Yemei bein Hametzarim

Días de Dificultades = Tiempo de Oportunidades (Yemei Bein HaMetzarim)

Por P.A. David Nesher

«Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras»

(Lamentaciones 1:3).

En verdad, el verdadero nombre de este tiempo de veintiún días es: Yemei bein Hametzarim (en hebreo: בין המצרים), que significa «Días entre las dificultades«, o «Días entre los lugares estrechos«, de acuerdo a la descripción que da de los mismo el profeta Jeremías (Lamentaciones 1: 3).

Este periodo comienza el día 17 del Cuarto Mes, y se extiende hasta Tishá BeAv o Noveno de Av.

La historia relata que durante este período, muchas calamidades sobrevinieron sobre el pueblo del Eterno, especialmente la Casa de Judá, a través de las generaciones. Justamente fue durante este período de Ben Hametzarim que ambos Templos fueron destruidos. Por eso estos días fueron establecidos como un tiempo de duelo por la destrucción de los Santuarios de Jerusalén.

El objetivo de sufrir por estos eventos es ayudarnos a superar las deficiencias espirituales que los causaron. Durante todo el proceso de «teshuvá» – introspección y compromiso a mejorar – tenemos el poder de transformar la tragedia en alegría.

Al reflexionar en estos eventos históricos, debemos considerar que ésta es una época en la que nuestra naturaleza egoísta tiende a despertarse. Se hace más difícil que nunca para nosotros el no reaccionar de manera negativa. Algunos de nosotros enfrentaremos desafíos; nuestra certeza será probada y muchos descubriremos más negatividad dentro de nosotros mismos de lo que jamás hayamos querido ver.

Desde el exilio babilónico, los judíos aprendieron que, de hecho, durante estas tres semanas existe más Luz Infinita disponible de lo usual y que durante los momentos más difíciles en la vida se nos conceden raras oportunidades para cambiar y crecer espiritualmente. Por lo tanto, esta es una época en la que podemos limpiarnos a nosotros mismos de negatividad y de enfermedades. Son semanas propicias para participar de una guerra espiritual en la que la Victoria nos está asegurada. Por ella, y desde ella, nuestra vida de ayuno y oración permitirá el obrar de ángeles de Luz luchando a favor de nuestras vidas, contra principados, potestades y gobernadores de tinieblas que se oponen a nuestro ascenso y promoción mesiánica.

Por eso, nosotros, lo primogénitos del Eterno, a los días Bein HaMetzarim, no lo veremos como un período de negatividad, sino como un tiempo para hacer milagros. Tomaremos conciencia día a día, que pocos momentos en el año pueden darnos acceso a tal abundancia de bendiciones en el Mesías. Al enfocarnos en la transformación durante estas tres semanas, cuando es más difícil hacerlo, podemos eliminar la negatividad de nuestro pasado, presente y futuro.

Cuando lo vemos desde esta perspectiva, estas tres semanas no son para nada atemorizantes. El temor es lo que nos mantiene atascados en nuestros patrones y evita que revelemos grandes bendiciones. Dar la bienvenida a los desafíos de Ben HaMetzarim puede llevarnos al siguiente nivel al mostrarnos las cosas que más necesitamos cambiar.

Dado que el atributo de Juicio Divino (din) se siente con mucha intensidad, evitaremos riesgos potenciales y actividades riesgosas.

Por ello, los exhorto a tomar conciencia de que estos pueden ser 21 días poderosos si decidimos conectar con la consciencia de amor perfecto e incondicional, que nos permite compartir sin restricción. Si decidimos sacar provecho de este periodo al confrontar nuestras cualidades negativas, entonces podremos acercarnos más a la mejor versión de nosotros mismos y así, crear una vida mejor para nosotros y, desde ella, un mundo mejor para todos.

¿Qué ocurre en nuestro organismo cuando ayunamos?

Hemos comprobado, cada vez que participamos de los «21 días de Aflicción» (Yemei bein Hametzarim) que el ayuno es la disciplina espiritual más poderosa de las tres que Yeshúa nos ha enseñado (Mateo 6:1-18).

