Por P.A. David Nesher
“Circuncidad, pues, vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.”
(Deuteronomio/Devarim 10:16)
Sabemos que cada pacto que el Eterno ha hecho a lo largo de la historia, tienen cada uno una señal particular:
- El pacto con Noaj tiene al arco iris, (Génesis 9:12-13).
- El pacto con Avraham tiene a la circuncisión en la carne, (Génesis 17:11).
- El pacto con Israel en Sinaí tiene el Shabat y la Torah, (Éxodo 31:16-17; 34:28).
- El pacto renovado con Israel tiene la entrega del Espíritu, la circuncisión del corazón, Romanos 8:16; Efesios 1:13-14; Colosenses 2:11.
Sabemos que todos los varones de Israel tenían que ser circuncidados a los ocho días de haber nacido. Sin embargo, esta pequeña cirugía era meramente un símbolo de la obra real de cortar la carne que Yahvéh deseaba; la obra de tomar nuestros corazones, lo cuales están inclinados hacia la carne y darnos corazones que están inclinados hacia el espíritu.
Este tema se repetiría después en los profetas:
«Circuncidaos a Yahvéh, y quitad el prepucio de vuestro corazón.»
(Jeremías 4:4).
Como vemos Yahvéh mandó a los israelitas que hicieran algo que solamente Él puede hacer en ellos para demostrarle la necesidad de tener una cambio interno, y para impulsarlos a buscarlo a Él para esta obra interna.
Con todo esto, el Eterno se encargó de hacerle entender a Israel que ara cumplir la Torah (Instrucción) de Dios, se requiere más que solo recibir un mandato, es necesaria experimentar una transformación interna, una mudanza de naturaleza que solo Yahvéh puede dar.
Es literal el hecho de que cuando el Espíritu Santo entra en una persona, como resultado de la resurrección de Yeshúa, se produce una operación en su interior. A este evento quirúrgico metafísico se lo llama la circuncisión de su corazón, como está escrito en:
“En Él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión del Mesías”
(Colosenses 2:11)
La persona que tiene esa experiencia siente en su interior un gran cambio. Es el nuevo nacimiento del cual está hablando el Maestro con Nicodemo en el tercer capítulo del evangelio de Juan.
Por ello, debemos entender que la circuncisión de la carne es una sombra de la circuncisión del corazón. El que tiene la circuncisión en la carne necesita también la del corazón. La circuncisión del corazón tiene que ver con la anulación de todo lo que impide que el corazón sea sensible. Está relacionada con el amor al Eterno y la obediencia a la Torah:
“Además, Yahvéh tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames Yahvéh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.”
(Deuteronomio 30:6),
El apóstol Pablo, como judío completo en la fe de arriba, capacitaba a los primeros discípulos de Yeshúa en el desarrollo de esta conciencia al escribirle a los creyentes residentes en Roma lo siguiente:
“Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la Torah, pero si eres transgresor de la Torah, tu circuncisión se ha vuelto incircuncisión. Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos de la Torah, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión?”
(Romanos 2:25-26)
“Circuncidad, pues, vuestro corazón” Esto contrasta con Deuteronomio 30:6 donde está escrito: “Yahvéh tu Dios circuncidará”. Por un lado, se habla de que el hombre tiene que hacer esta operación y por el otro lado vemos que el Eterno la hace. De esto aprendemos que hay una parte que le toca al hombre y otra que le toca a Yahvéh en cuanto a la circuncisión del corazón.
Con esta expresión, Moshé dijo que los hijos de Israel necesitaban eliminar todo lo que impedía la sensibilidad de sus corazones al mundo espiritual. Esto se hace mediante la teshuvá (arrepentimiento), la Torah y la tefilah (oración de alianza).
