Secretos de la Biblia

¡Del Salario a la Sobre-Abundancia! (¿Cómo Desarrollar Consciencia de Terumáh)

Por P.A. David Nesher

Di a los hijos de Israel que separen para Mí una ofrenda; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, tomaréis mi ofrenda.


(Shemot/Éxodo 25:2) 

Al leer el comienzo de la parashá (porción) Terumáh, notamos que la misma trata, en la lectura llana (nivel Peshat) de las donaciones que el Eterno le está pidiendo al pueblo de Israel, para construir el tabernáculo y el Arca de la Alianza (Aarón) que más tarde albergaría a las tablas de las Atzeret HaDivrot (10 enunciados). Aquí se describen todo los detalles, bien precisos, para estas construcciones. Ahora bien, cuando nosotros leemos sobre esto (que parece sin ninguna praxis para nuestra vida cotidiana), nos surge la pregunta: ¿Acaso Dios necesita donaciones? Sinceramente, ¿quién puede creer eso?

Entonces discernimos lo que los sabios exégetas de la Torah explican, y es que esta parashá no trata simplemente de donaciones. En ella, se esconde un mensaje divino atemporal, en el que se revela un medio cósmico para facilitarnos la elevación de las chispas de Luz que se esconden en nuestro espíritu. De hecho, la palabra Terumáh (traducida como “dádiva”, “presente”, “regalo”, “contribución”, “aporte”, “tributo”, “ofrenda”) proviene de la expresión Tarom He (o también “Taromhei”) que significa «Elevación hasta la Hei» (señalando a la primera letra Hei del Nombre divino YHVH). Considerado así, les diré que la segunda Hei es el aspecto de Malkut (Reino) del nombre de Dios Yud Hei Vav Hei; y es el único lugar en donde las chispas de Luz se elevan. Por eso, el Eterno sólo quiere aquellas chispas que sean dadas de corazón. Ya sabemos que el corazón se refiere a Zeir Anpin, que es en donde está nuestro trabajo espiritual (hebreo: avodáh), y que es el nivel del Ruaj (Espíritu) trabajando energéticamente sobre el espíritu por medio de su fuerza vital (neshamáh). Entonces, debemos aquí aceptar que la expresión «Tarom He» significa «tomar la Luz» escondida en Malkut, el Mundo de Abajo, y conectarla con Binah (representada por la primera letra Hei), a través del proceso de Zeir Anpin (las emociones controladas por el Espíritu). En este caso, alude a la elevación espiritual de los materiales que se donan para la construcción del Santuario: esto no es otra cosa que la «materia al servicio del espíritu» [Torat Emet].

El asunto es que, según lo hemos aprendido en Shovabbym (primeras seis parashot o porciones del libro de Éxodo), si para recibir la Luz de Binah (zona divina de leyes para proyectos creativos) tenemos que pasar por un proceso emocional (Zeir Anpin), también debería haber algo emocional que nos ayude, una herramienta que nos permita pasar por encima del proceso de Zeir Anpin e ir directamente a Binah, y así obtener sus beneficios de Inteligencia Emocional . ¿Cómo lo sé? Porque…: «de la misma manera que si existe una enfermedad, antes existe la planta que la cura…» (dice el Ari), «así mismo, sé que este sistema es misericordioso, y nos da miles de soluciones para que nos reconectemos con él«. En otras palabras, debemos creer y confiar que para todo problema, hay una solución; para toda enfermedad, hay una cura. Pues bien, esta herramienta cósmica se llama fe, pero no en el sentido dogmático de piedad, sino en la mentalidad hebrea de emunáh.

Los códigos secretos de la Sabiduría (Jojmáh) de la Torah divina explican que la fe (emunáh) es el atributo que permite al creyente conectar a Malkut (su nobleza psico-física) con Binah (su entendimiento). De este modo, cuando Binah y Malkut se unifican, la fe hace al alma redimida co-conductor de las leyes que gobiernan el mundo espiritual. A esta altura, necesito enfatizar que la fe de la que hablamos, no es la fe ciega de los devotos religiosos. Enfatizaré una vez más que en hebreo, fe es emunáh, un estado espiritual de absoluta convicción y certeza en aquello que los sentidos no pueden captar, y la razón explicar. La emunáh no se adquiere porque otro nos dice cómo son las cosas. La emunáh se consigue cuando la experimentamos al sujetarnos voluntariamente al señorío del Mesías.

De este modo, cuando adquirimos la emunáh, nos metemos bajo el manto de Binah: sin cuestionar si es verdad o no, lo sabemos más allá de lo que los otros puedan pensar y decir, y nada es más importante que sostener esta conexión. Es como si fuiste un bebé abandonado y, un día, encontraste a tu madre. Lógicamente, por nada del mundo, quieres volver a separarte de ella. Esto es estar bajo la guía del Espíritu de la profecía que es testimonio de Yeshúa (Revelación/Apoc. 19:10).

La emunáh, una vez en nuestro espíritu, desarrolla todos los mecanismos de percepción necesarios para la generación de milagros, ampliando nuestra vasija, pues es la persistencia en el deseo de dar, de elevarnos. La emunáh es un regalo divino que Binah nos dio para que, a través de ella, tuviéramos de qué agarrarnos para vencer todas las dificultades que pueden presentársenos. ¿Cómo se adquiere la emunáh? A través de la disciplina en el trabajo espiritual. Para comprender mejor, necesito que se fijen en esto: cuando uno quiere cambiar su vida, que despierta en lo espiritual, empieza a buscar su vía de evolución. Comienza a crear movimiento porque, instintivamente, se siente vacío, así que sale a buscar con hambre la Luz de la Palabra divina, pues llega un momento en que se da cuenta que ella no llega gratuitamente.

Este camino espiritual que tomamos como vía de ascensión, requiere una disciplina, porque la Luz tenemos que adquirirla, aprendiendo los cómo para hacerlo. Así, las experiencias que tenemos en nuestras conexiones y, sobre todo, los resultados de ese trabajo en nuestra vida cotidiana, van construyendo la emunáh. Hasta que llega el momento en que esa conexión se hace tan fuerte que, te digan lo que te digan, tú vas a hacer todo por buscar esa Luz escondida en tu interior. Sabes, a ciencia cierta, que la Luz te está esperando cada día y cada vez que haces esa conexión. No creas que ese momento de conexión sólo eres tú quien lo espera. De la misma manera como tú deseas recibirla, ella desea darte. Así, la Luz de la creación te espera todos los días. Por eso, Yeshúa enseñó que lo ideal es usar el mismo sitio para meditar y la misma hora (Mateo 6:6). Allí se va creando un puente que se abre todos los días. Es como si todos los días fueras a una cita amorosa (esto no es metafórico, sino literal). Ahora, les solicito que para captar mejor esto se sumerjan conmigo en la explicación que les compartiré a continuación.

De esto  se trata de vivir la vida cotidiana como el Mesías. Es vivir día a día, esta vida terrestre, conectado permanentemente con lo superior, y esto solo es posible a través de la conciencia en constante ascensión (aliyáh). La emunáh es un pilar sólido que se va construyendo cuando el pensamiento del Creador encaja con una emoción y la eleva por sobre toda circunstancia cósmica.

No obstante, que el título de esta porción se llama “Terumáh”, la Torah conduce a cada israelita a centrar sus ojos en el Mishkán (Tabernáculo) santo que, además de ser morada de la Conciencia Divina o Shekináh, será el centro espiritual donde los israelitas tendrán que presentar todos sus korbanot (sacrificios) que servirán para expiar sus transgresiones y manifestar su gratitud al Creador. Todos los tipos de korbanot quedarán englobados en el concepto de tzedakáh.

El diseño cósmico llamado Mishkán, proclamará la maravillosa Betzoráh (Buena Noticia) de que la Shekináh del Todopoderoso volvería a este mundo después de estar alejada; la Shekináh, es el reflejo de la Majestad Divina. En Bereshit Rabá leemos esta explicación:

«…La verdadera morada de la Shekináh estaba en este plano inferior de la Creación. Cuando Adam pecó, la Shekináh se fue, (ascendió) al primer firmamento; cuando Kaín pecó, ascendió al segundo firmamento; pero en contraposición a éstos surgieron siete tzadikim y ellos la trajeron de regreso haciéndola descender a la tierra. Moshé (el séptimo tzádik), la trajo hasta aquí mismo, al plano físico inferior…».

De acuerdo a esta porción llamada Terumáh, el Tabernáculo de YHVH sería construido para darle al pueblo de Israel una localización física donde pudieran conectar con el Creador. Pero profundizando en la codificación de toda esta sección bíblica, el Mishkán, no obstante, será solo un símbolo para el verdadero lugar de descanso de la Shekináh (la Divinidad), el corazón de todo hebreo redimido. ¿Cómo es posible hacer que el corazón de uno, sea un Mishkán para la Shekináh? Esto es, dedicando su corazón a la disciplina del estudio de la Torah y a la avodáh, servicio sacerdotal a YHVH, [Midrash].

Por eso, notamos que aquí hay dos preceptos en el arranque de esta sección:

  • (1) tomar una ofrenda y,
  • (2) construir el Tabernáculo con todos sus utensilios.

El Eterno ordena a Moshé designar recaudadores para recolectar la “terumáh” destinada a la construcción del Tabernáculo consagrado al Eterno. Toda la existencia es de YHVH, por lo que la expresión «Que tomen para Mí» parecería redundante. Más bien, el versículo viene a transmitir a los recaudadores y tesoreros a cargo de fondos comunitarios, que su trabajo debe ser para YHVH es decir, deben consagrarse a su tarea y hacerla en honor al Nombre del verdadero Dios; ellos se deben a Él, deben dejar de lado mezquinos intereses personales para aplicarse y ajustarse a la causa que tengan a su cargo.

A primera vista pareciera que la orden central es la de construir el Santuario (Mishkán), mientras que la donación es la cuestión relativamente secundaria. Sin embargo, leyendo con atención, notaremos que el orden de los versos nos muestra un cuadro diferente; primero viene el Precepto: «…Tomarás para Mí una contribución«, mientras que el orden para construir el Mishkán aparece después: «…Me harán un Santuario…”. Pues bien, en ese mismo orden estudiaremos este interesante capítulo.

El vocablo hebreo “terumáh” se menciona tres veces al comienzo de la sección homónima de la Torah:
1) “…Ellos tomarán para Mí una terumáh”;
2) “…De aquellos a quienes su corazón motive tomarán Mi terumá”; y
3) “…Y ésta es la terumá que tomarán de ellos: oro, plata y cobre…”.
Por este motivo, es que desde los días del nacimiento del pueblo de Israel, la noción de la idea de «Terumáh» formará parte de la vida cotidiana comunitaria judía.

La terminología hebrea que en este pasuk (versículo) se ha traducido “separen para Mí”, significa que esta ofrenda especial llamada terumáh debía ser consagrada a Su Nombre. En este sentido, «» se refiere a la letra “Yud” (י), primera del tetragrama YHVH. Ello significa que cuando alguien, con mentalidad hebrea, da tzedakáh (caridad o justicia social), debe tener sí o sí en mente el Nombre del Todopoderoso יהוה (YHVH), ya que el dinero que se dona representa la Yud (י). La mano con que se da, está en la primera Hei (ה), pues la mano tiene cinco dedos y esta letra es el equivalente al número cinco. El brazo extendido del donante está representado en la letra Vav (ו). Y finalmente la segunda Hei (ה), está simbolizada en la mano del pobre, o sea, aquel que recibe la tzedaká. Toda esta codificación nos enseña que el Eterno יהוה (YHVH), siempre estará del lado del necesitado, del débil y el pobre.

Los sabios de Israel nos enseñan que, el motivo por el cual el Eterno pidió de Am Israel su colaboración, no fue por necesidad, sino porque quería educar a los israelitas para que aprendieran los secretos de prosperidad material que se esconden en la actitud del dar, ya que por naturaleza a la persona le cuesta mucho trabajo tal ejercicio. Además, el rav Baal Haturim explica que el motivo por el cual antes de pedir la donación, el Eterno le mandó a Moshé: “Háblale a los hijos de Israel”, fue para que Moshé les hable de buena manera, sin ningún tipo de imperativo, para así despertar en ellos el deseo de donar. Esto era imperioso pues ésta era un mitzvá (mandamiento) difícil de cumplir ya que la persona tenía que entregar algo de valor alto de entre sus bienes para poder llevarla a cabo. Con ello, el Eterno Elokim los acostumbra a cumplir uno de los mitzvot más importantes de la Torah: la tzedakáh (caridad o justicia social).

Explican los sabios especialistas en codificación hebrea que cuando damos caridad o ayuda a algún necesitado, en realidad no estamos dando sino tomando, estamos recibiendo. Lo que el donante da al pobre es un bien limitado, temporal, que con el paso del tiempo desaparece. Sin embargo, la recompensa por haber sido piadosos es infinita e ilimitada; es un bien que perdura eternamente en el mundo venidero. Cuando damos caridad por amor al Cielo, estamos creando un espacio oportuno que activa a un malak (ángel) en su misión de abrir camino de prosperidad financiera.

Ahora bien, si todo esto ocurre con la donación hecha a un semejante mortal como nosotros, cuánto más sucederá si se dona para la construcción del Santuario de Dios. Luego entonces, cuando los israelitas presentan su “terumáh” para la construcción del Tabernáculo, en realidad no estaban dando sino…¡recibiendo!

Es preciso poner en relieve que tzedakáh, no solo es dar dinero, sino que más bien, es estar ahí acompañando empáticamente y siendo solidario con el prójimo en múltiples maneras. Sin duda alguna, la ofrenda más esencial, es la que citan los textos del Mishlé (Proverbios) 23:26, que es la de ofrecerle nuestros pensamientos y voluntad, leamos:

“…Tenah beni libejá li veeineijá derajai tirtzenah (…)

«Dame hijo Mío tu corazón, y tus ojos cuiden Mis caminos…”,

[Tanaj Katz].

De acuerdo con la opinión de varios sabios, no existe nada que glorifique tanto al Creador, y santifique Su Nombre, como traer almas en teshuváh convirtiéndolas a Su Camino de Luz. Esto es realmente transformar el mal en bien. Ellos aseguran que, según este versículo, a esto también se le llama “traer una ofrenda (terumáh) a Dios”.

En pocas palabras, el mandamiento de construir Mishkán (el Tabernáculo), significa desarrollar la capacidad de traer impíos a la actitud mental de teshuváh (arrepentimiento o regreso). El que trae en teshuváh a un impío y le hace tomar la decisión de alejarse del mal camino, consigue tres cosas:

  • Somete bajo sus pies al Sitra Hajara (traducido como «el Lado Oscuro«).
  • Contribuye a glorificar a HaKadosh Baruj Hu. («El Santo Bendito Sea«, forma de referirse al Nombre de YHVH)
  • Contribuye a llevar al mundo a la perfección hasta cumplir el Paradigma divino “Como es Arriba es Abajo”. Así cumplimos con lo que dice la plegaria del PadreNuestro: «HÁGASE TU VOLUNTAD, en la tierra como en el Cielo«.

Me identifiqué con este sentir de un estudioso de la sabiduría de la Torah:

«Este Justo verá a sus nietos, y será feliz en este Mundo y en el Mundo venidero; este Justo irá al Jardín del Edén sin encontrar obstáculos; su descendencia será poderosa, su posteridad estará compuesta de Justos, la gloria y la riqueza estarán en su casa, y la Justicia (la sabiduría de la Torah) perdurará en su familia

[“La Kabbalah de la vuelta al Edén”, Tomo 2].

Les aseguro que esta es la mentalidad correcta que se desarrolla cuando se comprende y acepta la propuesta mesiánica de amar la Torah de acuerdo.

Entonces, re-configurando nuestra visión de acuerdo a al Verdad: ¿Qué significado espiritual tiene el Mishkán y qué importancia tiene esta lectura en el tiempo presente? El Santo Bendito Sea, ama inmensamente al pueblo de Israel cuando estos cumplen Su Voluntad y se comportan de manera honorable. Esta relación de amor puede entenderse bajo la siguiente ilustración:

««…Había una vez un rey que tenía una hija. Mientras la hija aún era pequeña podía ir por donde quisiera, y cada vez que el rey la encontraba, le hablaba, incluso en público, en presencia de las demás personas. Pero cuando ella empezó a madurar y a desarrollarse, el rey le dijo:
“…Ahora debo proporcionarte una habitación especial. Ya no está a la altura de mi dignidad hablarte en público. Por eso debemos designar un lugar especial, de otro modo, cuando te hable, todos sabrán cuánta estima te tengo…

[Meam Lo’ez].

Esta era la realidad de la nación de Israel; hasta ese momento ellos no poseían sabiduría ni conocimientos. Se habían criado junto a los egipcios, fabricando ladrillos, es decir, dejándose esquematizar sus pensamientos por un sistema reptiliano. Pero cuando YHVH los redimió, luego de haber presenciado los grandes milagros del éxodo y de experimentar el fulgor de la Shehináh (Presencia Divina), el pueblo abrió los ojos reconociendo Su grandeza queriendo comulgar con su almas. Por eso, al erigir el Santuario (Mishkán) se generó una extraordinaria innovación en la manera de pensar de cada israelita, algo que no había antes; se construyó una “Casa Material” en este mundo, en la que mora y se enviste YHVH mismo, en Su Gloria y Esencia. La Esencia divina quería comenzar a morar y manifestarse desde las fibras más íntimas de cada corazón redimido de Israel.

Así pues, el Altísimo elige al pueblo de Israel de entre las naciones y hace de él un nuevo tipo de entidad dándole un elevado rango en comparación con el resto del mundo. YHVH tomó a seres humanos terrenales y los convirtió en un “reino de sacerdotes” y en una “nación santa” (Éxodo 19.6; cf. 1Pedro 2:9).

Mientras más meditemos en todo este maravilloso asunto, notaremos que el contribuir a una causa sagrada y justa, es por lo tanto, una manera de ascender, de escalar personalmente, porque uno transciende sus necesidades inmediatas y se enriquece espiritualmente al atender las solicitudes de otros. El poder de “dar” es muy superior al de “recibir”.

Pues bien, aquí está el secreto. El Gran Maestro dijo:

Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”
(Hechos 20:35)

Por eso, la persona más feliz no es la persona que recibe cosas, sino la que da cosas a otras personas. ¿Sabías tú eso?⁠ Explicaré esto. La cualidad primordial de YHVH es la de ser un dador ilimitado. Así pues, emular a Dios (por medio de dar a otros) es una de las expresiones espirituales más elevadas que existen. YHVH quería que todo Israel fuera parte del proceso realizando donaciones para ayudar a Su construcción. La ofrenda debía proceder de aquellas personas a quien voluntariamente mueva su corazón, sin compulsión ni coacción, así lo indica el pasuk:

“…Todo aquel que su corazón lo motive…”
(Éxodo 25:2)

El miedo a donar es en verdad ausencia de Fe verdadera (emunáh), porque el donar dinero cuando no te alcanza para pagar tus cuentas pareciera cosa de locos. Hacerlo requiere absoluta convicción de que estamos empleando una tecnología avanzada que trasciende la racionalidad humana. El asunto es que el resultado es inmediato, pero tenemos tanto miedo y estamos tan metidos en la carencia que nos negamos a nosotros mismos el derecho de experimentar.

Dice la Torah que YHVH eligió a Jacob como su propiedad, y por eso el libro El Zohar dice: “Cuán amados son los hijos de Israel por el Creador, quien los quiere, desea apegarse a ellos y conectarse con ellos y por eso considera a Israel  como su pueblo”.

Recordemos que fue Jacob quien descubrió la tecnología cósmica del diezmo, a través del sueño de la escalera, que prácticamente se ha convertido en una obligación. Sin embargo Terumáh no es obligación,  porque como bien dice la Torah, se trata de ofrendas dadas de corazón. Es decir,  se trata de usar una tecnología que tiene la capacidad de tomar el control de las emociones que contaminan la energía de nuestro sustento, que nos llega ya sea a través del salario o cualquier otro tipo de ingresos.

