Números

Proyectándome Al Mundo con Compromiso y Propósito (los Tzitzit y el Talit)

Por PA. David Nesher

 

Y habló YHVH a Moshé, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles que se hagan flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en el fleco de cada borde un cordón azul. Y os servirá el fleco, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de YHVH, a fin de que los cumpláis y no sigáis vuestro corazón ni vuestros ojos, tras los cuales os habéis prostituido, para que os acordéis de cumplir todos mis mandamientos y seáis santos a vuestro Dios. Yo soy YHVH vuestro Dios que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy YHVH vuestro Dios.”

 

(BaMidbar/Números 15:37-41)

 

En el propósito eterno de Dios no existen las casualidades. Por lo tanto, no es casualidad que el tema está desarrollado en la Torah a continuación del suceso en donde encontraron a una persona que recogía leña el día de Shabat transgrediéndolo. Permítanme explicarme en lo que quiero decir:

Leyendo esta declaración, uno medita unos instantes y se pregunta: ¿Qué significan estos flecos? ¿Cuál es la finalidad de los mismos? ¿Acaso los mismos encierran algún misterio intrínseco?

Los sabios explicaron que estos flecos encierran numerosos misterios celestiales relacionados con el Reino del Eterno obrando en la Tierra.

Por tal razón, debo primeramente decir que este instrumento es un medio propicio y adecuado para captar la energía suprema de la mente divina y generar la descarga de la misma en los seres humanos. Observamos que el versículo declara: “Serán por tzitzit para vosotros, para que lo veáis y recordéis todos los preceptos de El Eterno”. Es decir, los tzitzit poseen una energía especial que puede ser captada al observarlos y contemplar en ellos la energía proveniente de El Eterno. Consideren que está escrito “para que lo veáis” y no está escrito “para que los veáis”. Es decir, refiere a la aprehensión de la manifestación suprema de El Eterno.

Yahvéh quiere que sus hijos primogénitos comprendan que Él diseñó al ser humano rodeado de mitzvot (mandamientos) en el camino de la vida. La palabra “mitzvá” está relacionada con la palabra hebrea “tzavta”, que significa conexión. Esto es por que cada mitzvá es otra oportunidad para conectarnos con el Eterno Es otra oportunidad de traer divinidad a nuestras vidas y al mundo alrededor nuestro.

Entonces, se entiende que realizar este mitzvot no se trata de cumplir con los deberes religiosos que practica la Casa de Judá; sino más bien, mantenerse en una consciencia elevada en la que la Instrucción (Torah) del Eterno y sus mitzvot, estén relacionados con los alimentos, las cosas, los diversos objetos y aún los vínculos cotidianos. Así que el Eterno proveyó a cada varón hebreo los Tzitzít para recordar diariamente las obligaciones que este tiene. Esto es semejante al capitán que lanza una cuerda a un hombre que se ahoga mientras le ordena: «¡Agárrala bien, no la sueltes, pues tu vida depende de ella

El propósito principal para llevar un fleco, en hebreo tzitzit, en cada una de las cuatro esquinas del manto con el cual el varón hebreo se cubre, es que se vea para recordarnos de su compromiso con todos los mandamientos de la Torah. Por lo tanto, el que lleva tzitzit sin ser fiel a los mandamientos que le correspondan trae juicio sobre sí.

Los flecos que los varones ponen en sus ropas de cuatro puntas sirven para  recordar el compromiso que tienen con el Eterno y sus mandamientos. Cuando los ojos desean desviarse e ir tras la impureza, los flecos allí están para recordar que es santo y eso le ayuda a evitar el pecado. Los flecos también son un recordatorio de la salida de Egipto lo cual significa que los hijos de Israel ya no son esclavos, ni siquiera de los deseos de sus ojos y así podrán superar los malos instintos con la ayuda del Eterno. El deseo que despierta esta prenda es el de ser moralmente puro, activando la certeza que el Eterno es mi Elohim y que yo vivo para Él. Por eso, soy santo como Él se santo.

La Torá nos garantiza que por cumplir esta Mizva recordaremos todos los preceptos de YHVH. La palabra «tzitzít» suma numéricamente 600 y si sumamos a ella los ocho hilos y los cinco nudos (8 + 5) que el tzitzít posee, llegaremos a la cuenta de 613 Mizvot que la Torah nos enseña.

Los cinco nudos hablan de los cinco libros de Moshé y los cinco sentidos del hombre que están involucrados en la obediencia a los mandamientos. Las ocho hebras hablan de lo sobrenatural que se introduce en lo natural, mediante la entrega de la Torah y del Mesías que también vino del cielo, como lo escribió el apóstol Juan:

“Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo.”

(Juan 3:13)

Los cuatro flecos que están en las cuatro direcciones nos recuerdan que tenemos la obligación de cumplir los mandamientos dondequiera que nos volvemos. Los Tzitzít representan dos testigos en frente de una persona y dos testigos detrás de ella, para advertirle contra el pecado.

La Torah nos enseña que el recuerdo de todos los mandamientos protege nuestros corazones y nuestros ojos del pecado. También nos enseña que si cumplimos los mandamientos somos santificados. Los mandamientos nos santifican, nos apartan del pecado y nos acercan al Eterno. Así que los Tzitzít nos ayudan a acercarnos al Eterno. ¡Qué bonito regalo!

En el libro del profeta Zacarías leemos que los varones redimidos que viven en una santidad real, no ficticia, serán los maestros futuros de las naciones que los buscarán con afán al ver como el Todopoderoso está con ellos en todos los aspectos, también de manera sobrenatural. Llegará el momento en la historia, y no está lejos, cuando diez varones de las naciones asirán de los bordes de un judío – donde están los cuatro flecos – y pedirán ayuda para caminar con Él.

“Así dice YHVH Tzevaot:

«En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán la esquina del vestido de un judío, diciendo:

‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.»

(Zacarías 8:23)

La disciplina basada en el temor del Cielo es una de las condiciones para que lo sobrenatural pueda estar presente de manera constante. El varón redimido que sabe cumplir los mandamientos correctamente conoce a su Elohim (Dios) y Elohim está con él. Esa presencia divina es atractiva y es la que finalmente podrá ayudar a los de las naciones a caminar bien.

Lo Sagrado que es el Shabat

Por P.A. David Nesher

 

«Cierto día, mientras el pueblo de Israel estaba en el desierto, descubrieron a un hombre que recogía madera durante el día de descanso. Los que lo encontraron lo llevaron ante Moisés, Aarón y el resto de la comunidad. Lo mantuvieron bajo vigilancia, pues no sabían qué hacer con él.»

(BaMidbar/Núm 15:32-34)

 

A este israelita lo hallaron recogiendo y apilando su leña. La Torah no dice que el hombre tuvo arrepentimiento. Según el comentarista Rashí, los que lo hallaron le advirtieron de que eso estaba prohibido en Shabat bajo pena de muerte, pero él no hizo caso. Según la Torah misma, una persona no puede ser sentenciada a muerte si no hay dos o tres testigos que le hayan advertido antes de cometer el crimen. Como el hombre no había hecho caso a la advertencia, el Eterno dictó la sentencia de lapidación. Moshé consultó con Yahvéh sólo para saber qué tipo de pena de muerte le tenía que dar, puesto que ya se había dado el mandamiento del Shabat con la pena capital en el caso de que se quebrantara, (Éxodo 31:14-15). En la Torá hay cuatro formas de ejecutar una persona, y Moshé no sabía cuál de ellas aplicar en este caso, y por eso consultó. También se puede pensar que Moshé no estaba seguro si el hecho de apilar leña deber ser considerada una melachah y por eso debería consultar a Yahvéh. Este texto nos enseña cuán importante es el Shabat para nuestro Padre celestial.

Con el ejemplo de este israelita que cortó leña en Shabat,  el Eterno está enseñándonos que, quien profana Shabat, es como si hiciera idolatría, y que observar el Shabat es tan importante  como guardar todos los otros preceptos (613) en uno solo. Como está escrito:

«Y sobre el monte Sinaí bajaste y le diste a Tu pueblo Torá y preceptos, y de Shabat su santidad les anunciaste a ellos». 

(Nehemías 9: 13, 14)

 

La persona que verdaderamente cree en Yahvéh, como verdadero Dios y como el Creador, debe rendir un testimonio no sólo con la voz, sino con acciones que demuestren esa creencia. Sus acciones deben manifestar que él cree en esto y él debe tratar de emularlo. Al no trabajar en Shabat el observante imita a Yahvéh, porque la Torah nos dice que la observancia del Shabat está relacionada con el hecho de que Dios dejó de trabajar en Shabat y tratamos de ser como él.

 

¿Pero por qué es la falta de observancia del Shabat comparada con la idolatría?

 

Porque la observancia del Shabat es un testimonio vívido de la emuná (fe). No es sólo fe en que Yahvéh creó el mundo en el pasado o en el principio de los tiempos. Es también una expresión de fe que el Eterno mantiene su creación en una base diaria, y que su creación tiene un orden y propósito a la misma. Es también un testimonio de que Yahvéh mantiene el control de todo lo creado, incluso los detalles históricos de cada ser humano. Él es el sustentador de todos. Desde que creó el mundo, mantiene la soberanía sobre él. Creer en Yahvéh significa que se reconoces que Él es Todopoderoso. La naturaleza misma de un «Dios» significa que tiene poder ilimitado y que todo depende de Él.

