podría tener implicancias globales, ya que tiene que definir si es que
el país puede aumentar su “línea de crédito” y así no caer en default.
Los republicanos, los Tea Party y demócratas se apuntan con el
dedo como responsables del aumento de gasto fiscal. Unos no quieren que
se suban los impuestos a toda costa, otros que se recorten programas
sociales y algunos quieren mantenerlos.
La deuda que ha contraído Estados Unidos, que podría representarse como
una torre de billetes de 100 dólares del tamaño del Empire State, es de
$46630 per cápita, el doble de la deuda “Guinness” que registraba Chile
durante los años ochenta. Es también equivalente a la deuda externa de
Grecia, que tan preocupado tiene a la Unión Europea.
Sin embargo la economía mundial necesita que Estados Unidos siga
endeudándose para poder comprar más productos. China actúa como
prestamista, que sigan comprándole productos Made in China
(claro, es una sobresimplificación). Uno podría pensar que estamos
viendo una repactación de deudas, como si se tratara de sacar a un
cliente de Dicom, y aumentar su línea de crédito para que pueda seguir
comprando.
Mucho se ha hablado de que el mundo está consumiendo recursos a una tasa
mayor de la que puede recuperar. El caso de los metales, cada vez más
escasos, la sobrepesca, el petróleo, la desaparición de especies y la
deforestación son ejemplos claros. Y quizás estos problemas se pueden
integrar en un desafío que toca cada uno de estos puntos: el cambio
climático. La tierra simplemente no puede disipar el calor acumulado por
el CO2 y otros agentes que atrapan la luz infrarroja en el trayecto de
vuelta al espacio.
Pero es mucho más grave entender que Estados Unidos, que tiene emisiones
per cápita siete veces mayores que Chile, ha aumentado sus emisiones
con plata ajena. En síntesis, los norteamericanos le piden más plata a
China para comprar más productos que generarán más emisiones y, al mismo
tiempo, China aumentará sus emisiones para producirlos. El problema de
esto es que no existe un Sernac que proteja los derechos de los
“accionistas”, los que somos parte de este planeta.
En efecto, las bicicletas, las repactaciones, la burbuja financiera,
cosas que hemos vivido a escala personal, local y nacional y que vemos
reproducidas a escala global. Por eso, en este juego de las sillas
musicales, hay que estar preparado para sentarse rápido. Vivir con lo
propio, lo nuestro, austeramente, sustentablemente, con fuentes de
energía local que nos independicen de los vaivenes internacionales.
Consumir menos energía, comprar con calidad y pensar bien qué hacemos
para diseñar una economía nueva para cuando se empiece a agotar el
sueldo de Chile.