Por: P.A. David Nesher
“Y Él llamó a Moshé y Dios le habló desde la Tienda de Reunión, diciendo…”
Levítico/Vayikrá 1: 1
Estudiando el Libro de Bereshit (Génesis) hemos aprendido que el Eterno nos creo a su imagen a fin de que llegáramos a ser semejantes a Él en Su plenitud. Este proceso mesiánico se lograría, de acuerdo con el diseño divino, por medio del ejercicio de la comunión con Yahvéh. La praxis misma de dicha comunión es una relación íntima con Él caracterizada por una excelente comunicación que le garantice al ser humano eficacia en todo lo que hace. Esta comunión con el Eterno, considerada desde esta perspectiva, se torna esencial en la adoración en Espíritu y en Verdad que Yahvéh, como Padre, busca en sus hijos. Se hace entonces fundamental en la vida humana, pues se vuelve el centro de toda área de la misma. De aquí es clara la deducción de que cuando la comunión con el Eterno se rompe, estamos incompletos y necesitamos ser restaurados.
Por tales motivos, el Eterno otorgó a Moshé la revelación de un rollo (libro) completo dedicado a la esencia misma de la adoración que permite la manifestación de Su propósito eterno en la humanidad.
Después de la dramática, y a la vez milagrosa, salida de Israel de Mitzraim (Egipto), la nación acampó al pie del monte Sinaí durante dos años con un solo fin: entrenarse en el don de escuchar a Yahvéh (Éxodo 19 a Números 10). Fue un tiempo especial de descanso de la servidumbre egipcia, que Yahvéh aprovechó como plataforma pedagógica con el objetivo de enseñar y edificar a Su pueblo en la práctica de encontrarse con Él cara a cara. De este modo, la redención que Él logra en Egipto será el fundamento en sí para la limpieza, la adoración y el servicio del oficio sacerdotal que el Eterno otorgaría a Israel como vocación y misión.
¿Cómo podría un pueblo programado por siglos en un sistema de pecado acercarse a un Dios santo?
La respuesta la encontraremos en los distintos códigos de un libro tan lleno de misterios como es Vayikrá. En sus líneas vibrará todo el tiempo la clara propuesta de Yahvéh para acercarse a Él: la santidad. Esta característica de sus virtudes solamente Israel la puede lograr, permitiendo que la Instrucción (Torah) de Yahvéh vaya realizando una sanidad integral en cada uno de sus integrantes, desde adentro hacia afuera.
Por ello, Vayikrá dejará en seis lecciones las seis características claves del obrar comunicacional del Eterno sobre su primogénito: Israel. A continuación les comparto las mismas:
LLAMAMIENTO.
El libro comienza con la expresión hebrea Vayikrá: «Él llamó...». Una frase que revela lo esencial de la intención divina. El Mishkán ya está terminado, el Eterno ya está en él, pero aún la pasión divina por comulgar con el ser humano sigue encendida. Está más ardiente que nunca.
«Y Él llamó a Moshé«: Hemos notado que cada vez que el Eterno se comunicó con Moshé, ya sea mediante la expresión «Y Él habló«, o «Y Él dijo», o «Y Él ordenó«, siempre estuvo precedido por (Dios) dirigiéndose a Moshé por su nombre, pero a la vez marcando una clara distancia entre su divinidad y la humanidad del caudillo. Aquí la expresión «llamar» es utilizada de manera afectuosa. Será la primera vez que aparece describiendo la relación del Eterno con un ser humano. Es la misma expresión utilizada por el profeta para describir como se comunican los ángeles cuando dicen «Y se llamaron unos a otros…» (Isa. 6:3). Vayikrá, significa ser llamado con amor a participar de una unidad para una tarea o misión especial. Este es el origen de una de las ideas claves del pensamiento occidental, el concepto de vocación o llamado, que es la elección de una carrera o una forma de vida, no sólo porque es lo que quieres hacer o porque te da ciertos beneficios, sino porque has sido convocado a hacerlo. Tienes la sensación de que este es tu sentido y tu misión en la vida. Es para esto que has sido puesto en la tierra para hacer.
«Él llamó...» implica que Yahvéh le habló a Moshé con afecto muy particular, extendiéndole una invitación especial a vivir mayores niveles de comunión de las que ya había vivenciado; y Moshé fue.