Si una persona no es observante del Shabat el rinde un testimonio (falso) de que hay otras fuerzas que tal vez tienen más influencia en su vida que el Eterno. Utilizando el ejemplo de un trabajo. Tal vez por ir a trabajar en Shabat el testimonio de que la persona está dando es que él/ella puede creer en el concepto de Dios, pero cree que sus poderes son de alguna manera limitados. ¿cómo funciona esta correlación? ¿si usted cree que Dios es todopoderoso no tendría miedo de ir a trabajar en Shabat? Más bien, el que dice que «tiene que trabajar en Shabat», está en realidad diciendo, que si no fuera al trabajo, no tendría ninguna otra ayuda, entonces  esa persona no cree en el Dios verdadero. A lo mejor cree que Dios puede existir pero que hay otras fuerzas como el dinero que de alguna manera pueden co-gobernar el mundo o que Dios no tiene poder sobre el movimiento de dinero.

 

Si una persona viola el Shabat, al trabajar para ganar dinero o por salir a divertirse, etc., lo que están presentando es un testimonio de que sus propias normas son más importante que las normas de Yahvéh, ellos son los dueños de su propio destino. y por eso pueden ser reconocidos como idólatras. Ellos se adoran a sí mismos y no al verddero Dios.

 

 

¿Qué importancia tiene el Shabat para nosotros? ¿Qué hago yo para que el día de Shabat sea diferente al resto de los días de la semana?

 

El Shabat fue consagrado por Yahvéh entre los días de la semana, para descansar, para estar reunidos en familia y comunidad; para dedicarlo a la oración; al estudio de la Torah; al placer de comer reunidos todos en torno a la mesa; para descansar nuestras mentes del trabajo realizado en la semana; para hacer un parate en nuestras vidas y mirar hacia atrás viendo que nos ha sucedido en la semana que paso, intentando mejorar y corregir aquellas cosas que hemos hecho mal y regocijándonos con los logros obtenidos.

 

Por eso yo los invito a transformar nuestras vidas; a que una vez en la semana nos renovemos, participando de las tefilot (oraciones) de shabat el viernes a la noche y el sábado a la mañana; que enciendan las velas de Shabat junto a sus familias; que tengan sus cenas sabáticas en casa, con la familia y amigos.

 

Si son dueño de sus vidas y el sábado a la mañana en lugar de trabajar, ir de compras, sentarte a tomar un café pueden asistir a la asamblea para tener Minián y leer la Torah, seguramente que se enriquecerás mucho más.

 

Ser un hijo primogénito tiene un significado profundo e ilimitado. Hay que cumplir con todas las mitzvot (mandamientos). Hay que venir a la asamblea; cerrar los negocios en Shabat; no usar el celular y tantas otras cosas. Por eso no juzguemos a los demás sin saber. Lo importante es comenzar por algo. Cada paso que damos es importante; quizás no puedas cumplir con todo, pero si empiezas a cambiar tu vida de a poco creo que vale mucho, puesto que hay mucha gente que se escuda en decir como no puedo hacer “todo” directamente no hago nada y eso no sirve.

 

El mundo cambió, no dejemos que se pierda todo lo bello que tiene nuestra emuná (fe) y de disfrutar cada Shabat, seguramente no te arrepentirás.

 

Un hijo primogénito del Eterno es un fiel observante de Shabat. Él (o ella) convierte al Shabat en un testimonio de que cree completamente que su vida depende de Yahvéh y que además cree que el Eterno es quien le da el sustento y que ninguna otra fuerza está en control del mundo. Prefiere decepcionar a su jefe en el trabajo que a su Jefe Celestial.

 

¡En Shabat se abren todos los senderos de la Luz Infinita! ¡Shabat siempre nos protegerá!… ¡No dudes en santificarlo!

 

¡Shabat Shalom!

Pecado Grupal por Inadvertencia

Por P.A. David Nesher

«Y cuando errareis, y no hiciereis todos estos mandamientos que Yahvéh ha dicho a Moisés, todas las cosas que Yahvéh os ha mandado por medio de Moisés, desde el día que Yahvéh lo mandó, y en adelante por vuestras edades, si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Yahvéh, con su ofrenda y su libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. Y el sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel; y les será perdonado, porque yerro es; y ellos traerán sus ofrendas, ofrenda encendida a Yahvéh, y sus expiaciones delante de Yahvéh por sus yerros. Y será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel, y al extranjero que mora entre ellos, por cuanto es yerro de todo el pueblo. Si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación. Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante de Yahvéh, la reconciliará, y le será perdonado. El nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro.»

(BaMidbar/Números 15: 22 – 29)

Este pasaje consagrado contra la idolatría se introduce aquí como una consecuencia directa del anterior, sin prólogo especial del Eterno ni alguna otra preparación. Los espías, a su regreso de Canaán, se detuvieron y declararon: “¡Nosotros regresaremos a Egipto, no entraremos allá!” A sus ojos el retorno a Egipto implicaba el retorno a la idolatría. No fue sino después de haber sido castigados por su pecado que recomendaron a los judíos reiniciar el estudio de las [prescripciones de la Torah en relación con la prohibición de la idolatría hecha en primer término a la Comunidad y después al individuo.

Significativamente, notamos que la Instrucción (Torah) habla acerca de los pecados involuntariamente cometidos. Muchos en la actualidad piensan y viven como si una acción fuera involuntaria, y no puede ser pecado. Pero muchos de los peores pecados son cometidos con la mejor de las intenciones. Las intenciones no importan cuando el resultado es pecado.

Especialmente en el siglo XX, y lo que va del XXI, hemos visto que todo tipo de horrendas atrocidades ha sido cometido por aquellos dedicados a causas honorable.

Actualmente, en las iglesias de la Gran Babilonia, muchas de las murmuraciones, muchos de los chismes, muchas de las personas divisoras reclamaran la mejor de las intenciones, si discernir que pueden estar en grave pecado. Lamentablemente la mayoría de nosotros estamos listos para ignorar o pensar ligeramente que “después de todo, ellos tenían buenas intenciones.”

En este precepto vemos que para Yahvéh los pecados involuntarios necesitaban una expiación de sangre; un novillo debía ser sacrificado con la nación como si toda fuera culpable, y una cabra debía ser sacrificada cuando un individuo era culpable. No debía haber excepción. Pecado es pecado, y debe ser contado como tal, incluso si la motivación pareciere buena.

Entonces, entendemos que el Eterno está dispuesto a perdonar a quienes cometieran errores no intencionales si rápidamente se daban cuenta de ello y los corregían con disciplina de acercamiento.

Hay acciones individuales que generan negatividad y errores que la humanidad entera comete junta. Cuando una población comete la misma acción negativa, esto crea un defecto grave en el sistema espiritual que posteriormente afecta a todo el mundo.

Sin embargo, las acciones espirituales que realizamos a nivel personal, trae efectos globales. Estos efectos positivos pueden alcanzarse cuando hacemos tefilá (oración), siempre y cuando no solo oramos por nosotros mismos sino por los demás.

Aparentemente, en esta mitzvá, la Torah nos quiere enseñar algo de la naturaleza humana con este ejemplo, y es la tremenda influencia que tienen los grupos sobre el individuo. Nosotros somos seres sociales y por lo tanto susceptibles de ser influenciados por lo que opinan y hacen las personas alrededor nuestro. Cuando un determinado comportamiento es aceptado en nuestro círculo social, eso rápidamente será aceptado por nosotros mismos.  

De la misma forma como esto puede significar un riesgo al exponernos a malas influencias, también nosotros mismos podemos ser una influencia positiva para nuestra familia, nuestros amigos y nuestra comunidad.

Un Pan para Elevar la Conciencia (El Precepto de la Jalah)

Por P.A. David Nesher

 

«También habló Yahvéh a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo, cuando comencéis a comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Yahvéh. De lo primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la era, así la ofreceréis. De las primicias de vuestra masa daréis a Yahvéh ofrenda por vuestras generaciones.»

(BaMidbar/Números 15: 17 – 21)

 

El pan especial que comemos en nuestra cena  de Shabat se llama «Jalah» (plural: jalot), el mismo tiene su origen en la necesidad que tiene Israel de cumplir este mandamiento perpetuo ordenado en este pasaje de Bamidbar, aún en el exilio.

Este pasaje revela cuan ricos en promesa y ánimo eran los mitzvot (mandamientos) de Yahvéh, con el objetivo de asegurarse siempre el correcto enfoque de la emunah (fe) de Abraham que les había entregado al santificarlos con la Torah.

Con este precepto, el Eterno establece sus mentes en la Tierra Prometida, incluso a pesar que ellos están a una larga distancia de ella todavía. Yahvéh sabe que manteniendo sus mentes enfocadas en Su promesa, ayudará a que ellos puedan auto-valorarse en Su propósito eterno a través del desierto y preparar así sus corazones como la nueva generación que Yahvéh posee para triunfar donde la vieja generación falló.

Esta ofrenda exige la presentación del primer pan hecho con el grano cosechado para el Señor. Era semejante a la ofrenda de paz. Con este “tributo” se indicaba la soberanía y el dominio absoluto del Eterno, a quien se hace partícipe de lo mejor y lo primero, en reconocimiento de que es Él, y solamente Él, quien da a los seres humanos los bienes de la Tierra.

Así se simbolizaba diariamente que todas las bendiciones provienen del Eterno y todo lo que se produce con la labor diaria le pertenece a Él. Esta regulación es señal de esperanza, ya que nuevamente, Yahvéh da por sentada la realidad de que los israelitas de la nueva generación entrarán en la Tierra Prometida.

Con este mitzvá, Yahvéh apunta a garantizar días de refrigerio que Él mismo haría venir para Su Pueblo una vez establecido en Canaán. Así la mente de Israel  descansaba plenamente en la gracia inagotable de Dios hacia un pueblo que se manifestaba rebelde y contradictor.

