Ha sido siempre una costumbre en Israel que cuando comienza el mes hebreo, recitar el Salmo 104, obra maestra de la poesía. [Aquí cabe decir que vale la pena leer este salmo en el original].
El salmo 104 es una de las celebraciones más notables, en la poesía bíblica, de YHVH como creador, origen y sustentador de la vida. Su capacidad lírica, el aliento con que está escrito y la forma en que resume las líneas dominantes de las creencias hebreas sobre la creación, lo colocan lado a lado con el relato de Bereshit (Génesis) en cuanto a su valor expresivo sobre la doctrina de la creación.
El experto alemán Gerhard von Rad escribió:
“El credo cultual primitivo no contenía nada sobre la creación. Israel descubrió la justa relación teológica entre ambas tradiciones [creación e intervenciones de Dios en la historia], cuando aprendió a considerar la creación en el contexto teológico de la historia salvífica”.
Así pues, el alma del rey David, por medio de trazos ágiles expone gráficamente las grandezas de la labor creadora del Eterno; el Salmo celebra la presencia de la vida tal como ha brotado de la mano divina y como ésta se encarga de mantenerla.
Más de 70 versos y ocho secciones componen este formidable cántico al poder creador y sustentador de Elhim que se despliega como un abanico de observaciones minuciosas en diversos ámbitos naturales.
Leyendo al comentarista Haroldo Reimer puedo compartirles el énfasis que él hace de que los varios elementos constitutivos del cosmos son enumerados en este cántico:
- cielo (v. 2-4),
- tierra (v. 5-9),
- dinámica de la vida en la tierra (v. 10-18),
- luna y sol (v. 19-23),
- mar (v. 24-26).
Por ello, el tema apoteósico del Salmo es la afirmación detallada de que YHVH es el dador y sostenedor de la vida. El Espíritu (ruaj) de YHVH es entendido como el principio vital de todo el cosmos:
“Envías tu Espíritu y ellos son creados y así renuevas la faz de la Tierra.»
(v. 30).
Esa dimensión primordial de fuerza creadora de YVH es celebrada con toda la carga poética-profética del alma de David. Pero, el rey profeta también tienen conciencia del “elemento terrorífico” de este Dios:
“Si escondes la cara, ellos se aterran, si retiras tu espíritu ellos mueren y vuelven a ser polvo”
(v. 29 – Cf. v. 32).
El rey David describe en este cántico a la naturaleza de una manera amorosa. Así el rey profeta destaca que en toda faceta de la naturaleza – la lluvia, los vientos, las montañas, los manantiales, los árboles, los lugares de morada de los animales, se ve la mano providencial de YHVH.
«¡La gloria de Dios perdurará por siempre; que Dios se deleite en Sus creaciones!»
(v. 31)
YHVH Elohim en verdad ha creado un hermoso mundo, ¿pero tendrá Él el deleite que deseaba? Eso depende de las acciones de la humanidad, porque el Eterno ha dejado al hombre libre para elegir su conducta moral. Por elo, David nos exhorta a vivir de un modo que no estropee la belleza del mundo, y esto será lo que proveerá a YHVH del deleite que Él buscó en su creación.
Cerrando las ideas, diremos pues que el Espíritu de Dios a través de este Salmo busca reconciliar a la humanidad creyente con su creador y con todas las demás criaturas, todos dominados por la certeza de que Elohim es el origen y sustentador de la vida. En tiempos difíciles en los que la vida debe ser reivindicada de todas las formas posibles, este Salmo aporta una visión gozosa y comprometida con la creación de Elohim, que es la manifestación suprema de su poder y de su amor. Cada ser creado, procedente de la mano del Señor es una muestra firme de su empeño constante en transmitir su vida y compartirla con cada criatura. Afirmemos la vida también, con pasión y ánimo ferviente a fin de que se perciba suficientemente que el Evangelio de Yeshúa HaMashiaj es, sobre todas las cosas, un anuncio de vida que abarca todos los aspectos de la existencia.