En el plano físico son múltiples los beneficios que desprenden después de estar en un ayuno, sea parcial o total.

 

Al ayunar le damos la oportunidad para que descanse verdaderamente el aparato digestivo con lo que puede “poner al día” sus funciones y recargar sus energías.

El cuerpo se alimenta de las reservas menos vitales y ocurre con frecuencia una desintegración de quistes, abscesos, bultos, tumores benignos. Incluso tiene un gran efecto sobre los tumores malignos.

Durante el ayuno, el organismo primero degrada y quema las sustancias no esenciales para obtener energía.

Una fuente de material no esencial es el tejido enfermo, como los tumores benignos. Cuando el organismo físico no tiene comida, los tejidos se utilizan en orden inverso a la importancia que tienen para el organismo. Primero se utilizan los menos vitales. La grasa es el primer tejido en desaparecer. Para suministrar nutrientes a los tejidos más vitales, como el cerebro, los nervios, el corazón y los pulmones, las reservas almacenadas se utilizan antes de utilizar cualquier tejido funcional del organismo.

Durante el ayuno, la capacidad del organismo para disolver los coágulos aumenta considerablemente. Este proceso, denominado fibrinolisis, no permite que se produzcan problemas tales como trombosis o embolias.

Aumenta la capacidad inmunitaria del organismo.

Beneficios Físicos del Ayuno:
  • Degrada las grasas del organismo, lo que ocasiona una rápida pérdida de peso.
  • Se reabsorben, y este es un hecho muy comprobado, los depósitos de colesterol en las arterias.
  • Aumenta la cantidad de orina eliminada o diuresis. Esto explica la gran cantidad de peso perdida por algunas personas durante los primeros días de ayuno.
  • Desvía la energía utilizada en el proceso digestivo hacia la eliminación de sustancias de desecho, poniendo al día el retraso crónico en la eliminación que tiene lugar por nuestra alimentación excesiva y no adecuada, que hace que los órganos de eliminación (especialmente hígado, riñones, pulmones y piel) se ven sobrecargados de trabajo y no cumplen de forma muy efectiva su trabajo. El ritmo de vida, los factores psico-emocional y el estrés, agotan al cuerpo y a sus órganos de eliminación también.
  • Desvía la energía utilizada en el proceso digestivo hacia los tejidos y órganos que necesitan ser reparados, regenerados y revitalizados.
  • Ayuda al organismo a vencer las infecciones.
  • Limpia el cuerpo.
  • Clarifica y fortifica la mente y los sentidos.
  • Saca los venenos del organismo por años de alimentación inadecuada.
  • Quema la basura que estorba el flujo de la sangre.
  • Normaliza y purifica al sangre.
  • Revitaliza el cuerpo por el ahorro de energía que se hace.
  • Se experimenta modificaciones hormonales que estimulan los mecanismos de desintoxicación hepática.
  • Las variaciones en el nivel de acetona que se producen actúan sobre el cerebro, produciendo sustancias que estimulan la capacidad curativa del cuerpo.
  • Activa eliminaciones en general y en especial las de las materias morbosas del organismo.
  • Da un reposo completo a los órganos vitales.
  • Para la absorción de alimentos que se descomponen en los intestinos e intoxican después el cuerpo.
  • Vacía las vías digestivas y elimina las bacterias de putrefacción.
  • Da a los órganos de eliminación la oportunidad de poner al día su trabajo y facilitar la eliminación.
  • Restablece la química fisiológica normal y las secreciones normales.
  • Rejuvenece las células y tejidos y regenera el cuerpo.
  • Permite la conservación de la energía y la canaliza de una forma mas adecuada.
  • Aumenta los poderes de digestión y asimilación.
  • Mejora le funcionamiento general del cuerpo.

