Por P.A. David Nesher
“Los hijos de Israel, toda la congregación, llegaron al desierto de Tsin en el mes primero; y el pueblo se quedó en Kadesh. Allí murió Miriam y allí la sepultaron. Y no había agua para la congregación; y se juntaron contra Moshé y Aharón.
Números/Bamidbar 20:1-2
Si existe algo curioso en este relato de la Torah (Instrucción) divina es que la muerte de Miryam sigue a las leyes de la pará adumáh (la vaca roja) a pesar de que su fallecimiento ocurrió en el 40º (cuadragésimo) año en el desierto, mientras la para adumáh fue quemada en el segundo año después de salir libres de Mitzrayim (Egipto). El Espíritu de la Torah yuxtapuso estos dos eventos para enseñar a Israel una idea mesiánica fundamental: la muerte de un tzadik (justo) logra expiación para KelaJ Israel (Asamblea de Israel), así como lo hacen las aguas de la para adumá.
Hay aquí algo muy importante para conocer; me refiero al hecho de que, según los sabios exégetas del hebreo, este episodio de la Roca sucede después de la muerte de Miryam, y resulta muy interesante conocer cómo interpretaron los sabios la Torah y qué midrashim (enseñanzas) dejaron en base a esto para discernir como se esconde aquí el Mashiaj (Ungido) y su obra.
Se recuerda a Miryam como aquella buena hermana que cuidaba al pequeño Moshé mientras que este flotaba entre la vida y la muerte dentro de una canastilla sobre las aguas del Nilo, contribuyendo con su ingenio a su salvación (Exodo 2: 4-9). Ochenta años más tarde la vemos tomando parte preponderante en la liberación de los israelitas de Egipto, y cantando a HaKadosh Baruj Hu a orillas del Mar Rojo, la salvación de Israel (Exodo 15: 20-21).
Resulta ser que existe una yuxtaposición (poner algo después de algo) de hechos, y dicen que la muerte de Miryam dio lugar a la escasez de agua. De hecho la roca es vista también como un pozo de agua:
Y de allí continuaron hasta Beer; este es el POZO donde el Señor le dijo a Moisés:
(Números 21:16-17 )
Reúne al pueblo y les daré agua. Entonces cantó Israel este cántico:
¡Sube, oh pozo! A ella cantad.
Como vemos dice “a ella cantad.” Desde este pasaje es que a este pozo en se le conoce como Beer Miryam (Pozo de Miryam). Y por este diseño cósmico, Miryam es considerada como “la salvadora de Israel” porque según ellos por el mérito de ella, «un pozo milagroso, como una roca» de la que fluía agua dulce siguió a Israel por toda su caminata en el desierto, pero cuando ella murió dejo de dar aguas. Así que mientras ella viviera, el pozo era una fuente de agua viva, de donde fluía fuerza y sustento para el Pueblo primogénito. Sin embargo, se secó después de su muerte.
La Torah nos relata que cuando la profetiza Miryam murió la fuente de agua que había estado con los hijos de Israel durante los cuarenta años cesó. Lo interesante de esto es que no está escrito que el pueblo tuviera sed, como en la ocasión anterior cuando no tenían agua (c.f. Éxodo 17:3-6). Así es como lo da ha entender el profeta Isaías cuando le recuerda al pueblo: “No padecieron sed cuando Él los condujo por los desiertos; hizo que brotara agua de la roca para ellos, partió la peña, y las aguas corrieron.” (Isaías 48:21)
Gracias al Eterno, nosotros hoy ya sabemos que Yeshúa es esa Piedra, y las dos veces del agua de la piedra, nos muestra las dos venidas de Mashiaj, la primera como Mashiaj Ben Yosef (donde fue golpeado) y la segunda como Mashiaj Ben David que viene a gobernar, por ello es que Moshé tenía que hablarle y no golpearla. Pero, existen algunos códigos que son necesarios conocer. Por eso, y refiriéndose a este punto, el apóstol Pablo registra lo siguiente en su epístola a los creyentes de Corinto:
“…Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Mashiaj.…”,
[1Corintios 10: 4, Código Real del NT].
En los pasukim (versículos) del contexto paulino, además de la «roca espiritual», se habla también de las «nubes de gloria», así como de un “alimento espiritual” (1Cor. 10:1-6). Esto es una evidencia de que las comunidades del primer siglo conocían el mensaje encriptado de la triada profética de Moshé, Aharón y Miryam.
Pablo está escribiendo desde lo dicho por medio del profeta Miqueas, quien coloca a Miryam a la par de Moshé y Aharón en aquel glorioso acontecimiento:
“…Porque Yo te hice subir de la tierra de Egipto y de la casa de siervos te he rescatado. Y he enviado delante de ti a Moshé, Aharón y Miryam…”
[Mijá/Miqueas 6: 4, Tanaj Katz]
En el “Midrash Bamidbar”, encontramos igualmente una referencia de especial interés:
«…Tan pronto como Miryam falleció (Núm 20:1-2), el Eterno provocó que el manantial de Miryam desapareciera temporalmente, para que los benei Israel se dieran cuenta que su manantial de agua había sido dado en el mérito de Myriam (…) Aquella generación de israelitas recibió tres dones a causa de sus tres grandiosos líderes:
1) el manantial por el mérito de Miryam.
