Por P.A. David Nesher
«Serán malditos tu cesta y el lugar donde amasas la harina.
Serán malditos tus hijos y tus cosechas y las crías de tus vacas, de tus ovejas y de todos los animales «.
(Deuteronomio 28: 17)
Las Sagradas Escrituras, revelan en este versículo lo que se conoce como MALDICIÓN DE LA POBREZA o INSUFICIENCIA FINANCIERA COMPLETA.
La experiencia ministerial me ha conducido a notar que las costumbres cotidianas de muchos seres humanos influyen en su estado físico y emocional, programando así pensamientos que terminan marcando un comportamiento. Al final, esto es lo que acaba por definir un estilo de vida. Por estas costumbres, debo decir que lamentablemente la gran mayoría de esos varones y mujeres generan una forma de vida acorde a lo que la Torah enseñan en el versículo arriba citado.
Desde ese pasaje, y analizando una serie de costumbres negativas en muchos de las personas a quienes he aconsejado, he encontrado hábitos de los que sería mejor olvidarse y evitar a como dé lugar. Son hábitos que manifiestan costumbres que alimentan una mentalidad llena de pobreza.
Los invito a continuación a reflexionar conmigo en aquellos hábitos que considero causan pobreza en nuestras vidas y que por lo tanto urge erradicarlos:
1. La costumbre de autocompadecerse
El ex Secretario de Salud, Educación y Asistencia Social en USA, John Gardner, fue consultado acerca de la auto-compasión, después de pensar por un instante la respuesta, se refirió a ella así: “La lástima por uno mismo es uno de los narcóticos no farmacéuticos mas destructivos. Es adictiva, da placer en el corto plazo, pero separa a la victima de la realidad”.
Siempre enseño a mis discípulos que cuando nos autocompadecemos, no nos damos cuenta de que esta actitud es lo que precisamente más nos impide mejorar y buscar soluciones. Se trata de una actitud negativa que aprendimos en la infancia o adolescenciac cuando estábamos realmente indefensos, o cuando imitábamos algún adulto que nos sirvió de modelo en esto de la auto-compasión.
Las raíces de la pobreza tienen su oportunidad de aparición y crecimiento justamente cuando la auto-compasión se expresa y brotan, por y desde ella, las quejas acerca de lo «miserable» de tu vida. No tienes la figura que deseas, no tienes los ingresos que querrías, la educación que recibiste no es la que necesitabas, tu casa no es como la de la revista, el clima de hoy no te agrada, el vendedor en la tienda no te escuchó como debía, y todo, absolutamente todo a tu alrededor puede ser ese «motivo perfecto» para sentir lástima de ti mismo y quejarte de tu mala suerte. De esta manera, la autocompasión nos mantiene atrapados, sin que nos demos cuenta de ello y nos impide avanzar por la vida y disfrutar de la prosperidad que la misma tiene.
He notado que las personas que tienen la costumbre de autocompadecerse van perdiendo la simpatía de quienes los rodean. Y es que claro nadie quiere compadecerse eternamente de alguien así, con una vida llena de malas noticias. Nadie espera nada de un hipocondríaco crónico, se sabe que lo único que puede hacer es gimotear y por eso tampoco es común que se lo invite a nada ni se le tenga en cuenta. Para alguien así es muy difícil entablar relaciones personales que a su vez son muy importantes para forjar una carrera y conseguir un trabajo interesante. Autocompadecerse es la mejor manera de ganarse un sueldo miserable y tener una vida gris.
2. Costumbre de ahorrar en todo (tacañería)
Imaginemos a una persona en apariencia normal con empleo e ingresos recurrentes que jamás se va de vacaciones, si no es a casa de amigos y familiares; que apenas enciende la calefacción, incluso en los más crudos meses de invierno; que utiliza su teléfono celular sólo para provocar llamadas perdidas y esperar a que sea el otro quien le llame; que no sale a cenar ni al cine, si no es invitado; que en una hoja de cálculo (a la cual dedica casi una hora diaria) registra hasta los gastos más nimios y compara, mes a mes, si está logrando reducir su gasto mensual. ¿Estamos ante un tacaño o ante un ahorrador? ¿Cómo saber si la compulsión a no gastar es fruto de una sana decisión o se está rayando en lo maniático?