En estos versículos hay tres términos hebreos para considerar:

  1. Reshit– primicias de.
  2. Jalah– una parte de la masa que se aparta.
  3. Terumá– porción separada.

La palabra jalah se refiere a la terumá, la porción separada, que se aparta para entregar como ofrenda al Eterno. De este modo, el Eterno aseguraba a los Kohanim, servidores que se ocupaban permanentemente de las tareas del servicio divino, tengan lo necesario para su subsistencia sin hacer esfuerzo alguno. Lo que no era así en la porción de la cosecha del granero que recibían, con la que sí debían esforzarse para tener provecho de ella, al tener que colar los granos, molerlos y demás trabajos que debían hacer hasta transformarlos en comida.

La idea es que cada vez que se hornee un jalah (pan), debe retirarse una pequeña porción de masa (torta). Según los códigos de la Torah esto era con el fin de quebrar el “deseo de recibir para sí mismo” presente en la naturaleza egocéntrica del alma humana.

El fundamento de este mitzvá (mandamiento) es que siendo que la vida del ser humano depende de su alimento, y la mayoría del mundo vive a base de pan, quiso Yahvéh meritarnos por medio de una mitzva permanente con nuestro pan. De este modo, nuestro Abba se aseguró que la bendición recaiga en él por medio del cumplimiento de este mandamiento (mitzvá), y que sea un mérito para nuestras almas. De este modo, la masa del pan, elevado a Yahvéh, es el alimento no solo del cuerpo, sino que también del alma.

Este mitzvá (mandamiento) de separar una parte del jalah (pan), tiene la finalidad de traer de regreso la pureza de espíritu que se perdió con el pecado de Adam. Cada miembro de la familia puede hacer la separación de la jalah, pero la mitzvá es principalmente para la mujer, ya que así hacen tikun (rectificación) por el pecado de Java/Eva.

¡Cientos de pensamientos y anhelos embargan el corazón de una madre cuando separa el trozo de jalah al amasar su pan! ¡Incontables bendiciones alberga su alma para sus hijos! Ser madre implica no cesar nunca de interceder por los hijos. Que ellos sean fieles custodios de la Instrucción divina; que se consagren a ella y a las buenas acciones; que cumplan con alegría Sus preceptos; que sean personas bondadosas e inteligentes; que sean íntegros; que eleven el mundo con sus virtudes, etc., etc.

Además, al observar este mandamiento, un varón hebreo, y su familia, revelan su emuná (fe) en el Supremo y expresa su reconocimiento a Él, quien al vestirse en el ropaje de las leyes naturales le ha permitido obtener esa masa, de la cual toma una parte para ofrendar, cuando bien podría utilizarla para beneficio propio. De este modo, cada israelita atestigua a todos los ámbitos celestiales que está rechazando la idolatría (materialismo) como sistema de vida, y que simplemente se fortalece en la emuná (fe).

Interesante es aportar que la expresión traducida “vuestra masa” proviene del hebreo arisotejem, que también significa “cuna”, y “lecho de descanso” (cama). Entonces, la mente hebrea también entendía que este versículo está indicando que desde los primeros instantes de vida de un bebé (desde su cuna) debe ser elevado espiritualmente orientándolo en el camino de la Torah. Y lo mismo, se entendía al referirse a los primeros momentos del día, ni bien uno se levanta d su lecho de descanso, debe elevarse en mente y corazón a una causa espiritual a través de la tefilá (oración de alianza) y la meditación en la Torah. De este modo se garantiza el éxito en toda tarea emprendida en la jornada.

En tiempos modernos, a no estar el Templo restaurado, se separa una parte de la masa del pan y se quema, con el fin de cumplir parte de este mandamiento. En el versículo 21 está escrito que es “por vuestras generaciones”. No es un mandamiento temporal, lo cual se podía haber pensado según el versículo 18.

El mandamiento de la separación de la jalah solamente es obligatorio en la tierra de Israel cuando la Shekiná resida en el Santuario.

Este precepto aplica solamente cuando los israelitas habitan en Israel, pero se practica actualmente en la diáspora con el fin de que el mandamiento no sea olvidado. Antiguamente la jalah fue entregada al sacerdote, pero hoy en día es quemada. Por consiguiente, se separa la “jalah”, y como hoy no existe el Templo se la quema en el mismo horno en que se hornea el pan.Si uno olvida sacar la jalah de la masa cruda, debe ser tomada del pan.

El procedimiento es el siguiente:

Antes de separar el trozo de jalah se recita la siguiente bendición:

«Barúj ata Yahvéh Elohéinu, Mélej haolám, ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehafrísh jalah.»

En español es:

(“Bendito eres Tú, Yahvéh nuestro Señor, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus mandamientos, y nos ha ordenado separar jalah”).

Por supuesto también se puede proceder a hacer una oración espontánea que resalte al Eterno por liberar una vez más a nuestra familia de malas noticias.

A continuación se separa 1 kazáit (el tamaño de una aceituna grande) de masa. Después de separar la jalah se dice: “Haré zo Jalah”  o en español: “Esto es jalah”,  y se lo quema en el fuego. La costumbre es incinerarlo en el mismo horno en que se horneará el pan. Esto es cierto en los antiguos hornos a leña. En las cocinas modernas a gas o eléctricas, se lo debe quemar sobre el mechero hasta que se carbonice y luego dejar el mechero encendido unos 15 minutos más para kasherizarlo (purificarlo) o puede también dejarla en el horno hasta quemarse completamente.


Recomiendo leer también los siguientes ESTUDIOS:

Reciclando Una Generación

Yahvéh habló a Moisés, diciendo:
«Habla a los hijos de Israel, y diles:
Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy, y hagáis ofrenda encendida a Yahvéh, holocausto, o sacrificio, por especial voto, o de vuestra voluntad, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato a Yahvéh, de vacas o de ovejas; entonces el que presente su ofrenda Yahvéh traerá como ofrenda la décima parte de una efa de flor de harina, amasada con la cuarta parte de un hin de aceite. De vino para la libación ofrecerás la cuarta parte de un hin, además del holocausto o del sacrificio, por cada cordero.»

 

(Números 15: 1-5)

Israel había descendido a uno de sus puntos más bajos en su historia. Acababa de rechazar la oferta del Eterno de llevar a cada miembro de la nación dentro de la Tierra Prometida. Yahvéh les consigno vagar en el desierto por cuarenta años (v. 33), hasta que la generación incrédula y rebelde haya perecido en el desierto y una nueva generación de emuná (fe) tomara la Tierra Prometida.

Sin embargo, inmediatamente después de esta punzante rebelión y el castigo del Señor, Israel recibió preciosas muestras de la misericordia de Dios, cuidado, y ayuda a Israel. Vemos que el Eterno está hablando precisamente de entrar en la tierra, dando a entender que efectivamente van a entrar, pero más adelante.

Entendamos que el pueblo estaba sufriendo un juicio terrible por haber desobedecido las órdenes concretas del Señor y menospreciado su carácter. Por ello, las mentes y corazones de cada hebreo vibraban en la inseguridad de su destino generacional. El propósito de estas leyes adicionales que el Eterno insertará aquí a modo de paréntesis, era aliviar sus mentes de los temores que hasta ahora era evidente que aún albergaban. Yahvéh les asegura una vez más que entrarán a la Tierra Prometida, en caso que ellos estuvieran preocupados de que luego de cuarenta años deambulando por el desierto, incluso sus descendientes tendrían que esperar otros tantos años antes de entrar a la tierra de Canaán. La inyección de optimismo vuelve a ser colocada por el Eterno. Él garantiza por medio de estas leyes que está dispuesto a continuar con su proceso pedagógico para capacitar a la generación más joven para vivir en la Tierra Prometida, pero con una conciencia elevada que domine la materia existente.

Por ello, Yahvéh otorgará a Israel una serie de leyes al estilo de las de Vayikrá con el fin de que diariamente ellos visualizaran la prosperidad que gozarían en la nueva tierra. En este momento se ven engrandecer la gracia y la misericordia de Yahvéh al apuntar hacia la realización definitiva de la promesa que había hecho a Abraham (Gn. 12: 7), y también hacia su constante promesa de que la nación entraría realmente en aquella tierra. Son palabras de esperanza en medio del juicio.

Esta sección se lee igual que los pasajes de mitzvot (mandamientos) con lo que Yahvéh pacientemente había instruido a Israel en Sinaí durante un año y un mes; ahora, después de su derrota en Cades Barnea,  el Eterno los está tomando de vuelta al a escuela, y quiere infundirles nuevos códigos de una digna mentalidad hebrea.

Teniendo en cuenta lo que hasta aquí he enseñado, podemos ver que el capítulo 15 incluye:

  • Instrucciones sobre ofrendas de elevación que acompañarán a los sacrificios (vv. 1 – 16);
  • Instrucciones acerca de cómo presentar el pan de cada día una vez que estuvieran en la tierra de Canaán (vv. 17- 21);
  • Instrucciones sobre ofrendas por pecados intencionales y pecados no intencionales o de inadvertencias (vv. 22 – 31)

El Señor loe dijo a Moshé (Moisés) que dictara la ley que entraría en vigor en ese tiempo de conquista: que las ofrendas de comida y las ofrendas de bebida debían acompañar a la ofrenda de animales; que la parte de la masa llamada jalá debía ser apartada para Hashem, y que si la congregación practicaba la idolatría por error, debía expiar su culpa por medio de un sacrificio. De este modo, los israelitas recibieron la promesa de que sus descendientes poseerían Eretz Israel, ya que estos sacrificios no solamente se aplicarían para ese momento, sino que aseguraban la dimensionalidad sacerdotal de cada tarea cotidiana, propia de vida sedentaria.