Es importante entender por qué donar, en esta sección, se traduce en elevación espiritual. El dinero es uno de nuestro mayores objeto de idolatría, es uno de los apegos más fuertes que tenemos a lo físico, porque podríamos decir que aparentemente, a nivel práctico, nuestra capacidad de hacer depende de cuánto dinero recibimos. Por tal razón se ha formado una egregora (“mente colectiva”) reptiliana alrededor del dinero que está cargada de muchos sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la avaricia, el egoísmo, la victimización, la creencia de injusticia y otras creencias colectivas. Sin embargo, aprendemos en la sabiduría de la Torah que tenemos que desligar la idea de que el sustento solo proviene del salario que recibimos (por ejemplo la creatividad) también nos da capacidad de hacer, así que también es considerado sustento y además el sistema utiliza muchos otros conductos para hacernos llegar lo que se nos ha otorgado en la Fiesta de Yom Teruah.

Pero bueno, la mayoría delos seres humanos aún no llegamos a ese nivel de conciencia y solo dependemos del salario. Entonces supongamos que es así, que el sustento se traduce solo en el dinero que recibimos cada mes de nuestro sueldo. Entonces la Torah nos enseña que todas estos sentimientos negativos que mencioné anteriormente están grabadas solo en el aspecto de Malkut del dinero que representa el 10% de lo que nos ingresa. En ese 10 % está pegado el HaSatán (Oponente) y por eso es de todo nuestro interés separarlo del resto. Sin embargo, no podemos dejarlo al azar, es nuestra obligación elevar el caos que está pegado en ese 10 % (maazer o «diezmo»). Así pues, debemos aceptar que cuando nuestra virtud Malkut (Nobleza) está desconectada de su lugar dentro del Árbol de la Vida (la imagen del Mesías), producto de estos sentimientos erróneos de los que hemos hablado, está desconectada de la vida, por lo tanto los aspectos de muerte ontológica la sobrepasan, e invaden nuestras áreas de vida (finanzas, familia, pareja, hijos, salud, profesión, etc.) procurando que caigamos en el caos.

En verdad estamos en este mundo para elevar todo el caos y sobre todo el que nos concierne personalmente, como el de nuestro árbol familiar, o este del dinero. El Mesías hoy nos está diciendo desde esta parashá (Terumáh) que la manera de elevar el caos de Malkut (nuestra nobleza) consiste en llevarlo hasta el nivel celestial de Binah, que traducido quiere decir entendimiento. Por eso es que al donar para la expansión de la sabiduría divina revelada en la Torah, logramos trepar por esferas superiores del árbol de la vida y pararnos frente a la Puerta que permite ingresar a todas las posibilidades (eso significa alcanzar la consciencia Binah), que dicho sea de paso se abre cada semana en Shabbat.

El Eterno reveló en esta porción a su Pueblo que hacer las cosas de corazón es la clave para ser exitoso en la vida. Cualquier acción que involucre el altruismo, el amor, el cuidado, la compasión y la sensibilidad, nos acerca a los mundos superiores, y ese es el secreto final de haber vivido con propósito. Cuando todo lo que hagamos posea una conciencia de Terumáh (amor perfecto en constante compartir) entonces habrá un flujo abundante entre los mundos superiores y los inferiores (Juan 7: 38). Esto es cuando conseguimos asimilar la frecuencia de Kedusháh (traducida como «Santidad«) en lo que hacemos: en el hogar que construimos, en nuestra familia, en nuestros negocios, etc. Cada quien decide cual es el espacio que va a santificar para que la divina Shekinah habite en él, y desde allí se manifieste arreglando el Planeta.

Nuestro Gran Maestro y Dueño Yeshúa sabe que si damos porque queremos hacerlo desde nuestro corazón, entonces seremos felices. Es por eso que nos dice: “Den a otros, y Dios les dará a ustedes” (⁠Lucas 6:38). Es decir, acostúmbrense a dar para que otras personas hagan teshuváh. Si hacemos eso, no nos sentiremos tristes por estar siempre esperando que otros hagan algo bueno por nosotros. Por el contrario, estaremos ocupados haciendo felices a los demás. ¡Y cuando hacemos eso, somos las más bienaventuradas de todas las personas!

Shalom!


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

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Las “ASERET HADIBROT” (DECÁLOGO/ DIEZ PALABRAS) y sus Secretos Develados.

Por P.A. David Nesher

«Elokim habló todas estas palabras, diciendo:


(Shemot/Éxodo 20:1).

Es muy importante para mí resaltar el hecho de que la Torah no emplea jamás el término “Mandamientos” para señalar a estas declaraciones divinas que Israel vio y recibió allí en el Monte Sinaí.

Siendo fiel a la verdad, debo decir (y remarcar) que la expresión “diez mandamientos” no aparece en las Sagradas Escrituras. Es más, siendo aún más sincero, debo decirte amado lector que los llamados «Diez Mandamientos» por la teología cristiana, en realidad contienen catorce mandamientos (mitzvot). Es justamente a causa de una incorrecta traducción de los eruditos cristianos que hemos heredado impropiamente esta incongruente expresión. Por ello, en este tiempo de transición, es nuestro deber desterrarla de nuestro lenguaje y especialmente de nuestra manera de pensar.

Si vamos al capítulo 34 del Rollo de Shemot (Éxodo), veremos que en el versículo 28 se encuentra la expresión “las Diez Palabras”, que en hebreo se dice: «Aseret Ha-Divrot«, en referencia a las declaraciones divinas que aparecen en Éxodo 20: 2-17. Esta misma expresión hebrea la volveremos a encontrar desde la pluma de Moshé (Moisés) en el quinto libro del Jumash o Pentateuco (cf. Deuteronomio 4:13 y 10:4) Así pues es evidente que es más exacto hablar de las “Diez Palabras” que los “diez mandamientos”. El nombre griego «Decálogo» significa igual: “Diez Palabras”, y por lo tanto puede también ser usado en nuestro léxico como una forma correcta de señalar a este maravilloso pasaje de las Sagradas Escrituras.

Profundizando más en esta expresión, les comentaré que en hebreo, el término Divrot es traducido como «locuciones«, «enunciados«, «menciones«, «frases«, «palabras«, (Nota: el singular de divrot se dice: diveráh, diver y vienen de davar palabra activa y creadora-) Así pues, los mal llamados «Diez Mandamientos» pueden ser llamados «Los Diez Enunciados», «Los Diez Dichos», «Las Diez Palabras», pero jamas «Diez Mandamientos».

Para que ustedes puedan comprender mejor todo esto, diré que un mandamiento supone la existencia de hombres a los cuales es dirigido y que están listos a reconocerlo como tal; por eso, un mandamiento que ninguna persona respete o que todo el mundo viole, cesa de ser un mandamiento. Puede entonces ser relegado al estante de las viejas reliquias. No es así con las Leyes Divinas. El Eterno las designa bajo el nombre de “Palabras” o “Sentencias” «Dichos«. De ese modo, el que éstas sean escuchadas o no no las afecta en su trascendencia. Las Palabras permanecen siendo tal como han sido pronunciadas. Permanecen siendo las Palabras de Dios, que son la expresión de la Única y Absoluta Verdad, inalterable por siempre. Y aún en el caso de que el pueblo de Israel, todo entero, dé la espalda al Creador y a Su Ley, las Palabras del Decálogo permanecerán hasta la Eternidad, sin verse afectadas en nada por esta falta. Ellas son pre-existenciales a todo lo creado, por lo tanto, ellas vibrarán en potestad más allá de la creación misma.

Por las razones hasta aquí explicadas, nos damos cuenta que las «Aseret Ha-Divrot« (Decálogo) no tienen en sí mismas el carácter de “deber hacer”, sino que más bien son indicaciones para el Camino de justicia que permite la capacitación de tzadikim (“justos”) que se convertirán en un reinado de sacerdotes para Yahvéh. Visto así, debemos aceptar que las “Diez Palabras” determinan el lugar del hombre en el mundo, como vasija que contiene a la Luz Infinita y creadora. Las «Aseret Ha-Divrot« expresan lo que el hombre es y como llega a su meta. El Eterno mismo las ha escrito con su propio dedo sobre las Tablas de Piedra (Éxodo 31:18). Sólo Él, desde Su mundo, puede indicar cuál es la estructura del hombre. Sus normas provienen de otro mundo, porque si fueran sólo de este mundo no serían válidas más allá de la muerte. Con esto, entendemos por qué estas Diez Palabras son la única porción de la Torah escrita por el Eterno mismo, y que justamente este hecho marcará la importancia que YHVH le da a estos enunciados. (Éxodo 31:18)

El Decálogo es en realidad la Carta Magna o Constitución de la naciente nación de Israel. En ella están representados todos los demás mandatos o instrucciones que Abba nuestro dio a nuestros ancestros (y nosotros) para que vivir como hijos suyos, y protegerse de toda adversidad que impone el sistema reptiliano desde las leyes de Causa y Efecto.

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy YHVH Adonay”.
(Levítico 18:5.)

Así pues, sabiendo ya que en las Escrituras el número diez representa la totalidad, estas diez palabras representan toda la Torah en su máxima expresión esencial.

La Torah misma nos revela que estas diez palabras estaban escritas en dos tablas de piedra. Hemos visto que “piedra”, en hebreo, se dice “EBeN”; que contiene, eternamente, lo inmodificable. Todo aquello que tiene que ver con el hombre, contiene la forma de lo incambiable. Aquello que hace del hombre un ser divino frente al Eterno y frente al mundo, está determinado por Dios en su forma inmodificable.

La tradición histórica enseña que en la primera tabla había cinco palabras y en la segunda había cinco. Las cinco primeras tienen que ver con la relación entre el hombre y el Eterno y las cinco últimas tienen que ver con la relación entre el hombre y su prójimo. En las cinco primeras palabras aparece el nombre YHVH ocho veces, pero en las últimas cinco palabras no aparece. Las diez van desde lo más importante hasta lo menos importante. La primera es la más importante pero la última es la más difícil porque es más fácil controlar las acciones que los pensamientos.

Dos” Tablas se entregan; a pesar de que forman una Unidad, son “Dos” como la Letra Alef, dividida y unificada; el “cinco” superior se refleja armónicamente en el “cinco” inferior.

La tradición de los sabios también comenta que las letras estaban grabadas atravesando diagonalmente las Dos Tablas, sin manifestarse del lado opuesto como escritura “en espejo”. Así el Eterno revelaba a Israel el gran secreto del propósito eterno: aquello que tiene que mostrarse en el mundo como bilateral, es unilateral en su esencia. Los Dos lados mostraban una Unidad incomprensible para nosotros.

Entonces, ¿cuál es el sentido de estas “Diez Palabras”, de estos “Dos 5”?

Ellas muestran al hombre en su esencia misma. No son leyes morales, ni higiénicas, ni mucho menos sociales. Éstas son sólo sus imágenes. Cuando la Sexta Palabra dice: “No debes matar”, ella significa literalmente “no debes matar a otro ser humano”; pero el principio en sí es “no deber matarabarca la vida humana en la totalidad de sus expresiones, en todos los niveles. Por ejemplo no se debe avergonzar al prójimo en público. Retar a “alguien” en presencia de terceros cae bajo el principio de “derramar sangre”. Ello puede, por lo tanto, suceder en distintos niveles.

Otro maravilloso mensaje encriptado aquí surge del hecho que la Sexta Palabra se encuentra en la segunda Tabla exactamente frente a la Primera Palabra de la Primera Tabla, es decir, aquella Tabla en la cual el Eterno estableció en cinco Palabras lo que ÉL ES. Entonces el mensaje es que cada uno de los hijos del Altísimo tiene que relacionarse con el hombre, imagen de Dios en la tierra, de la misma manera que con Dios mismo .

Entonces, con esta explicación en nuestra mente, logramos captar porque en las primeras comunidades mesiánica se insistía en lo siguiente:

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?»
(1Juan 4:20).

Así pues, queda bien claro en la mente hebrea que el ser humano no es sólo una tuerca en la gran sociedad, dentro del gran aparato reptiliano que la domina; así cada israelita lo fue en Egipto (mundo de la forma), donde se lo trató sólo estadísticamente. Donde fue un “número más en la ficha” que archivaba el Faraón y toda la élite que con él manipulaba con maldad a la masa del Imperio.

La Primera Palabra expresa que Dios llevó al pueblo fuera de Egipto. Y justamente allí se encuentra la síntesis del sentido de la Redención: toda la Creación descansa en el hecho de regresar del exilio de Egipto, símbolo del mundo de la dualidad. El concepto “dualidad” abarca la creación, creación de la dualidad. La vuelta del camino 1 -2 al camino 2 -1. Es el milagro expresado en el Éxodo de Egipto. Esta “vuelta” sólo puede venir de YHVH, de la fuerza del “Uno”, de Elohim en su origen, de Yahvéh manifestándose en el mundo, como el Único y Verdadero Elokim. El hombre, como imagen de Yahvéh lleva dentro de sí el deseo (suspiro/anajáh) por esta vuelta. El ser humano tiene en su interior el hambre de Dios, y su anhelo de regresar a Él como fuente. El hombre quiere hacer teshuváh (regreso). Por eso, la busca en todos los terrenos, tiene la necesidad de llevar la creación de vuelta a su descanso.

Las Tablas entonces obligan a ejercer la correcta cosmovisión mesiánica. Cada hombre tiene que ser visto entonces como una imagen-espejo, como una imagen de Dios. Respecto de “humillar a un ser humano o matar en él esta conciencia”, la Torah manifiesta que tal situación es como si toda la creación fuese aniquilada.

Interesante resulta considerar que las Diez Palabras de la creación (cap. 1 de Génesis) comienzan con el “Dos”, es decir con la letra “Bet” de la Palabra BereshitEn el comienzo«); mientras que las “Diez Palabras” («Aseret Ha-Divrot«) , sin embargo, comienzan con el “Uno”, es decir con la letra Alef de la voz “Anojí” (Yo”), del versículo:

Yo Soy YHVH Tú Dios
(Éxodo 20.2).

Precisamente “Anojí” se escribe como (1-50-20-10 = 81), porque aquí termina el mundo de la “dualidad”. Dios mismo ha terminado en este octavo ciclo la liberación de las 26 generaciones de la dualidad. Esta revelación comienza con el “Uno” (el Aleph), tal como la Creación había comenzado con el “Dos” (la Bet).

En este momento, el largo camino a través de los cuatro “ele toldot” (traducidas como “estas son las generaciones”), es decir el Camino de Salvación recorrido por la Luz en las cuatro historias generacionales de la humanidad, ha encontrado su fin, llegó a Su tiempo de Propósito (ET). La humanidad toda ya está libre de las fuerzas del desarrollo, del veneno de “la mordedura de la serpiente”.

El desarrollo dinámico y aplicación vital de estos Diez Enunciados están descritos de forma pragmática en los 613 mitzvot (mandamientos), que tratan con detalle todos los aspectos de la vida, de la nación, y el culto de Israel. Ellos (los mitzvot) completan el significado, y otorgan el método exacto par la aplicación del Decálogo.

Por ello, existen distintos tipos de mitzvot. Unos son para los pensamiento, como por ejemplo creer en que nuestro Abba Yahvéh es Único. Están también los mitzvot de la lengua, que son muy importantes, como la mentira, el chisme y el falso testimonio. Así mismo, nos encontramos con los mitzvot de acción o ejecución, como honrar a los padres o dar tzedakah. Existen los mitzvot de retracción (o de abstenerse), como las leyes dietéticas (kashrut) y el evitar el adulterio. Y por supuestos están los mitzvot de culto al Creador que son los más importantes de todos, pues están llenos de códigos lumínicos que revelan como dominar y sobreponerse a toda asignación astrológica del sistema reptiliano que alimenta al gran dragón escarlata.

Pero esencialmente todos los mandamientos están basados en el amor perfecto de nuestro Abba, según lo define La Escritura misma:

«Solamente de tus padres se agradó YHVH, y los amó, y de entre todos los pueblos escogió a su descendencia después de ellos, es decir, a ustedes, como hoy pueden verlo
(Deuteronomio 10:15).

Entonces, a esta altura de nuestra investigación, comprendemos y aceptamos que estas Diez Palabras contienen una “alternativa” para este mundo. El hombre está frente a una dualidad. Él puede preferir el camino de las imágenes, seguir el desarrollo, o elegir otro camino, el camino de vuelta de la dualidad a la unidad. El prime camino es el de la muerte ontológica, es decir, el optar por pervertirse egoicamente en sus pensamientos para terminar corrompiendo el mundo. El segundo camino es el de la Vida, o sea, la opción por aceptar el trabajo del refinamiento de conciencia para alcanzar la potestad de reparara y transformar el mundo.

Justamente este principio de la “alternativa ontológica” de la vida se expresa por el número de vocablos de estas “Diez Palabras”: 172. Este número es el valor total de la voz EQeV, (70 + 100 + 2 = 172), que significa “Si”, condicional que encontramos a lo largo de todo el Pentateuco o Jumash.

El hombre está libre, está en el límite, tiene la posibilidad de elegir. Todo está dado por el Eterno; sólo la “actitud” del hombre frente a Él está abierta para que en su retorno se deje guiar por amor, confianza y bondad, sin expectativas de premios y sin tasar mecánicamente sus obras.

El hombre puede lograr la Unidad en esta vida “Si” vive según la estructura divina; pero también puede no querer seguir este camino. Puede permanecer en la corriente del desarrollo material continuo, pero entonces no encontrará la unificación en esta vida, sino sólo después del largo camino lleno de angustias, de muerte, después del camino “inestable y fugitivo” de Caín.

Amado lector, ¡tú debes elegir! … Yo sólo espero que lo hagas correctamente.

Shalom!

Un Viento Soplado por Dios

Por P.A. David Nesher

Vayet Moshe et-yado al- hayam vayolej Adonay et-hayam beruaj kadim azah kol-halaylah vayasem et-hayam lejaravah vayibak’u hamayim. Vayavo’u veney-Yisra’el betoj hayam bayabashah vehamayim lahem jomah miyeminam umismolam.

«Moshé extendió su mano sobre el mar y Hashem hizo soplar el fuerte viento, [el viento] del Este, durante toda aquella noche, transformando el mar en tierra seca. Y las aguas se partieron. Los israelitas cruzaron por el lecho del mar, en seco. El agua estaba a los costados, en estado sólido, como sendos muros, a derecha y a izquierda.«

Shemot/Éxodo 14: 21-22)

Los egipcios cruzarían las aguas confiándose que este fuerte viento era un fenómeno de la naturaleza y no un poder supremo. Pensar de ese modo sería su trágico fin. ¿Quién da el primer paso para cruzar antes de ser divididas las aguas? Leamos el siguiente dato:

«…Parados en la orilla, las tribus pensaban quienes entrarían primero al mar. Benyamin avanzó primero (…) Pero fue Najshón Ben Aminadav quien saltó al agua. Al verlo, todo Yehudá siguió sus pasos. Luego ingresaron todas las tribus (…) Las tribus fueron ampliamente recompensadas, en premio a la santificación del Nombre de Dios al entrar al mar en primer término. La tribu de Benyamin fue digna de que la Presencia divina reposara en su porción del territorio (…) A excepción de Benyamin, todos los hijos de Yaakov nacieron mientras él seguía llamándose Yaakov. Recién después que regresó a Kenaan se le cambió el nombre y se lo llamó Israel (Gen 32:29, 35:10). Inmediatamente después nació Benyamin (…) El Templo Sagrado se encontraba, una mitad en la porción de Benyamin y la otra mitad en la porción de Yehudá, pero el Santo de Santos (Kodesh Hakedoshim), se encontraba solamente en la porción de Benyamin. En alusión a esto, está escrito: “Allí Benyamin, el más joven, los gobierna (Sal. 68:28)…»

[Meam Loez, pág 170-171].

En mérito a su acto de fe, Yahvéh recompensa a la tribu de Yehudá otorgándole el derecho a la realeza de toda la nación de Israel. Una vez partido el mar, cuentan así los midrashim:

«…La plaga de la obscuridad había durado seis días, el Eterno reservó el día siete de aquella plaga para emplearlo este día, previo al cruce del mar (…) Los egipcios intentaban lanzar sus flechas pero la nube de Elokim era el escudo protector de los hebreos. La nube gloriosa se interpuso entre los egipcios y los hebreos (…) Mientras los egipcios maldecían y lanzaban sus flechas bajo la obscuridad, los hijos de Israel comían, caminaban rumbo al mar y alababan a Elokim gozosos…».