Ahora piensa en ti; si en la tienda siempre vas en busca de la sección de rebajas, si piensas que les pagan más a tus compañeros de trabajo aunque trabajen menos; si nunca le prestas nada a nadie, no dejas ni la más mínima propina a los camareros eso significa que la costumbre de la pobreza ya ha hecho nido en ti. Estos “ahorros” parecieran hacerte la vida feliz, pero en realidad no es así.
Los analistas dicen que intentar economizar en todo está lejos de ser signo de ahorro razonable y por el contrario es un síntoma de que la persona es incapaz de balancear sus gastos y sus ingresos. De hecho estudios realizados sobre este tema apuntan a que este desorden tiene un costo muy gravoso en lo emocional. Se ha comprobado que aquellas personas que escatiman el dinero son más propensas a sufrir estrés y ansiedad que quienes son más generosos. Pero lamentablemente los tacaños no sufren solos, sino que terminan por hacer la vida miserable a quienes los rodean, por ello los que viven cerca de un tacaño suelen llegar a sentir rechazo ya que lidiar día a día con este tipo de actitudes no es para nada fácil, aunque otros podrían aprenderla.
La tacañería como patología tiene su origen en el pasado, tanto psicológico como económico. Se sabe que el pasado económico explica la afición al dinero. Cuando una persona ha sufrido una niñez de privaciones materiales se instalará en su ánimo una tendencia mucho mayor al ahorro y la previsión exagerada que en otra que vivió en un entorno de abundancia.
Nosotros a esta actitud la debemos evitar teniendo en cuenta que la sabiduría de lo alto señala lo peligroso que es convivir con ella:
«Nunca comas con gente tacaña, ni dejes que sus platillos te despierten el apetito.»
(Proverbios 23: 6)
«El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.»
(Eclesiastés 5:10)
3. Costumbre de medir todo en dinero.
Cuando te pasas por lo menos ocho horas al día en el trabajo, tratando de ganar un ingreso decente para mantener a tu familia, proveer para sus necesidades, y lograr que quede algo para cumplir con algunos deseos, es fácil quedar atrapado en la trampa de creer que el dinero es de lo que se trata la vida.
He notado que sólo las personas en cuyas mentes crece la pobreza piensan que la única manera de ser feliz es tener un salario con gran cantidad de ceros y que no hay lugar para la alegría si no se tiene ropa cara, casa propia y un automóvil de alta gama.
Los sociólogos aseguran que al responder a la pregunta ¿qué necesitas para ser feliz? sólo aquellos con una mentalidad de pobreza empiezan enumerando los bienes materiales, mientras que aquellos con un punto de vista mejor enfocado mencionan el amor y la amistad en primer lugar. Lo interesante es que este último tipo de personas rara vez hablan de cuentas bancarias porque piensan que la riqueza se mide en la capacidad de generar ingresos y tener visión. Una persona verdaderamente exitosa no depende del tamaño de su saco de oro.
Con esta costumbre negativa se concibe el dinero como un arma de poder. Produce codicia. Se intenta comprar el amor y el reconocimiento de los demás con dinero.No se percibe el valor espiritual de la vida ni de las personas. Crea la necesidad de ganar más y más dinero para poder continuar gastándolo y derrochándolo. El estrés se hace inevitable y el vacío
Debes aceptar, y mentalizarte, que el dinero es una gran herramienta que necesitas para proporcionar una buena vida a tu familia. Pero el dinero no es el principio y el final de la vida. El dinero es simplemente una herramienta que te ayudará a vivir un estilo de vida, pero no a crear la vida.
El dinero no puede comprar la familia, salud, felicidad, fe, paz, propósito, alegría, crecimiento personal, o el amor.
