Tradición invalidante

Razones navideñas para no celebrar la Navidad

Basándonos en todos los hechos históricos que prueban que la Navidad es una fiesta pagana de lineamientos astrológicos. Especialmente, fundamentándonos en las claras advertencias bíblicas contra el uso de prácticas paganas en la adoración del verdadero Dios, podemos anticiparnos a una conclusión obvia y pragmática: nuestro Mesías Yeshúa, no guardaría la Navidad hoy en día. De hecho, la Navidad es una festividad que conlleva una fuerte ofensa para él.

Hoy, a la luz reveladora de las Sagradas Escrituras, muchos de nosotros entendemos que el Eterno Dios pronunció en el Antiguo Pacto una maldición sobre Israel por observar fiestas paganas:

«He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él»
(Malaquías 2:3)

Él mismo asegura que dañará toda siembre que realice aquella persona que celebre prácticas anti-Dios. Yahvéh asegura que demandara la inmundicia con la que manchan Su nombre y propósito eterno. No existe ningún indicio en las Escrituras de que el Eterno Dios sienta algo distinto ahora acerca de fiestas paganas que supuestamente lo honran.

HaSatán (Satanás), el gran engañador (Apocalipsis 12:9), ha embaucado a la humanidad con sus fiestas paganas. Él ha logrado un orden sistémico tal que no permite a las masas descubrir como son en realidad estas celebraciones de fin de año. Nadie logra discernir que al participar de las mismas  se hacen «partícipes con los demonios» tal y como el apóstol Pablo lo describió en su epístola (1 Corintios 10:20). El apóstol, y las primeras comunidades del Mesías, sabían que Satanás «se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14).

A esta altura de mi bitácora, seguramente una gran cantidad de los lectores se sentirán ofendidos y, por lo tanto, enfadados con todo lo expresado. Pero, les guste o no aceptarlo, el diablo es «el dios de este siglo» (2 Corintios 4:4), y como tal, ejerce gran influencia en la humanidad. Este malévolo ser siempre ha falsificado la verdad de Dios, y en este caso ha sustituido las auténticas fiestas bíblicas con sus falsas fiestas religiosas.

 

A continuación,  les compartiré las once razones por las cuales considero que un verdadero hijo del Eterno Dios no celebrará la Navidad que se aproxima en días más:

 

  1. La Navidad no se menciona en ninguna parte de las Sagradas Escrituras (la Biblia).
  2. La Navidad es motivada por el sistema de comercio que, junto a Babilonia la Grande (la religión) manipula a las masas en un vil consumismo.
  3. Jesús, el verdadero Cristo, no nació el 25 de diciembre.
  4. Jesús no celebró su cumpleaños, y no necesita que nadie se lo celebre.
  5. Es una celebración pagana que ha sido cristianizada.
  6. Dios condena el uso de costumbres paganas para adorarlo a él.
  7. Celebrar la Navidad es adorar a Dios en vano, y por lo tanto dar culto a un falso dios.
  8. No se puede lograr que Cristo sea parte de algo en lo que nunca estuvo.
  9. En la Biblia se nos dice que conmemoremos la muerte de Jesús, no su nacimiento.
  10. La Navidad distorsiona el proyecto redentor del Eterno Dios.
  11. Yo prefiero celebrar las fiestas que Jesús, el Cristo y sus apóstoles celebraron.

 

Si usted guarda la Navidad y otras fiestas religiosas que no son aprobabas por la Biblia, ha sido engañado por el dios de este mundo para que lo honre a él como un ángel de luz.

Los árboles navideños, las guirnaldas y el Papá Noel o Santa Claus no honran a Jesús; pues representan y honran a personajes paganos que antecedieron a Jesús por cientos de años.

Jesús no nació el 25 de diciembre, y si estuviera en la Tierra hoy, no celebraría la Navidad. Es más, Él mismo censuraría a cualquiera que la observara.

