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Día de los Muertos: El Halloween de los Aztecas que tiene a México bajo juicios divinos

«Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.  También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol

(Eclesiastés 9:5-6)

El Día de Muertos es considerado la tradición más representativa de la cultura mexicana. La celebración se lleva a cabo en dos días: el 1 de noviembre es dedicado al alma de los niños y el 2 de noviembre a la de los adultos. En el caso de que no se pueda visitar la tumba, ya sea por que ya no existe la tumba del difunto, o porque la familia está muy lejos para ir a visitarla, también se elaboran detallados altares en las casas, donde se ponen las ofrendas, que pueden ser platillos de comida, el pan de muerto, vasos de agua, mezcal, tequila, pulque o atole, cigarros e incluso juguetes para las almas de los niños. Todo esto se coloca junto al retrato de los difuntos rodeados de veladoras.

El origen del Día de Muertos tiene antecedentes relacionados con el mestizaje. Comprende rasgos culturales indígenas y españoles que al mezclarse dieron lugar a todos los ritos y ceremonias que se realizan alrededor de la festividad. Los orígenes son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Aunque la celebración anglosajona de Halloween se ha popularizado entre la población, en la mayoría de los hogares mexicanos la tradición perdura y se colocan ofrendas con elementos muy particulares. A continuación te mostramos cinco de los principales aspectos de esta festividad.

 

En el Día de los Muertos, cada celebrante que invoca las almas de los difuntos se involucra en un pecado abominable y sin sentido por completo (Deuteronomio 18:10-12). La Palabra de Dios nos advierte que no consultemos a espíritus y adivinos, por ello leemos en Isaías 8:19: «¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?» También en Deuteronomio 18:10-11 El Eterno nos dice que aquellos que consultan a los muertos son «abominables» delante del Señor.

Debemos entender que sólo Uno es digno y lo suficientemente poderoso como para llamar a los muertos; Él llamará a estos a la resurrección de condenación (Juan 5: 28-29). Los que han muerto en Cristo, no están realmente muertos, ya que pasan inmediatamente a la presencia del Señor; la Biblia dice que «duermen.» La muerte es sin duda gravosa a los que no tienen esperanza, que están sin Cristo (1 Tesalonicenses 4:13). No obstante, al que conoce al Señor se siente alentado por el conocimiento que así como Jesús murió y resucitó, así también, a través de Jesús, también traerá Dios con Jesús a los que duermen. Porque el mismo Señor Jesús “descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. «(1 Tesalonicenses 4:16-18).

El Día de los Muertos está en contraste con el evangelio de verdad que se encuentra en las Escrituras. Como tal, se lo debe evitar como una manifestación más de las mentiras de Satanás, que ronda “como león rugiente, buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8).

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