El Eterno siempre se mostró misericordioso con Israel.  Por eso esta sección trata con sacrificio muy especiales, ya que uno servía para cubrir el pecado y el otro sacrificio como una expresión de acción de gracias. Israel, en su punto de derrota, necesitaba que se le recordara el sacrificio de expiación, y la necesidad de dar gracias diariamente eran el secreto de su plenitud, incluso en el desierto.

El grano con la ofrenda de bebida de vino tenía la intención de acompañar el sacrificio de sangre que habla de acción de gracias y gozo. Con esto Yahvéh le enseñó a Su Pueblo que realmente se puede tener acciones de gracias y gozo en el Señor, incluso si el alma se encuentra dolida en la herida de la propia derrota y de la corrección amorosa de Yahvéh.

Constantemente Yahvéh se preocupaba por Israel. Estos eran mandamientos que solo podían ser cumplidos en la Tierra Prometida. Inherente en estos mandamientos estaba la promesa que Dios los guiaría ahí, y no los dejaría en el desierto por siempre.

El Eterno dijo:

Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy.

Por favor, notemos bien la expresión: Él dijo, cuando hayas entrado en la tierra, y no  tú entras a la tierra. No hay duda alguna Yahvéh no se ha rendido, y no se rendirá con Israel, Su Pueblo. Él la tratará con Su misericordia benevolente ilimitada hasta coronarla como Esposa amada en el final de los tiempos.

Muchos de los creyentes bajo la vara de la corrección de Yahvéh se han sentido abandonados por Él, como sí Él se hubiera rendido con ellos, pero Yahvéh está siempre cerca del creyente bajo corrección.

La Intercesión del Justo logra vencer a la Incredulidad del Pueblo.

Por P.A. David Nesher

 

 

Y Yahvéh dijo a Moshé: ¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo? ¿Y hasta cuándo no creerán en mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?

(Números 14:11)

El conflicto causado por la rebelión de Israel que decidió escuchar el informe negativo de los 10 espías perversos, tenía una causa: la incredulidad. Según el diccionario, incredulidad es la imposibilidad o reserva que tiene una persona para creer algo que no ve o que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría. En pocas palabras, la incredulidad es la falta de confianza y la falta de fidelidad. El pueblo de Israel eligió no creerle al Eterno. Ellos escogieron las palabras de derrota de los príncipes perversos, en lugar de las promesas de victoria que el Eterno les había entregado; y así les alcanzó la derrota. Yahvéh ha sido únicamente bueno con Israel, y ha demostrado Su fuerza amorosa hacia ellos incontables veces. El rechazo de Israel a Yahvéh no tiene sentido alguno.

Ahora quiero invitarlos a hecho de que el Eterno no quiere hablar con la nación. Él sabe que ellos están más allá de escucharlo. Él ha determinado hablarle a Moshé, y sólo a Moshé. Aprovechando esto, quiero contarles que me he encontrado en mi carrera ministerial con muchos de los hijos de Dios que en medio de su rebelión se preguntan porque ellos ya no escuchan la voz de Dios… ¿Por qué deberían?… Ellos están rechazando lo que Yahvéh ya dijo. Él no tenía ninguna palabra más para agregar a sus promesas. Israel ya sabía, por el ejemplo de sus ancestros, que la fe se basa en lo que el Eterno ha dicho. Veamos cómo explica esto el apóstol Pablo:

Él (Abrahán) creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: ASÍ SERÁ TU DESCENDENCIA… Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

(Romanos 4:18; 10:17)

En la parasha Shelaj Lejá, vemos que todos los israelitas tenían suficientes palabras del Cielo para poder creer, pero tomaron la decisión de no hacerlo. Esa fue la razón por la que el Eterno se cansó de ellos.

“Los heriré con pestilencia y los desalojaré, y a ti te haré una nación más grande y poderosa que ellos.” (14:12)

Esta es una oferta celestial dramática para Moshé. Yahvéh le está diciendo que le dará a la rebelde Israel lo que merece: juicio. En realidad, Yahvé está diciendo que le daría a los israelitas lo que ellos mismos declaraban con sus bocas negativas que querían: ¡morir en el desierto! (v. 2). Pero de repente: ¡Yahvéh asegura que cumplirá Sus promesas de una tierra, una nación, y bendiciones para Abraham, Isaac y Jacob por medio de Moshé! Esto era materia pesada para Moshé; el Eterno le está ofreciendo la posición de “patriarca”, para volverse un padre de un nuevo Israel en la misma manera que Abraham, Isaac, y Jacob lo fueron.

Por favor, pido a cada uno que considere atentamente esto. Moshé tuvo la oportunidad de ser el padre de una gran nación. Sin embargo, él rechazó ese privilegio por amor al pueblo del SEÑOR al que servía. De la misma manera Yeshúa no vino para rechazar a Israel y crear un nuevo Israel (tal como enseña la teología del reemplazo). El Mashiaj Yeshúa, nuestro Dueño y Maestro no vino a fundar un pueblo nuevo llamado la Iglesia. Por el contrario, Él vino para restaurar las doce tribus de Israel y además, mientras lleva a cabo ese cometido, injertar a los gentiles en la parte espiritual del pueblo santo. Repito: ¡Yeshúa no creó una nueva entidad, aparte de Israel, llamada Iglesia! Para Él, Israel es la Kehiláh (Iglesia) que Él mismo desposó en el Monte Sinaí, a los cincuenta días de haber salido de Mitzraim, unos quince siglos antes de nuestra Era Común.

“Pero Moshé respondió a Yahvéh: Entonces lo oirán los egipcios, pues tú sacaste a este pueblo de en medio de ellos con tu poder.” (14:13)

Moshé tenía en su memoria el vivo recuerdo de que cuando Israel estuvo al borde del desastre después de haber pecado con el Becerro de Oro. El Eterno le enseñó en esa ocasión que ningún decreto celestial es inmutable frente a la contrición y la plegaria sinceras de almas tzadikim (justas). Es que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16-b). Por ello es que ahora Moshé llevó aquella lección a la práctica, y se puso a interceder una vez más por su pueblo.

El elemento principal de su plegaria fue que la destrucción de Israel constituiría una profanación del Nombre Sagrado del Creador. El Eterno había manifestado Su Presencia en Israel de manera tan pública e inconfundible que ninguna de las naciones creería que Israel tuvo algo que ver con su propia ruina. En vez de ello, los egipcios y otros pueblos se regodearían en el argumento de que el ‘poderoso’ Dios que había hecho añicos su sociedad escogida había sido superado con los cananeos y sus dioses. Como declaró el profeta leshaiahu (Isaías 43:7), el propósito de la creación es el honor de Yahvéh, por lo cual, Moshé afirmó, Dios debe perdonar a Israel nuevamente para salvaguardar su propio honor.

¿Qué argumentos usó Moshé en la intercesión?

Veamos lo que Moshé dijo:

«Y ahora, te lo ruego, haz que se engrandezca tu fuerza, oh Eterno, según lo que hablaste, diciendo:…» (14:17)

La expresión que ha sido traducida como «que se engrandezca tu fuerza» en realidad encierra la clave de la cosmovisión hebrea que Moshé usó en su intercesión. Con estas palabras Moshé se interpuso en la brecha a favor de Israel para que el atributo de Yahvéh denotado por la expresión «Lento a Enojarse» (Shemot/Éxodo 34:6) prevaleciera sobre el atributo de Justicia estricta. «Moshé imploró a Dios que optara por la paciencia sobre la punición» (Rashi).

Para eso Moshé uso en su oración tres fundamentos:

  1.  Los egipcios oirán que tú no pudiste cumplir tu promesa. Está en juego el honor del Eterno, si Su promesa se cumplirá o no. El testimonio ante las naciones es muy importante.
  2. Las naciones de la tierra de Kenáan dirán: “Yahvéh no pudo…”. El honor del Eterno está en juego, y por eso Moshé está más interesado en él que de la supervivencia del pueblo. El pueblo merece morir. Pasaron las diez pruebas y fallaron todas. Por eso el argumento que usa Moshé no es que el pueblo sea salvo, sino de que el honor de Yahvéh sea salvado. Él entiende que podría asegurarse que el pecado y rebelión del ser humano era más grande que el poder y la bondad de Yahvéh.
  3. Basándose en la revelación de los trece atributos de la misericordia divina, Moshé reclama que el Eterno actúe según quien es, misericordioso, que perdona… “Muestra quien eres, conforme a lo que dijiste.” Vemos, por lo tanto, que también en este caso el Nombre de Yahvéh es el motivo de la intercesión de Moshé. El deseo de Moshé es que el Eterno sea conocido en el mundo, y por eso se interpone a la propuesta del exterminio del pueblo y un plan nuevo, aunque él mismo fuera el protagonista.

¡Qué corazón tenía Moshé! Tuvo la oportunidad de ser el padre de un nuevo Israel, pero no buscó su propia fama, ni que su propio nombre fuera engrandecido. Tenía más interés por el Nombre de Yahvéh que por su propio nombre. ¡Qué ejemplo para nosotros!

Moshé trajo la promesa de Dios delante de Él. Él rogó al Eterno que no le diera ninguna oportunidad a las naciones de pensar que Dios no había sido fiel a Su Palabra.

El celo de Moshé por la gloria de Dios era evidente. Él sabía que, si el Eterno borraba la nación actual y empezaba otra vez con Moshé, sería una marca negra en Su reputación delante de las naciones – especialmente Egipto.

Moshé básicamente dijo:

Señor, te has revelado a ti mismo a mí por Tu palabra. Tu palabra declara Quien eres. Ahora Señor, por favor actúa hacia Israel de acuerdo a quien Tú mismo te has declarado ser en Tu palabra.”