2) Las nubes de gloria por el mérito de Aharón.
3) El maná, por el mérito de Moshé (…)
¿Cómo recibían los israelitas agua del manantial de Miryam? Esta milagrosa roca dadora de agua estaba siempre presente en el desierto con Benei Israel. Cuando el pueblo acampaba, descansaba en un lugar alto opuesto a la entrada del ohel moed lugar donde explicaba Moshé la Torah De la roca salían doce líneas de abastecimiento de agua que iban directo a las tribus…»,
[Págs 242- 243].
De los registros del Lubavitcher Rebe M. Schneerson extraemos lo siguiente:
«…Los tres elementos: “Nubes de Gloria”, “Maná” y “Manantial”, pueden entenderse también de un modo conceptual y ser interpretados como aludiendo a tres diferentes niveles y aspectos que se hallan en la Torah misma. Para comprender el paralelismo entre estos tres conceptos y la Torah, antes debemos clarificar el significado simple, físico y concreto, de cada uno de ellos, ubicados en el contexto histórico del éxodo de los Benei Israel de Egipto:
(1) Las Nubes de gloria resguardaban a los israelitas de los factores externos; ofrecían protección de cualquier fenómeno que se originara en alguno de los cuatro puntos cardinales: Eliminaban a las serpientes del desierto, alisaban los terrenos montañosos y dispersaban toda molestia resultante de la naturaleza. Además, mantenían limpias las vestimentas del pueblo, por ello es que está dicho: “Tu vestimenta no se desgastó”. Todos estos son instancias que hacen a la protección externa.
(2) El Maná era un artículo comestible y en él podía degustarse cualquier sabor que se deseara. La ingesta de alimentos consiste en incorporar e internalizar lo ingerido.
(3) El Manantial, agua, no es alimentario en mérito propio; por eso dice Maimónides que no se puede hacer un eruv con agua, pues el agua no sacia, y un eruv solo puede hacerse con algo que sacie. En cambio, la función del agua es transportar los nutrientes del alimento ingerido a todas las partes del cuerpo…».
Es decir, que la generación del desierto recibió tres dones en mérito de de sus tres grandes líderes libertadores:
- En el mérito de Miryam, un manantial.
- En el mérito de Aharón, las Nubes de Gloria.
- En el mérito de Moshé, el maná.
¿Por qué están estos tres líderes asociados con estos particulares dones?Ellos personificaron los tres pilares que sostienen el mundo:
- La Torah,
- La avodáh, o adoración verdadera, y
- Los actos de bondad.
Moshé fue el transmisor de la Torah a Su Pueblo, y por ende, fue su maestro por excelencia.Por consiguiente, en su mérito los israelitas recibieron el man (maná), cuya entrega diaria aliviaba la necesidad de ganarse provisión y abrigo.
Aharón personificó la avodáh. Su devoción al Servicio de los sacrificios trajo la Shekináh (Presencia de la Divinidad) a Kelal Israel. Las Nubes de Gloria fueron por lo tanto provistas en su mérito, porque ellas representaban la Shekináh que moraba con el pueblo Israel.
Miryam sobresalió en el tercero de los tres fundamentos, la bondad ilimitada (hebreo Jesed) manifestada en Gracia divina. A causa de su atributo de jesed (bondad), el Eterno proveyó a los israelitas de agua, una necesidad vital.
¿Cómo recibían Benei Yisrael (Hijos de Israel) agua del Manantial de Miriam?
Esta milagrosa roca dadora de agua estaba siempre presente en el desierto con Benei Yisrael. Cuando el pueblo acampaba, descansaba en un lugar alto opuesto a la entrada del Ohel Moed.
Entonces, cada uno de los doce nesiím (líderes) la abordaba con su bastón y trazaba una línea desde el manantial hacia su tribu. Y así, el agua fluía a lo largo de las doce líneas a todas las tribus, formando ríos entre una y otra.
¿La Piedra se Movía?
Ahora bien, hay una pregunta que surge al leer el pasaje paulino de la primera carta a los corintios (1Cor. 10:4): ¿de dónde conoce Pablo que una piedra “seguía” el andar de los israelitas? Pues bien, dicha codificación mesiánica merece una detenida explicación.
El hecho de que la peña se “moviera” a la par con el pueblo no está expresamente dicho en el texto de la Torah. Lo relacionado con esta roca que “camina” nos llega mediante antiguos midrashim (enseñanzas).