La Navidad es ofensiva para el Eterno Dios porque ciega a la humanidad impidiéndole verlo a Él y a Su Verdad, la Torah (Instrucción) en la mente y el corazón del hombre.

La Fiesta de Cumpleaños y su Historia Astrológica

¿Te has preguntado por qué en un cumpleaños hay un bizcocho redondo al que llaman torta y está adornada con velitas?, ¿De dónde salieron los globos? y ¿Por qué se pide un deseo al soplar?
La celebración del cumpleaños es un ritual pagano de «protección astrológica» con más de 3.500 años de antigüedad. Sumerios, egipcios, babilonios, persas, griegos, romanos, etc. la practicaban como parte de sus ritos de fertilidad, basados en sus fiestas de fertilidad.
 1. Historia Cumpleañera.
Los primeros registros históricos de festejos de cumpleaños nos remontan a Egipto en el 3.000 a.C. donde solamente eran celebrados los cumpleaños de los, niños y adultos, varones pertenecientes a la realeza.  La Encyclopedia of Religion and Ethics, de Hastings, comienza su artículo sobre los cumpleaños diciendo: “La costumbre de conmemorar el día del nacimiento está relacionada, en la forma, con el cálculo del tiempo, y, en el fondo, con ciertos principios religiosos primitivos”. En tiempos antiguos era importante llevar registro de los nacimientos, principalmente debido a que la fecha del nacimiento era esencial para formular el horóscopo de la persona.
Más adelante, esa misma enciclopedia, cita al egiptólogo sir J. Gardner Wilkinson, que escribió: “Todos los egipcios concedían mucha importancia al día, y hasta la hora, de su nacimiento; además, es probable que, al igual que en Persia, todo el mundo observara su natalicio con grandes celebraciones, en las que se recibía a los amigos con todas las diversiones de la sociedad y con una abundancia poco habitual de manjares”.
Los faraones ordenaban que los negocios cerraran en sus cumpleaños y daban enormes fiestas para cientos de sirvientes.

 

