histórica del Rey: del 28 de mayo al 1 de junio en el hotel Marriott de Copenhague (Dinamarca).

La abdicación es una fórmula excepcional en la Corona española. Se ha efectuado anteriormente, en concreto en seis ocasiones en los últimos siglos. La última vez fue, precisamente, la renuncia en 1941 de Alfonso XIII en favor de su hijo don Juan de Borbón, padre del rey Juan Carlos. El conde de Barcelona nunca llegó a reinar. Y en 1977 presentó oficialmente la renuncia a sus derechos al trono ante su hijo, el rey Juan Carlos, al que las cortes franquistas ya habían nombrado jefe del Estado en 1975.

Aquí el recuerdo del momento preciso en que Juan Carlos juraba como rey frente a los españoles:

La Maldición de los Grimaldi

Los rumores de «crisis» entre Charlene Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco, cuando faltaban sólo tres días para su casamiento, hicieron saltar las alarmas. Los más memoriosos recordaron la triste «maldición de los Grimaldi» que condena a esta dinastía a la infelicidad matrimonial y a la tragedia. Leyenda o verdad, hasta ahora ahora se cumplió con una exactitud casi matemática.
La dinastía Grimaldi fue siempre rica y muy desgraciada. Para asegurarse el dinero, sus miembros se dedicaron a la guerra, la piratería, los negocios y el turismo. Para asegurarse el infortunio, les bastó su propio carácter. Y cuando eso no fue suficiente, intervino la muerte.
El exterminio de la pequeña guarnición genovesa, en 1297, fue el primer contrato de propiedad: los Grimaldi se aferraron desde entonces al pequeño territorio a orillas del Mediterráneo, y aunque los expulsaron, siguieron rondando el lugar y lo volvieron a comprar en 1338, con dinero obtenido de la piratería.
Para el siglo XVII, ya habían convertido el “nido de piratas” en un Principado y el maleficio se puso en marcha. Algunos dicen que una gitana que fue violada por Rainiero I lanzó sobre él la maldición: ninguno de sus descendientes sería feliz. Otros dicen que el sortilegio surgió cuando un príncipe mató a su hermano.
La primera víctima fue Rainiero I, que una noche de 1314 apareció despedazado al final de un barranco, sin que se supiera si había caído o alguien lo había empujado. Veinte años más tarde, su sucesor murió envenenado. El culpable nunca fue hallado.
Sus descendientes no tuvieron mejor suerte: Carlos I fue asesinado por algunos de sus propios soldados en la batalla de Crezzy en 1347; Juan I, mujeriego y amigo de fiestas, murió cuando uno de sus compañeros de caza lo confundió (por culpa de la niebla) con un venado y lo atravesó con una jabalina.
En 1505, Juan II fue envenenado por hermano, Luciano, para arrebatarle la Corona. El príncipe asesino habría de probar su propia medicina dos años más tarde, asesinado por un sobrino. Hércules II, por su parte, murió cuando a un miembro de la guardia se le disparó accidentalmente el arma. Años más tarde, dos niños príncipes de la familia perecieron. Uno, ahorcado accidentalmente con una cinta de raso que tenía en el cuello. El otro, ahogado en un estanque.
La “maldición” también alcanzó a los matrimonios. Catalina-Carlota, esposa de Luis I, abandonó Mónaco para refugiarse en los brazos del rey de Francia. Su sucesora, la princesa María, confesó a su marido que no lo amaba ni un poquito y él la castigó encerrándola en una torre. La princesa Luisa Hipólita y su marido no se podían ni ver, y ella le prohibió la entrada al palacio durante varios meses.
Honorato III tuvo un matrimonio destinado a fracasar desde la luna de miel. Al descubrir a su esposa engañándola con un noble francés, le dio tantos golpes que la princesa terminó con varias costillas rotas. La encerró bajo mil llaves y la sometió durante semanas a castigos corporales acompañados de insultos y promesas de eterno castigo.
La princesa logró escapar con la ayuda de unas monjas, y Honorato III perdió los estribos. Declaró a su mujer “en rebeldía contra la Corona”, y la condenó a muerte. Años más tarde, la familia fue tomada prisionera durante la Revolución Francia, y una nuera de Honorato fue decapitada en La Bastilla.
Alberto I (1848-1922), hombre de pésimo carácter, tuvo dos matrimonios fracasados. Sus dos esposas (una escocesa y una norteamericana) se aburrieron mortalmente en Mónaco, entonces una pequeña aldea, y se refugiaron en respectivos amantes.
El casamiento de Rainiero III, en 1956, con la actriz Grace Kelly, proporcionaría a la dinastía un par de décadas de inaudita felicidad y prosperidad. Pero todo acabó en 1982, cuando Grace, célebre por su belleza y elegancia, falleció en un accidente automovilístico.
A partir de esta muerte, la imagen pública de la familia real se convirtió en un desastre conocido por todos: los tres maridos de Carolina, las temibles relaciones de Estefanía con guardaespaldas, artistas y cirqueros, y la apabullante soltería de Alberto, que tiene dos hijos ilegítimos. Incluso la tía Antonieta, hermana de Rainiero III, tuvo que sepultar a su segundo marido en plena luna de miel.
Hoy, el príncipe Alberto II se casó por civil y mañana llegará al altar luego de 53 años obstinada soltería. Muchas teorías se tejieron en torno a la negativa del príncipe a contraer matrimonio. Desde quienes le atribuyeron un insaciable “donjuanismo”, hasta los que cuestionaban sus inclinaciones sexuales.
Puede sospecharse, sin embargo, que la razón de Alberto II es más sencilla: le bastó con repasar la desdichada historia conyugal de sus antepasados para conservar una saludable aversión al matrimonio.

