Por P.A. David Nesher
Hoy desperté con una sensación profética en mi espíritu: «El Caribe está en mi Rigor», fue la frase que vibró en mi interior. Entonces, decidí investigar para conseguir evidencias que sustentaran esto. Así fue que me enteré que de un tiempo a esta parte muchos organismos muchos organismos multilaterales están preocupados por lo que pueda ocurrir en el Caribe, no sólo porque es la ruta favorita de los huracanes, que cada vez son más fuertes y destructores, sino por evidencias sísmicas que asustan.
Sucede que en esta región puede ocurrir un terremoto de grandes dimensiones que en la historia jamás se ha registrado. Las evidencias científicas lo vienen demostrando así desde hace dos años.
Por esto, se han dispuesto de cuantiosos recursos para asistir a las islas caribeñas, especialmente la República Dominicana y Puerto Rico.
De igual modo se están haciendo distintos tipos de simulacros para prevenir tsunamis que podrías afectar simultáneamente a cientos de países. Se asegura que si esto llegara a concretarse las aguas del Océano Atlántico inundarían las costas de varios países, entre ellos Venezuela, Colombia, Guyana, Estados Unidos, Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, las Antillas y otros.
El geólogo Edgar Joaquín Carrillo Lombana, master en Geomorfología, de la Universidad de Ledin, Holanda, quien ha trabajado por 25 años para el Servicio Geológico de Colombia, ha advertido sobre un posible tsunami en las costas del caribe colombiano.
El geólogo advierte que hay evidencias de que el triángulo de las tres fallas que forma el sistema de la Sierra Nevada de Santa Marta tiene actividad tectónica reciente. “La falla de Bucaramanga-Santa Marta está acumulando energía. No la libera para acomodar las fuerzas. Es una falla que, cuando se active, el daño que hará será mucho más grande, porque liberará más energía”, dijo el experto.
Ahora bien, siempre se ha dicho que la falla geológica conocida como ´la falla de Bucaramanga-Santa Marta´, es como un león dormido. En cualquier momento puede despertarse y ese sacudón es impredecible y de insospechables consecuencias.
Sucede que la zona del Caribe, incluyendo Puerto Rico, la Española, Jamaica, las Antillas Menores, un pedazo de Cuba y varios países de Centroamérica al sur de México, flotan en la placa tectónica, llamada la Placa del Caribe. Esta placa tiene un área de más de 3 millones de kilómetros cuadrados.
Es decir, el peligro de un tsunami o de un sismo que lo provoque no solo es en el Pacífico, sino también en el Caribe, por lo cual las naciones de sus islas deben también prepararse.
Sobre las eventualidades geológicas, el geólogo dice que “hay registros de evidencias de que en el Caribe sí se han producido tsunamis que han dejado huellas geológicas y aunque solo miramos el Pacifico. Esto no quiere decir que en este litoral no se pueda producir un fenómeno de ese tipo”.
Así mismo, la responsable del Centro de Investigación Sísmica de la Universidad de las Indias Occidentales (UWI) en Trinidad, Joan Lutchman, viene realizando, desde 2018, un llamado para que el Caribe se prepare para un «gran terremoto«, ya que se han registrado en los últimos años varios movimientos telúricos que permiten predecirlo.
Ante estos anuncios, y con el fin de generar prevención, se creó el Observatorio del Caribe Colombiano, que busca definir la situación geológica actual de la región y diseñar un mapa con las alertas que encabeza el propio Carrillo Lombana.
Un evento que se recuerda en estos días es el terremoto en Haití ocurrido el 12 de enero de 2010, que pone en evidencia que algo peor puede ocurrir en el Caribe.
Este fenómeno que provocó la muerte de cientos de personas se produjo en la zona que limita dos placas tectónicas, la placa del Caribe y la placa Norteamericana.
Los expertos han explicado que la placa del Caribe se está moviendo 20 mm aproximadamente cada año hacia la placa Norteamericana, “movimiento que produce la deformación de la corteza y la generación de grandes fallas sísmicas de desgarre orientadas principalmente este-oeste”.
La isla de la Española, que acoge a República Dominicana y Haití, es atravesada por dos grandes fallas de desgarre: la Falla Septentrional al norte, y la Falla de Enriquillo al sur.
Se consigna que entre los años 1943 y 1953 se han producido hasta cuatro terremotos destructivos de magnitud mayor de 7 asociados a la Falla Septentrional. Los resultados preliminares de la localización del epicentro en Haití, su profundidad y su modelo de ruptura, indican que el evento registrado en enero del 2012 está asociado con un movimiento de la Falla de Enriquillo.