Beshalaj: El Juego de la Restricción.

Por P.A. David Nesher

La expresión hebrea Beshalaj significa “Cuando envió”.

De forma diferente a la mayoría de los Shabat del año, el de esta semana lleva un nombre especial, se le conoce como “Shabat Shiráh”, que significa “el Shabat de la Canción”, porque en la Torah leemos la canción Shirát HayamCanción del Mar«) que cuenta historia de la liberación definitiva de los hijos de Israel. Muchas congregaciones destacan este Shabat al crear servicios llenos de música extraordinaria para celebrar a Moshé (Moisés) y Miryam (María), que guían a los israelitas a través del Mar de Cañas (Mar Rojo) y fuera de Mtizrayim (Egipto).

En el relato de esta sección semanal encontraremos la asombrosa apertura del Mar Rojo. También aquí aparecen revelados los 72 nombres de Dios que son la vedette de la porción. Así mismo, en esta sección aparecerá el Maná, que se describe como el pan caído del cielo, y que determinará esta disciplina de estudiar la Torah por porciones (parashot) y ascensiones (aliyot).De igual modo, veremos aparecer el omer por primera vez, que era una medida de peso como decir kilo. Aparece el episodio del agua amarga que se convierte en agua dulce; y por último la guerra de Amalek, el enemigo perpetuo del pueblo de Israel.

De esta manera, hemos llegado a la más extraordinaria parasháh de la Torah, porque cuando leemos el episodio de la apertura del Mar Rojo percibimos que se concluye con la salida o éxodo de Egipto.

Entonces, la primera pregunta que tenemos que hacernos es, ¿porque la salida de Egipto esta divida en 3 parashot (porciones)?.

La Torah quiere enseñarnos que cada cambio es un proceso, y que dentro de él hay etapas que transitar. Por lo tanto cuando un cambio se ha producido en nuestras vidas es porque hace ya un momento que venimos transitando etapas emocionales e intelectuales para que este cambio opere en nuestras vidas.

«Beshalaj» es una porción que contiene relatos prodigiosos y grandes fenómenos sobrenaturales en donde lamentablemente existe un patrón recurrente; después de cada milagro, los israelitas olvidaban que habían sido salvados y comenzaban a quejarse, a temer lo que proseguía y a querer regresar al cautiverio.

Siete días después de la salida de Egipto los hijos de Israel llegaron Yam Suf (Mar de los Juncos). Allí el relato nos dice que los israelitas en lugar de estar contentos, ellos estaban realmente asustados.

¿Cómo es posible que, al poco tiempo de su salida hacia la libertad, el pueblo quisiera continuar en el maltrato y la explotación? Esto es bastante incomprensible.

Tenemos que saber que este es un paradigma que continúa repitiendose hasta hoy; la esclavitud existe y se expresa de muchas maneras.

Después de generaciones de ser esclavos en Egipto, no tenían memoria ni sentido de libertad. Ignoraban en qué consistía esta preciosísimo bien de la dignidad humana. Así mismo sucede con nosotros cada vez que encontramos una oportunidad de hacer algo nuevo en nuestra vida. Aun cuando sufrimos en la situación en la que estamos, algo interno nos hace amar el dolor de esa zona de confort. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, será el refrán que resonará en nuestra boca para llamarnos a la «cautela» que impide todo cambio.

Sucede que para cambiar tenemos que estar dispuestos a salir de nuestro supuesto lugar seguro. Nos gusta nuestra vieja realidad, incluso si esta nos hace infeliz, y siempre encontramos excusas para preferirla en lugar de intentar una nueva aventura. Miramos hacia la libertad, pero al mismo tiempo le tememos, por lo que nos encontramos paralizados, tal y como se describe en esta historia.

Luego pues, independientemente de lo que hagamos, si nuestras acciones están basadas en la servidumbre de una idea, de una persona, de un objeto o situación, significa que seguimos “esclavizados en Mitzrayim (Egipto)”. Es necesario recordar que Mitzrayim (Egipto) es en realidad un código lumínico que nos ayuda a identificar nuestro ego (todo aquello que nos impide crear un puente entre nosotros y la luz del Creador). Salir de ese estado de esclavitud (o “salir de Egipto»), requiere entender y recordar que cada reto, situación incómoda y dolorosa, proviene de lo Alto.

El capítulo describe la milagrosa apertura del “Mar de Suf”. Ahora bien, contrario a las descripciones convencionales de este evento, debemos saber y aceptar que no fue el Eterno quien abrió el Mar. Fueron Moisés y los Israelitas quienes llevaron a cabo este acto y al hacerlo superaron a la naturaleza. Esta fue la primera vez que se le dio a la humanidad las herramientas para generar un milagro. Aquí aprendemos a apreciar a Moshé por haber empleado una tecnología celestial conocida en el libro del Zohar como los 72 Nombres de Dios.

Así pues, el “mar que se abre”, es también una metáfora del poder para “abrir el cielo” y derramar milagros, esto es, bajar el “poder divino» a la Tierra a fin de que esta se transforme y sea promocionada a las alturas lumínicas de las esferas divinas. Mediante esta lectura nos conectamos con la realidad potencial de la mente sobre la materia; que es la conciencia en control de lo físico.

Ahora, en la era del Mesías, nosotros como asamblea de hijos primogénitos, nos encontramos muy cerca de eliminar el caos de nuestro universo produciendo pruebas del poder de la emunáh o verdadera fe. Estamos listos para recrear milagros que son igual de grandiosos que la apertura del Mar Rojo. Sin embargo, tal como lo revela esta historia, todavía depende de nosotros eliminar el caos de nuestra vida personal. El verdadero problema es nuestra naturaleza como seres humanos, y su tendencia a lo malo (yetzer hará) lo cual ha sido algo que hasta el momento no hemos sido capaces de cambiar.

Estas herramientas divinas (los 72 Nombres de Dios) son solo efectivas para aquellos de nosotros que siendo proactivos seguimos el camino de la fuerza creadora de Yahvéh. Pero nunca podremos lograr un estado proactivo de conciencia si no ejercitamos la restricción con cada paso del camino.

Muchos de nosotros, enfocados en nuestras debilidades, sucumbimos al juego de HaSatán (el Oponente), tan claramente demostrado en esta historia.

Vivimos en el juego del Oponente, convirtiéndonos en los detectives del después, si tan solo no hubiera hecho esto u aquello todo estaría perfecto. Siempre somos brillantes después de que las cosas sucedieron, esto es HaSatán. Una vez que caemos en esto, el Oponente nos proveerá todo el material que necesitamos para continuar con nuestro caos. El validara todo para nosotros sin importar que tan estúpido sea, pues HaSatán nos dirá cuan brillantes somos. Nos dice como a ese ultimo desastroso error solo le falto una «cosita» de nada que si hubiéramos hecho no habría resultado en error.

La historia de Beshalaj relata que faraón se despertó un día después de que los israelitas dejaron la tierra de Egipto y se dijo algo así: «¿Qué he hecho? ¿Por qué los deje ir? Hay que regresarlos, no pueden sostenerse solos allá afuera.»

Sus consejeros le dijeron que seria un error, pero a pesar de esto los persiguió. ¿Era faraón estúpido? No. Simplemente estaba siguiendo el juego de HaSatán.

Igual acontece muchas veces con nosotros. ¿Cuántas veces nos dice nuestra voz interna o aquellos a nuestro alrededor que no hagamos algo? Pero aún así lo hacemos por que creemos que sabemos más y mejor. Lo hacemos porque vivimos en el juego reactivo de HaSatán sin ejercitar la única conexión que puede vencer al adversario en su propio juego; la restricción.

La restricción es el único juego que nos queda. Cualquier otro juego en donde desciframos y manipulamos es jugado por las manos de HaSatán.
Sin restricción no hay forma que estas herramientas (os 72 Nombres de Dios), que son el puente entre la realidad no física y la física puede ser actualizada. Podemos hablar y estar convencidos de mente sobre materia pero no podremos llegar a experimentarlo sin la implementación de los 72 Nombres de Dios.

Las 10 Plagas y los 10 «Y dijo Dios» del Bereshit

P.A. David Nesher

Me ha maravillado sumergirme en lo que los distintos sabios han estudiado en aquellos secretos de la Sabiduría divina encriptados en los códigos de la Instrucción (Torah) divina. Entre tanto conocimiento se encuentra el hecho de que los Sabios aseguran que las diez plagas están directamente conectadas con la Creación del universo relatada en el primer capítulo de Bereshit (Génesis).

Ellos lo explican de la siguiente manera:

«…En el libro del Génesis, la frase “Y Dios dijo”, aparece diez veces. Cada una de estas apariciones es una referencia oculta a las Diez Sefirot o Emanaciones de la Luz del Creador. Cada una de las plagas descritas en el libro del Éxodo eliminó una klipáh, o cubierta de una de estas emanaciones. A través de este proceso de purificación, las diez frases “Y Dios dijo” del libro del Génesis fueron reveladas como los Diez enunciados que Moshé recibió en el monte Sinaí. Así pues, en efecto, la Creación fue la semilla y los Diez enunciados fueron la manifestación. Pero había existido tanta negatividad desde que se plantó la semilla (el diluvio, la torre de Babel, Sodoma y Gomorra), y más que tenía que producirse una limpieza a nivel semilla antes de que la manifestación pudiera tener lugar…».

Así pues considerado, nos damos cuenta que el Eterno con cada plaga en verdad des-andaba el camino perverso llevado por los egipcios de impureza y destrucción del mundo. Como procurando un retorno a un origen casto, en una especie de limpieza espiritual de la Creación. Es decir, que con esta acción, el Eterno manifestaba Su Dominio e interés por lo que acontece en Su Creación. Pues, cuando creó el universo por medio de diez locuciones no hubo testigos, mientras tanto, en la liberación de una minúscula nación de las garras del imperio poderoso, los testigos de los diez actos de Dios, fueron numerosos (600.000 almas).

Por eso, y como detalle más importante, debemos entender que el Mundo estaba por dejar de ser un solar desprovisto de Torah, pues a partir de la manifestación de Israel, que comenzó con la liberación de Mitzrayim por medio de las diez plagas, se preparó el camino para Su Revelación en Sinaí, y el Pacto que nos compromete al acatamiento de Sus mandamientos que permiten que el alma humana vuelva a revestirse de luz.

El Eterno sacó a Israel de Mitzrayim (Egipto) porque consideró inmoral e injusto que un pueblo sea esclavizado por otro pueblo. La Torah nos enseña que la razón principal por la cual Yahvéh libera a los hijos de Israel fue para entregarles Su Torah, norma de vida para el pueblo, a fin de que se cumplan Sus enseñanzas y obtener, además, la “libertad espiritual”, amén de la física.

Para entender esta idea a cabalidad, examinemos la correlación que hay entre los Diez Enunciados de la creación y las Diez Plagas. El orden entre las plagas y la creación es inverso: dado que la creación pasó de tener la conexión a Dios más cercana posible a la más lejana, las plagas debían ir en la dirección opuesta para poder re-conectarnos con el diseño original:

La última plaga fue la muerte de los primogénitos. Esta fue una plaga única, en la que Dios no sólo mostró control sobre la «naturaleza» sino que distinguió sobrenaturalmente quién era Su primogénito: Israel (Éxodo 4:22). Esto fue un reconocimiento de que Dios creó el comienzo, asociándose a las primeras palabras de la Torah: en el comienzo.

Por eso, es maravilloso destacar que inmediatamente después de este andar para atrás por intermedio de las plagas, los israelitas recibimos los
Aseret HaDibrot (Las Diez Palabras o el Decálogo) que contiene en cada una de las diez locuciones un estricto paralelismo con las órdenes impartidas por Dios al momento de la Creación (Pesikta Rabbati parashá 21).

Todo esto nos sirve para reconocer que sin dudas que el Todopoderoso no deja a Su Creación, y está siempre re-creando el universo, y manteniéndolo según Su Voluntad, aunque nosotros no seamos testigos oculares, ni conscientes, de tal realidad.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de clarificarle al mundo en general (y al pueblo hebreo en particular) la conexión que hay entre Dios y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia de Yahvéh como el único Dios verdadero.

Bitácora Relacionada:
Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

El Poderoso Bastón de Moisés

Por P.A. David Nesher

Lech el-Par’oh baboker hineh yotse hamaymah venitsavta likrato al-sfat haYe’or vehamateh asher-nehepach lenachash tikach beyadecha.

«Por la mañana preséntate ante Paró, él saldrá hacia el río [Nilo] y tú ponte delante de él junto a la orilla del río.»

(Shemot/Éxodo 7:15)

Presumir, dice el diccionario de la RAE (Real Academia Española) que significa vanagloriarse, tenerse en alto concepto. Y justamente Paróh (Faraón) presumía de deidad, y como tal aparentaba no tener necesidades fisiológicas. A tal punto llegaba su presunción (y la de cada faraón egipcio) que a la madrugada, mientras el pueblo aún dormía, él iba al río a hacer sus necesidades. Sí, tal como lo han leído… ¡madrugaba para defecar! De ese modo, el rey preservaba su “imagen divina”, y mantenía la admiración de las masas que lo valoraban como la encarnación del dios Horus (hijo de Osiris e Isis) sobre la Tierra. 

Así es. Faraón (y cada uno de los soberanos egipcios a lo largo de la historia, aseguraba que se había creado a sí mismo, y que luego había creado el río Nilo. Por eso él, al ser él un “dios”, no requería satisfacer necesidad alguna, sino solamente sumergirse en el Nilo en la madrugada, para permitir que el Sol (Ra) tuviera libre su camino para amanecer y brindar sus luz cada día. ¡Imagínense… con una mentira de tal magnitud vibrando en la cabeza ancestralmente, no había forma de que un corazón humano sea sensible al amor perfecto del Eterno!

Los Midrashim siguen relatando que Moshé cuestionó a faraón diciéndole que resultaba extraño que un dios defecara igual que un simple humano:

«… – ¿Quién ha dicho que soy divino? –Preguntó faraón-.
Moshé responde con pregunta: ¿No le dices eso a los egipcios?
–¿Y quiénes son los egipcios? –Replicó faraón-. ¡Esos tontos no son seres humanos, sino asnos! ¡Qué importa lo que yo les diga a ellos!
…»

[Midrash, Pág 54]

En contraste con esta cosmovisión humana presuntuosa, nos encontramos con Moshé, un hombre muy humilde. En él nunca hubo ningún deseo de mostrar que era el mejor; los motivos de su corazón estaban muy por encima de esas actitudes de los carnales.

En la bitácora de ayer vimos que a pesar de que la vara (et) de Aharón tenía más fuerza que las varas/dragones de los magos egipcios y las devoró, no hubo cambio de actitud ni en los magos, ni en el Faraón. Moshé no ganó la batalla mostrando que su poder era superior al otro, ya que el corazón del faraón estaba endurecido. Este relato contiene la Intención divina de revelarnos un secreto importantísimo para ejercer con plenitud el liderazgo profético. Lo acontecido en esta historia es muy común en las discusiones; el que ha ganado la discusión ganó con su argumento, pero no ganó el corazón de su oponente, lo cual es lo más esencial.

No necesariamente se considera como ganador de una discusión a aquella persona que ofreció los argumentos más fuertes. Es posible que, en efecto, gane la discusión en sí, pero no ante el Eterno; el enfrentamiento de poderes entre Moshé y los magos de Egipto es un ejemplo de ello.

Por ello, es mejor perder una discusión que perder un corazón. Es mejor perder un argumento pero ganar el corazón y la apreciación del oponente cuando ve que no estás interesado en apoderarte de él ni tomar control sobre su mente ni jactarte y elevarte por encima de tu prójimo. Que el Eterno nos ayude a ser humildes en todo para no buscar nuestra propia exaltación en ninguna área de nuestra vida. “…Bienaventurados los humildes porque ellos heredarán la tierra…”, dijo un sabio de la Torah (Yeshúa Melej HaMashiaj – Mateo 5:5).

Ante estas consideraciones, logramos una mejor comprensión de por qué el Eterno hizo que Moshé pareciera «como Dios» al faraón (7:1), es decir, una persona poderosa que merecía ser escuchada. Al Paróh se lo consideraba un dios, así que Moshé estaría a su mismo nivel. Sin embargo, el hecho de que el Paróh se negara a ceder ante las demandas de Moshé demuestra que no estaba dispuesto a considerarse inferior en autoridad a nadie.

Entonces, el Eterno que mira lo que hay en los corazones de los hombres, sabiendo que el corazón de Paróh es pesado por naturaleza, pero que además se ha tornado más pesado y que permanece obstinado sin conmoverse ante lo que ven sus ojos, ordena a Moshé:

» y tú ponte delante de él junto a la orilla del río ,…»


El sabio intérprete Abarbanel dice que esto «quiere decir: «preséntate ante él de forma que no pueda escurrirse de ante ti, por acá o por allá …».

Por otra parte, Ibn Hezra sugiere que Paróh (además de hacer sus necesidades fisiológicas) aprovechaba para constatar en cuántas gradas había crecido el río Nilo. Cabe recalcar que la primera de las plagas consistirá en transformar el agua del Nilo en sangre, por lo que la idea parecería ser presionar a Paróh en su vulnerabilidad, ya que su economía era agrícola y, por ende, su país dependía exclusivamente de la calidad de las aguas del Nilo.

Moshé primeramente habría de tomar la misma vara que se había convertido en serpiente/cocodrilo, en sus manos, y luego se la habría de entregar a Aharón, para que viera Paróh que desde el mismo instante en que Aharón golpeara el río, éste se convertida en sangre. Así demostrarían a los testigos presenciales que hubiere allí, que es Yahvéh el que cambia la naturaleza, y maneja soberanamente todas las leyes físicas.

Así es como el Eterno habilitará la vara (et) que le otorgó a Moshé en Sinaí, como representante simbólica de su esencia redentora, con la siguiente orden:

«… he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano…  Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto…»
(vv. 17, 19)

El sabio exegeta Ibn Hezra explicando estos versículos (pasukim) dice:

«De acuerdo con mi opinión, el sentido literal del versículo dice que Aharón extendió su mano y golpeó el río Nilo y tendió su mano hacia todos los puntos cardinales de la tierra de Egipto para trocar el agua en todo el país. »

En realidad, de acuerdo con el versículo 17, era Moshé quien había advertido a Paróh que él mismo golpearía las aguas del río, para trocarlas en sangre. Mientras que en el versículo 19 se le atribuye este acto a Aharón. Esto lleva a Rashí a decir:

«Ya que el río había protegido a Moshé cuando éste había sido arrojado al mismo y, por ende, le había salvado la vida, no será el mismo Moshé el que castigará a la fuente de su salvación. «

Entonces el sabio Rashbam, conciliando las dos opiniones, dice que Aharón golpeaba con su vara como emisario del mismo Moshé.

Es importante recordar aquí, que el río Nilo también era considerado un dios y por esto fue juzgado por el Dios de los hebreos. Yahvéh dice que Él golpeará las aguas del río, no Moshé. Es decir, que la vara de Moshé estaba también en la mano del Eterno. Vemos que hubo una colaboración íntima entre lo que estaba haciendo Moshé y lo que estaba haciendo el Eterno. El Eterno estaba golpeando las aguas del río por medio de su shalíaj, emisario, Moshé.

Por último, resulta muy interesante considerar lo que el Midrash cuenta acerca de la vara o bastón de Moshé. Parece ser que las plagas con las que el Eterno golpearía a Egipto estaban grabadas en el bastón de Moshé en forma de acróstico en tres palabras: Datzaj, Adash y Beajav.

Y este es su significado:

  • DaTzaJ: (dam=sangre, tzefardea=rana y jinim=piojos).
  • AdaSh: (arov=mezcla de animales, déber=epidemia, y shejin=llagas).
  • BeAJaV: (barad=granizo, arvé=langosta, jóshej=oscuridad, vejorot=primogénitos).

Con ese poderoso instrumento, Moshé traería a Egipto la ira de Yahvéh Elokim.

