El propósito de nuestra existencia, es comprometernos con hacer el bien a fin de promocionar todo lo creado desde los planos físicos a los ámbitos metafísicos de la Luz Infinita.
¿Por que?
Pues porque el ser humano es un árbol, que ha sido plantado por Yahvéh en el huerto que es Su Mundo.
¡El Sembrador quiere que su árbol produzca buenos frutos!
Las Sagradas Escrituras revelan en su mensaje este propósito profético:
«El árbol que viste… tu mismo eres oh rey…por tanto… tus pecados redime con justicia; y tus iniquidades, haciendo misericordias para con los oprimidos»
(Daniel 4:20-27)
Por eso el sabio rey Salomón escribió:
«…el fruto del justo (sus obras de justicia, de misericordia, y de humildad) es árbol de vida …»
(Proverbios 11:30)
Y también los profetas preexílicos exhortaban a Israel en su mensaje usando esta analogía:
«… y serán (los justos) llamados “arboles de justicia”, “plantío del Señor”, para gloria suya”
( Isaías 61:3)
Bajo este manto profético Juan el Bautista, para preparar el Camino de nuestro Mesías, proclamaba en su mensaje:
«Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.»
(Mateo 3: 10)
Por eso, nuestro amado Mesías y Maestro dejó asentado en Su Yugo vocacional como los discípulos del Camino se destacaría como árboles buenos según sus frutos:
«Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.»
(Mateo 7: 18 -20)