Moshé conocía el poder de Yahvéh, y apelo a él. Moisés conocía la promesa del Eterno y apeló a ella. Moshé conocía la gloria de Dios y apeló a ella. Este era un espectacular ejemplo de lo que debe invocarse en el ejercicio de la intercesión.

Lo que hizo esta intercesión espectacular no era primitivamente el método de Moshé (apelando a la gloria de Dios, poder, y promesa); sino el corazón de Moshé colocándose en la brecha. Aquí, él está totalmente centrado en otros. Él no piensa para nada en su propia gloria, sino sólo en el destino Israel. Él clama para que se revele el corazón de Yahvéh hacia Su pueblo, y eso es lo que hizo la intercesión de Moshé espectacular. Esto es también hoy lo que hace al ejercicio de la intercesión, totalmente efectivo.

Esto, por supuesto, era la intención de Yahvéh desde el principio: el desarrollar y sacar de Moshé este tipo de corazón, transformándolo así la semejanza de Su Hijo Primogénito (Romanos 8:29), mucho antes del tiempo de la manifestación de Yeshúa.

“ Entonces Yahvéh dijo: Los he perdonado según tu palabra” (14:20)

He aquí el otro secreto del ministerio de intercesión de un creyente. Evidentemente las palabras de Moshé estaban de acuerdo con las palabras y el honor del Eterno y por eso su oración tuvo éxito.

Amado discípulo de Yeshúa, cuando ores, especialmente intercediendo, ora las palabras del Eterno y tu oración tendrá éxito. Es más, nunca se debe orar o hablar de cosas que no estén de acuerdo con la Torah:

“El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios”
(1 Pedro 4: 11a)

La lashón hará (lengua perversa) de los exploradores provocaron habladurías en el campamento que condujeron al levantamiento del pueblo. Y la generación selló su destino en el desierto.   ¡Cuidemos nuestras palabras, ya que a través de ellas se puede construir el mundo entero, así como también destruirlo!

Un Reporte Pesimista contra la Cosmovisión Yahvista (Los 12 Espías)

Por P.A. David Nesher.

«Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo:
La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura… y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo:
La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera

(BaMidbar/Números 13:32; 14:7)

Sabido es que la cosmovisión (manera de ver e interpretar el mundo) de cada ser humano determina el éxito de la marcha de cualquier empresa. Aquello que vemos, y la forma en que lo interpretamos, determinará las creencias que luego confesaremos, de donde surgirán las decisiones que tomaremos, que determinarán la conducta que manifestaremos. En pocas palabras, ¡la cosmovisión del ser humano determina cómo será su futuro!

En esta porción de estudio de Bamidbar, nuestra alma logra ver que los doce espías observaron la misma tierra. Ellos recorrieron las mismas ciudades. Se contactaron con los mismos habitantes. Pero, también notamos que hubo dos reacciones muy diferentes ante lo que vieron. Así fue como se confeccionaron dos relatos de una misma realidad.

Por un lado, notamos que aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos automáticos negativos, llenos de problemas, que generaron solo imposibilidades. Fue así como la mayoría desarrolló una cosmovisión, que los llevó a creer que no era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. La razón fundamental de esto, era que no querían creer incondicionalmente en el Eterno.

Cuesta mucho imaginarse un reporte más incrédulo e infiel a Yahvéh que este; un reporte que reconozca la fidelidad de la promesa del Eterno, la verdad de Su palabra, y todavía decir: “A pesar de todo eso…

Al considerar este reporte negativo notamos que tiene las características propias del pesimismo, ya que combina verdad, mentiras y exageración propia del miedo extremo que paraliza la conciencia. Evidentemente, ellos sentían que estaban más en una misión para Israel que en una misión para el Eterno. Por eso es que el reporte será dado de acuerdo a la perspectiva humana, no de acuerdo a la perspectiva de Dios.

Era verdad, desde una perspectiva humana que el pueblo de Canaán «es más fuerte que nosotros«, pero el decir, “No podremos subir contra aquel pueblo”, era una mentira impregnada de exageración.

Era verdad que ellos habían ido a través de la tierra, pero el decir, “es tierra que traga a sus moradores”, era una mentira exagerada.

Así mismo, cada una de las declaraciones, “ todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura” o “gigantes” y “éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas” forman parte del mismo pesimismo, son todas terribles exageraciones, llenas de mentiras. Todo, producto del miedo paralizador que surge de la incredulidad.

Por esto, debemos convenir que la incredulidad se presenta a sí misma como siendo “factual” (fiel a los hechos) o “práctica” o “realista.” Sin embargo, la cosa más factual, práctica, y realista que podemos hacer, como hijos primogénitos del Eterno, es confiar la Palabra del Dios Viviente, Su Torah de Fuego; Yeshúa hablándonos a nuestra mente y corazón.

La incredulidad de los diez espías no era de acuerdo a los hechos, sino a pesar de los hechos. Su informe era infiel y diabólico ya que desacreditaba la capacidad del Eterno para librar a Su Pueblo de todo peligro.

Pero hubo dos espías (Caleb y Josué) que tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Sabían que tenían un Dios poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y vieron también la realidad invisible. Los hijos de Anac eran gigantes, sí, las ciudades tenían murallas muy altas, sí, pero el Todopoderoso es mucho más grande y él estaba con ellos. Ellos habían reconocido el terreno, lo que nos recuerda que la verdadera fe no es ciega. La fe no niega la realidad ni la dificultad sino que declara el poder de las promesas divinas.

Los diez espías vieron las cosas desde abajo, pero los dos espías las vieron desde arriba.

Así aprendemos que existen dos voces. Por un lado, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural. Por el otro lado, se encuentra la voz de lo posible, que siempre habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, nuestras acciones estarán condicionadas por lo natural y sus leyes entrópicas, desde donde recibiremos sólo resultados naturales. Pero si nos atrevemos a ejercer visión celestial a través del escuchar lo que enseñan las promesas divinas lograremos a actuar de manera natural, pero recibiendo la asistencia celestial de tal modo que nuestras acciones naturales se transformarán en sobrenaturales y lograrán así la manifestación de los milagros y prodigios propios de los hijos de Israel.

¡Esta última es la voz de la fe verdadera o fe de las posibilidades!

Conforme a como escuchemos así creeremos. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural (sensorial), vamos a actuar sólo de forma natural y recibir sólo resultados naturales, pero si vemos y escuchamos lo que enseñan las promesas divinas (extrasensorial), vamos a actuar de manera natural y recibir la asistencia del cielo de modo que nuestras acciones naturales se vuelvan sobrenaturales.

La Manera de Oír determina nuestra Fe (Rom. 10: 17).

Según nuestra manera de ver las cosas (cosmovisión) así nos será hecho.

Lamentablemente, en Israel, lo sensorial del reporte negativo o pesimista prevaleció sobre lo extrasensorial que vibraba en el reporte optimista.

Según el Midrash, la noche en que los espías regresaron fue el noveno día del quinto mes, llamado av, el mismo día cuando, según la tradición, los hijos de Israel habían empezado el culto al becerro de oro. Esa noche el Eterno juró que los hijos de Israel iban a ser dispersados entre las naciones, tal como ha quedado explicado en los salmos:

“Aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en su palabra, sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz de Yahvéh Por tanto, les juró abatirlos en el desierto, y esparcir su simiente entre las naciones, y dispersarlos por las tierras.”
(Salmo 106:24-27)

Por esta razón este día fue transformado en un día de calamidad para la historia hebrea, particularmente la Casa de Judá. En ese día fueron destruidos los dos templos. En ese día fue derrotada la última revuelta de los judíos contra Roma en el año 135. En ese día fueron expulsados los judíos de España en el año 1492. En ese día ocurrieron varios otros eventos trágicos en la historia judía. Por estas razones, el 9 de av, en hebreo tishá be-av, es un día de ayuno y luto nacional para el pueblo judío. Pero el profeta Zacarías aseguraría en su oráculo que se convertirá en un día de alegría:

“Así dice Yahvéh de los ejércitos: «El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Yehudá en gozo, alegría y fiestas alegres. Amad, pues, la verdad y la paz.”
(Zacarías 8:19)

Notamos que los diez exploradores hablaban palabras negativas que iban en contra de las promesas de Yahvéh. En realidad, desde toda lógica humana, su cosmovisión hablaba cosas razonables, pero también sabemos que el pueblo del Eterno no ha sido llamado a caminar de manera natural, sino sobrenatural. Por lo tanto, la única manera de poder conquistar la tierra, era por medio de la ayuda del Eterno que proviene de la fortaleza que dan Sus promesas. Pero estos hombres no quisieron confiar en Yahvéh. Solamente evaluaban las cosas de manera natural. Ellos no tenían fe y por lo tanto no recibieron lo que Yahvéh había prometido, tal como los primeros discípulos lo interpretaban:

“Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva, como también a ellos; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que la oyeron.”

En el primer versículo del capítulo catorce leemos que dice:

Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche.”

 Rashí explica aquí que la palabra congregación, en hebreo edá, no se refiere a todo el pueblo de Israel, sino al Sanedrín, los setenta ancianos, líderes principales, que estaban asignados divinamente para conducir los designios divinos de Israel, velando desde Sus promesas. ¡Sí, ellos hicieron más caso al informe negativo que del informe positivo! A la carne (yestzer hará) le gusta más las noticias malas que las buenas. Las malas noticias venden mejor que las buenas. En lugar de escuchar la Palabra del Eterno que había dado tantas promesas, y además con señales y prodigios, hicieron caso a palabras llenas de incredulidad y no pudieron esperar en un futuro positivo. 

Las promesas de Yahvéh tienen que ir acompañadas por la fe en los que las escuchan para que puedan tener su cumplimiento. La confianza en las promesas de Yahvéh es un requisito para poder beneficiarse de ellas.

