Por P.A. David Nesher
El martes, y mientras Latinoamérica se encuentra en el pico de la ola de esta pandemia, fuimos sorprendidos por un fuerte sismo que alertó a todo México.
Entonces, y como es natural, me llegaron mensajes de lectores mexicanos que reflexionando acerca de por qué este tiempo tan lleno de circunstancias negativas, preguntan: ¿fueron los temblores del martes una mera «coincidencia» o un mensaje del Alto y Sublime con respecto a la prevalencia de la rebeldía humana contra la Torah?
La gran mayoría de los seres humanos, programados por la ciencia atea reptiliana, cree que Dios nada tiene que ver con los terremotos y los últimos desastres que están sucediendo en el mundo. Pero, entendiendo y aceptando que el Eterno es el Creador del Cielo y la Tierra, nos damos cuenta que las Sagradas Escrituras tienen mucho que decir al respecto, revelando que los terremotos juegan papel importante en los tratos amorosos de Dios para con Su Pueblo y las naciones.
La Historia de la Salvación llena de Terremotos.
Primeramente diré que a lo largo de toda la historia bíblica ocurrieron sacudidas o temblores de tierra como resultado de fuerzas geológicas naturales (Zacarías 14:5), o como resultado de la intervención directa de Dios bien con fines judiciales o para cumplir algún propósito relacionado con sus siervos en las naciones.
Cuando entregó la Torah en el Monte Sinaí, se produjo un formidable terremoto, inclusive con alguna actividad volcánica, lo que constituyó un marco impresionante para aquel acto (Éxodo 19:18; Salmo 68:8.) El Eterno tuvo una intervención directa en aquella demostración de poder, pues habló desde la montaña por medio de un ángel (Éxodo 19:19; Gál. 3:19; Heb. 12:18-21).
La aterradora potencia destructiva de los terremotos en ocasiones ha sido prueba del juicio de Yahvéh contra los que quebrantan su Torah (Nahum 1:3-6.)
Esta semana hemos visto como YHVH se sirvió de un terremoto para ejecutar a los rebeldes Datán y Abiram, así como a la casa de Koraj. El registro dice que la tierra abrió su boca y los tragó, haciéndolos descender vivos al Sheol. (Números 16:27, 32, 33.)
También ocurrió un temblor de tierra antes de que Yahvéh corrigiese a Elías y volviera a encomendarle nuevas asignaciones de servicio (1Reyes 19:11-18).
Otros terremotos han ocurrido milagrosamente para ayudar al pueblo de Israel, como cuando Jonatán y su escudero atacaron con audacia una avanzadilla filistea. En respuesta a su fe, YHVH originó un terremoto que puso en confusión a todo el campamento filisteo, de modo que se mataron entre ellos y los sobrevivientes se dieron a la fuga. (1Sam. 14:6, 10, 12, 15, 16, 20, 23).
Al leer los Evangelios encontramos que hacia las tres de la tarde del día en que murió Yeshúa, un terremoto hendió las masas rocosas, con lo que las tumbas conmemorativas se abrieron y arrojaron los cadáveres que había en ellas. Además, la cortina del santuario del Templo de Jerusalén se rasgó de arriba abajo (Mt. 27:45, 51-54; Luc. 23:44, 45).
Otro terremoto ocurrió el día de la resurrección de Yeshúa, cuando un ángel descendió del cielo e hizo rodar la piedra que impedía la entrada a la tumba. (Mt. 28:1, 2).
El apóstol Pablo y su compañero Silas recibieron respuesta a sus oraciones y canciones de alabanza cuando un gran terremoto abrió las puertas de la prisión y soltó las cadenas de los prisioneros. Este incidente llevó a la conversión del carcelero y su casa (Hch. 16:25-34).
Yeshúa mismo predijo que los terremotos en gran cantidad y magnitud serían una de las características de la señal de su presencia. (Mt. 24:3, 7, 8; Luc. 21:11).
El Terremoto como Producto Final del Trato a mi Prójimo.
Resulta ser que en el hebreo, la palabra Ra’ash [רעש] con tres letras: resh, ayin, shin, se traduce como temblor, sismo o terremoto, y proviene de la raíz de tanto de mal [רע] (Ra’a) así también como de [רע] (Re’a) que se traduce como prójimo.
En el lado “malo” del término, podemos ver que (Ra’a) tiene una letra Shin [ש] ‘añadida’. Si ponemos atención en la forma de esa letra, notaremos que es como los shináim (dientes), es decir, que está relacionada con la Lashón Hará (traducida como «Lengua Mala» o «Mal Hablar«). Es decir que en la cosmovisión celestial el lashón hará se encuentra implícito en el concepto del temblor y/o terremoto.