Ahora, lo que queda es considerar el relato de las plagas con las cuales el Eterno Eloah arrasará a aquel Mitzrayim opresor. Cada una de ellas correspondería al castigo que los benei Israel sufrieron de parte de sus esclavizadores.

Genealogía, Linaje y Propósito…

Por P.A. David Nesher

«Éstos son los jefes de las familias de sus padres … «

(Shemot/Éxodo 6: 14)

¡De repente una genealogía interrumpe la continuidad del relato histórico!… ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué significa esto en el Propósito eterno de Dios?

Todos los exégetas de la Torah recalcan su extrañeza ante la interrupción del relato cronológico de la Torah para intercalar la genealogía de Moshé y de Aharón.

Las razones aparentes que los exégetas hallan como respuesta a esta «interrupción» están basadas, generalmente, en los midrashim.

Entre tantos comentarios, encontré y elegí aquí la opinión de Rashbam (acrónimo hebreo para: RAbi SHamuel Ben Meir ), basada en lo que él mismo denomina el פשת («Peshat» o «interpretación literal» del texto bíblico):

«De acuerdo con el Peshat, ya he explicado en el libro de Bereshit (Génesis) que la Torah procedió a enumerar los años de la vida de las personas que existieron desde Noah hasta Abraham y después de Abraham enumera los años de Itzjak y después los de Yaakov y después los de Leví, su hijos y después los años de Kehat y después los de Hamram, sucediéndoles los años de Moshé, de Yehoshúah, de los Jueces, de los Reyes, de los setenta años del exilio babilónico y también los años del Segundo Templo de Yerushalaim, en Daniel

De este exegeta que las genealogías eran utilizadas para establecer credenciales y autoridad, al igual que para trazar la línea histórica del linaje de una familia. Por lo tanto, se infiere que la finalidad de este relato genealógico es elevar a Moshé y a Aharón al rango de importancia de los Patriarcas de Israel, como hombres de gran influencia profética que hicieron la historia del Pueblo Escogido en la época bíblica.

Es decir que el escritor (Moshé) introduce, inspirado por Dios, esta información con el fin de dejar claramente establecida la situación final antes de encarar el paso siguiente. Es decir que el Eterno quiere mostrar por medio de este pasaje quiénes son las personas a las que Él les ha asignado esta tarea de redención. Yahvéh quiere asegurar en la mente y corazón de cada israelita el linaje levítico de Moshé y Aharón, crucial para establecer la legitimidad de esta misión celestial.

Por otra parte, tengamos también en cuenta que, a pesar de la esclavitud que había situado a los hijos de Israel en el último peldaño de la escala social, los hebreos mantuvieron plena conciencia de su estirpe. Todos ellos eran descendientes de los Patriarcas, y seguían respetando sus cabezas de familia. En su angustia moral y social, su ascendencia familiar representaba su mayor bien, que preservaban con celo.

Además, la elección divina de Moshé y Aharón, hijos de la tribu de Leví, para esta misión libertadora, no será más que el preludio de la elección definitiva que se hará de la tribu de Leví para dedicarse exclusivamente al servicio de Yahvéh, primero en el Mishkán (Tabernáculo) que se construirá en el desierto, después de la salida de Egipto. Luego en los Santuarios de Israel y en los dos Templos de Yerushalaim.

En otro orden de cosas, en un comentario introductorio al Seder HaHavodah de Yom Kippur, esta idea queda plasmada en las palabras siguientes:

«De su estirpe (de Itzjak) elegiste a Yaakov, hombre íntegro, sellado por Tu Pacto.
Doce tribus a él diste por posteridad, amados por Ti, ¡oh, Dios! desde su nacimiento.
De entre las tribus elegiste a Leví para servirte; de entre todos sus hermanos. le concediste la corona del sacerdocio. Hamram fue elegido de la estirpe de Leví, y a Alzaron, su descendiente, consagraste para Tu culto»

( Majzor para Yom Kippur a la usanza de los judíos sefaraditas.
Versión castellana de Marcos Edery. Edición 1969.)

Así notamos que esta porción es importante debido a que el sacerdocio que eventualmente vendría por parte de la familia de Aharón pasaría a sus descendientes. Por lo tanto era primordial el saber exactamente quienes eran sus descendientes.

¿Qué nos enseña este registro?

Hay personas que se sienten pequeñas por no tener un título académico. Otros se sienten demasiado importantes, dado su extenso currículum. Pero la Torah no presenta a Sus emisarios conforme a títulos, sino de acuerdo a su linaje.

¿Queremos saber cómo es una persona? Miremos su familia o preguntemos cómo es su familia. El que la Torah haga énfasis en la ascendencia de Moshé y Aharón significa que nadie logra realizar el trabajo espiritual solo o en el vacío, Moshé y Aharón estaban sostenido sobre los hombros de sus antepasados.

Shalom!


Bitácora Relacionada:

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás” (Parashá Vaerá)

Por P.A. David Nesher

Vayedaber Elohim el-Moshe vayomer elav ani YHVH.
Va’era el-Avraham el-Yitschak ve’el-Ya’akov be’El Shaday ushmi Adonay lo nodati lahem.

(Texto Original Hebreo)

«Yahvéh se dirigió a Moshé y le dijo: “Yo soy Yahvéh”. Yo me manifesté a Abraham, a Itzjak y a Yaacov como El Shaday, pero con Mi Nombre [esencial יְהוָָ֔ה ] Y-H-V-H-, no me di a conocer a ellos.»

(Shemot/Éxodo 6:2-3)

וָאֵרָָ֗א

Vaerá: significa «Y se apareció».

Después de haberle vaticinado Elohim al Profeta (Moshé) en atención a su protesta desesperada sobre lo que sucederá a Paróh (Faraón) una vez terminada la tarea de rescate, pasa a expresarle lo siguiente:

¡“YO SOY YHVH”!

Esto quiere significar que Yahvéh cumple lo que promete. Ésta expresión asegura al alma del escogido que el Eterno es fiel a Sus Pactos. De este modo, el Señor está actuando en la mente de Moshé para que comprenda la trascendencia e importancia de su misión.

Naturalmente, Moshé sin la guía de «HaKadosh Baruj Hu« (que se traduce: «El Santo Bendito Sea«), no podría llegar a ninguna parte. Al respecto hay un refrán que dice:

“Si no sabes a dónde vas, nunca llegarás”.

También hay otro semejante:

“Si no sabes a dónde vas, no encontrarás un camino que te lleve ahí”.

Esto nos enseña que sin dirección y sin saber hacia dónde nos encaminamos, estamos perdidos. Pero Moshé tendría como timonel y conductor al Santo Bendito Sea, cuyo Nombre es YHVH, marchando junto a él, y al frente de los clanes hebreos. ¡La victoria estaba de su lado!

En «Vaerá», Moshé refiere al pueblo maravillosas promesas de liberación y de introducción a la tierra prometida. Mientras los israelitas están esclavizados, las diez plagas constituirán el comienzo de la saga del éxodo. El envío de éstas, no era necesariamente para convencer al Faraón, su finalidad principal era la de seducir y convencer al pueblo de Israel. Las plagas servirían para su propia rehabilitación espiritual.

Fue por intermedio de estas plagas que se quebrará la soberbia del Faraón y de los egipcios.

La sección Vaerá hace referencia a la mayoría de las catástrofes que arribaron a Egipto estando el rey en un bucle temporal que él mismo se buscó. [Bucle: patrón, ciclo o acción repetitiva].

Faraón y su pueblo, sufrirán el azote de grandes calamidades, una seguida de otra. Él pudo haber evitado las plagas si tan solo hubiese aprendido lo que debía aprender y hubiese dejado ir a los israelitas, pero aún después de cada plaga, el rey no reconocía la autoridad del Omnipotente y seguía sintiendo que ese era su dominio y por ello no dejaba en libertad a los esclavos hebreos.

La Torah, a través de esta parashá, nos enseñará que cuando la persona rehúsa tomar responsabilidad por sus acciones, indudablemente certifica que no es capaz de tomar control de ellas; y una vez que la persona reconoce que es incapaz de escoger entre el bien y el mal, afirma de manera equívoca que su verdadera voluntad es repetir la transgresión.

La actitud de Paróh/ Faraón pareciera entonces tonta, pero ¿acaso no vemos este mismo comportamiento hoy en día en nuestra persona o en los demás creyentes?

A semejanza de la actuación del rey egipcio, la realidad es que nuestras experiencias dificultosas también tienen un patrón recurrente, pero a ese patrón nosotros podemos llamarle “oportunidad”. Faraón tuvo sus oportunidades para seguir siendo próspero y forjar un gran país, pero las rechazó y ello lo condujo a la ruina.

Recordar el Éxodo de Egipto constituye un mandamiento (mitzvah) que debe cumplirse todos los días, pues si bien en la realidad física éste tuvo lugar una única vez en la historia, en sentido figurado, esto quiere decir que la persona debe “salir de Egipto” todos los días.

El “Egipto interior” (que cada hombre posee), es muy poderoso, por lo que igualmente se le tiene que azotar con “plagas”, esto es, mediante el servicio a Yahvéh. Es con el servicio sagrado que el gobierno del “Egipto espiritual”, puede ser vencido. Para abandonar al “Egipto impuro” y librarse de él, la persona debe introducir calidez y vitalidad en todo lo que se relaciona con la santidad. Por lo contrario, la frialdad de la santidad llevará, eventualmente, a que el individuo se involucre en la “impureza egipcia”.

Los sabios nos enseñan que la opresión física fue tan desgastante que provocó que los hijos de Israel se “bloquearan” espiritualmente. Como se explicó en capítulos anteriores, la conciencia del pueblo había descendido hasta el nivel 49 de negatividad. La “Puerta 50ª”, sería el nivel del cual no había más retorno. Por eso, aun después de que Moshé transmitiera a los Benei Israel (hijos de Israel) el mensaje de redención, ellos no creían a sus palabras.

Quien estaba destinado a ser guía de los escuadrones hebreos era Moshé, sin embargo, Aharón también formó parte del propósito redentor. ¿Por qué el Eterno solicita a dos misioneros y no solo a uno? En las Escrituras vemos que el Eterno emprende los proyectos de Su Obra en sociedad con dos agentes, tenemos los ejemplos de: Mordejai (nombre que inicia con מ “mem” inicial, o letra “M”), y su sobrina Esther (cuyo nombre comienza con alef, א); Menashé y Efrayim (también con “mem” y “alef”); Mashiaj y Eliyahu (con “mem” y “alef”). Como podemos advertir, la fórmula «Mem (מ) – Alef (א)», aparece reiteradamente. Son las primeras letras de cada nombre -y personaje- que ha sido llamado a participar en los planes de Yahvéh.

El extraordinario rescate de los hijos de Israel en Mitzraim/Egipto, es una señal o anuncio para la gran redención de nuestro pueblo Israel en los últimos tiempos, redención que será operada por Mashiaj. En el libro del profeta Zejaryah (Zacarías) leemos:

“…Les silbaré y los juntaré, porque los habré rescatado (…)
Los haré volver de la tierra de Egipto y de Ashur los juntaré…”,
[10:8, 10 _ Tanak Katz].

A fin de entender los códigos escondidos en esta parashá y en las seis primeras del rollo que componen el acrónimo SHoVaBBiM, explicaré algunos secretos que necesitamos manejar para sanar nuestras almas de toda toxicidad reptiliana.

En el plano espiritual nuestro cuerpo es llamado “Egipto” y nuestra alma es llamada “Pueblo de Israel” (Am Israel). Por ello, la postura de Egipto/Mitzraim será buscar continuamente el dominio sobre Israel; esto es, que el cuerpo intentará subyugar al alma constantemente.

Por otra parte, “Paróh” (Faraón), es un código para “Ego”. El ego es la valoración desmedida de uno mismo. El ego, es la conciencia de sí mismo, el orgullo, la presunción y el “yoísmo”.

Pharó/Faraón se creía un dios que se hizo a sí mismo y que no necesitaba nada de nadie y que nadie estaba sobre él. ¡Qué equivocado estaba!

Ya lo he ensañado en otra bitácora, pero necesito nuevamente recordárles que la palabra Mitzrayim (Egipto) proviene del término “metzarim”, que significa “límites”, y este a su vez viene de la raíz hebraica “mitzrá” que significa “comprimir” o “encerrar”. Esto aplica a los condicionamientos, frenos y restricciones de movimiento que existen en cada persona. Por esta razón, cada día, el individuo debe llevar a cabo un símil de «salir de Mitzraim/Egipto», superar y librarse de esas limitaciones a fin de brindar a su alma la libertad de expresarse de acuerdo a sus verdaderas aspiraciones.

Para que los hijos de Israel pudieran ser liberados, el Eterno debía, primeramente, rescatarlos de su esclavitud interna. Este es también un mensaje para nosotros en esta época porque si queremos verdaderamente ser hombres y mujeres libres debemos quitarnos los grilletes de la servidumbre de nuestra propia mentalidad y rechazar todo aquello que sea opresivo y egoísta.

Los sabios que manejan el nivel «Sod» de interpretación aseguran que jamás se debe pelear contra un enemigo con la misma oscuridad de la que él se sirve, porque no se combate a la oscuridad con oscuridad; dar luz al opositor, es mejor que guerrear contra la oscuridad que proviene de él. ¿Pero cómo lidiamos contra la oscuridad? La respuesta es bastante simple: ¡encendiendo una luz!

En estos criterios celestiales peregrinaremos con nuestra mente y corazón en cada una de las ascensiones (aliyáh) que este maravillosa sección de Vaerá nos otorgará en impartición a nuestras almas.

¡Dispongámonos a elevarnos a grandes cosas de nuestro Dios!

Un Nombre con Limitaciones (Mitzrayim)

Por P.A. David Nesher

Ve’eleh shemot beney Yisra’el haba’im Mitsraymah et Ya’akov ish uveyto ba’u.

«Estos son los nombres de los hijos de Israel que llegan con Yaakov a Egipto. Cada uno llegó con su familia.»

Shemot/Éxodo 1:1

La parashá Shemot, primera sección de estudio del segundo séfer (rollo o libro) de las Sagradas Escrituras (llamado Éxodo) nos obliga a pensar en la importancia de la identidad verdadera que se mantiene firme ante toda ofensiva de asimilación sistémica.

Por ello vemos que la palabra hebrea shemot se traduce «nombres«. Ahora bien, en la cosmovisión hebrea el nombre de un ser humano no conlleva la necesidad de simplemente otorgarle una identificación, sino que el nombre con el que una persona es llamado constituye su alma y fuerza vital. Es la identidad de su esencia de propósito que marca su misión y destino. Esto significa que cuando el alma habita el cuerpo, obtiene vitalidad a través de su nombre hebreo, y desde él se proyecta en méritos hacia el Olam Havá.

Sabemos que un nombre, en cualquier cultura, es tan inherente a la individualidad de una persona que es prácticamente imposible identificar a alguien sin nombre. Sin embargo, desde la visión celestial, hay un punto en lo más profundo del alma donde no hay un nombre ni un destino inevitable. En ese punto exacto el alma es una parte absoluta con su Creador, no hay manera de que pueda ser identificado.

Teniendo en cuenta esto, necesito ahora que hablemos de un nombre que contiene la encriptación de lo impuro que conlleva al caos. Estoy refiriéndome a Mitzrayim, que lamentablemente en las Biblias cristianas ha sido traducido como Egipto.

El nombre “Mitzrayim” ( מִצְרַ֙יִם֙ ), proviene de la raíz “mitzráh” que significa “comprimir” o “encerrar”.

Desde esta raíz se formará el término metzarím, que significa «límites», «límites de angustia«, refiriéndose a los condicionamientos y frenos que existen en el alma de cada persona programada por el sistema reptiliano imperante. Desde metzarím se conformará el nombre Mitzrayim.

Entonces, desde estas significaciones comprendemos que Mitzrayim es el concepto de la “restricción sin libertad de movimiento” que el sistema reptiliano que impera en la fisicalidad produce.

Esta fue la situación de los israelitas en Egipto, y a la vez, la condición limitada de nuestras vidas cuando somos gobernados por el caos que trae el Ketz (Inframundo).

Los sabios expertos en toralogía nos dicen que “Mitzrayim”, no se refiere solamente a la zona geográfica de Egipto en el NE africano, sino que es un código celestial que alude al “exilio” o «galut» en hebreo.

Por lo tanto, “Mitzrayim” se refiere igualmente a nuestro «exilio personal» que es el sufrimiento, el enojo, la enfermedad, la tristeza, el miedo paralizante y el dolor que se padecen en esta vida. Elementos de toda vida caótica. Así pues, el nombre Mitzrayim simbólicamente trasciende un lugar físico, y representa la esclavitud material y moral.

Entonces y tal como podemos apreciar, la historia de hoy es de un significado profundo ya que nos enseña sobre la penosa esclavitud de los israelitas en Mitzrayim que, en términos de mística, señalan los sabios, no es otra cosa que la relación existente entre el binomio cuerpo-alma, denominado “Egipto” y, el espíritu, que es llamado “Israel”. El simbolismo revelado aquí es que el cuerpo físico es la “prisión” de nuestra alma, y esta, por medio de la ignorancia, la cárcel del espíritu, y por ende, del Eterno, mismo.

Debemos aceptar que cada uno de nosotros, mediante programación sistémica, tenemos un “faraón interno”; cuando las letras que componen la palabra «Faraón» (en el idioma hebreo Parhó) las intercambiamos de lugar, encontramos que se nos forma el vocablo “haoref” que significa “nuca” (parte del cuello pegado a la espalda). El significado “haoref” (cuello o nuca), se comprende de la fraseología: “…Así ha dicho Yahvéh: deja ir a Mi pueblo…”. A lo que faraón se niega. Esta negativa es el “cuerpo” dándole la espalda (la nuca) al “alma”, que se interpreta también como una guerra entre la conciencia materialista contra el espíritu en plena supra-consciencia.

En hebreo, a la zona de unión del cuello y el pecho (parte de la garganta) es llamada: tzipor-hanefesh, es decir «el pájaro del alma«. Dicho esto, y considerando lo anterior, es muy fácil descubrir entonces qué relación «física» tiene Mitzrayim con la angustia.

Mitzrayim es lo que estrecha la garganta (tal como los collares que se les colocan a los esclavos), lo que provoca la angustia.

Mitzraim es angustia.

Durante 210 años lo hebreos padecieron la esclavitud angustiante. Los relatos históricos tradicionales cuentan que las vejaciones no tenían límite.


Entonces nos podemos preguntar, ¿por qué macabro designio el Eterno quiso esperar tantos decenios?
¿Él que es Todopoderoso, no podía liberar a los hebreos antes?
¿No quiso?
¿Qué pasó?

La Torá es muy clara al respecto (para el que sabe leerla con humildad y mansedumbre):

«Asimismo, Yo he escuchado el gemido de los hijos de Israel, a quienes los egipcios esclavizan, y me he acordado de mi pacto.«
(Shemot / Éxodo 6:5)

¿Cuándo se «acordó» el Eterno del pacto con los hebreos?


Obviamente que siempre, pero el relato revela que Él se puso en «campaña» para liberarlos, en el momento en que los hijos de Israel al menos pudieron «gemir» por causa del padecimiento, y a pesar del mismo.

Es decir, si los israelitas no hubieran reconocido su angustia, Dios no los hubiera redimido.

Por lo menos 210 años debieron sufrir lo «indecible», hasta que al menos un gemido colectivo y no egoísta brotó de sus estrechas gargantas:

«Los hijos de Israel gemían a causa de la esclavitud y clamaron a Elokim, y el clamor de ellos a causa de su esclavitud subió a Elokim.«
(Shemot / Éxodo 2:23)

Y, como veremos, eso fue lo único que atinaron a hacer como colectivo, como personas hartas de la esclavitud, pues:

«De esta manera habló Moshé [Moisés] a los hijos de Israel, pero ellos no escucharon a Moshé [Moisés], a causa del decaimiento de ánimo y de la dura esclavitud.» 
(Shemot / Éxodo 6:9)

Entonces, si lo disciernen bien, notarán que la angustia es una enfermedad terrible para el alma humana, ya que es una dura esclavitud que conduce al ser humano a vivir con el ánimo decaído.