Apreciado lector, si eres discípulo de Yeshúa, y crees que él es el Mesías de Yah, esfuérzate a tener siempre en cuenta que lo importante no es lo que tienes por delante sino cómo reaccionas ante ello. Si te encuentras enfrentando problemas, si sientes que estás frente a gigantes, o estás ante una tarea que humanamente es imposible realizar, te aseguro que la única manera de poder pasar por en medio en victoria es confiando en las promesas del Eterno que has escuchado por Su Espíritu Santo en ti.

Por eso, cuando te enfrentes con una decisión difícil, no permitas que los aspectos negativos te hagan descartar los beneficios. Evalúa ambos cuidadosamente. Pero no dejes que las posibles dificultades te impidan experimentar el poder del Eterno ni te hagan olvidar sus promesas de dirección y sentido. Por lo tanto, memoriza las promesas, medita en ellas día y noche, escríbelas en papeles y pégalas en las paredes de tu casa, cántalas, repítelas a tus hijos, ponlas en tu corazón y háblalas con tu boca y verás como tu corazón será fortalecido para poder recibir lo que dicen las palabras poderosas del Todopoderoso y Fiel.

Atento pues a todos estos detalles, te solicito que aprendas a mirar las cosas con los ojos del espíritu, es desde la cima del diseño del Monte Santo: tu interioridad. Observa la realidad de las cosas físicas, pero no te quedes allí. Mira y escucha lo que dice el mensaje celestial de la Torah, porque en las dimensionalidades celestiales, es donde habita Aquel que tiene la autoridad sobre la Tierra y el poder para cambiar cada situación que en este planeta acontece. Aprende a ser un colaborador celestial y verás cómo las promesas del Eterno son capaces de transformar las circunstancias de la fisicalidad según lo que hay en el Cielo.

Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder.
(Efesios 1:18-19)

Es muy importante que cuidemos nuestro corazón para que no entren dudas de las palabras de Yahvéh. ¿Qué informe escuchas? ¿El del Reino de los Cielos o el de la razón humana?

¡Toda Bendición para cada uno de ustedes!

Los Peligros de Quejarse.

Por P.A. David Nesher

 

» Se desplazaron desde la Montaña de El Eterno una distancia de tres días,… Y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos de Yahvéh; y cuando Yahvéh lo oyó, se encendió su ira, y el fuego del SEÑOR ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento.»

(Bamidbar/Números 10: 33; 11: 1)

Israel, es verdaderamente un Pueblo privilegiado. Una nación liberada por el Todopoderoso de zona de servidumbre limitante (Mitzrayim/Egipto). Un pueblo limpiado, purificado, apartado y bendecidos por Yahvéh. Privilegiados por ser enseñados por la presencia misma del Eterno. Entrenados con herramientas celestiales para avanzar a la Tierra Prometida. Una nación que habiendo sido ordenado y organizados por el Espíritu mismo del Altísimo, los vemos que están ahora en marcha a Canaán, la Tierra de Promisión. Sin embargo, e inmediatamente de comenzar la empresa divina, el pueblo se quejó.

¿Cómo es posible que una nación tan bendecida aun pueda quejarse? Yahvéh ha hecho mucho en y por Israel; aun así, ellos todavía murmuraban en contra de Él. Por supuesto, sus circunstancias no eran fáciles, pero que pecado es para ellos el quejarse en contra de Dios; ¡borrando así el espíritu de gratitud (alabanza) en sus corazones!

La primera explicación que brindan los sabios del idioma hebreo es que cuando la persona se “desplaza desde la Montaña del Eterno”, es decir, cuando se aleja de la Torah del Sinaí, entonces “comienza a quejarse”.

La Torah le da a la persona la paz necesaria para entender que uno nunca debe quejarse, y por el contrario debe mantenerse agradecido por todo. Pero cuando uno se aleja de las alturas de la Torah, la persona comienza a percibir los faltantes, comienza a “quejarse”.

El pueblo se quejó… y lo oyó Yahvéh:

Este era un simple caso de la ley espiritual de causa y efecto (ley de la siembra).

La queja del pueblo de Israel produjo la ira del Eterno de tal manera que muchos murieron por ello.

¿Por qué la queja es tan grave? Porque viene de los fundamentos del pecado mismo y produce resultados desastrosos. Detrás de la queja hay un desafío del alma humana que duda de la bondad del Eterno. El que se queja mancha la imagen del Eterno, que es bueno para siempre. La queja también daña la imagen del hombre y transmite un espíritu malo sobre su contorno, así terminará irradiándose hacia su entorno, ocasionando caos. La queja tiene la capacidad de afectar negativamente todas las cosas de esta creación. El remedio divino contra la queja es la gratitud o alabanza.

La queja es lo contrario de la gratitud. La falta de gratitud es el primer paso a la idolatría y a todas las pasiones vergonzosas que desde ella se desprenden. Todo esto es el nivel más bajo de la caída del hombre (Romanos 1: 21-32).

La queja es una expresión de la mala inclinación y la gratitud es una expresión de la buena inclinación.

La gratitud es capaz de ver las cosas positivas a pesar de lo negativo, reconocerlas y alabar al Eterno por ellas. La queja sólo ve lo negativo, se molesta por ello y produce amargura y rebeldía contra el Eterno.

La queja y la amargura son contagiosas.

La queja impide el mover de la mano bondadosa del Eterno, la gratitud la activa.

La queja produce muerte, la gratitud produce vida.

La queja produce enfermedades mentales y físicas, las alabanzas producen sanidad mental y física. Así lo dejo escrito el profeta Jeremías:

“Sáname, oh SEÑOR, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú eres mi alabanza.”

(Jeremías 17:14).

No se nos ha dicho aquí exactamente de qué Israel se estaba quejando. Lo que sí es claro, es que sus quejas eran, una vez más, solamente la exteriorización del corazón insatisfecho (cruel) que aún conservaban de Mitzraim (Egipto). Es decir que ellos, en realidad, no estaban quejándose por alguna razón mayor o justa, sino porque simplemente ahí es donde sus corazones aún continuaban vibrando, tal y como se habían habituado hacerlo en Egipto.

Lo cierto, es que la insatisfacción siempre surge cuando nuestra atención no está en lo que tenemos, sino en lo que no tenemos. El pueblo de Israel no parecía darse cuenta de lo que el Eterno estaba haciendo por ellos. Yahvéh no solamente les había otorgado libertad, sino que los había entrenado durante un año para que fueran una nación sacerdotal que recibiría una nueva tierra, desde la que bendecirían a todas las naciones. Ellos estaban enfocados en lo que consideraban que Dios no estaba haciendo por ellos. No podían pensar en otra cosa más que en las «delicias culinarias» de Egipto que habían dejado atrás, un poco más de un año. De alguna manera, sus mentes habían olvidado que el látigo brutal de la servidumbre egipcia era el precio que pagaban diariamente por comer esos supuestos manjares. Ellos desfiguraron el pasado olvidando la enorme injusticia a la que se hallaban sometidos en Mitzrai. Ellos olvidaron los sufrimientos y las penas, quedaron en su memoria únicamente algunos favores, algunas comodidades, los placeres de la comida que gozaban.

Es que cuando no se ve claramente la ganancia de la libertad de la esclavitud, dadas las adversidades del desierto, se pierde la meta de vista. Al fin y al cabo, la libertad es un concepto abstracto e Israel, tanto como la mayoría de los seres humanos, no necesariamente tiene claro de para qué fueron liberados, especialmente cuando la situación se pone difícil. Por ello, los israelitas optaron por una reacción muy primaria, cortoplacista de gratificación inmediata. Pocas personas valoran la espera en nombre de fines más abstractos. La gente, lamentablemente, quiere comer y ya. Quizás todo el mensaje de Moisés, al escribir este relato es eso. Las cosas cuestan y para el pueblo con hambre es difícil entender esa meta.

Es necesario tratar de prever el futuro y el objetivo de la vida, para llegar a éste final aparentemente abstracto y deseado y para esto, es indispensable, muchas veces hacer sacrificios y sobreponerse a las dificultades que representan ser una persona justa, correcta y estar dentro de la la Toráh, para no desenfocarse y perder así el entusiasmo.

El apóstol Pablo remarcará este evento negativo en la peregrinación de Israel cuando escribía a los santos de Corinto lo siguiente:

“Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor. Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.”
(1 Corintios 10:10-13)

Hoy, por medio de este pasaje, Yahvéh quiere que entendamos de una buena vez que nuestros corazones quejumbrosos son desagradables para Él, porque muestran muy poca gratitud por lo que Él ha hecho en el pasado, y revelan la falta de fe por lo que Él puede hacer hoy mismo.

Vemos que los israelitas se quejaron de Yahvéh, y luego Moisés fue se quejó ante Yahvéh. El Eterno le respondió a Moisés positivamente, pero negativamente al resto del pueblo. ¿Por qué? Los israelitas expresaban sus quejas ante ellos, sin la intención de resolver nada. Sin embargo, Moisés llevó sus quejas ante el Eterno, sabiendo que Él tiene la respuesta para resolver cualquier tipo de inconveniente. Muchos de nosotros somos, al igual que los israelitas, somos buenos para hablar de nuestras quejas entre nosotros, pero debemos aprender a llevar todo problema ante el Único que puede hacer algo al respecto, obrando incluso maravillas.

Por todo esto, ruego que el Eterno nos ayude a ver lo positivo y siempre dar gracias por ello. Así no solamente le damos lo que le pertenece sino también nos mantendremos sanos y salvos todos los días.  Así también me atrevo a exhortarlos a estar siempre alegres, permitiendo que el entusiasmo que otorga este día multiplique en Uds. su tendencia a las Bienaventuranzas del Mesías.


