Por P.A. David Nesher
«Y los escribirás [las palabras del Shemá] en las jambas de tu casa y en tus portones»
Deuteronomio 6:9; 11:20
Como cualquier dueño de casa sabe, no son los pequeños dispositivos con luces intermitentes los que protegen su hogar. La protección está en la seccional de la policía. Lo único que tienes que verificar es que los dispositivos estén conectados.
Una Mezuzah en la jamba de la puerta de tu casa funciona de la misma manera, sólo que está conectada a un sistema orgánico superior de protección. Una entidad muy superior: Or EinSof (la Luz Infinita).
Por eso, según Tosafot y Shulchan Aruch , la función principal de la Mezuzah es proteger la casa del mal. Debido a este atributo, la Mezuzah ha sido llamada «el escudo de armas en la caballería de Dios «.
Tener una Mezuzah es un acto de alta inteligencia emocional (Binah), porque básicamente es como si contratáramos a un guardia de seguridad 24 horas, los 7 días a la semana para que esté parado en la puerta de nuestra casa. De hecho cada dos o tres años hay que revisarla para verificar que no se haya roto ninguna letra, porque cuando esto sucede es señal de que la Mezuzah quedó inválida, es decir ya cumplió su misión. Esto es, porque cuando una letra se rompe, significa que ella sirvió de escudo contra una energía del Mundo Oscuro donde gobierna HaSatán y su séquito de espíritus de rigor, y la anuló. Sin embargo, una Mezuzah es también inválida en una casa en donde no se cultiva el amor, la armonía y la Shalom. Así que su efectividad no depende solo de lo kosher que sea, también depende de mantener los nombres divinos en nuestro corazón y llevarlos a todos lados. El corazón es el cesto del cual nos habla la Torah.
De hecho, es así que funciona cada mitzvá (mandamiento), los tzitziyot, las velas de Shabat, el estudio de la Torah, las buenas acciones. Piensa en ellos como conexiones dedicadas que te conectan con el Servidor infinito de todas las cosas: Yeshúa HaMashiaj, nuestro Gran Sumo Sacerdote celestial.
Sin embargo, las mezuzot tienen una cualidad especial: están directamente conectadas a la función de protección. Y, como nos enseñan los sabios del Talmud, si colocas una mezuzá en la puerta de tu casa estarás protegido, tanto dentro como fuera de ella. Eso sí que es algo que ningún servicio terrenal puede ofrecer.
En realidad, una Mezuzah es un recordatorio diario – y una declaración pública – de la identidad y fe hebrea.
A pesar de que Mezuzah significa literalmente “marco» o «jamba«de puerta, comúnmente se refiere a un rollo de pergamino que contiene versículos bíblicos, el cual es puesto en ese lugar.
La Mezuzah recuerda el éxodo de Egipto (Mitzraim), cuando la sangre del cordero untada en los marcos de las puertas “identificó” las casas hebreas que Yahvéh pasó por alto durante la última plaga (la muerte de los primogénitos).
La Mezuzah, que colocamos en la puerta de nuestras casas, contiene un fragmento de pergamino en el cual están escritos dos versículos determinados (Devarim 6:4 y Devarim 11:13-21). Estos versículos corresponden al rezo conocido como el Shemá, que expresa la unicidad de El Eterno. El escribir los fragmentos en el pergamino, es efectuado por un escriba ritual especializado, llamado Sofer Stam, que es quien también escribe a mano los rollos de la Torah. En su parte externa, la Mezuzah lleva inscriptas la palabra «שַׁדַּי«, «Shadday», uno de los nombres de Dios. Estas letras permiten que se realice la lectura de un acrónimo usándolas como las iniciales de «Shomer Delet Israel» que significa: «El que cuida las puertas de Israel».
En hebreo, la palabra para el lugar en donde vive un humano es dirá, mientras que para el lugar en donde vive un animal es dir. La diferencia entre estas dos palabras es la letra hei – la cual representa el Nombre de Dios. La presencia de Dios en nuestro hogar es lo que nos distingue como humanos, que hemos comprendido la Buena Noticia (Betzorah) de Salvación que Yahvéh ha dado al mundo entero en Su Mesías.
¿Por qué tocamos la Mezuzah?
