Por P.A. David Nesher
La revista The Economist, es una de las predilectas del poder financiero. La misma es propiedad de las históricas familias Rothschild y Agnelli, quienes acostumbran a anunciar sus malévolas agendas a través de una sutil forma de previsiones que aparecen en sus inquietantes tapas avisando así eventos de índole política, social, científica y económica.
Así, y por medido de dichas crípticas tapas, cargadas de simbolismos (dignos de interpretaciones cabalísticas masónicas), The Economist muestra también, en forma de oráculos luciferinos, algunos de los anhelos y proyectos del propio poder financiero elitista que representa.
En su última edición, la revista muestra al Nuevo Orden Mundial representado por el juego de Jenga, donde un conjunto de ‘33’ contenedores (comercio internacional) se tambalea peligrosamente y la mano que mueve las piezas hace la señal del 666.
El mensaje se hace evidente para aquellas almas proféticas que comprendemos los diseños anti-Dios que la masonería-illuminati traza a la hora de pretender dominar los designios de las masas. Justamente ellos como masones constructores aplican el ciclo continuo de construir y derribar. Así, y bajo el lema «Ordo ab Chaos» («orden hacia el caos«) ahora pretenden destruir el viejo sistema comercial (33 un sistema que ellos reclaman ser de su autoría) de compra y venta en base al dinero físico y sustituirlo por el sistema electrónico digital 666 QR.
Ellos lograron, con la excusa sanitaria del «Cobicho» o «virus chino», el bloqueo a la libre circulación de personas, tanto como la parálisis al transporte y el comercio de mercancías. Así consiguieron que estas vías se relajaran (y aún continúen relajándose) en todo el mundo. Ahora, y por medio de su oscura «revista profética», sugieren que el desbalance de contenedores provocado por las cuarentenas en todo el mundo seguirá sin cambios hasta fines del primer semestre del 2022. La consecuencia directa visible será la persistencia de la escasez de bienes intermedios y finales en buena parte del mundo, y una fuente significativa de presiones inflacionarias con las que deberán lidiar varios bancos centrales.
En el artículo «Un sistema deshilachado«, esta élite luciferina revela irónicamente como en la geopolítica del comercio mundial, el poder de sus voluntades ególatras triunfa cada vez más sobre las reglas. En el mismo se puede apreciar como una serpiente (¿símbolo de quién?) se ha enrollado con tres vueltas alrededor (¡de nuevo el 666!) de un contenedor, mientras le clava sus venenosos colmillos.
El mensaje es claro y contundente, y está relacionado al hecho de que el transporte de contenedores rara vez en la historia ha sido tan dramático como en el año 2021. El costo promedio de envío de un contenedor grande estándar (a Unidad equivalente a 40 pies, o feu ) ha superado los $ 10,000, unas cuatro veces más que hace un año (ver gráfico). El precio al contado para enviar una caja de este tipo de Shanghái a Nueva York, que en 2019 habría sido de alrededor de $ 2,500, ahora está más cerca de $ 15,000. Asegurar una reserva tardía en la ruta más transitada, desde China hasta la costa oeste de Estados Unidos, podría costar 20.000 dólares.
Inicialmente, las duras restricciones en China y Europa paralizaron embarques desde el resto del mundo y unos 500.000 buques quedaron sin zarpar por varias semanas en puertos estadounidenses. Los buques de China y otros países de Asia partieron y llegaron a Estados Unidos, pero no pudieron descargar por varios meses, tanto por las restricciones para bajar a tierra, como por las restricciones locales que redujeron al mínimo el personal para carga y descarga y también en las aduanas.
Los puertos se congestionaron de buques que no pudieron descargar rápidamente sus contenedores ni cargar otros para transportar a sus puertos de origen y otros. Consecuencias inevitables: caída de la cantidad de buques disponibles y de contenedores vacíos para cargar bienes a ser remitidos a otros países. En los puertos de América del Norte, aproximadamente 4 de cada 10 contenedores fueron devueltos a China. El resto siguió en los puertos de llegada.
Las autoridades de algunos de los puertos más activos de EE.UU. prevén que la congestión que los afecta se prolongue hasta el próximo año, ya que la avalancha de productos de fabricantes y minoristas que buscan reponer sus stocks se prolonga más allá de las habituales pausas estacionales del transporte marítimo, reporta Wall Street Journal.
Antes de continuar leyendo, por favor, considera este video:
Los puertos ya están saturados por el número récord de contenedores que arriban a las costas de EE.UU. durante la temporada alta de transporte marítimo de este año, y el número de buques que esperan un sitio de atraque en los puertos del sur de California está creciendo a medida que la congestión se extiende a los centros de almacenamiento y a las redes de distribución en todo el país.
Te invito a leer lo siguiente:
Si has aprendido a discernir el cumplimiento de lo profético, te darás cuenta que la crisis de los contenedores no es un juego, más bien es un problema real que está afectando a todo el mundo y si nunca habías escuchado de ella presta atención porque está afectando tu bolsillo. No es para menos, sobre todo si tenemos en cuenta que el 90% de todo el tráfico de carga que se mueve a nivel mundial lo hace por vía marítima, y que los contenedores son la principal forma en la que viaja esa carga.
Sin duda alguna, las profecías se están cumpliendo. El apóstol Juan tuvo la siguiente visión:
“Miré, ¡y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba Muerte, y el Infierno lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la Tierra.”
(Revelación 6:8).
Yo lo único que puedo decirte es: ¡Sólo en Yeshúa está la Salvación!