Los egipcios eran capaces de calcular los años gracias al profundo estudio y comprensión de los ciclos lunares. Las fiestas de cumpleaños se desconocían entre las clases bajas, y entre todas las mujeres, excepto la reina. De dos fiestas de cumpleaños de mujeres tenemos constancia histórica. Cleopatra II, que se casó con su hermano Tolomeo y tuvo un hijo de él, recibió de su marido un macabro regalo de cumpleaños: los restos de su hijo asesinado y descuartizado. Plutarco nos relata cómo Cleopatra IV, organizó una fastuosa fiesta de cumpleaños para su amante Marco Antonio, en la que incluso los invitados quedaron colmados de regalos.
Tomando la tradición egipcia, los griegos comenzaron también a festejar los cumpleaños de los cabeza de familia basándose en las mismas fases lunares.  Los griegos creían que toda persona tenía un espíritu protector, daemon, que estaba presente el día de su nacimiento y que cuidaba de ella durante toda su vida. Este espíritu tenía una relación mística con el dios que regia el día de su nacimiento. Esta idea fue transmitida al campo de las creencias tradicionales modernas y se refleja en la creencia del ángel custodio, el hada madrina y el santo patrón
Las fiestas de cumpleaños de las deidades griegas se celebraban con carácter mensual, por lo que cada dios era festejado con doce fiestas de cumpleaños al año. Los griegos denominaban a estos festejos dedicados a los varones vivos Genetblia, y a las celebraciones anuales dedicadas a los varones fallecidos Genesia. Las fiestas de cumpleaños de las mujeres y de los niños se consideraban indignas de celebrarse, solo se celebraba la fiesta del cabeza de familia con un banquete.
Los griegos festejaban el nacimiento de los dioses y de hombres eminentes. A estas celebraciones se las denominaba con la palabra griega genéthlia, mientras que genésia significaba la celebración conmemorativa del nacimiento de un personaje importante fallecido. En el libro deuterocanónico (apócrifo) 2da de Macabeos (cap. 6: vers. 7 ) encontramos una referencia a la genéthlia de Antíoco IV, durante la cual se obligaba a los judíos a ‘participar en los sacrificios’. Cuando Herodes celebró su cumpleaños, estaba siguiendo una costumbre helenística; no hay prueba de que en Israel se celebraran cumpleaños.
En estos festejos, los griegos preparaban un pastel de harina y miel de forma redonda como ofrenda a Artemisa (diosa griega de la Luna) sobre el cuál colocaban velas para representar la luz del astro. Es importante señalar que lo griegos tomaban muy enserio la preparación de la torta y creían que mientras más elaborada fuese, más valorada sería por la diosa. Al hacer la ofrenda el agasajado podía pedirle un deseo a Artemisa, quien le dejaba saber si este sería o no concedido apagando las velas a través del soplo de una brisa de aire. Colocar las velas en círculo se hacía para proteger de malos espíritus por un año.
Los griegos también añadieron la importancia mágica de los saludos de cumpleaños, ya que sus creencias aseguran que tienen poder para bien o para mal porque en este día uno está más cerca del mundo de los espíritus.
La creencia de esta tradición es que las velas de cumpleaños están dotadas de una magia especial para conceder los deseos. Así que, las velas de cumpleaños rinden honra y tributo a la criatura que celebra su cumpleaños y le traen buena suerte de parte de los dioses protectores que le han sido asignados.
Los romanos asimilaron esta idea, e instauraron la costumbre de considerar el cumpleaños de los personajes más importantes como festividades nacionales. Posteriormente fue una práctica común de los Emperadores y las élites masculina y femenina.
2. El Esoterismo Atrológico y la Comunidades del Mesías.
Por causa de estas connotaciones espirituales esotéricas, el rito del cumpleaños fue censurado por las primeras comunidades mesiánicas, y más tarde por el mismo cristianismo romano, por considerarlo una práctica pagana que se oponía al propósito eterno del Eterno en los hombres.
El historiador Augusto Neander escribe: “La noción de una fiesta de cumpleaños estaba lejos de las ideas de los cristianos de este período”. (The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries, traducción de H. J. Rose, 1848, pág. 190.) Orígenes [comentarista de la Biblia del siglo III E.C.] […] insiste en que ‘no se relata que ninguna de las personas santas mencionadas en las Escrituras haya celebrado una fiesta o hecho un gran banquete en su cumpleaños. Son solo los pecadores (como Faraón y Herodes) quienes hacen grandes festividades el día en que nacieron en este mundo’.” (The Catholic Encyclopedia, 1913, vol. 10, pág. 709.)
En el año 245 de nuestra era común (E.C.), se trató de fijar la fecha exacta del nacimiento de Cristo. Ante toda una serie de cálculos y discusiones al respecto, el Emperador Aureliano ordenó que se celebrase el cumpleaños del Salvador el 6 de enero. Pero fue en el siglo IV bajo el mandato del Papa Julius I cuando la Iglesia celebró el nacimiento de Cristo, «Natalis Solis Invicti«, el 25 de diciembre (el día del nacimiento de Tamuz, el dios sol) dando origen a la actual Navidad. Esta festividad dio lugar a que muchos fieles de Roma, especialmente de la nobleza, justificaran el regreso de las celebraciones cumpleañeras en la vida de los creyentes que sostenían con sus contribuciones económicas la estructura eclesiástica imperante.

Más tarde, en el siglo XII, todas las parroquias católicas de Europa comenzaron a llevar un registro con la fecha de nacimiento de todos sus feligreses.   De este modo fue diluyéndose el significado primario del acto y su práctica comenzó a asociarse a la esperanza de ver cumplido un sueño o deseo. Así el pontífice de Roma dio su beneplácito a la tradicional práctica de celebrar el nacimiento de cada cristiano.