Por eso, la próxima vez que quedes atrapado en la trampa de medir todo en dinero, tómate unos minutos para recordar lo que en la vida es realmente importante. Tus seres queridos se alegrarán de que lo hayas hecho, y tú también. Entonces la pobreza te habrá abandonado.
Terminaré este punto ayudándote con estas dos frases:
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mídela por aquellas cosas que no cambiarías por dinero”.
(Paulo Coelho)
«Quienes creen que el dinero lo hace todo terminan haciendo todo por dinero».
(Voltaire)
4. Costumbre de entrar en pánico cuando el dinero se acaba.
¿Estás pensando en cambiar de trabajo o incluso en empezar tu propio negocio pero te da miedo no encontrar nada, que no funcione bien y quedarte en una especie de “limbo económico”
Este es un hábito originado por el hambre y la miseria que pudieron vivir nuestros antepasados (aunque obviamente no es un caso generalizado). Se trata de una paranoia que dice así: «el dinero se acabará y me quedaré sin nada«. Este pensamiento crea la necesidad de ser tacaños; produce miedo a dar y a gastar. No nos permite disfrutar haciéndonos regalos a nosotros mismos.Cada vez que se pagan las facturas se sufren ataques de angustia. Se cree que uno hace daño a la gente cuando le pagan dinero. Se vive con el pensamiento de que no es justo recibir todo el dinero que uno merece.
Me he encontrado con personas que tan sólo con pensar que se puede ser parte de la próxima oleada de despidos, su pulso se acelera y su tensión sube. Eso es justamente un síntoma de una mente programada para la pobreza.
¿Dejarías que el miedo te impidiera tener una nueva y mejor vida a partir de ahora?
¿Y si todo consistiera en dejar de pensar que puedes perder tu dinero de un momento a otro?
Cada vez que te encuentres pensando algo similar, replantéate la situación y piensa con cabeza fría. Nadie te lo va a quitar. Él no se va a ir por su propia cuenta. La verdad que debes aceptar es que el dinero es un fluido que va y viene.
En realidad, todo va a depender del manejo y la administración que le des en determinados instantes. De las decisiones que tomes.
La cuestión entonces se reduce al campo de aprender y refinar la habilidad de tomar decisiones correctas en el ámbito monetario y financiero, más que aumentar las preocupaciones por cuestiones realmente inexistentes.
Plantéate el reto de mejorar cada vez más y de adquirir los conocimientos necesarios para desvanecer ese miedo. Verás cómo cada vez más, podrás aprovechar el potencial ilimitado que te ofrece la vida para vivir en abundancia.
5. Costumbre de gastar más de lo que se gana.
El que gasta más de lo que gana, el que gasta antes de ganar, ese vive endeudado…ese es pobre. Para el pobre todo es gasto, todo es deudas.
Si trabajas en dos lugares pero aún así no te alcanza el dinero es hora de cambiar algo en tu vida. Si una persona no logra entender en qué se diferencia un crédito de otro lo más probable es que nunca llegue a conocer la estabilidad económica.
Muchas personas gastan más de lo que ganan, en ocasiones por no llevar un registro de gastos, en otras porque simplemente no saben controlarse o porque realmente necesitan lo que gastan. Aunque sea duro, hay que hacer todo lo posible por gastar menos de lo que se gana.
6. Costumbre de hacer lo que no te gusta.
Me encontrado con muchas personas que se aferran a esta expresión de vida: «¿Si no lo hago yo entonces quién lo hará?«, asegurando así, que el trabajo que realizan, si bien no les gusta, están obligados a hacerlo. Muchas personas en esta situación reconocen que hay que tomar una decisión complicada, pero por inercia, costumbre o ese sentido de la responsabilidad mal entendida, se sienten bloqueadas y esto nos impide llevarla a cabo, viviendo en un mar de sin sabores, que los hace infelices y llevadas al límite, llegan a enfermar.