Con esto, quedó registrado el llamamiento divino para todos los hijos primogénitos. Israel comprendía el mensaje de Su Amado: «¡Estoy disponible…, totalmente a tu servicio! Si vienes a mí, y escuchas mi Voz en intimidad, todo estará bien, todo se pondrá bien, discerniendo así que yo estaré contigo para siempre«.
Esta lección enseña que en la voluntad buena del Abba Kadosh el libre acceso comunicacional es un deseo constante en Él, y una vocación esencial en el ser humano.
ACERCAMIENTO
El libro de Vayikrá trata sobre sacrificios (korbanot). Es que la vocación es de sacrificio. Estamos dispuestos a hacer sacrificios cuando sentimos que son parte de la misión que hemos sido llamados a hacer. Esta actitud permite siempre el verdadero acercamiento a Dios y al prójimo.
Destacaré aquí que en castellano no existe una palabra que pueda expresar el significado de los korbanot (plural de korban) que se ofrecían en el Mishkán. Lamentablemente, la palabra «sacrificio» implica que renuncio a algo que para mí tiene mucho valor, para que pueda beneficiarse otra persona. Es obvio que el Eterno no puede beneficiarse con los «sacrificios», pues a Él nada le falta. La palabra «ofrenda» tampoco es adecuada, pues la «ofrenda» sirve para apaciguar o aplacar a la persona a quien se la trae. Es como «comprar a alguien«. Una especie de soborno espiritual. El motivo por el cual nos es tan difícil traducir la palabra «korbán» al castellano es que nuestras ideas de «sacrificio» y «ofrenda» derivan de culturas paganas. En efecto, en esas culturas, las expresiones «sacrificio» y «ofrenda» resultaban adecuadas y hasta aptas para los tratos rituales con sus múltiples y temibles divinidades.
En hebreo, el término «korbán« posee la misma raíz que la palabra «cercano«. Y es una palabra que se emplea en forma exclusiva para la relación del ser humano con Yahvéh. Por lo tanto korban, puede traducirse como «acercamiento«. Es la idea de alguien que se acerca a otro para escucharlo y así generar confianza en la conexión. Este es el sentido práctico de la fe generada por el escuchar la Instrucción divina (Heb. 11: 4; Rom. 10: 17)
Según Vayikrá existen tres formas para lograr el acercamiento divino:
- Gritando: Rogándole a gran voz para que dé pasión.
- Llamando: Para procurar su socorro.
- Invocando: Para que Su Presencia descienda y presida la marcha de la misión.
PERFECCIONAMIENTO
Por medio de la codificación del libro de Vayikrá, los israelitas recibieron el secreto de la reverencia, actitud que permite valorar el propósito de la vida humana, y estimula a cada individuo a buscar el perfeccionamiento y la plenitud de la misma.
Esta lección se aprendería por medio de los distintos preceptos que enseñan a separar lo puro de lo impuro. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación en los distintos ritos y cultos festivos del Mishkán. Para ello, todo se resumía en lo dicho por el Eterno: «tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno» (Vayikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Mishkán (más tarde al Templo) y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello cada redimido tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse ante Dios. Cada miembro de Israel debía entender que existía con un sentido de vida: ser perfeccionado día a día a través de sus actos. Es así que está dicho acerca del impuro:
«No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario»
(Vaikrá / Levítico 12:4)
Debido a que no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Mishkán sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torah sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones:
«…y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel«
(Vaikrá / Levítico 16:19)
Debo decir que “Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales. Puede resultar difícil de comprenderlos, pues muy frecuentemente han sido traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo.
Para poder entender esto, es necesario saber que en el contexto de la Torah puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”. Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo. Según la cosmovisión divina revelada en este libro, una persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:
- algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad llamada tzaraat -lepra-) o,
- al entrar en contacto con algún objeto o cuerpo que trasmite la impureza.
Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance a causa de la influencia de la serpiente y su sistema de cosas.Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance a causa de la influencia de la serpiente y su sistema de cosas.
Por ello, la más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la Fuente de la Vida”. En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la Fuente de Vida, y ha comenzado a errar su blanco. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad. Es una situación o posición espiritual.
Por medio del simbolismo de cada acción estipulada en Vayikrá un israelita tenía la oportunidad de discernir que cosas hacer para promover la vida y vigorizar el sentido de su propósito en su persona. Esto lo hacía y mantenía puro, con una sola fuerza en su interior continuar la carrera hacia adelante, hacia el premio del supremo llamamiento del Eterno en el Mesías.