Por un lado vemos que Pablo le da un sentido mesiánico profético a la peña y sus aguas. El agua representa la Sabiduría del Cielo, ello significa que en la Era Mesiánica, el Mashiaj será quien enseñe al mundo los secretos de Dios en el nivel más profundo y elevado existente. La Torah Kabalística, por su parte, habla asimismo de un “pozo moviente”, algo parecido a lo expresado por el apóstol. Veamos dicha cita:
«…Cuando los israelitas estuvieron en el desierto, “eran seguidos por un pozo” que les proporcionaba agua. Y este milagro se debía al mérito de Miryam, puesto que cuando ella murió el pozo se secó…»,
[Pág 210, Torah Kabalística]
Por si aún no nos queda clara la conexión de Miryam con las aguas, la Kabalah viene a recordarnos que Miryam era profetisa y que salvó a Moshé de las aguas del Nilo. Desde entonces a Miryam se le asocia con las “aguas”.
Como hemos dicho, las aguas simbolizan la sabiduría divina. Dicen los sabios de la Torah que el pozo de agua se secó al morir Miryam, pero luego las aguas retornan por los méritos de Aharón y Moshé. Cuando murió Aharón, las nubes de gloria se fueron, pero volvieron por los méritos de Moshé. Luego, cuando murió Moshé, cesaron los tres milagros.
Hace unos años escuché al maestro kabalista judío Albert Gozlan diciendo que, tras la escena “Moshé hiriendo la roca”, encontramos una bella alegoría; el uso de la palabra (la Voz), antes que la fuerza. Leamos su explicación:
«…La “roca” está simbolizando el cuerpo del hombre, y el “agua” representa al alma. Así pues, para que brotara la “sabiduría del alma”, Moshé le pegó al “cuerpo”. Sin embargo, en esta ocasión Hashem le dijo que únicamente le hablara a la piedra, no que la azotara, porque al alma (persona), solamente hay que hablarle para que haga salir la sabiduría interior, pero nunca golpearla. La sabiduría divina, cada hombre la tiene grabada en su ADN, en el alma. Lo que hace el Eterno con Sus hijos es hablarnos al corazón para hacernos manar aguas sabias…».
Buscando cerrar la enseñanza desde todo lo hasta aquí considerado, entendemos que esta fuente de agua es el símbolo mismo del obrar de la gracia santificante que el Mesías comunicaría a todas las almas que creerían en Él. Es decir, que era una Teofanía de Aquel que es la Fuente que no se acaba. Pablo asegura que en esto consiste el obra de la Gracia que recibimos en el bautismo que nos otorga la emunáh (fe).
Para sacar y beber de esta agua viva y vivificante es necesario primordialmente creer en la benevolencia ilimitada (Jesed) del Eterno. Una vez sumergidos en ella, esta misma agua nos conduce a conocer la Sabiduría divina que revela el propósito eterno de Dios.
Con esta cosmovisión se logra comprender lo relatado en el Evangelio (Jn. 4 5-42) cuando Yeshúa, junto al pozo, le dice a la Samaritana: “si conocieras el don de Dios y quien te pide de beber, le pedirías tú y él te daría agua viva” (v. 10). Allí mismo, el Señor le aclara aún más: “el que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que salta hasta la vida eterna» (v.14). Fue así como esta mujer de Samaria, desconfiada al principio, al descubrir con quién estaba hablando, vuelve llena de alegría a la ciudad para anunciar al Maestro y Mesías hallado.
¡Que gran oportunidad recibe nuestra alma con esta enseñanza! Podemos comprender con ella que la Gracia del Eterno es el poder que se nos da de participar de Su naturaleza divina por medio de la fe en Su Ungido. Esta obra no puede separarse del amor infinito de Dios, que es la esencia de su vida. Este amor se derrama con la Gracia en el bautismo y no es un amor abstracto, sino un amor que se siente y se vive por medio de un compromiso diario con la vida del Mesías. Un compromiso que nos impulsa a seguirlo y peregrina el diario vivir dialogando con Él.
Es un amor irresistible y que compromete al alma redimida con la Verdad de tal forma, que se hace capaz de dar la vida por ella.
Así nos tenemos que sentir los bautizados en Su Instrucción, llenos del agua viva que nace de Su gracia. Llenos de la fuerza del amor divino de tal manera, que nos comprometa con una vida de avodáh verdadera, por medio de la cual logremos derribar todas las estructuras de pecado del sistema reptiliano, y edificar una Nueva Humanidad en las estructuras de vida reveladas en el diseño original de Su propósito mesiánico.
Es el agua viva que nos fortalece para la lucha diaria por la verdadera vida desde su concepción hasta su muerte natural, amando y protegiendo los valores de la verdad y la justicia; luchando por la inclusión de todos los seres humanos en una sociedad más justa y equitativa.
Esa agua viva es la que como Miryam nos permite dar vida mesiánica a las generación que nos rodea, llenándola de esperanza a través del conocimiento del misterio liberador de Pesaj: Yeshúa HaMashiaj, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y que es el centro de la vida, de la historia y de la dignidad del hombre.