Los psicólogos afirman que las personas cuyos empleos no les satisfacen están potencialmente programados para la pobreza y lo que podríamos llamar “mala suerte“. La razón está en los sentimientos que se despiertan en la persona al tener que ocuparse de asuntos que no le gustan.
Existen varios motivos por los cuales puedes estar en un trabajo que no te da la realización y satisfacción que tu quisieras. Entre esos muchos yo destaco:
- Has olvidado lo que soñaste ser en algún punto de tu vida.
- Te hace falta conocer realmente quien eres y para que eres bueno.
- No has descubierto qué es lo que te apasiona.
- No tienes una meta y claridad sobre qué hacer.
- Hay un miedo muy fuerte al cambio y al fracaso.
- No estás aprendiendo nada en tu trabajo.
- Falta de relaciones positivas con tus compañeros o jefe.
- Has puesto otros valores antes que tu felicidad (como el dinero, el estatus, la seguridad, la estabilidad, etc.).
Para desterrar esa costumbre negativa de hacer lo que no te gusta, es necesario que hagas no lo que alguien más necesita, sino lo que más te produzca satisfacción. Sólo en ese caso es posible ver resultados ”milagrosos“. Ya dicen por ahí, si vas a ser zapatero, debes ser el mejor; y con razón, si te gusta lo más probable es que acabes teniendo una zapatería.
Por lo tanto, aprende a enfrentar los problemas y tomar el toro por los cuernos. Al principio no será fácil. Muchas veces el miedo te paralizó y te acostumbraste a convivir con situaciones que te llevan a extremos, pero es mucho peor vivir así cuando la solución está en tus mano: simplemente se trata de decirte a ti mismo “no estoy dispuesto a continuar así”.
Por tanto sé valiente, y piensa que hay vida más allá; que tras una decisión complicada tu día a día se habrá librado de un peso que puede convertirse en una losa y a partir de ahí solo tendrás que mirar hacia delante.
Recuérdate día a día que la vida es demasiado corta y tiene cosas maravillosas que muchas veces has perdido por no saber tomar una decisión a tiempo.
7. Costumbre de no tener una buena relación con las personas de tu familia.
A lo largo de mis años ministeriales he notado que muchas veces la responsabilidad económica recae en un solo miembro de la familia, puede ser la madre, el padre, el hijo mayor que trabaja, etc. Y empieza una demanda irracional contra esta persona, sin considerar sus propias necesidades personales y sin pensar en el esfuerzo diario que hace por los demás. Los otros se colocan en una posición demandante sin aportar en nada a la economía familiar.
Aunque podría parecer que tener malas relaciones con los miembros de tu familia no es algo tan grave en realidad eso genera una especie de “tabú” mental y un malestar que podría llegar a convertirse en odio. El odio se convierte en amargura y la amargura en pobreza mental, que a su vez no permite ningún tipo de cambio ni perdón.
Es necesario poder observar la existencia de situaciones donde el uso del dinero sirve como un medio para agredir al grupo familiar o cómo este grupo descalifica a uno de sus miembros:
- – Hombres y mujeres criticados por sus sueldos bajos.
- – Situaciones imprevistas que hacen que la familia ataque al que no puede proveer.
- – Mala organización de la economía familiar.
- – Despidos inesperados por los cuales el familiar además de sentirse mal en lo personal carga con la culpa y la demanda de los demás.
- – Problemas personales de uno de los miembros (ludopatía, adicciones, personalidad irresponsable, etc.).
Una de las cosas más importantes que una familia debe saber es en qué posición de afecto se encuentra cada uno, y cómo desde esa necesidad de cariño, de posesión, de frustración, de rabia o de comportamiento solidario va a relacionarse con la economía en casa. Si los miembros de la familia se quedan en la posición de que es “el otro el que tiene que resolver el problema” entonces la crisis se hará inminente y la parte económica terminará siendo el mejor vehículo para destrozar la familia colocándola debajo de la línea de pobreza.
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