Es mortal la esclavitud, que frente a la perspectiva de la liberación, ninguna fibra se exalta, ningún júbilo se expresa, sino que, todo lo contrario.

El libro de El Zohar nos enseña que, a medida que nuestro cuerpo físico crece en edad, lo mismo hace el alma. Esto significa que la fuerza del alma entra en el cuerpo de manera gradual, es decir, por etapas; en la misma manera en que Israel, gradualmente se convirtió en esclavo en Egipto.

Pero la guerra espiritual, en un hebreo empieza a la edad del Bar Mitzvá, justo después de que el alma fue dotada de “fuerza espiritual” (yetzer hatov), para dar la batalla a todo lo que en su mente colocó durante 13 años el yetzer hará o tendencia al mal.

LA PUERTA 49 DE IMPUREZA

El Midrash, por medio de una pregunta, plantea lo siguiente:

«Si los israelitas en Egipto estaban en la llamada «Puerta 49 de la negatividad», ¿merecían la redención? Ellos estaban en lo más bajo de la impureza, tanto que, en el momento de la separación del mar rojo, las fuerzas negativas decían al Eterno:
“… ¿Cómo puedes dejar que los israelitas sobrevivan y los egipcios se ahoguen? ¡Israelitas y egipcios están en el mismo nivel espiritual!…”.

Entonces, ¿qué permitió que los israelitas fuesen redimidos aunque estuviesen en ese nivel tan degradado?

Al encontrar la respuesta, nos damos cuenta en qué yace la belleza de la enseñanza de esta primera parasháh del libro de Shemot. Lo que permitió la redención fue que el Creador vio la parte del alma de los israelitas, la parte que está en el interior de cada individuo, esa que nunca se deteriora, el lado que nunca se ensucia a pesar de las acciones negativas que cometemos.

Entonces, entendemos que la redención pudo llegar porque el Creador no se concentró en la persona que está en el «Nivel 49 de negatividad», sino en la parte del alma que no se corrompe: sus 12 nombres, manifestados en el diseño denominado «tribu».

En este sentido, la interrogante de los sabios que estudian los secretos de la Torah es: ¿cómo podemos despertar ese mérito para nosotros, la gente de este tiempo?

Y la respuesta surge de una hermosa y sabia conclusión: sabemos que la manera en la que se comporta una persona, es la forma en la que se comporta la Luz del Creador con ella; la manera en la que nos comportemos con los demás será la forma en la que la Luz del Creador se comportará con nosotros. Eso significa que si eres una persona que encuentra la chispa de bondad en alguien que se conduce negativamente, entonces el Creador te verá y, sin importar lo que hagas, solo se concentrará en la chispa de bondad que hay en tu interior.

Para ir concluyendo, diré que en el caso de Israel en Mitzrayim, se nos hace por completo comprensible que el diseño oscuro de «mitzrayim» los acompañara luego, durante 40 años de «liberación» en el desierto. Ellos tenían a ese abatimiento psíquico totalmente presente en sus alma.

Lo entendemos porque la angustia de los hebreos era inmensa, pues vivían bajo el peor régimen esclavista y angustiante de todas las épocas, que como bien lo describe los jajamim (sabios) intérpretes, no tenía escapatoria, y sólo merced a los numerosos milagros y maravillas realizados por Dios, pudieron liberarse.

Ellos, con sus propios medios, no hubieran sacado ni siquiera un gramo del pesado yugo de Mitzrayim de sus espaldas, de sus gargantas, de sus vidas.
Ellos tuvieron el auxilio de Yahvéh, que cumplía en la oportunidad con lo prometido a los patriarcas (Génesis 15:16), y elevaba (Salmo 145:14) de la desolación al hundido (el conjunto de los israelitas) en el más profundo barro de la inmoralidad que hunde en lo infrahumano.

Así lograremos ver, al estudiar Shemot, nos daremos nuevamente cuenta que tan sólo un quinto de todos los hebreos fueron redimidos de Mitzrayim. Pero ahora, entenderemos mejor el por qué la mayoría «prefirió» el sabor amargo de la esclavitud a la aventura del gozo de la libertad.

Es que los adultos (mayores de 20 años) que salieron del Mitzrayim «físico», no lograron reconstruir su vida como personas saludables y libres. Siempre he enseñado este slogan refiriéndome a esto: «¡Ellos salieron de Egipto (Mitzrayim) per Egipto (Mitzrayim) no salió de ellos!«

Por todo esto hoy, sobre nosotros, recae la responsabilidad de «salir de Mitzrayim», es decir, de esforzarnos por emerger de nuestros propios padecimientos que nos angustian desde la temprana infancia, para ser realmente libres.

¿Cómo lo podemos hacer?

Las respuestas (de los métodos terapeúticos «yahvistas»  que se encuentran en el Seder del Pesaj… Pero de eso hablaremos en otras bitácoras.

“Pon tu mano bajo mi muslo”… ¿Qué Clase de Juramento es esto?

Por P.A. David Nesher

Vayikrevu yemey Yisra’el lamut vayikra liveno le-Yosef vayomer lo im-na matsati chen be’eyneycha sim-na yadecha tachat yerechi ve’asita imadi chesed ve’emet al-na tikbereni beMitsrayim.

«Se acercaron los días en que Israel fallecería, por lo que llamó a su hijo Yosef y le dijo:
“Si me he congraciado contigo, por favor, pon tu mano debajo de mi muslo y trátame con benevolencia y lealtad: ¡Por favor, no me sepultes en Egipto!»

“…Si me he congraciado contigo, por favor, pon tu mano debajo de mi muslo y trátame con benevolencia y lealtad: ¡Por favor, no me sepultes en Egipto!»


(Génesis/Bereshit 47:29) 

La expresión «pon tu mano bajo de mi muslo«, es un eufemismo para un toque de los genitales, que son la fuente de la vida. Israel había aprendido la importancia de jurar por la señal del pacto de circuncisión de su abuelo Avraham (cf. 24:2).

Debemos tener en cuenta que en la época patriarcal, esta práctica constituía el único objeto sagrado que poseían, y la costumbre de prestar juramento sobre él perduró hasta el día de la promulgación de la Torah.

Cuando Yaakov avinu siente que está próximo a morir manda por Yoséf y le pide que haga con él «merced y verdad«, y jure por su Brit miláh (es decir la circuncisión de Yaakov), que es el signo bendito del Pacto estampado en su cuerpo.  

Era un gesto que simbolizaba que si el juramento no se llevaba a cabo, entonces los otros descendientes de Israel vengarían la infidelidad de Yosef.

¿Por qué se juraba de esta forma?

Porque la “Brit miláh” fue el primer mandamiento dado a Abraham avinu; es la alianza de Yahvéh con Abraham y su descendencia.

La circuncisión, que es vista como un Pacto; no es solo una marca grabada en el cuerpo del varón, sino un recordatorio de que su comportamiento debe ser íntegro en todo momento y circunstancia; su moralidad, debe estar ligada a un comportamiento social apto.

Por causa de la circuncisión es que a ellos se les llama “tzadikim” (justos). No es sino el cuidado de esa parte del cuerpo del varón hebreo, que la abundancia fluye o deja de fluir al mundo.

El intérprete Rashí explica que un juramento no consistía solo en poner la mano en la Brit Miláh, sino en pronunciar las palabras del juramento tomando la circuncisión en la mano en señal de que se juraba por algo muy sagrado.

Israel sabía que Egipto no era su hogar. Él pertenecía a la tierra prometida; él y sus descendientes. Era evidente que creía y entendía que él era el heredero del pacto de Abraham. Por ello, las palabras de Yaakov a su bien amado hijo Yoséf en este pasuk quieren significar:
«….Júrame por esa bendita señal que ha traído simiente santa y fiel al mundo, júrame que no me sepultarás entre impuros que nunca guardaron Mi Pacto…», [El Zohar].

Le rogó a Yosef que no fuera dejado en Egipto (47:29). Continuó diciendo: «Que cuando descanse con mis padres, me lleves de Egipto y me entierres en el sepulcro de ellos» (donde Abraham e Isaac están enterrados en la cueva de Makpeláh) (23:3-18). Y Yoséf le respondió: «Yo haré según tu palabra» (47:30). 

Pero Yaakov necesitaba más seguridad, e insistió en que la palabra de Yoséf se fijara con un juramento. Yaakov le rogó: «júrame«. ¿Por qué fue necesario? Yosef acababa de prometer hacer lo que su padre había dicho. Sin embargo, Yaakov sabía que si Yoséf hacía un juramento, éste reforzaría en la memoria de Yoséf su promesa a su padre. No sólo eso, el juramento haría a Yoséf directamente responsable ante Dios y Su ira si no cumpliera su promesa. Entonces José le juró.

Yoséf le responde que cumplirá lo pactado. Explican los sabios que Yaakov tenía varias razones para pedir esto, primeramente, él esperaría la resurrección de los muertos en Eretz Israel juntamente con sus antepasados Abraham e Yitzjak. La más antigua tradición enseña que los que estén sepultados en Eretz Israel serán los primeros en ascender de la tierra a recibir a Mashiaj. Los santos de Elokim (pueblo de Israel), aguardan pacientemente los “días del Mesías”; una Era plena de amor y restauración.

También Yaakov pretende evitar que, en el futuro, su tumba sea idolatrada por los egipcios. No quería que hicieran de él un dios más, porque las deidades de Egipto serían azotadas más adelante por el Eterno a través de las plagas.

Una razón más para este juramento es que, de ser sepultado Yaakov en Egipto, ello causaría que sus descendientes permaneciesen ahí y considerarían a Egipto/Mitzraim como su propia patria, lo que les llevaría directo a la asimilación (convertirse en egipcios).

Otro motivo que también vale tener en cuenta es que Yakoov quería sus restos pudiesen descansar con sus antepasados los cuales eran de elevada santidad; es decir, quería resucitar en “buena compañía”, no quería estar sepultado con la gente pecadora de aquel país.

Registra el Midrash que antes de bendecir a sus hijos, dado el politeísmo egipcio, Yaakov les hizo una última pregunta a sus hijos:

«…Hijos míos, ¿estáis bien firmes en vuestra creencia en el único Dios? ¿Cómo puedo saber si sus corazones están puestos en Yahvéh?».

Como respuesta, ellos levantaron las manos al cielo y pronunciaron:
«…Shemá Yisrael; El Eterno nuestro Elokim, el Eterno es Uno! Nuestra fe es la tuya y nuestra confianza está en el Creador de los cielos y de la tierra…».

Reconfortado al oír esto, el patriarca les responde solemnemente:

«Baruj Shem kevod maljutó le olam va ‘ed!»
(¡Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre jamás!)…».

Bitácora Relacionada:

Crear Atmófera de Milagros (El Poder de Rezar Shemá)

Los Hermanos de Yosef ascendidos a Pastores Reales.

Por P.A David Nesher

Va’amartem anshey mikneh hayu avadeyja mine’ureynu ve’ad-atah gam-anajnu gamavoteynu ba’avur teshvu be’erets Goshen ki-to’avat Mitsrayim kol-ro’eh tson.

«Respóndanle:
«Nosotros -servidores suyos- siempre hemos sido ganaderos desde nuestra juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres’. Así podrán habitar en el distrito de Goshen, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios”.

Bereshit/Génesis 46:34

Las palabras de Yoséf son una combinación interesante de principios celestiales y prudencia. Él los alentó a enfatizar que ellos atendían el ganado en lugar de pastorear ovejas:


«Cuando Faraón os llame y diga: ¿Cuál es vuestro oficio? vosotros responderéis: Tus siervos son pastores desde su juventud hasta ahora, lo mismo nosotros que nuestros padres. Así podréis vivir en la tierra de Gosén, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios». 
(Génesis 46:33-34).

Yoséf, ante esta superstición de la cultura egipcia se aseguró que sus hermanos y familias no se asentarían cerca de las poblaciones egipcias. 


Dicen los sabios expertos en Torah que Yosef se aseguró con esta estrategia política  que su familia se estableciera en un área donde no hubiera negatividad; no quería que estuvieran rodeados por las fuerzas caóticas de los egipcios. Yoséf evitó así una futura asimilación de los israelitas mediante las atrayentes costumbres egipcias.


Para los egipcios, este tipo de trabajo era una abominación. Despreciaban a todos los pastores porque despreciaban a las ovejas como alimento y como sacrificio, pues las ovejas, especialmente el cordero, eran muy sagrados. Tenían monumentos que constantemente mostraban a los pastores como figuras lánguidas, marchitas, distorsionadas, demacradas y a veces casi fantasmales. No querían que fueran vecinos cercanos, y preferirían que se establecieran en la región de Goshén, una parte de Egipto que era particularmente adecuada para pastorear el ganado. 
Por esto fue que Faraón los hizo establecerse en esta tierra considerada como la mejor de Egipto (vers. 6). 

Él anhelaba que los hijos de Israel vivieran como una comunidad separada en la tierra de Goshén por los siguientes motivos:

  • Evitar la asimilación.
  • Evitar que los hijos de Israel tuvieran cargos en la corte real o fueran reclutados para el ejército.
  • Poder criar ganado menor sin molestar a los egipcios que aborrecían a los pastores de ovejas porque la oveja fue uno de sus falsos dioses.
  • Lograr tener siempre buenos pastos para su ganado.

Justamente la tierra de Goshén es una de las mejores del mundo, quizás la mejor de todas las tierras. Allí nunca hay falta de agua, no existen las plagas, nunca hace frío, no hay vientos fuertes, es llano y la tierra es húmeda. Es un suelo de aluvión donde hay materias orgánicas y minerales de los ríos, especialmente selenio, cobre y hierro, que hacen que las placentas de los animales y los hombres siempre fecundan. 
Por ello, podemos entender mejor loa que se nos relata en el libro de Shemot (Éxodo) en lo referente a las mujeres israelitas dando luz a sus hijos:

“Respondieron las parteras a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas y dan a luz antes que la partera llegue a ellas.”
(Éxodo 1:19)


Así Goshén se convirtió en la propiedad legal de los benei (hijos) Israel (47:6) porque en el pasado, faraón había donado esta tierra a Sarah imenu (nuestra madre).

Luego de que se estableciera la familia de Yosef, Faraón nombró a los más destacados de los hijos de Yaakov cuidadores del ganado real, en señal de gratitud por los servicios de Yosef.

El exilio comienza aquí, con una noble invitación por parte del rey egipcio a Yaakov para radicar en Egipto.

La “invitación” se convertiría después en una horrible esclavitud que culminaría con la expulsión de los hijos de Israel y su rescate por mano de Moshé rabenu. La profecía señalaba:

“…Entonces dijo [Elokim] a Abram:
“Sabe que -ciertamente-, tu descendencia será extranjera en tierra ajena, donde la esclavizarán y oprimirán 400 años
…”,
[Gén 15:13, Torat Emet],

¡Esto debía cumplirse a cabalidad!

“Dios me ha puesto por padre del Faraón” (Parasháh Vayigash)

Ve’atah lo-atem shlajtem oti henah ki ha’Elohim vayesimeni le’av le-Far’oh ule’adon lekol-beyto umoshel bekol-erets Mitsrayim.

«O sea, no fueron ustedes quienes me enviaron acá, sino Elokim, que me puso como Gran Visir de Paró, como amo de toda su casa y como gobernador de todo Egipto.«

(Bereshit/Génesis 45:8) 

¿Cuál es el significado de “padre” en este pasuk?

La expresión “Le Av le Paró”, no está haciendo referencia a un “progenitor” (Av: padre), eso está claro. La Torat Emet traduce la palabra “Av” como “maestro”. Así mismo, por su parte, el maestro en hebreo Rashí explica que el vocablo debe entenderse según su contexto y no en su sentido literal. Por ende “Av” (padre), significa aquí “amigo y patrón”, o “consejero,” «asesor«, o «mentor«. Parhó (Faraón) le había dado a Yoséf el puesto más elevado de Mitzraim (Egipto), pero a la vez, por debajo de la autoridad del mismo monarca, pues aquel que instala a otro en un puesto de autoridad, siempre es superior. Yoséf era el “consejero íntimo” del rey, lo más cercano a un padre.

Todo esto es la tipología de un contenido mesiánico. 

Así Yeshúa ha recibido de Yahvéh, su Padre, el título de Av según está escrito en el libro del profeta Isaías 9:6:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Fuerte, Poderoso, Padre (av), Eterno, Príncipe, Paz.
(Isaías 9:6)

Desde esta interpretación del profeta Isaías, los discípulos de Yeshúa, interpretando los códigos de los tres cargos que Yosef recibió del Faraón, realizaron una pedagogía profética con la correspondencia de estos tres cargos del Mesías.

o       Le puso como av, amigo y patrón, (Isaías 9:6).

o       Le puso como Señor de toda su casa, (Hebreos 3:6).

o       Le puso como gobernador sobre todo el mundo, (Mateo 28:18).


Entonces queda claro que Mashíaj, en el Mundo Venidero, en su calidad de “Av”, será gobernador del mundo, en el sentido de “amigo íntimo” de Yahvéh durante la Era mesiánica. Esto significa que Mashiaj dirigirá los asuntos en el mundo en el Nombre de Yahvéh, nuestro Dios. Solo el Eterno estará por encima de la jerarquía de Mashíaj.

“Judá se Acercó a José” (Parasháh Vayigash)

Por P.A. David Nesher

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yoséf] y le dijo:
“Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Parhó.»

(Bereshit/Génesis 44:18)

Sobre este pasuk (versículo), dicen los sabios del judaísmo que, al aproximarse a Yoséf, Yehudáh estaba dispuesto a todo, incluso a guerrear. Al igual que la sección «Miketz», esta lectura también está empapada del espíritu del Mashiaj y de la redención final del pueblo de Israel. Los invito a abrir vuestras mentes a fin de permitir al Espíritu del Eterno implantar en ella todos las segulot (energías mesiánicas) que nos permitirán cumplir con nuestra misión mesiánica: unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo.

¿Por qué se interpuso Yehudáh con tanta firmeza para interceder por Binyamín?

Las palabras del propio Yehudáh a Yoséf lo responden:

“…Porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho…”.

Es decir, Yehudá había garantizado a su padre, Yaakov, que retornaría de Egipto, cueste lo que cueste, trayendo consigo a su hermano Binyamín. Al respecto, Itzjak Abarbanel comenta:

«…De acuerdo a la opinión de nuestros sabios, la intención de Yehudáh, con este discurso es poner en evidencia las falsas acusaciones que Yoséf ha armado contra él y sus hermanos. Sin embargo, yo pienso que, de acuerdo al sentido literal del texto, la intención ha sido despertar la misericordia de Yoséf, ofreciéndose Yehudáh como esclavo para que Binyamín quede libre, vuelva a su padre y no muera éste de pena y tristeza. Es para convencer a Yosef de la veracidad de sus argumentos que Yehudáh relata minuciosamente detalles acerca de la vida de su familia. Yehudáh cuenta con la benevolencia del Gobernador de la tierra, que ya había dicho: “A Elokim yo venero” y, por lo tanto, no podía endurecer su corazón ante la pena de un anciano ausente y en tierra lejana. Iehudáh se acerca e inicia una conversación privada, casi íntima….».

La defensa de Yehudáh se apoya en dos fuertes argumentos que, a la postre harán que Yoséf no resista más:

  1. Siendo consecuente con sus actitudes anteriores para con los hermanos, Yoséf no puede retener a Binyamín.
  2. Yehudáh no puede volver a casa de su padre sin Binyamín, el hijo menor. El estilo y las palabras empleadas por Yehudáh salen del corazón y llegan al corazón.

Como lo dije ya en un estudio anterior, en el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso es que vemos que un nudo dramático se forma aquí y un intenso debate surge entre dos grandes potencias.

Cuando en los Tehilim-Salmos (48:4) leemos: «Pues he aquí que los reyes se reunieron…”, es una alusión a Yehudáh y Yosef, que ambos fueron reyes y se juntaron en una disputa. Sigue diciendo El Zohar que la “proximidad” de los dos hermanos es un choque entre “dos mundos”, porque por un lado Yehudáh es un rey (es la tribu de los futuros reyes judíos), y Yosef HaTzadik en ese momento era el rey –ejecutivo- de Egipto. En medio de esta pelea se encuentra el menor de los doce hermanos, Binyamin. Ambos reyes lo disputan con todo su vigor.