El versículo que está escrito en hebreo dice: “Escucha, oh, Israel, El Eterno es nuestro Elohim, El Eterno uno es”, y a continuación nos encomienda amar a el Eterno con todo nuestro corazón. El pergamino se coloca en una caja pequeña hecha a medida y se fija en el marco de la puerta de las casas.
La tradición en muchos hogares hebreos es tocar la Mezuzah con la mano al entrar o al salir. Hay quienes luego se besan la mano con la cual la han tocado.
Algunos comentaristas sostienen que esto nos recuerda la unicidad de El Eterno, tal como explica el Rambam en su código sobre la ley judía:
“Las personas deben ser muy cuidadosas respecto de la observancia de la Mezuzá, ya que eso le corresponde a cada individuo todos los días”.
Por medio de la Mezuzah, cada vez que se entre o se salga del hogar, se recordará la unicidad de El Eterno y el amor por El Eterno. De este modo, se despertará del “sueño” y se reconocerá la propia obsesión por la vanidad del tiempo, y se entenderá que no hay nada que dure eternamente, más allá del conocimiento del creador del mundo que otorga el estudio de los secretos de la Torah.
Igualmente, al salir de la casa tocamos la mezuzá y pensamos en el nombre divino “El Shadday”, lo cual constituye también un precepto que traslada el nombre de Yahvéh a donde vayamos. El Ari agrega que uno debe besarse el dedo con el que tocó la mezuzá, como si la santidad se hubiese transferido a la mano.
Al contemplarla, las personas tomarán conciencia y seguirán el camino del bien.
El rabino Isaac Luria, más conocido como el Arizal, agrega que uno debe besarse el dedo con el que tocó la Mezuzah, como si la santidad se hubiera transferido a la mano.
El rabino Menajem Mendel Schneerson, en una charla en 1987, elogió la costumbre de que los niños besen la Mezuzah antes de acostarte en la cama. Explicó que las cosas que uno ve y escucha cuando es niño influyen en su práctica como adulto, y que para los niños “besar la Mezuzá afianza el reconocimiento de que existe un solo Elohim (Di-s), que vela por ellos y por todo lo que hay en sus cuartos”.
Si queremos que nuestro mundo privado refleje los ideales de Yahvéh, entonces tenemos que protegerlo del mundo exterior en el punto de conexión: la puerta. Al tener una parte de las Escrituras en las puertas hay un recuerdo de que son nuestro modelo de vida y la base para nuestras conversaciones en la casa. En una casa donde está la Torah en las puertas no se puede vivir de cualquier manera. Tampoco se puede hablar de cualquier manera o de cualquier cosa en esa casa. Tampoco se puede introducir por medio de las puertas o por la televisión o internet cualquier cosa en esa casa. Esto significa que cada padre de familia se compromete con las esferas celestes a monitorear el contenido de los libros, juegos y videos que ponemos frente a nuestros niños y frente a nosotros mismos. Una casa con Mezuzah en cada puerta es una casa apartada para servir al propósito eterno de Dios en el Mesías.
El sabio Maimónides declara que aquellos que consideran a la Mezuzah como un amuleto para alejar los males, son unos ignorantes, pues no entienden que su verdadero objetivo que es mantenernos siempre conscientes de la Unicidad divina y los deberes morales y es esa conciencia la que nos protege y aleja los males.
Entonces efectivamente la Mezuzah ha sido otorgada por el Eterno para mantener lejos a los malos espíritus. Pero no a esos que flotan por ahí, en la imaginación supersticiosa de gente educada por las producciones de Hollywood; sino a aquellos espíritus que podemos controlar y dominar, Es decir, esas formas de pensamientos producidas por el yetzer hará (tendencia a lo malo) que están dentro de nuestros corazones por causa del ego, portal impuro por el que logran ingresar los espíritu del mal del llamado Sitra Ajrá, o «el otro lado».
Con la observancia de esta mitzvá (mandamiento divino) introducimos una medida de espiritualidad y de seguridad en nuestros hogares.
La Mezuzahes una de los pocos mitzvot(mandamientos divinos) por la cual la Torá declara su recompensa. La Torah promete que cualquier persona que observa cuidadosamente la mitzvá de Mezuzah vivirá una vida más larga y rica, junto a sus hijos; como indica Deuteronomio 11:21:
«De modo que prolonguéis vuestros días y los días de vuestros hijos… «