Ahora bien, entendemos y aceptamos que de quien se suele hablar mayormente mal es del Re’a, es decir, del prójimo.
Es interesante también saber que hoy día, en el hebreo moderno , a los temblores se les dice también רעידת אדמה (Reídat Adamá) o רעש אדמה (Rash Adamá) podemos ver que es la misma raíz.
En verdad, no cuento con toda la capacidad para responder la pregunta de mis lectores mexicanos con certeza de qué fue lo que originó el terremoto del martes, pero sí puedo aportar lo que en el Talmud Yerushalmi se explica acerca del tema de los sismos. En la sección Berajot (9: 2), los sabios afirman que los terremotos son causados por varias formas de conducta negativa que enojan al Ribono Shel Olam (Soberano Oculto del Mundo).
Entre esas varias razones para el inicio de un terremoto, el Talmud Yerushalmi, a través de Eliyahu Hanabí, dice:
«Se le preguntó a Rav Nehorai:
«¿Por qué ocurren los terremotos?»
Rav Nehorai dijo: «Debido a los pecados de aquellos que no separan Ma’aser (diezmo) de sus productos«.
Allí continúa dándose la explicación de como el Ma’aser está asociado a liberarse del egoísmo, desde donde la tierra es elevada a la armonía celestial.
Después de un análisis de por qué no tomar ma’aser conlleva tanta severidad, el Talmud Yerushalmi declara otra razón para que se produzcan sismos:
«Dijo Rav Ajá:
La tierra tiembla debido al pecado de toevah (homosexulidad). El Eterno dijo: ‘Usted participó en un acto antinatural. Por tu vida, sacudiré la tierra a causa del acto de esta persona.»
El Talmud Yerushalmi luego relata que los Jajamim también dijeron que «la tierra tiembla a causa de disputas«, y Rav Shmuel dijo: «Un terremoto es una señal del cese o fin del reinado de una era«.
La declaración de Rav Ajá que correlaciona el comportamiento desviado con los terremotos es la que la gente meditará. Que nos merezcamos ver la gueuláh (redención) pronto, con el reinado del Ribonó Shel Olam y la verdad eterna de su Torah reconocida en todo su mundo.
¡La Era de la Estructura Babilónica está llegando a su Fin!
Una cosa queda por decir al finalizar esta bitácora, y es que el Eterno puede usar los terremotos en juicio simplemente porque Él es soberano y anhela que todos los hombres procedan a teshuváh (arrepentimiento – 2 Pedro 3:9). Todos los fenómenos naturales —terremotos, vientos, tormentas, lluvias, granizos y demás— están bajo el control divino soberano y son parte de su arsenal para gobernar al mundo con justicia.
Todos debemos entender y aceptar que los caminos de YHVH son mucho más altos que los nuestros (Isaías 55:9). Debemos creer que lo que Él creó es “bueno” (Génesis 1:31), y por lo tanto, Él lo usa para comunicarse con la humanidad. El temblor de la tierra recuerda al ser humano que aunque puede tener dominio sobre la Tierra, es mortal (“como hierba son sus días” – Salmo 103:15).
Cualquiera sean los logros de la humanidad, el Nombre del Eterno debe ser reverenciado y honrado. Sin embargo, la hostilidad de la humanidad siempre ha sido construir cada vez mejor, pero sin Dios y Su Instrucción. Así, lo que Dios puede destruir, el hombre, en su rebeldía, se esforzará por reparar. Aún más, la humanidad se comprometerá en desafiar, superar y construir mejor y más alto. Ese es el espíritu rebelde del hombre que se encuentra revelado en la Torah, desde que Nimrod creara el sistema babilónico, lo que hoy conocemos como Nuevo Orden Mundial.
“[…] Efraín y los habitantes de Samaria, dicen con orgullo y arrogancia de corazón, los ladrillos han caído, pero reconstruiremos con piedra vestida; las higueras han sido taladas, pero las reemplazaremos con cedros”
(Isaías 9:9-10).
Los seres humanos se unen para desafiar los juicios divinos. No sólo eso, ellos dicen que reconstruirán “mejor”. El espíritu de Edom (Roma) puede decir: «Aunque hemos sido aplastados, reconstruiremos las ruinas”. Pero esto es lo que dice YHVH de los ejércitos: “Pueden edificar, pero destruiré. Ellos serán llamados la Tierra Malvada, un pueblo siempre bajo la ira de YHVH ’”(Malaquías 1:4).
El Eterno, por supuesto, puede demoler todos los logros y las estructuras de la humanidad… incluyendo los de esta edad postmoderna.