Canaán

Cuando la Gracia Divina se manifiesta en Justicia.

“No digas en tu corazón cuando Yahvéh tu Dios los haya echado de delante de ti: «Por mi justicia Yahvéh me ha hecho entrar para poseer esta tierra», sino que es a causa de la maldad de estas naciones que Yahvéh las expulsa de delante de ti. No es por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón que vas a poseer su tierra, sino que por la maldad de estas naciones Yahvéh tu Dios las expulsa de delante de ti, para confirmar el pacto que Yahvéh juró a tus padres Avraham, Yitsjak y Yaakov. Comprende, pues, que no es por tu justicia que Yahvéh tu Dios te da esta buena tierra para poseerla, pues eres un pueblo de dura cerviz.

Acuérdate; no olvides cómo provocaste a ira a Yahvéh tu Dios en el desierto; desde el día en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegasteis a este lugar, habéis sido rebeldes contra Yahvéh. Hasta en Jorev provocasteis a ira a Yahvéh, y Yahvéh se enojó tanto contra vosotros que estuvo a punto de destruiros.”

(Deuteronomio/Devarim 9: 4- 9)

 

Estamos ante una parte del discurso de Moshé en el que el mensaje desarrolla una idea central: Yahvéh está a punto de despojar a las naciones que habitan Canaán debido a los graves pecados que han cometido. Pero esto no quiere decir que Israel sea justo y por ello merecedor de que se le entregue la tierra de Promisión. La única razón que se puede encontrar para semejante acto divino es su enorme benevolencia manifestada en amor y gracia a favor de las tribus de Israel.

Por lo tanto, el ingreso de Israel para tomar posesión de la Tierra Prometida estaba relacionado con el “colmo” de la iniquidad de los amorreos. Así Yahvéh se lo había manifestado en un oráculo a nuestro padre Abraham: “…aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo.” (Génesis 15:16).

Pero llega un momento en que los pecados de un pueblo llegan “al colmo”. Ese es el momento para un juicio decisivo. El instrumento designado del juicio de Dios era el ejército de Israel. Este es el significado de la matanza de los pueblos de Canaán. El Eterno programó la llegada de Sus juicios con la plenitud del pecado para ser juzgado. No antes. Yahvéh no se precipitó. De hecho, Él estaba soportando pacientemente la idolatría y los pecados sexuales de las naciones durante siglos, dándoles “lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría [sus] corazones” (Hechos 14:17).

Es decir, que el instrumento designado del juicio de Yahvéh era el ejército de Israel. Pero el Eterno se ve a Sí Mismo como el guerrero efectivo detrás de la derrota de los amorreos. Él le dice a Josué:

Yo os introduje en la tierra de los amorreos… los cuales pelearon contra vosotros; mas Yo los entregué en vuestras manos, y poseísteis su tierra, y los destruí de delante de vosotros

(Josué 24:8).

¡Es Yahvéh quien hizo la destrucción! Fue por la mano de Israel, pero fue el juicio de Dios. Esto no significa que el motivo de Israel siempre era santo. A veces no lo era. Pero los propósitos justos de Dios estaban siendo llevados a cabo, incluso si Israel a veces tenía motivos equivocados.

En otras palabras, esta carnicería no se trata de la injusticia humana, sino del juicio divino. Los amorreos provocaron a Yahvéh en ira durante siglos por su idolatría de tal manera que siglos después el rey impío Acab fue comparado con los amorreos: “Él fue en gran manera abominable, caminando en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos, a los cuales lanzó Yahvéh de delante de los hijos de Israel” (1 Reyes 21:26).

Es importante aceptar que mucho antes de comenzar a decir palabras llenas de orgullo tenemos pensamientos orgullosos en nuestros corazones. Es por eso que Israel no debe de pensar en su corazón que era por medio de su justicia que el Señor les ha entregado la tierra.

Esa será la razón por la que Moshé enfatizará que la única razón que se puede encontrar para semejante acto divino es su enorme amor y gracia a favor de Israel (capítulos 1 al 6) Para dejar bien establecida esta verdad, Moshé recapitula nuevamente los episodios de la historia pasada, que le recuerdan a la nación cuan rebelde habían sido contra el Señor (capítulos 7 al 29).

Es más, Moshé dará un oráculo encriptado en el que anunciará las veces en que la justicia de la gracia divina obraría a favor de Israel, pese a la rebeldía de este pueblo. “No digas… por mi justicia… sino a causa de la maldad de estas naciones… No es por tu justicia… sino que por la maldad de estas naciones… para confirmar el pacto… No es por tu justicia…” – Para enfatizar el hecho, la Torah habla tres veces de que no es por la justicia de Israel que ellos van a recibir la tierra. Estas tres veces también aluden a las tres veces cuando el pueblo de Israel volvería a la tierra.

  1. La primera vuelta fue cuando entró bajo Yehoshúa por causa de la maldad de estas naciones, (versículo 4).
  2. La segunda vuelta fue cuando volvieron de Babilonia bajo Ezrá (Esdras) y Nejemyá (Nehemías) por la maldad de estas naciones, y para confirmar el pacto incondicional con Avraham, versículo 5.
  3. La tercera y última vuelta, de todas las naciones en los últimos tiempos no por la justicia del pueblo de Israel, sin mencionar la maldad de las naciones, versículo 6.

El Eterno le dice a Su Pueblo: «Porque pueblo duro de cerviz eres tú» La idea divina expresada aquí es que Israel, como un animal doméstico rebelde, endurecían la cerviz en contra del yugo que Dios quería poner sobre ellos. No se sometían a la dirección de Yahvéh para sus vidas. Justamente la expresión «duro de cerviz» es una expresión figurativa para decir terco, intratable, obstinado y cabeza dura.

El propósito de Yahvéh al recordarle a Israel su rebelión en contra de Él no era para desanimarlos o hacerlos sentirse derrotados. El propósito era que reconocieran su propia debilidad y confiaran en el Eterno .

Este texto nos enseña la importancia de ver a Israel como un cuerpo colectivo. Los que estaban allí presentes no habían hecho el becerro de oro. Sin embargo, fueron señalados como causantes de la ira del Eterno en el desierto y tuvieron que llevar la culpa del pecado de sus padres. Los hijos son responsables para llevar las consecuencias de los errores de sus padres. Pero el propósito principal por el que Moshé destaca los momentos de rebeldía del pueblo, es enseñarles los errores de sus antepasados para que los hijos no vuelvan a cometer los mismos.

Esta es una vista previa de la salvación por gracia por medio de la fe, en la cual no podemos pensar que es por nuestra justicia que la hemos obtenido. Sino que es por medio de la justicia que hemos recibido por medio de Yeshúa HaMashiaj.

Cuando recibimos cualquier regalo de parte de Dios, tenemos la tentación de tomarlo y utilizarlo para glorificarnos a nosotros mismos. Israel no debe de hacer esto con referencia a la Tierra Prometida, y nosotros no debemos de hacerlo con referencia a cualquier regalo que Dios nos dé.