Beneficios Espirituales del Ayuno :
  • Limpia el Templo interior del Espíritu Santo (1 Corintios 6: 19)
  • Aumenta la fuerza de voluntad.
  • Por la fuerza de voluntad necesaria para resistir los embates del apetito aumenta la estabilidad psicológica y la auto confianza.
  • Puesto que las cadenas que atan al espíritu con el cuerpo son mas frágiles es mas fácil conseguir el éxtasis y gozo espiritual.
  • Se consigue una visión interior mas aguda y profunda.
  • Aumenta la devoción personal y la fe.
  • Se establece una comunicación mas directa con el Eterno, puesto se puede oír mas fácil Su Voz.
  • Nos hace más humildes.
  • Clarifica la visión interior.
  • Se aumenta la capacidad de oír con mas claridad nuestra voz interior.
  • Es un tiempo propicio para entregarse mas a la Meditación de la Torah y la Tefilá (Oración de Alianza).
  • Hace del hambre una virtud.
  • Ayuda al despertar de la Conciencia Cósmica o Mesiánica.
  • Se canaliza la energía mas fácil, puesto que es una época propicia para la sanación.
  • Puesto que se esta mas limpio interiormente se puede realizar ejercicios de Perdón mas fáciles y efectivos.
  • El Ayuno es algo sobrenatural, por que aplastamos lo carnal (el ego), para entrar en lo sobrenatural de Yahvéh.
  • Ayuda al desarrollo del domino propio.
  • Nos pone en lugar de sensibilidad al Espíritu.

 

El ayuno es un acto físico-psíquico que permite la pérdida de la necesidad de comida. Esta disciplina se realiza voluntariamente, permitiendo la abstención de probar alimentos por un determinado lapso de tiempo. De este modo facilita que el organismo descanse de la función de digestión y actúe en las funciones de eliminación y desintoxicación. Con este proceso se activan las capacidades de regeneración y renovación de todo el organismo. Por eso el ayuno es el método divino de purificación más natural y efectivo que se conoce. Los animales lo realizan cuando se sienten enfermos. Ellos se abstienen de comer hasta que se mejoren y la Fuerza Vital de la naturaleza les devuelve la salud; al ayunar se le permite a la naturaleza obrar en el cuerpo físico, y la energía de la misma se encarga de restablecer la armonía y el equilibrio orgánico.

 

Debido a que el ayuno activa los mecanismos internos naturales de curación, prácticamente cualquier dolencia es susceptible de mostrar mejorías tras su práctica adecuada.

 

El ayuno es un antídoto maravilloso para esos hábitos cotidianos con que progresivamente vamos perjudicando a nuestro cuerpo. No hay nada malo en disfrutar de la comida, pero su consumo en exceso y continuado acaba suponiendo una carga nada positiva para el cuerpo. Cuando introducimos más nutrientes de lo que realmente necesitamos (lo más común en nuestra sociedad moderna) lo que para nuestro paladar puede ser un placer, para los órganos internos supone una sobrecarga con la que debe enfrentarse.

 

 

Durante el ayuno, nuestro sistema se libera de esa carga y puede descansar en cuanto a procesos de digestión, asimilación y metabolismo se refiere. Estas son actividades que requieren una gran cantidad de energía. Se estima que alrededor del 65% de la energía corporal se destina a los órganos relacionados con la digestión tras una comida copiosa.

 

Al igual una madre que, aun cuando dispone de tiempo libre, no sabe estar parada y constantemente encuentra rincones del hogar por limpiar; el cuerpo en ayunas, eximido de su esfuerzo cotidiano, se entrega a labores de «autolimpieza». Es momento de liberar todas esas toxinas acumuladas en los tejidos, a las que hasta ese momento no había podido acceder. Esta liberación de las funciones digestivas y la consecuente capacidad de restitución orgánica, o “puesta al día”, del organismo es, sin duda, uno de los grandes beneficios del ayuno para la salud.

 

 

Por último, quiero dejar en claro que el ayuno en sí mismo no es un «medicamento» para cualquier dolencia. Lo que en realidad hace es crear un entorno propicio para que se pongan en marcha los mecanismos naturales de curación, sin la intervención de agentes externos. Y, dado que el cuerpo sabe cómo curarse a sí mismo a cualquier nivel, la conclusión es que el ayuno ayuda a reequilibrar el sistema a nivel general.