Cabe señalar que, siguiendo este sustrato espiritual, el día más importante en el satanismo es el cumpleaños de cada persona. ¿Por qué? Porque se afirma que, ese día, todo ser humano puede verse a sí mismo como un dios si así lo desea. Por consiguiente, dicen que celebrar el nacimiento de uno equivale a festejar el nacimiento de una divinidad. Como es obvio, la mayoría de la gente no comparte esa actitud tan extremista y egocéntrica. Pero hay que reconocer que “mientras otras fiestas elevan el espíritu, los cumpleaños elevan el ego” (The Lore of Birthdays).
Así que la próxima vez que festejes tu cumpleaños ccuenta esta historia y no hagas trampa, pedí sólo un deseo y deja que Artemisa apague las velitas.

3. Cómo son los cumpleaños bíblicos.
 
Antes que nada conviene decir que la Cyclopædia de M’Clintock y Strong (1882, vol. 1, pág. 817) dice que los judíos “consideraban las celebraciones de cumpleaños como parte de la adoración idolátrica […], probablemente debido a los ritos idolátricos que se observaban en ellas en honor del que era tenido por dios patrón del día en que nacía el homenajeado”.

 

Ante esto diré que curiosamente (o intencionalmente) la Biblia también habla de dos fiestas de cumpleaños.
Las dos fiestas se celebraron en honor de hombres que no servían a Yahvéh, por lo tanto no se sujetaban a Su Torah (Instrucción). Una fue la fiesta de cumpleaños del rey Herodes Antipas, que gobernaba el distrito de Galilea cuando Jesús vivía allí.

 

