Investigando el tema de los cuarenta años del golpe militar contra la democracia chilena en 1973, me enteré que el malaventurado illuminati Henry Kissinger, asesor de Seguridad Nacional del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, comentó al ser electo Salvador Allende como presidente de Chile: «no veo por qué quedarnos quietos y observar a un país volverse comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo. Los asuntos son demasiado importantes como para dejar que los votantes chilenos decidan por sí mismos«.
Desde el momento que fuera pronunciado ese dicho Washington se puso manos a la obra. De ese modo, fomentó, apoyó y colaboró en los eventos sangrientos –asesinatos, tortura, desapariciones– que marcaron el régimen de la junta militar de Augusto Pinochet a lo largo de sus diecisiete años en el poder.
Según documentos oficiales desclasificados por la organización de investigaciones National Security Archive, se comprueba el papel de Washington durante el gobierno de Nixon. Por ejemplo, en 1970, el subdirector de la CIA para planeación escribió: “es política firme y continua que Allende sea derrocado por un golpe… Es imperativo que estas acciones sean implementadas de manera clandestina y segura para que la mano del gobierno de Estados Unidos… quede bien oculta”. (Los documentos desclasificados sobre Chile).
El gobierno de Estados Unidos, dirigido por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, influyeron decisivamente en grupos opositores a Allende, financiando y apoyando activamente la realización de un golpe de Estado. Dentro de estas acciones se encuentran el asesinato del general René Schneider y el Tanquetazo, una sublevación militar en julio de 1973.
El golpe de Estado marcó el fin del gobierno de la Unidad Popular, que sería seguida por el establecimiento de una junta militar liderada por Pinochet. Chile, que hasta ese entonces se mantenía como una de las democracias más estables en América Latina, entró en una dictadura cívico-militar que se extendió hasta 1990. Durante este período, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos,5 6 se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto.
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Pinochet y su aliado illuminati Henry Kissinger |
Peter Kornbluh, director del proyecto de documentación sobre Chile del National Security Archive, y autor de «
Pinochet: Los Archivos Secretos«, dijo al diario
La Jornada que a 40 años del golpe aún falta que Estados Unidos, como país, repare plenamente su papel en el golpe, que el gobierno ofrezca algún reconocimiento de que ayudó a orquestar un golpe y apoyar una dictadura. Agregó que en particular hay una persona que ante todo tiene que responsabilizarse de todo esto:
Henry Kissinger.
Indicó que aquí se tienen que resolver ciertos casos pendientes como parte del rendimiento de cuentas de Estados Unidos. Entre estos, indicó que el ex oficial militar chileno Pedro Barrientos, uno de los hombres formalmente acusados en Chile de asesinar a Víctor Jara, reside desde hace 20 años, en Estados Unidos y ahora es ciudadano, y que el gobierno de Estados Unidos debería entregarlo a las autoridades chilenas, ya que cada vez hay más pruebas de que Estados Unidos está albergando a un asesino.
Joan Jara, la viuda de Víctor interpuso una demanda civil a finales de 2012 contra Barrientos en un tribunal en Florida de acuerdo con leyes que permiten que jueces aquí escuchen pruebas sobre abusos contra los derechos humanos cometidos en otros países.
Otro caso es el de la ejecución de los estadounidenses Charles Horman y Frank Teruggi por agentes de la dictadura poco después del golpe, según documentos desclasificados, con el apoyo de algunos oficiales de Estados Unidos. El caso –tema de la película Missing, de Costa Gavras– tomó un giro sorpresivo en noviembre de 2011 cuando un juez chileno acusó formalmente, entre otros, al ex jefe del grupo militar de Estados Unidos en Chile, capitán Ray Davis, por estos asesinatos, y en 2012 la Suprema Corte de Chile emitió una solicitud de extradición a las autoridades estadounidenses.
En base a todo esto, y ante la indiferencia de la justicia humana, el Eterno me ha revelado que ese varón illuminati, hereje a la fe de sus padres (Kissinger tiene genética de Abraham por línea de Judá) será conducido rápidamente desde este próximo Yom Kippur a la zona del Tribunal de Cristo. Las noticias de su fallecimiento serán señal de los inicios de juicios celestiales que se verán sobre todo el territorio de Estados Unidos trayendo grandes pérdidas materiales y humanas que presionarán a los habitantes de dicho territorio a volver sus rostros a Yahvéh y su perfecta justicia. Los distintos elementos naturales se están alineando a los códigos de gobierno del Señor. En el sonar de la última trompeta (Yom Kipur) cada uno de dichos elementos se manifestarán en cataclismos que se manifestarán como látigo en las manos del Eterno.