ACCESIBILIDAD
El punto clave de Vayikrá es que el redimido entienda que el Eterno puede estar para siempre con nosotros por medio del ejercicio de un oficio especial: el sacerdocio.
Por medio del oficio sacerdotal, el alma humana se hace consciente de que Yahvéh es alguien amable, que está siempre disponible y con quien resulta fácil hablar. Normalmente se percibe que es accesible escuchándolo en Su Instrucción (Torah) y discerniendo su lenguaje profético en medio de la Historia de la Salvación.
Con el ejercicio diario de el sacerdocio se adquiría la certeza que aunque es el Creador del inmenso universo, nos asegura que no solo está dispuesto a escuchar y contestar nuestras oraciones, sino que lo está deseando (lea Salmo 145:18 e Isaías 30:18, 19). Podemos hablarle con calma en todo momento y lugar, y acercarnos a él con franqueza sabiendo que nunca nos lo echará en cara (Sal. 65:2; Sant. 1:5). Su Instrucción lo describe con términos humanos para indicar que desea que acudamos a él.
Ante la revelación de un Dios tan accesible, cada hebreo se veía en la obligación de preguntarse: «¿cómo puedo imitarlo en este aspecto?»
REPARACIÓN
El libro de Vayikrá sugiere en todas sus líneas la responsabilidad compartida de cada integrante de Israel para curar, reparar y transformar el mundo (Tikún). A través de la codificación de su pedagogía este libro indica que una práctica debería ser seguida no porque es exigida por la Torah, sino porque ayuda a evitar la falta de armonía social.
Vayikrá indica que le corresponde al Pueblo de Israel alabar al Eterno y enuncia la esperanza de que algún día el mundo entero abandone la idolatría, reconozca a Yahvéh como único y verdadero Dios y acepte Su soberanía sobre toda la humanidad. Cuando todos los seres humanos abandonen los falsos dioses e ideologías y reconozcan al Eterno, el Dios de Abraham, de Yitzhak y Yaacob, el como único Dios, el mundo estará perfeccionado.
PASIÓN
El énfasis final de Vayikrá (Levítico) es la idea de celebrar. Este rollo se especializará en los detalles de las distintas festividades yahvistas, especialmente el Yom Kippur. Dichos eventos serían ocasiones especiales que la comunidad celebraría con regularidad para recordar los actos de Dios, darle gracias y renovar su compromiso de vida con el estilo que Él propone en la Torah (Instrucción).
Los festivales mesiánicos serán la herramienta divina que el Eterno usará para que Israel se mantenga vibrante en la consciencia de vivir con pasión. Justamente el libro de Vayikrá asegura que la Comunicación Eficaz con el Eterno garantiza el combustible diario de la pasión por vivir.
En todo el rollo encontramos que los ritos sacerdotales y sus holocaustos se realizan en el altar. El altar representa a la vida misma.
La vida misma es un altar que nosotros tenemos que aprovechar para elevarnos, contribuir a elevar a nuestros semejantes, santificando a través de ello su Santo Nombre.
Y la manera de hacer esto, no es viviendo una vida «light», fría (o «templada») y vacía, sino poniendo todas nuestras ganas, fuerza y pasión en todas las cosas -buenas- que hacemos.
Y cuando vivimos la vida de esta manera, disfrutamos y nos llena mucho más cada cosa que hacemos, iluminando y trayendo calidez a nuestras vidas, irradiando de dicha luz para beneficio de todos los demás.
Y como el grado de disfrute en la vida es directamente proporcional al grado de ganas que ponemos en las cosas que hacemos, cuando ponemos todo nuestro ser en algo, es proporcionalmente también cuando más disfrutamos …
Y como se popularmente «mientras hay vida, hay esperanza«, no debemos permitir que las circunstancias de la realidad nos hagan debilitarnos y flaquear. Para esto es imprescindible que alimentemos nuestras almas con el «oxígeno del Reino» que la oración y la meditación profunda de la Torah tienen el poder de proporcionarnos, avivándose así constantemente el fuego y la pasión de nuestra luz interior; haciendo que permanezca encendida con fuerza e intensidad hasta los 120 años; pasando luego a seguir iluminando, pero ya desde otra dimensión …