Sin embargo, el hombre no puede eliminar su yetser hará (inclinación al mal o mala inclinación), es decir, el pecado, que mora dentro de él. Sólo puede confesarlo y arrepentirse de los pecados que fueron producidos por esa naturaleza pecaminosa. El que puede quitar definitivamente el pecado que está dentro de nosotros es el Eterno, y lo hará finalmente por medio de Yeshúa, el Mesías. Por lo tanto, la circuncisión del corazón que el Eterno hace, es llamada “la circuncisión del Mesías” (cf. Colosenses 2:11). Esa circuncisión del Mesías fue anunciada por los profetas:
“Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. ‘Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis mis ordenanzas poniéndolas por obra.”
(Ezequiel 36:26-27)
Cuando leemos la frase “quitaré de vuestra carne el corazón de piedra” entendemos que Yahvéh está hablando de una operación interna, totalmente sobrenatural, en el hombre. Luego dice: “Pondré dentro de vosotros mi espíritu”, palabras que aseguran que esto es una experiencia real que se obtiene por medio de la fe de arriba (emunah) en Yeshúa el Mesías (cf. Hechos 19:1ss; Gálatas 3:14).
El corazón de piedra es un corazón insensible. Es una forma alegórica de hablar del espíritu no regenerado que tiene el ser humano con conciencia reptiliana o sensorial. La promesa dada por medio del profeta muestra como el Eterno decide cambiar el mismo interior de los hijos de Israel en los últimos tiempos para que obedezcan cuidadosamente los mandamientos. El texto profético que también habla de esta realidad es el que dejara escrito el profeta Jeremías:
“Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días–declara Yahvéh–.
Pondré mi Torah dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo:
«Conoce a Yahvéh», porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande–declara Yahvéh– pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.”
(Jeremías 31:33-34)
Esto nos enseña que la experiencia que se obtiene mediante el pacto renovado, por medio de la sangre del Mesías, afecta todo el interior de la persona, de modo que la Torah es escrita en el corazón.
En el mismo rollo de Devarim Moshé había dicho:
“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!”
(Deuteronomio 5:29)
La respuesta a ese clamor es: Yeshúa HaMashíaj. Él es quien finalmente hará que los hijos de Israel tengan ese corazón circuncidado para poder temer al Eterno y guardar todos los días todos sus mandamientos.
En su carta a los creyentes de Colosas, el apóstol Pablo escribió:
“En él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo.”
(Colosenses 2:11)
Cuando el apóstol dice “el cuerpo de la carne” está haciendo una referencia al yetzer hará, es decir la mala inclinación del alma humana, que el profeta Ezequiel llama “el corazón de piedra” (cap. 36), que está dentro de cada uno de nosotros. Al quitar ese cuerpo de carne hay una mayor sensibilidad en el hombre para recibir los impulsos y ser dirigido por el Espíritu y la Torah del Eterno. Por lo tanto, el resultado de la circuncisión del Mesías es la obediencia a los mandamientos. Esto concuerda con el siguiente texto:
“…el Espíritu de santidad, el cual Dios ha dado a los que le obedecen.”
(Hechos 5:32)
Entonces, quien recibe a Yeshúa como su Salvador personal, experimenta un nuevo nacimiento en su interior, de manera que su espíritu es regenerado y así el Espíritu del Eterno viene a morar en su interior. Con esta Shekináh o Presencia divina, el creyente logra ejercer victoria sobre la inclinación al mal que todavía está en su interior, y que aún no ha sido quitada del todo. Sólo fue eliminado su dominio dentro de él. Sin embargo, cuando venga el Mesías por segunda vez será finalmente eliminado el yetzer hará para que podamos ser totalmente y eternamente fieles a los mandamientos de la Torah.
En resumen:
- La circuncisión en la carne es una sombra de la circuncisión del corazón.
- La circuncisión del corazón se hace en dos niveles el hombre hace su parte y el Eterno hace la suya.
- La parte de Yahvéh tiene dos pasos: el primero es cuando introduce su Espíritu en nuestro interior para eliminar el dominio del pecado en nosotros. El segundo paso será cuando el Eterno elimine definitivamente el yetzer hará en nosotros, con la segunda venida del Mesías.
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