Como lo dije en la bitácora anterior,  Yehudáh representa el “Mundo físico” y así mismo también simboliza al Brit Miláh (Pacto de Circuncisión), que no es simplemente una circuncisión o el corte de piel, sino el Pacto de la procreación biológica. En tanto que Yoséf representa el “Mundo de las visiones proféticas” (revelaciones). La expresión “Yehudáh se acercó a Yosef”, habla de dos mundos que colisionan pero que a la vez se unen; el “Mundo de Arriba” (que es Yoséf), con el “Mundo de Abajo” (Yehudáh).

Pero la motivación fundamental de Yehudáh estaba en su anciano padre, por lo que procuraba evitarle más tristezas de las que había ya sufrido; no quería que su padre muriera por el hecho de que Binyamín no volviera a casa. Cuando Rajel (Raquel) murió, fue Yoséf quien le dio consuelo a su padre. Después que Yoséf fue vendido, Yaakov aún tenía a Binyamín. Ahora sin Binyamín, sería como si los tres se fueran al mismo tiempo.

No obstante, la confrontación entre estos dos gigantes tuvo, en definitiva, resultados positivos. Pues lo que condiciona el establecimiento de relaciones armoniosas en el seno de la familia y de la sociedad es la unión del poder temporal representado por Yehudáh, fundador de la tribu real y, del poder espiritual representado por Yoséf Ha-Tzadik (José el Justo). En efecto, ninguna fuente de bendiciones es más generosa para los hombres que la que brota de la alianza entre la monarquía y los ideales religiosos.

ÓPTICA PROFÉTICA

“Yehudáh se acercó a Yoséf”, una expresión con profundos y múltiples códigos proféticos.

En relación al reencuentro de estos dos personajes, cabe precisar que, algo semejante ocurre en nuestros días: Yehudáh (pueblo judío moderno) se está “acercando” a Yoséf, está buscándolo, ya que se encuentra asimilado en “Egipto” (las naciones idólatras). En la actualidad podemos percatarnos que de poco en poquito, miembros de la Casa de Efrayím (descendiente de Yoséf), están volviendo a la unidad familiar y a sus raíces espirituales, tal como Yoséf volvió a sus costumbres hebreas al convivir nuevamente con su padre y hermanos.

La lucha que está desarrollándose aquí, solo cesará en los días de Mashiaj, como lo anuncia el profeta Ishayahu cuando evoca la venida del Redentor:

“…Entonces cesará el afán de rivalidad de Efrayím el representante de los descendientes de Yoséf y los odios de Yehudah desaparecerán; Efrayím dejará de envidiar a Yehudah y Yehudah dejará de ser enemigo de Efrayím
(Isaías 11: 13)

En efecto, si enfocamos los hechos desde una perspectiva histórica, observamos que la reconciliación entre los dos hermanos no sobrevivió al pasar el tiempo: cuando, tras la muerte del rey Shelomó, el reino de Israel se escondió en dos partes antagónicas, una se llamó Yehudáh y la otra Efrayím. En cuanto a Binyamín, permaneció siempre junto a Yehudáh, su gran protector, y nunca se alió con Efrayím y Menashéh, hijos de Yoséf, cosa que éste presintió dolorosamente desde el principio.

LA VARA DE YEHUDÁH Y LA VARA DE YOSEF SE VUELVEN UNA SOLA.

Cuando se consideran los acontecimientos de la historia de Yoséf que provocaron el “acercamiento” entre éste y sus hermanos, podemos comprender la naturaleza monumental de las expectativas del profeta Yejezkel (Ezequiel) para la restauración definitiva del pueblo judío.

El libro de El Zohar enseña que, el hecho de que Yoséf se manifestara ante sus hermanos, es una descripción del nuevo tiempo cuando HaKadosh Baruj Hu (El Santo Bendito Sea) levante a todo Israel del polvo de la tierra “resucitándolos”, para fusionarse Él directamente con ellos. Y así como en el palacio de Yoséf retiraron a todos los extraños a fin de que solo estuviesen los 12 hijos de Yaakov desahogándose juntos, tampoco habrá naciones idólatras cuando Yahvéh habite en medio de Sus doce tribus (dos Casas) de Israel.

Por este motivo el profeta enseña sobre la resurrección de los muertos mediante la ilustración de unos “huesos secos” (Ezequiel 37), pero específicamente la «Haftaráh Vayigash» (Yejezkel/Ezequiel 37:15-28), nos habla de “dos varas” (o palos); uno representa al reino de Yehudáh y el otro al reino de Yoséf (o Casa de Efrayim).

Esta hermosa Haftará del profeta Ezequiel trata de lo que sucederá en los tiempos del Mashíaj.

El profeta anteriormente había tenido una visión de ensayo de resurrección de muertos. Inmediatamente después empezó a profetizar lo que sucederá después de esa resurrección, cuando llegue el Mashíaj. Uno de los efectos fundamentales del Mashíaj es la Unión Total del Pueblo de Israel que por causa de su dispersión, se dividieron en muchísimos grupos con diferentes costumbres y leyes.

La relación de la Haftaráh con la Parasháh es evidente, ya que en esta parashá se menciona la unión de los hermanos con Yoséf. Probablemente también se explica en esta parasháh porque Binyamím se unió al reinado de Yehudáh; quizá por el hecho que Yehudáh entregó su vida por Binyamím, como lo vemos en esta Parashá Vayigash.

La fusión de los dos palos representa la unidad de los reinos que transpirarán durante la Era Mesiánica, con Mashiaj, un descendiente del rey David al frente de este imperio unificado. Hasta el día de hoy, la re-patriación de las tribus perdidas de Israel sigue siendo un componente del sueño de la redención final. “Que ocurra pronto y en nuestros días”; reza el pueblo judío. Yo a esta declaración digo ¡Amén!

Colisionar para Fusionarse Reconciliados (Parashá Vayigash)

Por P.A. David Nesher 

 

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yosef] y le dijo: “Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Faraón (Parhó).

(Bereshit/Génesis 44:18)

 

En esta parashá continuamos con la historia de Yosef y su encuentro con sus hermanos. Vayigash (וַיִּגַַּ֨שׁ ) significa literalmente “Y se acercó”.

En el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso, también puede traducirse como «Y colisionó para fusionarse» (en otra bitácora ampliaré más esto).

Si la primera palabra de la porción es Vayigashse acercó«) es porque allí se encierra la esencia de la lección de la semana.  En el clímax de la «Parashat Vayigash», Yosef revela su identidad a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo años atrás. A través de besos y lágrimas, Yaakov y sus 12 hijos volverán a ser una sola familia. Todos se reconcilian dejando a sus espaldas el difícil y desgarrador pasado. Pero antes de estos hechos, Yehudáh (Judá) confrontará a Yosef por la acusación que hizo sobre el robo de su “copa de la adivinación”. A fin de cuentas, ¿qué sentido hay en que Yosef desee tomar a Binyamín como siervo si supuestamente es un ladrón? ¿Para qué quiere el Virrey un mozo cleptómano? Esto no es coherente y Yehudá lo sabe. “Aquí hay gato encerrado”, diría Yehudáh usando una frase de nuestros días.

Así vemos que Yehudáh no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era peligroso pues Yoséf podría haber mandado que lo mataran. Pero Yehudáh defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Binyamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Yehudáh y hable.

Esta es sin duda, una de las lecturas más emocionantes registradas en la Torah y el Tanak, ya que se narra el emotivo reencuentro de Yosef con sus once hermanos y su padre Yaakov. Por otro lado, resulta muy interesante que la Torah ocupe más pasukim para hablar de Yosef que de los mismos patriarcas Abraham avinu, Itzjak avinu y Yaakov avinu, especialmente teniendo en cuenta que Yosef solo representa a una de las 12 tribus de Israel (aunque en realidad son dos tribus las que provienen de él), mientras que los patriarcas son la fuente misma de toda la nación hebrea.

En esta sección Yehudáh representa a la sefiráh Malkut (Mundo Físico) y Yosef a la sefiráh Yesod (esfera celestial de vinculación con todos los ámbitos del Mundo de Arriba). Por tanto, el poder de la energía de esta semana se concentra en cerrar la distancia que hay entre Malkut y Yesod. No olvidemos entonces que Yesod representa al Cielo y Malkut a la Tierra.

La colisión mencionada en el segundo párrafo está detallada en el Midrash y se refiere a dos impulsos opuestos: nuestro deseo ontológico (esencial) de conectar con nuestro Creador y las necesidades, impulsos y deseos de nuestro cuerpo de someterse a los impulsos sensoriales que pugnan por dominar nuestras emociones.

Justamente Yesod es la esfera celestial donde la actividad sacerdotal del Mesías transfiere luz a Malkut (la Tierra), pero somos nosotros mismos los que determinamos con nuestras acciones cuanto recibiremos de Él desde esa dimensionalidad celestial (Yesod). Recordemos y aceptemos que nuestras acciones son las que hacen que la zona de Yesod se contenga o que fluya. Pues bien, la energía de esta semana nos ayuda a aprender a evitar que Yesod se contenga. Comprenderemos que estar asociados con Yeshúa HaMashiaj permite que el chorro de Yesod se abra y todo lo que suceda en consecuencia sea siempre milagroso. 

¿Qué más podemos pedirle a la vida? Todo lo que queremos es construir el Paraíso (Gan Edén) en la Tierra. Hacer descender el Cielo a nuestro mundo (Mateo 6:10). Pues bien, esta porción es la que nos da esa materia prima para que descienda el Cielo en todos los aspectos de nuestra vida (amor, familia trabajo, dinero, salud, etc.). Yesod es el almacén de todo lo que podemos desear, así que para cerrar la distancia que tenemos con él, tenemos que eliminar el caos de nuestra vida. ¿Cómo? Removiéndolo, y esto requiere mucho valor, porque a veces es muy doloroso. El dolor de esta lucha cotidiana de colisión para fusión lo describía el apóstol Pablo, cuando a los romanos les decía:

«¡Miserable de mí!

¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesús, el Cristo Señor nuestro.

Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Torah de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.»

(Romanos 7:24-25)

Por ello, en esta semana estaremos conectados a la gratitud al Eterno por habernos dado a Yeshúa quien demostró en su propio cuerpo con unir los dos planes de la existencia desde el correcto uso de su esencia: ser Deseo. Así lograremos que nuestro cuerpo (instrumento propio de Malkut) sea utilizado por el Espíritu Santificador de Yahvéh para ascender todo lo material hasta sublimarlo con lo celestial.

Debemos saber y aceptar que en Malkut (el cuerpo) es donde nuestro mundo psicoemocional (hebreo Zeir Anpin) se materializa. Tenemos muchos rincones oscuros, muchas sombras del pasado que, consciente o inconscientemente, ocultamos en lo profundo de nuestra psiquis. Entendemos, por los experimentos de las neurociencias, que esto funciona como un mecanismo de protección, está bien, pero que saber y aceptar que no porque escondemos nuestros traumas y frustraciones, ellos no nos están corroyendo por dentro. Por ello, muchas disciplinas de las ciencias de la salud, en su apertura holística, aseguran que las enfermedades son la purga de esas emociones no sanadas. Arrastramos traumas infantiles toda la vida sin poder sanarlos conscientemente, y, a veces, eso desata una enfermedad mortal, como el cáncer. Yo sé que nadie quiere sufrir, pero el dolor debe salir a través del trabajo espiritual o por medio de una enfermedad.

Malkut es puro deseo egoísta (ratzón atzmut) y por cada deseo hay una vasija. Cuando un espacio de la vasija está ocupado con una situación no resuelta, esto es igual a una vasija cerrada como una nuez. La Luz Infinita no tiene manera de penetrar. Por tanto, esa nuez hay que romperla, y es eso lo que duele (en el idioma paulino, a esto se le llama «castigar el cuerpo» – ver 1 Corinitios cap. 9 vers. 27). Salir de un trauma duele porque para el subconsciente es como si fuera un hijo y ha vivido con él durante años (es lo único que conoce). Nos cuesta romperlo porque lo desconocido causa miedo.

Te invito, estimado lector, a que imagines que cada problema o dolor que se te presenta es una nuez que vas a romper. En cuanto se rompe, sentirás la tristeza, el dolor, llorarás… pero debes saber que estás en el proceso verdadero de acercarte a Yeshúa como Salvador. Ese proceso de sanación es la semilla de la nuez que te estás comiendo y digiriendo, pero una vez que termine, te queda el espacio para que la vasija se llene de Luz mesiánica. Ella es simple y tiene una sola programación: dar. No puede haber una vasija vacía, porque en cuanto el espacio esté disponible, enseguida se llenará de Luz.

Justamente de esto se trata el proceso de salvación que el Eterno ha realizado con sus llamados, tal y como lo describe el apóstol Pablo al escribir:

«Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó…»

(Romanos 8:30)

Es decir que a través de Yeshúa HaMashiaj hemos escapado del mundo sensoro-emocional en donde habita el miedo limitante, la ira y el sentimiento de ser una víctima (emociones estas que nos bajan la frecuencia), para ir a la cabeza, que son los niveles superiores intelectuales que conectan con las dimensiones de Yesod; las zonas donde todo le es posible al que cree (Marcos 9: 23).

En esta semana seremos capacitados por el Espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) para entender que nuestra propia naturaleza reactiva que siempre busca detenernos, volvernos lentos o paralizarnos psíquica y emocionalmente, se vale del mecanismo de la víctima como la principal herramienta del cuerpo, para evitar los cambios que anhelamos a hacer, y que a ese nuestro satán no le gustan nada. La naturaleza corpórea rechaza los cambios porque ello incluye una actividad psíquica, emocional, química o celular nueva, que terminará produciendo un movimiento interno de conexión con la energía de la vida eterna (es decir, una vida con la calidad del Eterno); y el cuerpo, por causa del pecado, tiene implícito una memoria de muerte, porque constantemente se está regenerando, es decir, una parte nuestra muere y otra renace, por lo tanto debemos encontrar una manera diferente que nos llevará a un verdadero cambio y transformación, es por eso que se ha revelado públicamente el yugo de Yeshúa, que están provocando que cada día despierten más varones y mujeres, salgan de la zona de la Gran P… (Babilonia) y acepten hacerse sus discípulos a fin de sanar sus almas hasta lograr unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo. Así cuando los redimidos logran su misión en plenitud uniendo Cielo y Tierra, el Nombre de YHVH es santificado y se activa produciendo un flujo de milagros en la fisicalidad.

Anhelo que te interese caminar conmigo en estos seis días de ascensión y promoción mesiánica.

Shalom!

 

Los Hermanos de José Bajan a Egipto

Por P.A. David Nesher

 

«Jacob, viendo que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando unos a otros?
Y dijo:

Mirad, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y compradnos grano para que podamos vivir y no muramos.

Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto.»

(Génesis/Bereshit 42: 1-3)

Hasta el presente hemos sido testigos de cómo Yoséf interpreta los sueños de personas extrañas y cómo estos se cumplen.

Cabe recordar que la primera vez que la Torah relaciona a Yoséf con sueños lo hace relatándonos sus propios sueños que empezarán a cobrar realidad a partir del encuentro con sus hermanos.
Años han transcurrido desde que Yoséf fuera odiado por sus “sueños y sus palabras”.

El hambre en Egipto y en las comarcas que circundan a esa tierra no es más que uno de los elementos que conducirán al cumplimiento de los sueños de Yoséf, que no son un fin en sí mismos, sino que a su vez son los caminos a través de los cuales los descendientes de Abraham llegarán a Egipto y se acrisolarán como pueblo de Israel. Así pues, el hambre no perdonó a ningún pueblo, incluida Eretz Kenaán, país de los hijos de Yaakov. De esta forma se cumple el sueño de Yoséf; la gavilla de él es “levantada” más arriba que los de sus hermanos. Una pregunta surge aquí: ¿Qué hizo Yoséf para que sus sueños se cumplieran? Mantenerlos frescos en su memoria, no olvidarlos, solo de esa forma podían volverse realidad. Un buen sueño nunca debe olvidarse. Si el hombre olvida sus sueños nunca se le cumplirán y también él será olvidado.

Canaán y el mundo fueron golpeados con hambruna en la buena, agradable y perfecta Voluntad (Ratzón) del Eterno. Yaakov avinu y sus hijos estaban en peligro de muerte. Como el hambre se propagaba en la tierra prometida a Avraham e Itzjak, la familia de Israel estaba empezando a caer en desgracia. En la tierra prometida ya no fluía leche y miel. La mano invisible de Yahvéh había cerrado todo grifo celestial. Los canales sefiróticos del Eterno estaban sufriendo pérdidas en otras dimensionalidades de la existencia, por lo que en el plano físico la tierra de Canaán estaba experimentando dicha negatividad. Se había convertido en una tierra de hambre y desesperación.

Sabemos que el hambre no es algo bueno, pero el Eterno lo usó. Él puede, y hace uso del material necesario, que necesitamos en nuestra vida para que lleguemos a hacer cosas que normalmente no haríamos. Normalmente, los hermanos de Yoséf nunca hubieran descendido a Egipto.Pero la necesidad los llevó a esa nación.

El negocio de la familia de Yaakov era principalmente criar ganado vacuno y ovino en lugar de la agricultura. Ellos habían soportado un año antes la hambruna y tenían reservas para tal ocurrencia. Pero cuando el segundo año de la hambruna vino sobre ellos sus reservas se habían agotado y era el momento de actuar. Tenían que encontrar grano para mantenerse a sí mismos y sus familias, alrededor de ochenta personas en total. Pero a pesar de tener ellos una gran riqueza, no había grano para comprar en Canaán. Así Yaakov envió a sus diez hijos a Mitzraím (Egipto) para comprar allí. Toda esta circunstancia negativa, permitida por la Providencia del Eterno, los expulsó de sus tierras, y los llevó a Mitzraím (Egipto) un símbolo del mundo o gentilidad. Todo esto sería una tipología perfecta, ya que esta profecía  se cumpliría dos mil años más tarde, cuando Yeshúa el Mesías también sería entregado por sus hermanos (los judíos) en manos de los gentiles,  y tantos años después, los hijos de Israel (Casa de Judá), después de rechazar al Mesías (o Cristo) fueron obligados por los romanos (enviados por Dios) a abandonar sus tierras y se dispersaron en todo el mundo gentil (goyim).

«Así que los hijos de Israel fueron a comprar grano entre los que iban, pues la hambruna estaba en la tierra de Canaán.»

(Génesis/Bereshit 42:5)

Imaginemos la escena. Al igual que el terrible silencio de Avraham e Itzjak (Isaac) viajando al Monte Moriah, ellos viajaban en resignado silencio. No está registrada ni una sola palabra de la conversación. Sólo podemos imaginar los pensamientos y sentimientos de los diez hermanos, que viajaban a Egipto y recordaban la venta de su hermano veintidós años antes. Lo que no sabían es lo que habría en los depósitos de granos para ellos.

Los hijos de Yaakov estaban muy lejos de imaginar que al vender a Yoséf a los mercaderes que se dirigían a Egipto estaban sellando el destino de toda su familia y el de las generaciones venideras. La disposición divina tenía que cumplirse; para ello ellos debían ir a Egipto, posteriormente lo haría la familia entera con la finalidad de sobrevivir al hambre que azotaba a aquellas regiones. La profecía de Yahvéh a Abraham estaba en proceso de cumplirse:

«…Peregrina será tu descendencia en tierra que no le pertenece, y los harán servir…»,

(Gén 15: 13)

Yoséf era el visir (virrey) del país, y no obstante, jamás delegó en nadie la responsabilidad de la distribución física de los productos de primera necesidad a la gente que los requería. Él era el que vendía el cereal a todo el pueblo de la tierra (v. 6). Él personalmente cumplía esa función, para asegurarse de que nadie fuese engañado y para constituirse en un ejemplo vivo de la celeridad y la urgencia con que se debe atender los menesteres de los más necesitados. [Torat Emet].