El rey Herodes hizo muchas cosas malas. Incluso le quitó la esposa a su propio hermano. El nombre de ella era Herodías. El profeta Juan el Bautista le dijo a Herodes que estaba mal lo que hacía. A Herodes no le gustó que se lo dijera, así que encarceló a Juan (Lucas 3:19, 20).
Mientras Juan estaba en la cárcel, llegó el día del cumpleaños de Herodes. Este dio una gran fiesta, con muchos invitados importantes. Todos comían, bebían y se divertían. Entonces entró la hija de Herodías y bailó para ellos. A todos les gustó tanto el baile que el rey Herodes quiso hacerle un regalo especial a la joven. Le dijo: “Cualquier cosa que me pidas, te la daré, hasta la mitad de mi reino”.
¿Qué debía pedir? ¿Dinero? ¿Ropa bonita? ¿Un palacio para ella sola? La muchacha no sabía qué decir, así que fue a donde estaba su madre, Herodías, y le preguntó : “¿Qué debo pedir?” Como la reina adúltera odiaba con todas sus fuerzas a Juan el Bautista, le dijo a su hija que pidiera la cabeza del profeta. La muchacha volvió ante el rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey Herodes sabía que Juan era un hombre justo, que servía al Eterno, y no quería matarlo. Pero Herodes había hecho una promesa y le preocupaba lo que pensarían sus invitados si no la cumplía. Por eso envió a un soldado a la prisión para que le cortara la cabeza a Juan. El soldado volvió enseguida con la cabeza en una bandeja y se la dio a la muchacha. Entonces ella se la llevó a su madre (Marcos 6:17-29).
La otra fiesta de cumpleaños de la que habla la Biblia tampoco fue buena. Se celebró en honor de un rey de Egipto. Durante aquella fiesta, el rey también ordenó que le cortaran la cabeza a una persona. Además, después mandó que colgaran el cuerpo para que se lo comieran las aves (Génesis 40:19-22).
Estos dos actos se explican ante el hecho de que los reyes y emperadores tenían la costumbre de celebrar sus cumpleaños ejecutando gente. El historiador judío Josefo escribe: “Mientras Tito permanecía en Cesarea, celebró el cumpleaños de su hermano Domiciano con gran esplendor, dando muerte a más de 2.500 prisioneros en juegos con fieras y llamas. Después de esto pasó a Berito [Beirut], una colonia romana en Fenicia, donde celebró el cumpleaños de su padre dando muerte a muchos más cautivos en elaborados espectáculos”. (Las guerras de los judíos, VII, 37 [III, 1]
¿Crees que el Eterno Dios aprobó esas dos fiestas?…
 ¿Te hubiera gustado ser un invitado en ellas?…
Sabemos que todo lo que está escrito en la Biblia tiene un propósito. Pues bien, en ella solo se habla de dos fiestas de cumpleaños. Y en las dos se hicieron cosas malas como parte de la celebración. Entonces, ¿qué piensas tú que Dios nos está diciendo sobre las fiestas de cumpleaños? ¿Quiere él que las celebremos?
4. La Cosmovisión correcta sobre la Vida.
El tema nos lleva al aceptación de que los cumpleaños nos conectan sólo con el día del nacimiento. Es decir, celebramos cuando nacemos, pero aún no hemos logrado nada. Es el día en el que no tenemos otra cosa que potencial; estamos listos para enfrentar los desafíos, pero no sabemos si los superaremos con éxito.
Pensando en esta realidad el filósofo Voltaire afirmó: «Dios nos dio el regalo de la vida, pero depende de nosotros darnos el regalo de vivir bien«. Cómo desempeñamos nuestro rol es la mayor prueba de nuestro carácter. Ese momento les dio alegría a nuestros padres, pero realmente no tenemos ningún derecho de atribuirnos ningún mérito sobre su importancia. Nacimos, pero aún dependía de nosotros probar mediante la forma en que viviríamos si eso merecía regocijo.  Por ello es que desde la cosmovisión divina, los cumpleaños realmente no merecen aplauso, porque no conmemoran nada más que nuestra primera aparición en el escenario de la vida.
El rey Salomón dio voz sabia a esta actitud mental cuando dijo: “…es mejor el día de la muerte al del nacimiento…” (Eclesiastés 7:1).Esta perspectiva, parece algo negativa sobre la vida. Pero con una contemplación más profunda, de hecho expresa la clásica actitud judía que la “acción es lo principal” que el logro real, más que el concepto, teoría o potencial, es lo significativo. El bebé recién nacido puede brillar con genio y talento, pero todavía no ha hecho nada con él. ¿Qué hay para celebrar? ¿Quién sabe si ese potencial culminará en acciones positivas?
En cambio, el día que un ser humano fallece, es cuando todos sus logros son culminados, y plasman su influencia en nuestras vidas.
Debido a este hecho, mientras que las fechas de aniversario de fallecimiento (Iortzait) de las grandes figuras de Israel se registran y conmemoran, sus fechas de nacimiento son generalmente desconocidas. Esta es la razón por la cual el Iortzait de una gran persona es una ocasión tan especial: cuando celebramos una vida, lo hacemos en su punto de impacto más grande sobre el mundo.

Pero también si en este momento se estableciera un debate en el que alguno de ustedes atribuyera significado al potencial, el cumpleaños no debería tener a la fecha de nacimiento como el momento de celebrar. Semanas y meses previos a que el feto emerja de la matriz, ya tiene manos y pies, un corazón que palpita y un cerebro que piensa. Si vamos a celebrar la creación de un nuevo potencial, el momento de ello no sería el cumpleaños, sino el momento de la concepción.

 

Por ello, es muy conveniente que si tienes niños pequeños te determines a salvarlos de toda entramada astrológica con la que el sistema reptiliano que inició Nimrod hoy aprisiona a las masas inutilizando a cada ser humano de la misma en la manifestación de su propósito. Para ello, evita infectarlo mentalmente con este tipo de celebración satánica. De ese modo, observarás con alegría el desarrollo de tus hijos en perfecto propósito a tal punto de no verlos jamás envolverse en lazos egocéntricos que causa la caída de tantos jóvenes en la vaciedad relativista del individualismo hedonista actual.