Notas Relacionadas y Recomendadas:

¡Comprobado: La Queja Hace Mal a tu Cerebro!





El Secreto para Ser Persona de Vanguardia.

Por P.A. David Nesher

 

 

» La bandera del campamento de los hijos de Judá, según sus ejércitos, partió primero, con Naasón, hijo de Aminadab, al frente de su ejército.»

(BaMidbar/Números 10:14)

 

Evidentemente, mientras más profundizamos en el estudio del libro BaMidbar (Números) descubrimos que el Eterno se aseguró de implantar en los hebreos el paradigma organización que cuando hay orden, hay paz, en cambio, cuando hay desorden hay confusión. De esto se deduce que  sólo con el orden y la coordinación estratégica se logra mantener entusiasmo en cualquier emprendimiento. Dicho entusiasmo permite al alma discernir los qué, cómo, cuándo, y dónde de Yahvéh, y la marcha se hace bajo pautas específicas que garantizan el éxito de toda empresa.

Una tribu era la que el Eterno determinó que fuera delante de toda la marcha: la de Judá (Yehudá). Yahvéh quería entrenar a los israelitas en la adquisición de una conciencia de alto rango, propia de nobles. Él quería que Su Pueblo se entrenara en el poder de la gratitud o alabanza.

El nombre Yehudá (Judá) tiene la misma raíz que la palabra gracias (hb. todá), según lo que fue dicho por Lea cuando nació el patriarca: “Concibió una vez más y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré (odé – אודה) al SEÑOR; así que le puso por nombre Judá; y dejó de dar a luz.” (Gén. 29:35). Importante es señalara aquí que en el contexto de una mentalidad hebrea, agradecer no es simplemente expresar gratitud, si no también significa alabar, de allí que Judá significa alabanza.

 

La primera característica de un redimido, hijo primogénito, es que alaba al Eterno. Desde que se levanta por la mañana hasta que se acuesta su boca está llena de alabanza y gratitud. Decir gracias al Eterno por todo y en todo es una llave para el avance en la vida. Es la clave que permite la vanguardia en el peregrinar de la vida. En la Historia de Salvación relatada en las Sagradas Escrituras vemos que cuando el hombre de Dios se entregaba en alabanza a Yahvéh, su Poder se manifestaba.

Por eso la tribu de Yehudá, la que sabe bendecir, alabar y dar gracias, es la que va primero. Y es que siempre el pueblo que sabe decir gracias es el que abre la brecha. Cada israelita comprendía con este orden que, en la vida, el agradecido es quien puede avanzar, y el primero en llegar a la meta. En cambio, el que cambia su alabanza por amargura nunca llegará a la meta. Los profetas inspirados en estos paradigmas celestiales, lo expresaron en cantos como estos:

El pueblo que yo he formado para mí, proclamará mi alabanza.”

(Isa. 43:21)

 

¡Cuán bienaventurado es el pueblo que sabe lo que es la voz de júbilo! Andan, SEÑOR, a la luz de tu rostro.”

(Sal. 89:15)

 

Todos los pueblos de la Tierra están invitados a aprender de Yehudá y seguir su ejemplo, como está escrito en Deuteronomio 32:43ª y Romanos 15:10: “Regocijaos, naciones, con su pueblo

Así también, en los consejos apostólicos del Pacto Renovado leemos:

Sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, a Dios, el Padre.

(Ef. 5:18b-20)

 

“…dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros Jesús, el Cristo.”

(1 Tes. 5:18)

Amados discípulos de Yeshúa, sigamos el ejemplo de Yehudá. Alabemos y demos gracias al Eterno en todo y por todo. De ese modo mantendremos el entusiasmo activo. Sólo así avanzaremos y llegaremos primero a la conquista de las promesas.

¡Bendito sea el Eterno por siempre sobre sus vidas, familias y economía!

La Shekinah (Presencia) de Dios Coordina tu Marcha de Conquista

Por P.A. David Nesher

“Y sucedió que, en el año segundo, en el mes segundo, el día veinte del mes, la nube se levantó de sobre el tabernáculo del testimonio, y los hijos de Israel partieron, según su orden de marcha, del desierto de Sinaí. Y la nube se detuvo en el desierto de Parán. Así partieron la primera vez por mandato de Yahvéh por medio de Moshé”

(Números / BaMidbar 10: 11-12)

Las doce tribus de Israel marcharon en el orden que Yahvéh había mandado, y que podemos leer en los primeros capítulos del libro de Bamidbar (nombre profano: Números). Esto significa que ellos tomaron la Palabra del Eterno con seriedad, y la siguieron exactamente al pie de la letra a fin de garantizarse un esfuerzo de calidad total que les permitiera la rápida y efectiva conquista de la Tierra Prometida.

Desde la salida de Mitzraim (Egipto), los hijos de Israel poseían un orden estricto a la hora de marchar por el desierto. El éxodo israelita de Egipto no se produjo en confusión tumultuosa, sino en “orden de batalla”, como era propio de “los escuadrones de Yahvéh”. (Éx 13:18; 12:41; 6:26) Es posible que este orden de batalla fuera similar al de un ejército de cinco cuerpos: la vanguardia, el cuerpo principal, la retaguardia y dos alas. Como en aquel tiempo la sociedad israelita aún era patriarcal, se asignaron los lugares en el orden de marcha conforme a tribus y familias. Según las costumbres de la época, los siervos, los criados y otras personas dependientes de la familia se contaban como parte de la casa, de modo que la “vasta compañía mixta” que salió de Egipto probablemente estaba entremezclada con las diversas tribus, clanes y familias israelitas. (Éx 12:38; Nú 11:4; Dt 29:11).

Hemos ya estudiado como en el desierto, el campamento se organizó según las instrucciones divinas hacia el comienzo del segundo año, cuando se erigió el Tabernáculo. Desde ese momento, el centro del campamento, tanto geográfico como en importancia mística, era la Tienda, que simbolizaba la presencia de Yahvéh. Su entrada daba al Este, donde acampaban Moisés, Aarón y los sacerdotes. (Núm. 3:38.) El resto de los levitas (en total 22.000 varones de un mes de edad para arriba) acampaban en los tres lados restantes: los cohatitas, al Sur; los guersonitas, al Oeste, y los meraritas, al Norte (Núm. 3:23, 29, 35, 39).

El traslado de este enorme campamento de un lugar a otro (Moisés menciona 40 de estas acampadas en Números 33) también fue una maravillosa demostración de organización y coordinación. Mientras la nube descansaba sobre el Tabernáculo, el campamento seguía en el mismo lugar, y cuando la nube se alzaba, el campamento partía. “Por orden de Yahvéh acampaban, y por orden de Yahvéh partían.” (Nú 9:15-23) Ayer, estudiamos como las dos trompetas de plata hechas de labor de martillo comunicaban estas órdenes del Eterno al campamento general. (Nú 10:2, 5, 6).

La primera vez que esto ocurrió fue “en el año segundo, en el mes segundo, el día veinte del mes”. Con el arca del pacto a la vanguardia, partió la primera división de tres tribus, encabezada por Judá y seguida de Isacar y Zabulón. A continuación, iban los guersonitas y los meraritas, que llevaban sus porciones asignadas del Tabernáculo. Luego, la división de tres tribus, encabezada por Rubén y seguida de Simeón y Gad. Después de ellos iban los cohatitas con el santuario, y seguidamente la división de tres tribus de Efraín, por delante de Manasés y Benjamín. Por fin, en la retaguardia estaba la división encabezada por Dan, acompañada de Aser y Neftalí. De manera que las dos divisiones más fuertes y numerosas tomaron las posiciones de vanguardia y retaguardia. (Núm. 10:11-28).

De modo que fueron marchando de la montaña de Yahvéh por camino de tres días […] Y la nube de Yahvéh estaba sobre ellos.” (Núm 10:33, 34) No se especifica la longitud de la columna que formaba el campamento en marcha, ni la velocidad ni distancia que se cubría en un día. Como había niños pequeños y rebaños, es probable que se viajara despacio. Posiblemente durante esta marcha, que tomó tres días, no se configuraba el campamento ni se erigía el tabernáculo solo para pernoctar; no se preparaba más que solo lo necesario para comer y dormir.

Meditando en esto, me acuerdo de una consulta que alguna vez alguien me planteó: «¿Cómo es posible que haya unidad en el Pueblo?» Aquí el Eterno nos da la respuesta. Solamente cuando existe un orden claro, cuando cada tribu conoce y acepta con contentamiento y gratitud su lugar, su tarea, y además reconocen y aceptan a quienes son mas grandes que ellos. Sucede que en la cosmovisión divina Unidad no significa que todos son iguales sino que, por el contrario, existen diferencias que establecen diversidad de niveles corporativos. Así, en lugar de que se encienda la envidia entre unos y otros, cada integrante reconoce su lugar y respeta a su prójimo incluso si él mismo es más grande. Solamente de esta manera puede existir unión en el Pueblo de Israel. Al final, desde la aceptación gozosa del paradigma «Unidad en la Diversidad», todos los que son parte del Pueblo se elevan a las dimensionalidades de lo sobrenatural, y crean eventos milagrosos que transforman el Mundo de Abajo.