Vinieron los hermanos de Yoséf y se prosternaron con el rostro a tierra. ¡Así y tal como lo leemos! Los hermanos de Yoséf llegan a Egipto y se presentan ante él inclinando sus rostros por tratarse de un varón de autoridad. Ahora bien, si usted no cree que el Eterno puede llevarlo al fin de usted mismo, mire esta imagen. Aquellos que se rieron del adolescente en el pozo ahora están postrados delante de él rostro en tierra. Necesitamos ser humildes ante el Dueño del universo. Nuestra expresión española humilde viene de la palabra griega humas, que significa tierra. Es decir, que cuando usted ruega a Dios debe acostumbrarse a «poner su cara en tierra«. Si los ángeles lo hacen, ¿por qué no hacerlo nosotros? La Sagrada Escritura dice que hay que humillarse ante Dios (Daniel 10:12), porque si usted no se humilla, Él lo humillará, porque tarde o temprano toda rodilla se inclinará ante Él (Filipenses 2:10-11). No es si usted va a humillarse, es cuando va a humillarse. Usted puede inclinarse hoy, o puede inclinarse en el Día del Juicio, pero se inclinará. Su elección es de que manera.

Volviendo a este encuentro fraternal. En realidad, Yoséf quien mandó a buscar a sus hermanos apenas los reconoció. Ellos no sabían que estaban ante su hermano “perdido”. Era imposible identificar a Yoséf detrás de esa barba, con un collar de oro en el cuello, con vestimentas de seda y carmín, y sin su inconfundible cabellera peinada-trenzada. Además llevaba en su cabeza una corona real de oro puro. Sin embargo, él sí reconoció a cada uno de ellos, a pesar de no verlos durante más de 20 años.

Yoséf no era reconocible porque había cambiado, pero ellos ¿habían cambiado? Él no lo sabía, pero a lo largo de los años había decidido que si sus hermanos llegaban ante él, primero los probaría antes de revelárseles. Finalmente ellos se quedaron allí. En el versículo 7 hay un juego de palabras en hebreo. Fueron reconocidos, pero él se hizo irreconocible y fingió ser un extraño. Por eso, decidió hablarles duramente a través de un intérprete. Dicho intérprete sabía a la perfección el idioma egipcio y el hebreo; el Midrash cuenta que este intérprete era Menashé, hijo mayor de Yoséf. Pasados 22 años, se volvieron a ver. Yoséf no reveló su identidad a sus hermanos, sino que los trató con rudeza.

YOSÉF TRATA DURAMENTE A SUS HERMANOS.

 Vayizkor Yosef et hachalomot asher chalam lahem vayomer alehem meraglim atem lir’ot et-ervat ha’arets batem.


«Yoséf recordó los sueños que había soñado acerca de ellos y les dijo:

“¡Ustedes son espías. Vinieron a investigar el punto débil de la tierra para luego atacarnos!»

(Génesis 42:9)

Explica el Midrash que, los hermanos de Yoséf enfrentan el cargo de “espías”, ya que Yoséf advirtió que ellos ingresaron de forma estratégica a Egipto; cada uno por puertas distintas.

¿Por qué los acusa de espías?

Los hermanos de Yoséf lo habían calificado de esa manera cuando trabajaba para su padre Yaakov.

Durante la hambruna Yoséf había ordenado que se registrara a cada individuo que entraba Egipto. Él estaba seguro que sus hermanos tendrían que llegar al país en búsqueda de alimentos. Los midrashim narran que, llegando a Egipto, los hermanos comienzan a buscar a Yoséf para tratar de recuperarlo. Esta acción es profética: Actualmente, Yoséf (Casa de Efrayím), está disperso entre los gentiles y los judíos (Estado judío moderno), están ayudando a la recuperación de sus descendientes, las “tribus perdidas de los hijos de Yaakov”.

Volviendo al momento de la acusación que Yoséf les hace, no habiendo ofrecido ellos ninguna respuesta ante la misma, Yoséf los confina por tres días como sospechosos, hasta que se aclare su situación.

El primero en admitir su culpa, entre ellos, fue Yehudá quien reconoce haber maltratado a Yoséf y participar en el complot contra él. También reconoce que él sugirió la venta de Yoséf, pero fue una manera de salvarlo de morir en el pozo. Sin embargo, todos eran culpables de darle la tristeza de su vida a su anciano padre Yaakov.

La dureza — aparente o real — con la cual Yosef trata a sus hermanos es objeto de interpretaciones variadas.

Existe un detalle maravilloso que debo destacar antes de continuar con el hilo de esta bitácora. Como quiera que sea, en las Sagradas Escrituras los protagonistas de sus relatos son seres humanos con pasiones y amores, odios y lealtades. Por esto, no veremos a un Yoséf indiferente frente a sus hermanos, ni indolente por el sufrimiento que ellos le causaron. Abarbanel sugiere que, en última instancia, los propósitos de daños maquinados por sus hermanos no afectaron a Yosef, ya que él sobrevive y alcanza la gloria, entendiendo que todo estaba dominado por la soberana Intención de Yahvéh. Pero, en la mentalidad básica de ellos anidó la voluntad de dañar.

Por lo tanto Yoséf responderá en la misma forma. El los interrogará, les hará preguntas difíciles, quizás algunas con poco fundamento, pero velará por su bienestar físico; les venderá alimentos y al mismo tiempo ordenará, en secreto, la devolución de su dinero, tal vez para no empobrecerlos. Les hablará con dureza en público, pero se ocultará muy cerca de ellos y llorará.

El reconocerá a sus hermanos físicamente y más aún reconocerá su grado de parentesco y no los dañará, cosa que los hermanos ignoraron cuando lo arrojaron a “la cisterna, en el desierto”.
Evidentemente hay grandeza de alma en Yoséf, sin olvidar su condición humana.

Personas y no héroes protagonizan estos relatos.

Entonces aceptemos bien lo que aquí se esconde. Cuando Yosef probó a sus hermanos, él buscaba dos cosas antes de revelarse a ellos. En primer lugar, quería ver si ellos habían cambiado. La última vez que los vio, lo habían arrojado a un pozo y luego lo vendieron como esclavo. Entonces, como prueba definitiva de sus corazones cambiados, Yosef necesitaba ver cómo ellos tratarían a su hermano menor Benjamín. ¿Iban a ser ellos tan celoso de Benjamín como lo habían sido de él? ¿Podía confiar en ellos?

Muchas veces el Eterno puede y debe utilizar formas que pensamos que son muy duras para llamarnos a estar donde Él quiere que estemos. No debemos resistirnos nunca, porque es la dureza de nuestro corazón la que lo demanda.

«Antes que fuera humillado, yo erraba, pero ahora guardo tu Palabra.»

(Salmo 119: 67)

Existe en estos códigos una tipología profética maravillosa. Ni Yoséf ni Yeshúa fueron reconocidos por sus propios hermanos.

Yoséf había sido exaltado sobre todo Egipto, pero Israel no lo sabía. Todos esos años él creyó que Yosef estaba muerto, y luego, por causa del hambre mundial, los hijos de Israel descendieron a Egipto, pero no lo reconocieron. Así ha sido con los descendientes de Israel en la Casa de Judá desde el momento en que rechazaron a su Mesías:

«A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.»

(Juan 1:11)

Los judíos no han aceptado que el Eterno había enviado y criado a Yeshúa. Ellos creyeron que, después de su crucifixión Él está muerto, y a lo largo de todo este exilio de Edom (Roma) un velo se ha puesto sobre sus corazones y mentes. Incluso el comienzo de la Gran Tribulación los encontrará aún ignorantes de la exaltación y gloria del Señor Yeshúa HaMashiaj (2 Tesalonicenses 2:14).

José y Su Nuevo Nombre: Zafnat Panea

Por P.A. David Nesher

 Vayikra Far’oh shem-Yosef Tsofnat Paneaj vayiten-lo et-Osnat bat-Poti Fera kohen On le’ishah vayetse Yosef al-erets Mitsrayim.

«Y Parhó llamó a Iosef “Tzafenat Paneaj”, [“Interpretador de mensajes crípticos”] y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera [Potifar], ministro de On. [Después], Iosef salió por la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:45)

 

La civilización egipcia era tan antigua como el tiempo. Los egipcios eran descendientes de Mitzraim, uno de los nietos de Noé. El Faraón era conocido como el Rey de las Dos Tierras porque Egipto estaba dividido en dos grandes zonas: El Alto y el Bajo Egipto. La producción de trigo de esa nación era inmensa, tanto que siglos después se convertirá en el granero del imperio Romano. Estaba repleto de grandes matemáticos, arquitectos, músicos y las calles de sus ciudades rebosaban de mercaderes, malabaristas y muchas prostitutas. Un ejército de médicos mantenía a raya la malaria. Los científicos modernos desconocen que técnicas usaban o de qué medicamentos se valían pero eran bastante eficaces para combatir esa enfermedad. La magia era el pan nuestro de cada día al igual que las sectas esotéricas. Y allí estaba, el bisnieto de Abraham, descendiente de Sem, el hebreo Yoséf… el esclavo con el don divino de interpretar sueños. Allí estaba, de pie frente al hombre más poderoso del mundo que ellos conocían, el Parhó (Faraón), quien le daría una esposa y un nuevo nombre: Zafnat Panea (hbr. Tzafnat Panéaj)

Yoséf se casó con Osnat (Asenat), hija de Poti-Fera. Hay diversas opiniones sobre este Potifera; algunos intérpretes piensan que es el antiguo amo de Yoséf (Potifar), si así fuere, esta es la ironía del destino; Egipto era el país de las castas y de las jerarquías, de los faraones y los esclavos, donde toda mezcla sanguínea con seres de inferior rango eran repudiados. Ahora el gran cortesano de Egipto, Poti-Fera debía entregar a su propia hija al esclavo hebreo. Por otra parte, la mujer de Potifar entregará a su hija al hombre que ella deseaba para sí, y deberá elevar al hombre a quien envió a una tenebrosa prisión. En síntesis, las ruedas del destino giran prontas y misteriosamente, y todo lo absurdo empieza a acontecer. De este modo, el siervo se convierte en amo, y el amo se prosterna ante el siervo.

También encuentro honesto contarles que debido a que a los rabinos no les gusta el hecho de que Yoséf tuviera una novia gentil, entonces aplican una leyenda que dice que Asenat era realmente la hija de Dina y Siquem. Ellos enseñan que ella fue expulsada de la casa de Yaakov avinu,  abandonada en la frontera de Egipto, y entonces, supuestamente fue adoptada por Potifera sacerdote de On y su esposa, para finalmente casarse providencialmente con Yosef.

Desde el momento en que Yoséf subió al poder, se propuso desarraigar el mal social y convencer a los egipcios de que llevasen una vida moral más sana y más pura.

YOSÉF ES TZAFENAT PANEAJ

Tzafnat Panéaj” (צָפְנַת פַּעְנֵּ ח) Es el nombre que Faraón dio a Yoséf al ungirlo como gobernador de Egipto. Esto de cambiar el nombre corresponde a una costumbre de la nobleza egipcia y, a veces también a la usanza hebrea (ver Núm 13: 16).

No es un nombre importante, sin embargo, se le dio con el propósito de distinguirlo a causa de su especial don.

Para Faraón el título quiere significar “revelador de cosas ocultas”, o “el que descifra misterios”.

Según Rashí y Flavio Josefo, el nombre Tzafnat Panéaj significa “revelador de misterios”. Tzafnat podría derivar de la raíz tzafán, que significa “esconder”, “ocultar”. La versión LXX (Setenta) y la versión Copta tradujo este nombre como “salvador del mundo”.

Este cambio de nombre tuvo su importancia en el posterior desarrollo de nuestra historia ya que contribuyó a disimular la identidad de Yoséf cuando sus hermanos llegaron a Egipto.

Para algunos judíos, el significado viene a ser: “¿Quién es capaz de descifrar lo que hay oculto tras esta máscara?»

Lo más probable es que el significado del nombre sea «Dios habla y vive«, refiriéndose a la Palabra de Dios viniendo a través de Yoséf, asegurando la preservación del país, por medio de métodos celestiales. Todo esto porque Yoséf demostró con su vida que Dios vive y habla y que sería la salvación de Egipto, de Israel y las naciones vecinas. Con este nombre, el Parhó (Faraón) reconocía en Yoséf a un hombre que reflejo que Dios existe y quería salvar a la humanidad de toda destrucción que el caos ocasiona.

Hoy, para nosotros el mensaje es bien fuerte. Este mundo que esta por perecer necesita de cada uno de nosotros, los redimidos. Sí necesita de usted que ama la Torah, y es un hijo primogénito en Yeshúa. El mundo necesita que usted le refleje que hay un Dios que Vive y habla. El Eterno uso a Yoséf para salvarlos. Él también lo usará a usted si  acepta el desafío. Ese es su propósito de estar vivo aquí y ahora.

TIPOLOGÍA MESIÁNICA.

Así como Yoséf adquirió una identidad pagana (egipcia), Yeshúa por su parte fue secuestrado y desfigurado; se lo romanizó y luego cristianizó. La eclesiástica cristiana le dio un sobrenombre latino: “Jesucristo”. Pero todo esto no es más que un antifaz que le colocaron en su rostro para que no se le identifique como lo que es, un hijo de Israel que observó la Torah y que llegó a ser reconocido como Mashíaj por millares de su nación, durante los dos primeros siglos de la Era Común.

¿Significará esto que nuestros hermanos yehudim (judíos) de nuestra época podrán descifrar lo que “hay oculto tras la máscara” del nazareno Yeshúa? En un primer momento, los hermanos de Yoséf, estando aún frente a él, no lograron reconocerlo; sin embargo, fue hasta la segunda entrevista que les fue revelada la identidad de su hermano.

¡Yosef pasó De Mesías a Visir! (El Faraón Eligió a Yosef como Virrey)

Por P.A. David Nesher

 

Vayomer Par’oh el-avadav hanimtsa kazeh ish asher ruach Elohim bo.

Vayarkev oto bemirkevet hamishneh asher-lo vayikre’u lefanav avrej venaton oto al kol-erets Mitsrayim.

«Dijo Parhó a sus sirvientes:

“¿Podrá, acaso, ser hallado otro hombre como éste, en quien se encuentre el espíritu de Elokim?”…

Y lo hizo subir en su segunda carroza y proclamaban ante él:

“¡El Virrey!”.

Así, lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto.»

(Bereshit/Génesis 41:38 y 43)

 

Yoséf ha pasado desde lo más bajo hasta lo más alto, pero tomó 13 años para que esto sucediera. Para los del exterior, el empoderamiento de Yoséf parecía un”éxito repentino”, pero duró más de trece años en la fabricación.

Antes de salir de la prisión Yoséf tenía apenas el control de los reos, pero jamás imaginaría que después de abandonar definitivamente ese lugar tendría control sobre el poderoso Imperio de Egipto. Yoséf es un buen ejemplo de un hombre que parecía tener todos los dones y talentos para el liderazgo, pero el Eterno debía desarrollar primeramente el carácter mesiánico durante muchos años. Dones y talentos pueden ser impresionantes e inmediatos, pero el carácter de un ungido (mesías) es lo que el Eterno busca y siempre toma tiempo para desarrollarlo. Yoséf había aprendido la obediencia y así logró ser fiel en todas las pequeñas cosas que Yahvéh le había enviado; Yoséf ahora se convertiría en gobernador de toda la tierra de Egipto bajo el Faraón.

Parhó (Faraón) nombra a Yosef como Virrey de Egipto. A pesar de todo, Yosef poseía una muy buena imagen; tenía un porte distinguido y no se parecía en nada a los esclavos comunes. Pero esto despertó la envidia y celos del resto de los ministros del palacio quienes objetaron la decisión del rey. A Yoséf se le aplicaron diversas y complicadas pruebas las cuales superó de manera exitosa.

Yoséf tendría plena autoridad para llevar a cabo su plan. Esta sería la tercera casa en la que Yosef fue colocado. Fue de la casa de Potifar a la cárcel, y de esta, a la casa de Faraón. La única cosa que no le fue permitido poseer a Yoséf fue el trono de Faraón. Por lo tanto, la relación de Yoséf con el Faraón es paralela a su relación con Potifar. Sólo la mujer de Potifar estaba prohibida a Yoséf mientras que el Faraón solamente retuvo su trono.

«Y Faraón dijo a José: He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.»

(41:41)

Entonces el Faraón vuelve a enfatizar lo que acababa de decir. Así como Potifar levantó a Yoséf para estar a cargo de su casa, y al igual que el jefe de la cárcel lo puso a cargo de la prisión, el Faraón lo levantó para estar sobre toda la tierra de Egipto. La frase: te pongo sobre toda la tierra de Egipto, literalmente, significa: «y todo mi pueblo será obediente a usted, o toda mi gente va a besar la tierra en sumisión a ti«. Las funciones del visir o primer ministro eran críticas y variadas. Él tenía el control total del gobierno, fijar y recaudar los impuestos, designar los funcionarios, controlar la obra pública, construir nuevos monumentos, supervisar el cementerio real, mantener los registros y el suministro de alimentos. En otras palabras, era su responsabilidad asesorar a Faraón y velar por que el país funcione sin problemas.

Según los sabios la palabra hebrea “avrej” traducida aquí por virrey, significa «arrodillarse«, «consejero«, o «amigo principal«. En este caso la expresión quiere decir: “Este es el maestro del rey”, es decir, que así Faraón está presentando a Yoséf ante todos sus súbditos. Ahora Yosef no solo recuperaba su dignidad sino que llega a superar su posición anterior.

De esta forma Yoséf sale de los sucios calabozos para ascender de manera directa al trono de Egipto en calidad de Virrey (el segundo puesto después de faraón).

Faraón lo pone por sobre toda la tierra de Mitzrayim (Egipto) dándole su anillo de sellar y vistiéndole con finas ropas de lino, colocándole asimismo un collar de oro en su cuello. Enseguida lo transporta en su segundo carro y todos proclaman delante de él “¡Avrej!” La palabra abrej puede dividirse en dos partes:

▶ las letras jaf y bet suman veintidós, igual que la cantidad de letras con las cuales está escrita la Torah.

▶ Las letras reish y bet forman la palabra a rab (rabino _ maestro), dando testimonio de que a pesar de que Yosef actuó con humildad, su sabiduría era muy grande, tal como corresponde al carácter de un rabino.

¡Maravillosa enseñanza para nuestra alma! Así es como opera la Salvación del Cielo, primero, pareciera que no le ocurre nada positivo a los hijos de Dios, pero en un segundo, les sobrevienen las recompensas más grandiosas.

¿A Quién le Cuentas tus Sueños?… (José interpreta los Sueños de Faraón)

Por P.A.  David Nesher

«Entonces habló Faraón a José:
En mi sueño, he aquí yo estaba en pie a la orilla del Nilo, y he ahí, del Nilo subían siete vacas gordas y de hermoso aspecto que apacentaban entre el junco. Pero, he ahí, tras ellas subían otras siete vacas de mal aspecto y enjutas de carne, como no había visto en toda la tierra de Egipto. Y las vacas flacas y malas devoraron a las siete primeras vacas gordas, y éstas entraban en sus entrañas, pero no se notaba que hubieran entrado en sus entrañas, porque su apariencia era tan mala como al inicio.
Luego, desperté. Entonces desperté con problemas.
Después vi en mi sueño que siete espigas llenas y buenas brotaban de un mismo tallo. Pero, he ahí, siete espigas marchitas, menudas y resecas por el viento oriental crecían después de ellas, y las espigas menudas devoraban a las siete espigas buenas.«

(Bereshit/Génesis 41: 17-24)

 

El alma del Faraón (Parhó) estaba agitada pues no le cabía duda que una doble visión onírica de tal claridad y tan semejante, indicaba por fuerza algo que iba a ocurrir. Por lo pronto el narrador nos muestra con gran plasticidad el camino equivocado por el que al principio el Faraón iba, cuando erróneamente suponía que el conocimiento de las cosas futuras era un arte humano accesible a una determinada ciencia mántica (adivinatoria). Error que resulta especialmente ostensible en la interprelación le dirige a Yoséf, llevado ya a su presencia. Leemos que en su frustración, el Parhó (Faraón) dijo: «lo he referido a los magos, pero no hay quien me lo interprete» (41:24). Era una creencia común en Egipto (Mitzraim), que los dioses se comunicaban a través de sueños. Los egipcios creían que cuando los sueños se repetían o llegaban en dos juntos estos eran especiales, por lo que se determinó en conseguir alguna ayuda,  de modo que hizo llamar a «los magos (hebreo: jartumim) de Egipto, y a todos sus sabios» para que interpretaran su sueños. Los jartumim eran los encargados, mediante secretos milenarios de la magia cusita (fundada por Cus, padre de Nimrod) de explicar los sueños. Los magos y adivinos conservaban diferentes interpretaciones de los sueños del pasado en libros de sueños, que eran supuestamente fiables. Por ende, lo que Faraón está reconociendo frente a Yoséf es que los dioses de Egipto, los sabios y los magos eran incapaces de interpretar los sueños del Faraón, y por lo tanto eran impotentes también de hacer frente a los próximos problemas que los sueños sugerían.