 5. Entonces: ¿es correcto festejar el cumpleaños de nosotros los redimidos?
Ante toda la claridad que brinda lo explicado hasta aquí, la respuesta correcta es evidente y obvia.
Ahora bien, si a pesar de estas argumentos ontológicos verdaderos, igualmente estás pensando en celebrar su cumpleaños, aconsejo que te realices el siguiente planteo: «sí, nací,… es un hecho… ¿pero qué ha sucedido desde entonces?… ¿estoy cumpliendo fielmente con el propósito para el cual fui enviado?… ¿Cómo estoy impactando a mis generaciones con la misión de su propósito en mí?»
Si después de haberte hecho este planteamiento, tú sientes que estás positivamente en concordancia con lo planteado en ellas. Sin embargo, y a pesar de todo no logras madurar el origen esotérico de esta festividad,  sí, puedes celebrar tus cumpleaños pero no permitiendo que tu ego sea manifestado como centro del mismo (algo muy difícil de lograr ya que es una festividad creada por el sistema reptiliano para fortalecer este diseño tan anti-Mesías).
Por lo tanto, y ante tu obstinación caprichosa, te extiendo los siguientes consejos:
  • Procura en ese día, ser más humilde que nunca.
  • Agradece al Eterno, como a diario, por el don de la vida, y por contar con facultades como para desarrollarla a propia plenitud.
  • De manera especial, asegúrate de aumentar las plegarias de la mañana y de la tarde, reconociendo que simplemente eres un servidor (o servidora) del Eterno.
  • Pasa la mayor cantidad adicional de tiempo orando, meditando en la Instrucción (Torah) y concentrándote en las palabras de las plegarias que elevas al Eterno.
  • En este día tan especial para ti, aumenta la cantidad de la contribución (ofrenda) para el lugar donde te capacitas en la Torah (Instrucción).
  • Si tu cumpleaños cae en Shabat o en una festividad de Yahvéh, determina celebrarlo en un lapso posterior.
  • Tómate un tiempo para proclamar el Evangelio del Reinado de Yahvéh y enseñarle a otra persona algo de la Torah.
  • Comprométete a realizar un buen acto en forma específica. Elige algo que sea práctico y factible.
  • Reserva un tiempo para analizar el año que acabas de finalizar. Piensa en qué áreas de tu vida necesitas mejorar y toma la resolución correspondiente para que te conviertas en un hijo primogénito más semejante a Yeshúa, nuestro Dueño.
  • Recuerda: Tienes una misión en la vida, que es la de servir al Eterno con todo. En el día de tu cumpleaños, puedes hacer un balance, para reconocer si está haciendo tu mejor esfuerzo para cumplir con tu misión, o no lo estás haciendo. Y puedes comprometerte a poner más empeño, honestidad y dedicación para hacer las cosas tal como Él requiere.
Todos estos consejos servirán para que seas consciente de que tú, como individuo, eres especial, único, y completamente indispensable para la historia mundial en la que vives. Ningún ser humano vivo, ninguno que haya vivido, y ninguno que vivirá, puede lograr el papel específico en la creación que el Eterno confió en ti.

¿Estuvo Pedro en Roma fundando la Iglesia Católica?

Me encontré en la Biblia, autoridad rectora de nuestra fe, el siguiente versículo:

«Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, – pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles -» 

(Gálatas 2: 7-8)
… entonces mi mente entró en la clara reflexión de que esta revelación pone en aprietos a cualquier católico romano que desde su sinceridad ha aceptado lo que la tradición le ha enseñado: el apóstol Pedro fue el primer papa. Desde esta seria situación, me imagino que la mente sincera de un católico se torna más revolucionada ante el hecho que ha creído desde ese paradigma errado que el Papa que gobierna desde el Vaticano es un legítimo sucesor que hereda lo que supuestamente le fue entregado al apóstol en cuestión.

