Por Prof. Tony González
Si sabemos que cada porción es una continuidad de la sabiduría que nos brinda la anterior, especialmente en el libro Shemot (nombres) entonces debemos prestar mucha atención a los nombres citados en cada porción.
De ello concluyo que es totalmente sabio considerar que, si la porción Bo se cierra teniendo en cuenta el nombre de Amalec, como un enemigo de Israel, a quien el Eterno establece borrar de la memoria. Entonces la forma de hacerlo efectivamente es tener en cuenta la acción necesaria de Yitró.
Concluyo que los nombres no están puestos en la Torah, para que en el caso de tener un hijo, elijamos entre uno de ellos, sino más bien para darnos cuenta qué clase de fuerza espiritual encierra un nombre, en relación a cada situación.
De hecho, en la porción Yitró, podemos ver cómo el Eterno nos quiere acercar a Él, por medio de escuchar debidamente un consejo pertinente.
Para que eso ocurra, tenemos que ejercer el poder del ruego, porque es muy importante la razón por la que debemos realizar un ruego y no malgastar palabras por caprichos egoístas.
Al respecto ya Moshé en el versículo 4 del cap. 17 ruega al Eterno, y podemos ver cómo recibe la respuesta aquí:
«Entonces clamó Moisés a YHVH, diciendo:
¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.«
Shemot 17:4
Si leemos bien vemos como el Eterno le responde en ese momento, revelándole un secreto celestial muy profundo, pero luego por medio de la fuerza llamada Yitró, lo manifestaría de manera práctica para la vida terrenal.
Por otro lado, vemos que la fuerza de separación extrema de la presencia del Eterno es Amalec, que es la fuerza de la duda e incertidumbre.
De manera que Amalec es el pensamiento que dice: “Ni si quiera vale la pena luchar”.
La única manera de contrarrestar esos pensamientos es primeramente entender que tanto Amalec, como Yitró representan a dos estado de la consciencia, opuestos entre sí.
Podemos concluir entonces que cuando debido a las dudas e incertidumbres, nos alejamos de la esencia de la Luz, podemos recurrir a la energía del ruego para volver a unirnos al Eterno y tener verdadera cercanía.
De manera que, el peligro espiritual más grande que debemos enfrentar no es la batalla por conectarnos con el Padre, sino más bien, el peligro más grande que enfrentamos es una ausencia del deseo de luchar. Pues para esto es la fuerza del consejo de Yitró, para que el ruego no se quede en la instancia de habernos vaciado con el cielo, cosa que es necesaria, pero que pierde efecto, si desde ello no podemos encontrar la forma práctica en lo terrenal de aplicar la respuesta celestial.
El hombre que tal cual Adán peca, lo cual provoca su expulsión del Gan Edén, en su mente reprobada dice: “Ni siquiera quiero regresar”. Este tipo de decisiones se basan debido a la fuerza de Amalec, influenciando a los hombres, por medio de la duda y la incertidumbre desde su memoria ancestral torcida.
Por eso es vital entender que, al despertar cada mañana, el peligro más grande que enfrentamos no es nuestra lucha por conectarnos. De hecho, muchas veces por más que nos levantamos cansados, sin embargo, aun así, deseamos al menos intentar seguir conectados; el problema real es no querer siquiera intentarlo.
La guerra espiritual, son las constantes batallas a nivel de la conciencia, para seguir conectados con la fuente de vida, mientras que la fuerza de Amalec trata de convencernos que no deseemos ni siquiera luchar más, por ello, porque todo es en vano.
Y eso podría ocurrir de un momento a otro, porque es la forma que ataca, este Amalec, en el momento menos pensado, por la retaguardia y en la zona de mayor debilidad, con pequeñas o grandes cosas. Precisamente Yitró, es por así decirlo la vacuna, por la cual, por haber rogado al Padre, tal cual Moshé, obtenemos una respuesta posible para un problema visible.
El verdadero peligro de Amalec no es la batalla, en sí misma, sino que es cuando su fuerza de la duda y la incertidumbre se filtran por medio de nuestra memoria, por lo cual decidimos que ni siquiera es bueno intentar luchar para seguir conectados al Padre. Porque si estamos en la batalla, quiere decir que tenemos fuerzas, pero el peligro es como dije ni siquiera intentarlo.
Esto pasa cada día en personas “muy espirituales”, que aparentemente, hacen su trabajo en el alma, pero de repente, Amalec entra en sus pensamientos y abandonan súbitamente la lucha, pierden el control y sienten que ya no tienen energías y ni siquiera desean regresar para conectarse con el Eterno.
Por eso si estamos haciendo nuestro trabajo espiritual (avodá), debemos saber que aun así, Amalec puede infiltrarse.
Porque, aunque estamos trabajando en el alma, pero descuidadamente permanecemos en la famosa “zona de confort”, las dudas y la incertidumbre pueden entrar en nosotros de todos modos.
Desde mi propia vivencia puedo notar que si bien hago el trabajo espiritual a diario, sin embargo, está dentro siempre de mi naturaleza humana falible, la tendencia al mal de la discontinuidad y puede ocurrirme que aun la más pequeña cosa me provoca para perder mi espiritualidad.
Pero si escuchamos el oportuno consejo de un Yitró, podemos encontrar el método, para nunca perder la energía para el impulso de salir de esa naturaleza caída y de la zona de confort.
Entonces, aprendemos que Yitró es la fuerza necesaria para la protección contra la energía de Amalec y destaco dos aspectos entre muchos:
· Por un lado, adquirimos el poder del ruego y la súplica ante el Padre, que nos acerca a la vida.
· Por otro lado, también adquirimos la fuerza para tomar el impulso adecuado, para salir de la tendencia al mal, potenciando debidamente nuestro trabajo espiritual.
Por medio de la fuerza identificada en el consejo de Yitró, podemos ver que el Eterno tiene sus brazos abiertos para nosotros; por lo cual podemos recibir el regalo que consiste en darnos fuerza para esforzarnos en nuestro trabajo espiritual, como así también la posibilidad de un acercamiento a Él, a tal punto que Amalec no pueda entrar en nuestra conciencia.
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Isaías 40:10
Siempre Amalec querrá vencernos, pero siempre habrá un Yitró con un buen consejo, por lo cual debemos estar dispuesto como Moshé a saber escuchar y ser humildes para aplicar el consejo práctico oportuno.
Shalom!
Tony Gonzalez.