(*) Especial para Perfil.com

España frente a un «arrepentimiento real»

El rey Juan Carlos de España pidió ayer perdón públicamente y reconoció que se equivocó al haberse ido a cazar elefantes a Africa y gastar decenas de miles de euros en medio de la peor crisis económica de España en décadas, en un gesto inédito en la historia del país.
«Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir«, dijo un compungido Juan Carlos I al abandonar el hospital San José de Madrid en el que fue operado, visiblemente afectado por la polémica surgida en torno a su viaje en un momento en que España atraviesa una grave crisis económica.
El monarca, de 74 años y que hizo estas declaraciones con semblante muy serio, aseguró estar «mucho mejor». «Deseando retomar mis obligaciones«, agregó.
El monarca habló ante las cámaras de televisión al ser dado de alta tras ser operado de una fractura de cadera que sufrió un día antes al caerse mientras realizaba un safari en Botswana por el que pagó 46.000 euros.
Los españoles no tuvieron conocimiento del viaje del monarca, de 74 años, hasta que tuvo el accidente, lo que generó estupor en plena crisis económica y en un momento en que la Corona era ya blanco de fuertes críticas por el caso de corrupción que salpica al yerno del monarca, Iñaki Urdangarín.
«Es absolutamente nuevo. En toda la historia no ha habido un episodio, que yo sepa, donde el un rey pida disculpas por su comportamiento«, dijo Antonio Torres del Moral, catedrático de derecho constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y experto en realeza.
Ola de repudió
El accidente desencadenó una ola de críticas en las redes sociales, donde abundaron los comentarios de repudio a la monarquía y censura a la actividad del rey no sólo por el costo del viaje sino porque Juan Carlos preside una fundación ecológica y mató un elefante, una especia protegida.
El terremoto de reacciones políticas fue, asimismo, mayúsculo, ya que el safari del rey no solo provocó críticas en los sectores antimonárquicos sino también de los monárquicos, lo que amenazó con abrir una crisis institucional.
Desde todos los sectores se exigió al rey que como mínimo pidiera disculpas, mientras los grupos antimonárquicos, de izquierdas e incluso algunos socialistas llegaron a pedir la abdicación del monarca.
«El jefe del Estado tiene que elegir entre las obligaciones y las servidumbres de las responsabilidades públicas y una abdicaciónque le permita disfrutar de una vida diferente«, dijo el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez.
El líder del Partido Socialista (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba, no lo desautorizó y afirmó que comprendía la opinión crítica de muchos ciudadanos españoles, mientras el presidente regional vasco, el socialista Patxi López, consideró que el monarca debía pedir perdón.
Una actitud positiva
La ex ministra de Exteriores socialista, Trinidad Jiménez, valoró ayer como positivo que el monarca haya pedido disculpas.
«Ha hecho bien, porque conectó con el sentir mayoritario de la ciudadanía«, dijo.
El partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD), que también había reclamado al monarca que se disculpara tras calificar el hecho como «sumamente irresponsable«, sostuvo ayer que el rey «hizo lo que debía».
Transparencia de la Corona
Izquierda Unida (IU), tercera fuerza política nacional, que presentó en el Congreso de los Diputados una propuesta para que el rey tenga que informar de todos sus viajes, incluidos los privados, reiteró ayer que «la mejor rectificación» sería que «promueva la total transparencia» de la Corona.
Asimismo, Cayo Lara, líder de IU, instó al monarca a celebrar un referendo para preguntar qué modelo de Jefatura de Estado quiere la ciudadanía.
El rey «nos ha abochornado clarísimamente«, llegó a decir el portavoz parlamentario de los nacionalistas vascos del PNV, Josu Erkoreka, sobre el comportamiento del Jefe de Estado.
En medio del escándalo, una de las declaraciones más llamativas fue la del político socialista y redactor de la actual Constitución Gregorio Peces Barba, quien recomendó al rey que «se lamente ante el pueblo español por el error cometido».
Peces Barba dijo también que se había hecho un «grave daño y un gran deterioro a las instituciones«. La disculpa del monarca, inédita en la historia de España, llega el día después de que Juan Carlos sufriera un nuevo golpe a su imagen al informarse que su yerno, el duque de Palma Iñaki Urdangarín, afirmó en e-mails que el rey hizo gestiones a favor de una empresa por cuyas actividades está acusado de fraude y malversación de fondos públicos.
Fuente:  Los Andes
Un video muy bueno del programa «Tertulia de Federico» analiza con Ana Samboal, J. García Domínguez y Víctor de la Serna la disculpa y el arrepentimiento del Rey Juan Carlos y las reacciones que ha provocado.