Pues bien, sugiero analizar esto tranquilamente y confiando en que el lenguaje escritural siempre es claro y veraz en todo lo que expresa. Teniendo en cuenta esto lo primero que notamos en el verso citado es que fue Pablo, no Pedro, quien fue comisionado por el Señor Jesús para ser el apóstol para los gentiles. De la pluma misma del apóstol Pablo podemos leer aquello que las primeras comunidades de fe tenían bien claro alrededor del mundo conocido: Pedro misionaba en el Espíritu Santo entre los judíos, llevándoles el evangelio del Reino de Dios a su contexto, desde este propósito se denominaba a su enseñanza el evangelio de la circuncisión. La otra idea clara que estaba en la mentalidad de las asambleas del primer siglo era que el apóstol Pablo estaba comisionado por el Eterno Cristo a publicar el evangelio del Reino a los gentiles, por esto se llamaba con el nombre de evangelio de la incircucisión a la enseñanza paulina.

Para ayudar a comprender esto responderemos la siguiente pregunta: ¿quién fue el que escribió la epístola a los romanos (congregaciones que adoraban en la ciudad de Roma)? ¡Sabemos con seguridad que no fue Pedro! La evidencia histórica del texto mismo, en cada una de sus líneas, nos demuestra que fue el apóstol Pablo quien elaboró esa epístola.

En esta epístola Pablo les dijo específicamente a los gentiles romanos que él había sido escogido para ser su apóstol: “para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo” (Rom. 15:16). 

Pablo recibió el cargo directo de Cristo en este asunto. El aún más adelante declara en Romanos 15:18 que fue Cristo quien lo escogió a él “para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras”.

Es muy interesante notar que en la política de trabajo de Pablo, no estaba la costumbre de ir allí dónde otro apóstol hubiese previamente establecido comunidades: “Y de ésta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamente ajeno” (Rom. 15:20). Evidentemente, y desde la óptica de  Pablo, si Pedro hubiese “fundado” la Iglesia de Roma unos diez años antes de ésta declaración, tal como lo enseña el catolicismo, esta actitud paulina representaría una verdadera afrenta a Pedro, y una gran contradicción en la postura de Pablo. Pues bien, esta declaración por sí sola es prueba de que Pedro nunca estuvo en Roma antes de este tiempo para “fundar” alguna Iglesia.

Al final de la epístola de Pablo a los romanos, encontramos sus saludos. Les ruego que lean y relean con mucha atención el capítulo 16 de la epístola. Notarán que el apóstol saluda unos veintiocho individuos, todos de una trascendencia para aquella comunidad, pero en ningún momento menciona a Pedro. Es interesante notar que Pablo saludó a esas personas por los años 57 o 58 D.C., tiempo en el que la teoría católica romana sostiene que Pedro estaba con su trabajo apostólico en Roma. Entonces ¿por qué no mencionó a Pedro? La respuesta es simple y sencilla Pedro no estaba allí.

Lo más interesante que podemos ver, desde el testimonio escritural, es que hasta el propio Pedro, reconoció la asignación divina que residía en Pablo para ejercer esa misión. Leemos: “y reconociendo la gracia queme había sido dada, Jacobo, Cefas (Pedro), y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a la circuncisión” (Gal. 2:9). 

En verdad, el tema es más amplio que lo que hasta aquí he compartido. Quizás en líneas venideras podremos continuar sumergiéndonos en los códigos bíblicos a fin traer mayor información al respecto. Pero para finalizar, me parece muy conveniente sellar este planteo con la afirmación del propio Pablo expresada en su segunda carta a Timoteo:

«Dios me nombró apóstol y maestro para anunciar las buenas noticias». 

(2Timoteo 1:11)