Durante muchos años se creía que esta figura del “Valle de Sombra de Muerte” era simplemente un concepto alegórico utilizado por David para referirse a la muerte física. Sin embargo, hoy sabemos que existe entre Jericó y el Mar muerto, un desfiladero conocido como “El Valle de Sombra de Muerte”.
Recientes investigaciones en las antiguas costumbres de los pastores israelitas han demostrado (como afirma Wallace en su artículo, publicado por la revista Reader’s Digest) que los antiguos pastores judíos lo conocían y lo utilizaban para la trashumancia.
Se encuentra situado al sur de Jericó, en dirección al Mar Muerto, y tiene unos 7 Km. y medio de largo. Sus paredes de roca alcanzan en algunos lugares 500 metros de altura, y en algunas partes del camino tiene tan solo dos o tres metros de ancho. Hay recodos en los que el espacio útil es tan estrecho que las ovejas siquiera pueden darse la vuelta. Además, es extremadamente peligroso, porque está lleno de hendiduras y barrancos internos.
Las condiciones climáticas del país y la situación de los pastos en Palestina hacen necesaria la trashumancia, y esto obligaba, en tiempos de David, a la mayor parte de rebaños a tener que atravesar este valle por lo menos una vez al año. Durante el día es imposible cruzarlo debido al calor irresistible. De modo que hay que hacerlo o bien al despuntar el alba o bien al anochecer, y esto aumenta sustancialmente el peligro.
Aunque no había ninguna ley establecida, parece ser que, debido a la falta de luz, existía el acuerdo verbal entre los pastores de que los rebaños debían atravesarlo en una dirección en las horas de la mañana y en la otra al atardecer.
El pastor usaba con gran habilidad su cayado como herramienta persuasiva para forzar a las ovejas a caminar, a saltar las hendiduras y a evitar que se acercaran al precipicio; a pesar de ello, era fácil que una oveja resbalara y quedara colgada en una hendidura a dos o tres metros del camino. Cuando sucedía esto, el pastor, con su cayado, rodeaba el cuello de las ovejas grandes o el cuerpo de las pequeñas, y tiraba de ellas, levantándolas y ayudándolas a regresar al camino.
Extraído del libro «El Salmo 23» de CH Spurgeon.