En esta otra falla, relativamente más tranquila desde el punto de vista sísmico, no se habían producido terremotos importantes en las últimas décadas, aunque podría haber sido la causante de varios de los grandes terremotos históricos.
Hace ya un tiempo que José Luis Granja Bruña, especializado en geología del Caribe, planteó que «el terremoto de Haití cuestiona los mapas previos de peligrosidad sísmica de la región, que no la señalaban como extremadamente peligrosa, debido a que no ha producido terremotos destructivos durante los dos últimos siglos«.
La Falla de Enriquillo acomoda un desplazamiento de 7 mm/año, de los 20 mm totales del movimiento entre la placa del Caribe y la Norteamericana. Hacia el este de Haití, esta falla desaparece en la República Dominicana, mientras que hacia el oeste continua en el mar.
También se establece que el análisis de la prolongación de esta falla en el mar es uno de los objetivos del grupo de investigadores liderado por Andrés Carbó Gorosabel, de la Universidad Complutense de Madrid, quien dirige un equipo de de geólogos y físicos, que desde hace una más de una década está estudiando la geología del noreste del Caribe y trabajando activamente con varias instituciones de la República Dominicana y con el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Científicos han establecido que al norte la Falla de La Hispaniola dentro del mar que es el borde de placa antiguo donde está ubicada la Trinchera de Puerto Rico (Fosa de Milwaukee) y la Falla Septentrional, borde de placa activo en el norte, que penetra a la isla por la Bahía de Manzanillo y continua en la parte sur de la Cordillera Septentrional, saliendo por la Bahía de Samaná, con una longitud superior a los 300kms. Esta falla es similar a la de San Francisco en California Estados Unidos de América.
El otro sistema está situado al Sur de la Isla, el cual penetra por el sur de Haití continuando por San Juan y Ocoa, llegando al Mar Caribe hasta la Fosa de los Muertos, al Sur de Santo Domingo, San Pedro de Macorís y La Romana.
Carbó ha explicado que: «la tectónica de esta zona del Caribe es extremadamente compleja, pero gracias a los resultados de las investigaciones realizadas en los últimos años, ahora entendemos mucho mejor su geología«.
En cuanto a la llamada Trinchera de Puerto Rico, al norte de la Isla, esta define uno de los bordes entre la Placa del Caribe y la Placa de Norteamérica. Estas se mueven en dirección opuesta en este punto, lo que crea terremotos frecuentes, incluyendo el devastador terremoto de Haití.
Al este de Puerto Rico, en la zona de las Antillas Menores, se halla una zona de convergencia entre placas litosféricas. Esta convergencia es responsable de los volcanes en Guadalupe, Monserrate, Dominica, Martinica y otras islas cercanas.
Hasta no hace mucho, los geólogos no habían observado divergencia tectónica cerca de Puerto Rico. En años recientes, sin embargo, con el desarrollo de mediciones geográficas de posición con satélites (GPS, Global Positioning Systems, por sus siglas en inglés), se ha descubierto que la placa del Caribe podría estar dividida en placas más pequeñas, llamadas microplacas.
Daniel A. Laó Dávila en un trabajo titulado Placas tectónicas, terremotos y maremotos, publicado en (http://www.cienciapr.orgestablece) asegura que Puerto Rico, junto a La Española y Jamaica, se encuentra en el borde entre las placas del Caribe y de Norteamérica. En este borde de placa las rocas chocan entre sí, en vez de moverse de lado a lado. Por consecuencia, Puerto Rico se encuentra en una zona donde más rompimientos de rocas ocurren debido a estos movimientos de placas.
Y en el mismo escrito, Laó Dávila anota: “No hay que tener miedo a los terremotos y a los maremotos. Sólo hay que estar listos y preparados, en caso que ocurra. Cada vez que sintamos las vibraciones ocasionadas por un terremoto y ver que estamos sanos y salvos, podemos entonces apreciar que estamos sintiendo el continuo movimiento de las placas tectónicas en la Tierra”.
Lo verdadero de todo esto es que hay Alguien que soberanamente tiene el control de todo, y Él se encarga que toda circunstancia ayude al bien de su propósito eterno cumpliéndose en las naciones por medio de la manifestación de sus hijos. Por lo tanto, debemos sencillamente estar alertas y velando en oración a fin de que cuando esto acontezca podamos proclamar a todos los seres humanos que el Eterno está llamándolos a palpar el maravilloso uso de la herramienta pre-existencial llamada teshuvá (arrepentimiento). Así serán muchas las almas humanas que regresaran al diseño original mesiánico que el Boré Olam (Creador del Mundo) colocara en cada criatura humana para representarlo aquí en la Tierra.
¡El Señor Viene Pronto!
¿Estás listo para recibirlo?