La frase “por mandato de Yahvéh por medio de Moshé” literalmente dice: “por boca de Yahvéh mediante la mano de Moshé”, (traducida correctamente del hebreo al pi YHVH be yad Moshé). Los códigos del texto dan a entender que la columna de nube no empezaba a marchar hasta que Moshé decía las siguientes palabras:

¡Levántate, oh Yahvéh! y sean dispersados tus enemigos, huyan de tu presencia los que te aborrecen.” (Números 10:35b)

Lo mismo pasaba cuando iban a acampar. La columna de nube se quedaba erguida por encima del campamento de Yehudá hasta que Moshé decía las palabras:

Reposa, oh Yahvéh, en los millares de millares de Israel.” (Números 10:36)

Así vemos como hubo una asociación de unidad entre Yahvéh y Su profeta Moshé. Por esto el texto habla de que partieron por la boca de Yahvéh por la mano de Moshé. Esto significa que todo el pueblo estaba dispuesto a seguir la orden del Eterno, y cuando veían una señal del Cielo indicando que debían acampar o comenzar a caminar, lo hacían sin quejas a pesar de que a veces debieron volver a marchar después de haber acampado por unas pocas horas.

Así pues, debemos aprender que también nosotros tenemos que acampar de acuerdo al mandato divino y Su Torah, incluso cuando nos resulta más cómodo actuar de acuerdo con nuestra propia voluntad, porque siempre tenemos que priorizar la perfecta Voluntad del Abba nuestro, y actuar conforme a ella. Cuando una persona redimida es cuidadosa en dirigir su propia voluntad en dirección de la Voluntad de YHVH, todas las esferas celestiales la ayudan a actuar conforme a ella, garantizándole el éxito a través de su peregrinar en la Tierra.

Con todo lo hasta aquí meditado, aprendemos que no debemos movernos de un lugar hasta que tengamos un mandato del Eterno mediante la indicación de la presencia del Espíritu de Dios en nosotros. A veces la indicación del Espíritu puede ser confirmada por una palabra profética, pero nunca al revés. Sé fiel a la dirección del Espíritu en tu vida. No hagas nada, hasta que Yahvéh no te lo indique por medio de su nube Shekinah. Aprende a ser dirigido por el Espíritu, incluso en los detalles. Solamente así, lograrás que el entusiasmo sea el combustible de tu peregrinación.

La Nube, la Marcha y el Profeta

Por P.A. David Nesher

“Y al mandato de Yahvéh acampaban, y al mandato deYahvéh partían; guardaban la ordenanza de Yahvéh según el mandato de Yahvéh por medio de Moshé.”

(Números / BaMidbar 9:23 )

 

Al meditar ene este texto notamos que el Eterno dirigió a su pueblo Israel por medio de un mandato que fue manifestado en la nube de su Gloria (Shikinah) y por medio del profeta que había levantado, Moshé (Moisés). El trabajo en equipo de Yahvéh y su profeta era admirable. El Eterno daba el mandato con el movimiento de Su nube y entonces Moshé daba a las doce tribus la orden para partir y/o detenerse en un nuevo lugar.

 

Esto nos enseña que en nuestra peregrinación de fe por esta vida, debemos dejarnos guiar por la Instrucción de Yahvéh dada por su Espíritu, y también por sus Profetas para no quedarnos atrás y perder el mover del Señor en este tiempo. Aquel ser humano redimido que piensa que puede servir a Yahvéh de la manera como se hacía hace años atrás, se equivoca.

En los días que estamos viviendo, hay que estar dispuesto a cambiar de lugar y seguir adelante para caminar con Él y no con aquellas estructuras humanas, sometidas a dogmas humanos, que se han cristalizado, por muy utilizadas que fueron en el pasado. Si la denominación, organización o quizás la congregación a la que tú perteneces, hoy no está caminando con Yahvéh y no lo sigue en lo que Él está haciendo en lo referente a la meditación en Su Torah (Instrucción), es mejor que salgas de dicha organización a fin de no quedarte atrás, y perder los nuevos niveles que Yahvéh está otorgando a los que están volviendo a las raíces originales de la fe. Debes procurar que tu preferencia sea siempre estar bajo la cobertura de la nube de protección de Yahvéh que bajo una organización humana que ya no desea ser obediente y sensible a los nuevos giros del Espíritu Santo en este tiempo.

Uno de los mayores peligros  que hay para el ser humano, en este sistema reptiliano, es establecerse y quedarse conforme en un lugar o en un sistema de pensamientos. Mantenerse detenido en la zona de confort es pecado desde el punto de vista de Yahvéh. Por lo tanto, si perdemos nuestra disposición de cambiar, ya no podremos caminar con el Eterno y nos quedaremos atrás. Por la revelación de las Sagradas Escrituras, sabemos que aquel que se quede atrás correrá el riesgo de perder incluso su alma:

“MAS MI JUSTO VIVIRÁ POR LA FE; Y SI RETROCEDE, MI ALMA NO SE COMPLACERÁ EN ÉL. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma.”

(Hebreos 10:38-39)

Los que tienen fe verdadera (emuná), es decir, los que son fieles y que confían plenamente en aquello que el Eterno revela, son los que sí o sí avanzan, porque Yahvéh está llevando a su pueblo en un movimiento celestial muy especial que está acelerando todo tiempo hasta llevarnos al olam habá, el siglo venidero, en el que enseñaremos a las naciones Su Instrucción (Torah) desde Sión, Su Monte Santo. Pero aquellos creyentes que prefieren ser fiel a los dogmas de los hombres que ya no quieren caminar con Yahvéh, sufrirán mucha pérdida.

 

Por eso, amado lector/a, te solicito que no sigas detrás de los líderes religiosos que no caminan con Yahvéh, ni procuran Su nube como guía. Tú no no tienes ningún deber de seguirlos. Ellos son líderes ajenos la descripción hecha en el libro de Josué:

“Y ellos respondieron a Yehoshúa, diciendo:

Haremos todo lo que nos has mandado, y adondequiera que nos envíes, iremos. Como obedecimos en todo a Moshé, así te obedeceremos a ti, con tal que Yahvéh tu Dios esté contigo como estuvo con Moshé.”

(Josué 1:16-17)

¡Obedece a tu líder mientras el Eterno esté con él! ¡Sigue a tu líder mientras él siga la nube de Gloria (Shekinah) del Eterno!

La Navaja del Eterno y nuestra dedicación cotidiana.

Por P.A. David Nesher

«También Yahvéh hablo a Moisés, diciendo: Toma a los levitas de entre los hijos de Israel, y haz expiación por ellos. Así harás expiación por ellos: Rocía sobre ellos el agua de la expiación, y haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo, y lavarán sus vestidos, y serán purificados.»

(Números / BaMidbar 8: 1-5)

En en el rollo de Vayikrá, (llamado profanamente Levítico),  nos encontramos con esta era la dedicación de los Levitas (capítulos 8 y 9). Allí estuvimos estudiando como dicho evento está lleno de códigos para entender la receta divina del entusiasmo. La Torah nos deja en claor que los sacerdotes tenían un servicio más espiritual, orientado específicamente a las esferas celestes y su interacción con lo humano y terrenal. Pero, para que dicha tarea fuera efectiva, sin estorbo alguno, era necesario dedicar a los levitas elevándolos hacía el Señor a fin de servir perfectamente las necesidades terrenales que se presentaran en el Mishkán y su dinámica sacerdotal. Con esta dedicación, nuestras mentes decodifican rápidamente la comprensión de que en la vida, incluso el servicio práctico, necesita un corazón de dedicación y consagración al Señor.

 

Rocía sobre ellos el agua de la expiación», indicó el Eterno a Moisés. Con esta limpieza ceremonial se estaba representando la limpieza profética del pecado que realizaría el Mesías, en su obra redentora. Era parte del nuevo pacto descrito por el profeta Ezequiel:

«Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados.»

(Ezequiel 36:25)

«Haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo». Recordemos que este también era un mandato en la ceremonia para la purificación de un leproso (Levítico 14:9). La navaja representa la Torah que pasa por la carne o el yetser hará (tendencia al mal), y nos prepara parar poder servir al Eterno de manera eficaz.

Teniendo en cuenta esta ceremonia, la enseñanza apostólica fluirá asegurando su significado simbólico al escribir:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos…”

(Hebreos 4:12)

En su segunda epístola a Timoteo el apóstol Pablo, valorando el código escondido en esta ceremonia de dedicación levítica, escribió:

“Toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.”

(2 Timoteo 3:16-17)

La idea siempre fue bien clara en toda mente y corazón redimido: es necesario un nuevo inicio en la vida para que el Camino de propósito se manifieste. El ser humano necesita ser hecho como un bebe todo otra vez. Es decir, todo ser humano debe nacer de nuevo si quier ver y entrar en el Reino de Dios (Juan 3: 3-5).

 

Por ello, convendrá a nuestro corazón apreciar el obrar de la gracia divina en nuestra vida desde los inicios de nuestra propia historia de fe. Les pido a cada uno de ustedes, que valore el nuevo nacimiento que experimentaron en el Mesías y se dispongan una vez más a dejar que Su Santo Espíritu trabaje en ustedes contra el yetser hará (la carne y sus obras).

 

La Instrucción (Torah) del Eterno, puede penetrar hasta lo más íntimo de tu vida y encontrar allí las cosas malas que ni tú aún sabías que existían escondidas en tu inconsciente. Esta es la razón por la cual el apóstol Juan dice en su primera carta: «. . . mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Cristo su Hijo nos limpia de todo pecado.» (capítulo 1, versículo 7). Figurativamente hablando, necesitas pasar aquella navaja afilada sobre las distintas áreas de tu vida. ¿O es que crees no tener ninguna mancha? Tendrías pues, que asegurarte tener a mano esa navaja, es decir, que debes proponerte utilizar la Instrucción divina, considerándola en su porción (parashá) semanal.  La Torah es Luz, pero también es una navaja cortante.

 

¿Has dejado HOY que la navaja pase sobre toda tu carne?

 

¡MEDITA EN LA TORAH DE DÍA Y DE NOCHE Y PALPARÁS LAS BIENAVENTURANZAS!