Por todo ello, a continuación te invito a abrir tu corazón para desde allí elevar este Salmo en rezo de alabanza a YHVH:
¡Bendice, alma mía, a YHVH!
YHVH, Dios mío, Tú eres grandemente ensalzado;
Te has vestido de majestad y esplendor. Tú [Te] envuelves con luz como con una vestidura; extiendes los cielos como una cortina.
Él techa Sus cielos con agua; hace de las nubes Su carroza, [las] mueve sobre las alas del viento. Hace de los vientos Sus mensajeros, del fuego abrasador Sus servidores.
Estableció la tierra sobre sus fundamentos, para que no vacilara nunca. Los abismos la cubrieron como una vestimenta; sobre las montañas se pararon las aguas. Por Tu exhortación huyeron; al sonido de Tu trueno se fugaron.
Ascendieron las montañas, bajaron a los valles, al lugar que Tú les has asignado.
Estableciste un límite que no pueden cruzar, para que no volvieran a cubrir la tierra.
Él envía los manantiales a los arroyos; ellos fluyen entre las montañas. Abrevan a todas las bestias del campo; los animales salvajes apagan su sed. Las aves de los cielos viven junto a ellos; alzan su voz de entre el follaje. Él riega las montañas desde Sus nubes en lo alto; la tierra se sacia del fruto de Tus obras.
Él hace crecer la hierba para el ganado, y la vegetación, requiriendo la labor del hombre, para extraer el alimento de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace relucir el rostro, y el pan que sustenta al corazón del hombre.
Los árboles de YVH beben hasta hartarse, los cedros del Líbano que Él plantó, donde anidan las aves; la cigüeña tiene su hogar en el ciprés. Las montañas altas son para las cabras monteses; los peñascos son un refugio para los conejos.
Él hizo la luna para calcular las Festividades, el sol sabe su tiempo de ponerse.
Tú traes la oscuridad y es noche, cuando gatean todas las bestias del bosque. Los leoncillos rugen por la presa, y buscan su alimento de Dios. Cuando sale el sol se recogen y se acuestan en sus guaridas.
El hombre sale entonces a su trabajo, a su labor hasta el atardecer.
¡Cuán multiformes son Tus obras, YHVH!
Tú las has hecho a todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de Tus posesiones.
Este mar, vasto y ancho, donde hay innumerables criaturas rasantes, seres vivientes grandes y pequeños, allí transitan las naves, allí está el Leviatán que creaste para retozar en él.
Todos ellos miran hacia Ti con esperanza para que les des su alimento en su debido momento. Cuando Tú se lo das, lo recogen; cuando Tú abres Tu mano, se hartan de bien.
Cuando Tú ocultas Tu rostro, se aterrorizan; cuando Tú tomas de vuelta su espíritu, expiran y retornan a su polvo. Cuando Tú enviarás Tú espíritu serán nuevamente creados, y Tú renovarás la faz de la tierra. Sea la gloria de YHVH para siempre; regocíjese Hashem en Sus obras.
Él mira la tierra, y ella tiembla; Él toca las montañas, y humean.
¡Cantaré a YHVH con mi alma; entonaré alabanzas a mi Dios con [todo] mi ser!
¡Sea mi plegaria grata a Él; yo me regocijaré en YHVH!
¡Que se terminen los pecados de la tierra, y que no haya inicuos más¿
¡Bendice a YHVH, alma mía! Alabad a Dios!
JODESH TOV! (¡BUEN MES!)
Sugerencias de lectura
- Haroldo Reimer, “Espiritualidad ecológica en los Salmos”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 45, 2003/2, pp. 106-117, centrobiblicoquito.org/images/ribla/45.pdf.
- Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento. I. Teología de las tradiciones históricas de Israel. 5ª ed. Salamanca, Sígueme, 1982 (Biblioteca de estudios bíblicos, 11).
- Gianfranco Ravasi, Una comunidad lee los Salmos. Bogotá, San Pablo, 2011.