Por esta razón, nos encontramos ante un pasaje de importancia teológica programática; la diferencia entre la adivinación profesional de los agentes reptilianos (abocada al fracaso) y la iluminación carismática que no precisa técnica alguna, queda fuertemente subrayada. ¡La ciencia de los hombres siempre será eclipsada por los dones que el Eterno otorga a los suyos!

«¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?«

(1Corintios 10: 20)

Entendamos y aceptemos que Yoséf tiene una cosmovisión muy distinta a la de los egipcios en cuanto al valor de los sueños. Según el Talmud, en la revelación de la Torah los sueños, muchas veces son un medio de comunicación de Yahvéh con las personas (algunas), pues está escrito:

«Aunque esconda mi rostro a Israel, me comunicaré con él por medio de los sueños»

(Jaguigá 5)

Es también muy interesante remarcar aquí que los sueños importantes en la vida de Yoséf siempre parecían venir de dos en dos. En primer lugar, él mismo tuvo dos sueños (37:5-9); luego él interpretó los sueños del copero y el panadero (40:1-23); y ahora, el Faraón, rey de Egipto, tuvo dos sueños. Aún así, los sueños del Faraón sucedieron dos años después de su interpretación de los sueños del copero y el panadero. Al final de dos años exactos, sucedió que Faraón soñaba. Y he aquí estaba en pie junto al Nilo (41:1).

Según lo relata el Midrash, Faraón empieza a contar sus visiones a Yoséf pero ocultaba detalles para ver si éste conocía en realidad sus sueños. Naturalmente, Yosef se percataba de los intentos del Faraón por despistarlo, entonces Yosef le rectificaba diciendo: “has visto esto y esto”, [Midrash, Miketz]. Por ello, es que notamos que salieron más detalles del sueño en el segundo relato. Cuando las vacas flacas habían comido las vacas gordas, ellas mismas no sé hicieron gordas.

Ver una vaca comiendo pasto es normal, pero vera una vaca tragándose a otra, sí que genera algo de terror. En el caso del sueño del Faraón, la clave de la interpretación no estaba en las vacas y espigas en sí, sino en la gordura y flaqueza de éstas (ver Rashí, vers. 2). Siendo los egipcios la nación más poderosa de ese tiempo, el granero del mundo, era imposible imaginar que tendrían que enfrentarse a una terrible escasez.

Yoséf discernió el significado del sueño del Faraón tan rápido como había discernido el del copero y del panadero. Entonces Yoséf dijo a Faraón:

«Los sueños de Faraón son uno solo»

(41:25)

«Los dos sueños del Faraón tienen el mismo significado«. Parece que el rey de Egipto ya lo había sospechado (41:17-24), y ahora Yoséf lo confirmó pero en el Nombre del Eterno.

Las siete vacas y siete espigas de trigo representan cada uno siete años. Los cuatro símbolos eran realmente dos conjuntos de siete años. Las siete vacas buenas son siete años, y las espigas buenas son siete años. El sueño es uno solo.

«También las siete vacas flacas y de mal aspecto que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas menudas y resecas por el viento oriental significan siete años de hambruna.»

(Génesis/Bereshit 41:26-27)

Habrá siete años de abundancia y luego de siete años de escasez y hambre. Yoséf enfatiza claramente la hambruna de siete años más que los siete años de abundancia. Con eso dejaba bien claro que los años de hambre serán tan malos que los buenos años serán olvidados. ¡Los años de escasez consumirían todas las reservas hechas durante los años de abundancia! Así pues, Yoséf entrando en detalles dijo:

«He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Después de ellos, se levantarán siete años de hambruna, y toda la abundancia en la tierra de Egipto será olvidada, y la hambruna consumirá el país.»

(Génesis 41:29-30)

Yoséf sabía que el asunto estaba completamente en manos de Yahvéh. El Eterno tenía un propósito para el sueño, un propósito en su elección del el momento, un propósito por el hambre, un propósito para tener a Yoséf en la cárcel y un propósito para todo lo que Su voluntad perfecta hiciera con la historia humana a fin de implantarle la Simiente de la Historia de la Salvación.

Faraón había visto las siete vacas gordas que salían del río Nilo, que era la línea de vida de Egipto. Debido a que Egipto no tiene prácticamente lluvias durante todo el año, se basa en la inundación del Nilo para abastecer de agua a sus cultivos. Durante los primeros siete años las aguas del Nilo desbordarán sus riberas y habrá mucha tierra fértil, pero durante la hambruna disminuirán y no se producirá ninguna inundación.

Esta hambruna afectaría a la reputación de los dioses egipcios. El dios Osiris, representado como un toro, era el dios del Nilo. También, y por sobre todo, afectaría a la diosa Isis, que fue descrita como una vaca, (ella era la forma egipcia de recordar a Semirámis, la esposa de Nimrod). En Siria, era llamada Ishtar. En Fenicia, fue llamada Astarté. En Grecia, era Afrodita. En Roma era Venus, pero en Egipto, fue llamada Isis. Ella era la diosa-reina que era adorada por tener el poder sobre la vida y la muerte. A ella rezaban como fuente divina de la fertilidad y de la sabiduría, invocándola con el título de Reina del Cielo.

«En cuanto a la repetición del sueño a Faraón dos veces, es porque el asunto está determinado por Elohim, y Elohim se apresura a ejecutarlo.»

(Génesis 41:32)

La interpretación de Yoséf era una refutación de la visión del mundo de Faraón (Parhó), y una confirmación para el rey. Faraón era adorado como dios en la tierra de Egipto, pero Yoséf presentó al rey una realidad diferente. Sólo Yahvéh era divino y Él había revelado los eventos que estaban a punto de ocurrir a Faraón. El soberano egipcio sólo podía responder a lo que Yahvéh Elokim ya había puesto en marcha. Qué escena irónica, un esclavo hebreo que explica el funcionamiento del Dios verdadero al poderoso Faraón de Egipto (ya los años de prisión lo habían preparado en mente y emoción para ese momento).

Yosef había interpretado correctamente los misteriosos y perturbadores sueños del Faraón. Eso significaba que la tierra de Egipto se dirigía hacia problemas. ¿Cómo haría el Faraón al respecto? El pueblo egipcio tenía una buena vida. Pero ¿cómo iban a reaccionar cuando llegara la hambruna? ¿Lo culparían ellos a él? ¿Iban a perder ellos la fe en sus dioses? ¿Habría una revolución? Sobre todo si este Faraón era un miembro de la odiada dinastía de los hicsos, pensamientos como éstos deben haberlo molestado enormemente.

Aquí es cuando Yoséf muestra su audacia y su don de administración. Él continuó hablando y sugirió que los egipcios debían tener un plan para enfrentar el hambre venidera. Dijo:

«Actúe Faraón, y designe superintendentes sobre el país, y quinte la tierra de Egipto (o un impuesto del veinte por ciento) en los siete años de abundancia.»

(41:34).

Ningún administrador responsable presentaría este tipo de noticias, sin que también sugiera un plan para enfrentar la crisis que viene. Su sagacidad aconsejó al rey aplicar un impuesto de aproximadamente una quinta parte del producto de la tierra durante los años de abundancia. Eso sería duplicar el impuesto habitual en grano, que normalmente era un diez por ciento. Para que ellos recojan toda la provisión de estos buenos años que vienen, y almacenen el grano bajo la mano de Faraón y lo guarden en las ciudades para sustento (41:35).

En su argumento convenció al soberano egipcio que esta cantidad, considerada como impuesto, no sería muy gravosa, si se tiene en cuenta que se trataba de años de una abundancia excepcional; considerado como una medida fiscal, resultaba beneficioso en comparación con lo que podemos suponer que había sido anteriormente un sistema de tributación arbitrario, que en realidad era una exacción tiránica; al mismo tiempo que impedía la destrucción del pueblo. Finalmente, a la luz de una modificación superior, es muy notable que esta proporción de dar, por parte de los súbditos de Faraón, llegar a se posteriormente la base de lo que Yahvéh pidiera a Israel, como su rey celestial (maazer o diezmo).

He aquí un gran secreto de la mayordomía celestial. Yoséf ofreció a Faraón un Plan de Supervivencia para los siguiente catorce años. La única manera de prevenir la hambruna era por medio de una planificación cuidadosa que garantizara la calidad total de vida para todo los habitantes del reino. Sin esta planificación responsable de los bienes para combatir la escasez y el hambre, Egipto hubiera pasado de la prosperidad a la ruina. Lamentablemente, conozco a muchos redimidos que se congregan alrededor de mis enseñanzas, a quienes se les hace innecesario los planes detallados. Es más, hasta se aburren ante la idea de planificar. Pero lamentablemente, la Torah revela que planificar es una responsabilidad propia de la dignidad humana, no una opción.

Yoséf pudo salvar a toda una nación y territorios vecinos al transformar en planificación eficaz lo que el diseño del Eterno le había revelado. Así las acciones prácticas o implementación de cada pauta estratégica logró el dominio del tiempo, convirtiéndolo en oro sobreabundante para el reino. Del mismo modo, estamos llamados a tomar las circunstancias del tiempo para provocar en ellas eventos económicos milagrosos, producto de las acciones prácticas que surjan de la planificación excelente de los recursos que ya el Eterno nos ha entregado.

Todo esta maravillosa expansión económica fue posible para aquella civilización, gracias a que el Faraón supo a quien contarle su sueño. Así mismo, todo milagro económico en tu vida dependerá de tus sueños y especialmente de a quién se los cuenta. ¡Ten mucho cuidado a quién le cuentas un sueño, porque su interpretación puede que se cumpla!

Yosef Aprendió a Pasar del «Alma Gorda» al «Alma Flaca»

Por P.A. David Nesher

«Y del Nilo subían siete vacas gordas y de hermoso aspecto, que apacentaban en el juncal.
Tras ellas, subían del Nilo otras siete vacas de mal aspecto y enjutas de carne, y se paraban junto a aquellas vacas a la orilla del Nilo. Y las vacas de mal aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas gordas y de hermoso aspecto. Y despertó Faraón.
Y se volvió a dormir, y soñó por segunda vez, y he aquí siete espigas gordas y buenas crecían de un mismo tallo. Sin embargo, he ahí otras siete espigas menudas y resecas por el viento oriental brotaban después de ellas.»

(Génesis 41:2-6)

 

El Faraón (hebreo Parhó) soñó. Él sabía que hacía dos años su almohada era visitada por oráculos en forma de sueños. Pero esta vez soñó, y recordó sus sueños. Eran dos sueños sucesivos. Pero en su alma, el Faraón tenía la intuición que era dos formas de un mismo mensaje divino.

En el primer sueño, siete vacas gordas pacían en la «hierba del pantano» junto al río Nilo (sostén divino de la ganadería y agricultura egipcia). Pero después subieron del río siete vacas enjutas, que devoraron a las hermosas, sin, no obstante, engordar con ello.

El segundo sueño mostró un tallo de grano con siete espigas «llenas y hermosas», cuando a su lado brotó otro tallo, también con siete espigas, pero «abatidas del viento solano»; «y las espigas menudas devoraban a las siete espigas buenas». El sueño fue tan vivo que a Faraón le pareció realidad así lo asegura el sabio intérprete Rashbam que explica que «el texto revela que hasta este momento Faraón había creído que era una visión real y no un sueño» (vv. 5-7). Así era, sólo un sueño y, no obstante, la impresión de su realidad todavía le oprimía. Como él era considerado un dios encarnado, por lo tanto era inusual que solicitara la interpretación de sus sueños. Se entendía que él sabía lo suficiente como para estar preocupado, pero no lo suficiente para ser su propio intérprete. Se revolvió toda la noche en su cama porque los sueños parecían ser muy reales. Los egipcios creían que cuando los sueños se repetían o llegaban en dos juntos estos eran especiales, por lo que se determinó en conseguir alguna ayuda,  de modo que hizo llamar a «los magos (hebreo: jartumim) de Egipto, y a todos sus sabios» para que interpretaran su sueños.

Los jartumim egipcios que traducimos como magos eran muy conocidos en la corte del Faraón (Parhó).  Ellos eran los encargados, mediante secretos milenarios de la magia cusita (fundada por Cus) de explicar los sueños. Los veremos actuar en repetidas ocasiones en los relatos incluidos en los primeros capítulos del libro de Éxodo (Éx. 7:11). Era una creencia común en Egipto (Mitzraim), que los dioses se comunicaban a través de sueños. Los magos y adivinos conservaban diferentes interpretaciones de los sueños del pasado en libros de sueños, que eran supuestamente fiables.

Parhó relató sus sueños, “más no había quién se los interprete a Parhó”. El sabio exegeta Rashí dice que esta expresión debe traducirse: “Le fueron ofrecidas varias interpretaciones por parte de los magos más ninguna era aceptable para Faraón porque no le satisfacían”. La incapacidad de los magos para desentrañar el sueño del Faraón fue provocada por el mismo Espíritu del Eterno, con el fin de convertir el triunfo de Yoséf en un evento más grande aún, que aseguraría el empoderamiento del tzadik en la corte egipcia.

Los sueños del Faraón están muy en armonía con la naturaleza de Egipto. El ganado vacuno abundaba en el valle del Nilo. Por eso, el Parhó, desde su cosmovisión y juicio, discierne que su padre, el dios Ra, le está enviando esos sueños con el fin de amonestarlo sobre los sucesos venideros y darle ocasión de tomar medidas oportunas.

Las vacas deben haber impresionado a Faraón especialmente en un sentido religioso pues en la mitología de Mitzraim (Egipto) la vaca era el símbolo de las diosas Isis y de Hathor, divinidades de la fertilidad, la cual en este caso sería muy grande o muy escasa, según lo indica el número siete, representante simbólico de la perfección, la intensidad y la plenitud divina. En el libro egipcio «Libro de los Muertos», la principal escritura del antiguo Egipto, Osiris, es el dios de la vegetación y del inframundo y se representa como un gran toro acompañado por siete vacas. Por esto, el Parhó  (Faraón) estaba perplejo con los detalles oníricos que aún perduraban en su mente, haciéndolo víctima de grandes temores. Él estaba convencido que la interpretación de los magos y sabios intentando tocar los puntos mitológicos del Imperio no tenía nada que ver con el camino que se debía seguir; pero… ¿cuál era ese Camino?

Bien, cuando todos los magos y sabios fueron llamados y el Faraón les contó sus sueños, el jefe de los coperos estaba escuchando. Después de todo, su posición era estar al lado de Faraón y atender a todas sus necesidades. Así pues, cuando ninguno de los magos podría dar una interpretación a Parhó (Faraón), el copero se acordó de Yoséf.

A menudo, la gente se olvida de lo que en el pasado alguien ha hecho por ellos; esto se llama ingratitud. Por la alegría de ser liberado de la cárcel, el jefe de los coperos se olvidó de Yoséf por dos años. Ahora no tuvo más remedio que hablar de Yoséf a Parhó (Faraón), aunque sin alabar al cautivo, se refirió así sobre él:

“…En la prisión había con nosotros un jovenzuelo hebreo (extranjero que apenas conoce nuestro idioma)…”.

El copero tuvo cuidado de no elogiar a Yoséf para que éste no hallara gracia ante el Parhó (Faraón) y de ese modo no se le diera un puesto de altura en el gobierno egipcio, lo que finalmente sucedió. El copero se refirió a él como un “jovenzuelo hebreo”, es decir, un individuo que no merece grandeza, pero al menos descifraba visiones.

Faraón (Parhó) no perdió tiempo en enviar por Yoséf. En circunstancias normales, probablemente no habría buscado la ayuda de un hebreo, y mucho menos uno en la cárcel, pero no tenía a quién recurrir. Qué imagen tiene que haber sido, el poderoso rey y el esclavo desconocido.

«Entonces Parhó mandó llamar a Yoséf y prontamente lo hicieron salir de la fosa. Se rasuró su cabello, se cambió de ropa y se presentó ante Parhó» (v. 14). Yoséf no se había cortado el cabello, ahora tendría que mostrar una buena presentación por respeto al rey.

Ahora bien, gracias al obrar amoroso del Eterno, para este momento Yoséf ya no era el joven inmaduro de 17 años que solía presumir y jactarse de sus visiones. Pasó doce años encarcelado y ahora tenía 30 años de edad.  Los lujos, la grandeza, y la adulación no conmueven la ahora fe (emunah) sólida de Yoséf en Yahvéh. Yoséf, al escuchar que se le califica como un intérprete de sueños, rechaza delicadamente este título y opta por presentarse como un simple instrumento de Yahvéh, que habrá de proporcionar la tranquilidad y la paz al reino:

“…No es mérito mío, es Elohim quien dará a Faraón respuesta satisfactoria…” (v. 16)

Puntualizó Yosef con toda humildad. Literalmente se lee: «Dios responderá el shalom del Faraón». La palabra shalom a menudo lleva la idea de completo, perfección, o completamente, y eso es lo que quiere decir aquí. El Eterno le responderá a Faraón (Parhó) completamente. Por esta respuesta, Yosef exhibió un gran crecimiento en la madurez espiritual desde la época de sus propios sueños anteriores en Canaán. Entonces, él había antagonizado con su familia llamando la atención sobre su propia superioridad. Ahora, sin embargo, él se ganó la confianza y el respeto de un rey pagano y su corte por su habilidad propia y dando todo el crédito a Yahvéh. Sus años de esclavitud y encarcelamiento de hecho le habían enseñado humildad y paciencia. En lugar de llamar la atención sobre los fracasos de los magos y haciendo hincapié en sus propias fuerzas, él actuó con la mayor cortesía y moderación, y dirigió toda la alabanza solo a Yahvéh, el Verdadero y Único Dios.

Es evidente que, sin la intervención divina, Yoséf habría sido dejado languidecer en prisión hasta que morir. Fue el Eterno quien turbando el espíritu del Parhó (Faraón) en un sueño, provocó su liberación. El mismo Yoséf reconoció esto, como se desprende de sus palabras a sus hermanos más adelante: Por eso «Elohim me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en esta tierra y para daros vida por medio de una gran liberación. Así que, no me enviasteis vosotros acá, sino Elohim.» (45:7-8).

Después de trece largos años de prisión, el Eterno había despojado a Yoséf de su yo carnal, el ego o ratzón atzmutdeseo de recibir sólo para sí«). No estaba pavoneándose en su túnica real de muchos colores que le había dado su padre. No estaba diciendo, «yo puedo hacerlo por todas las aptitudes que poseo«; por el contrario, él decía: «… y ya no vivo yo, sino que el Mesías vive en mí.» (Gálatas 2:20). Estaba diciendo: «No puedo Yo hacer nada de mí mismo. Según oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.» (Juan 5:30). Él estaba diciendo que ser un servidor es la base del liderazgo. Yeshúa dijo de sí mismo: «porque ni el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.» (Marcos 10:45).

Aquel que anuncia a Yeshúa también se convierte en un servidor.

¿Es usted un servidor? ¿A quién sirve?

El servicio es la llave de oro que abre la puerta al éxito en el Reino de Dios.

«Porque vosotros hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como oportunidad para la carne, sino servíos los unos a los otros por medio del amor.»

(Gálatas 5:13)

Somos como bestias cuando muerden y se devoran unos a otros; somos como seres humanos cuando nos criticamos unos a otros, pero somos como Dios cuando servimos a los otros en amor. Eso es lo que hizo Yosef aquí. ¿Qué decide usted hacer hoy aquí y ahora?